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CAPÍTULO 6


Han pasado tres semanas desde el baile de graduación. Tres semanas en las cuales han sucedido muchas cosas. No he vuelto a ver a Meredit desde hace dos semanas. Nuestra comunicación ha sido a través del teléfono. Era de esperarse, al salir de estudiar el distanciamiento era obvio.

En dos semanas más, me mudaré. Cada vez que pienso en ello, mi ánimo decae. Jamás he vivido sola. Jamás me he alejado de mis papás, no sé quién tardará más en asimilarlo. Ellos o yo.

Derian consiguió fichas de admisión para la UCLA. Ambos iremos a estudiar allá. Por increíble que parezca, continuaré con mis estudios, y en una universidad que jamás pensé.

Cuando hablamos de esto con nuestros padres, no fue nada fácil, Derian lo tenía guardado en secreto y el día en que me informó de sus planes, me enojé con él porque no me lo consultó.

Pidió una ficha de ingreso para mí sin consultarme al respecto. Amo la idea de poder estudiar, en una universidad tan prestigiosa, estudiar la carrera que tanto quiero. Amo sólo el hecho de poder continuar estudiando. Pero odio mudarme, alejarme de mis papás y me da miedo a lo nuevo que tengo que enfrentarme.

Nos mudaremos a Westwood, es el lugar más cercano a la universidad. Según mis investigaciones, no queda tan lejos de acá el centro de Los Ángeles, pero no veré a mis padres, sino cada cierto tiempo; que no creo que sea muy a menudo.

Tendré que buscar un empleo de medio tiempo, que me permita estudiar y solventar mis gastos. En un principio Derian y yo viviríamos juntos en algún edificio de apartamentos, pero la universidad nos ofrecerá asilo, en los complejos habitacionales universitarios. Son más cómodos para los estudiantes, pero se descartó la posibilidad de compartir habitación con Derian.

Justamente estoy informándome de todo acerca de Westwood. Me encuentro con mi laptop, sentada en mi cama: tecleando y buscando acerca de sus restaurantes, centros comerciales; incluso cada calle y avenida, para evitar perderme cuando tenga que vivir ahí. Hace unos minutos, averigüé respecto a la universidad. Es completamente inmensa, tanto, que creo que me podría perder.

Decido cambiar mi búsqueda y trato de averiguar, acerca de empleos en la zona. No tengo mucho éxito, ya que solamente aparecen vacantes para meseras, vendedoras en tiendas y no me llama mucho la atención nada de eso. Aunque seguro no tendré opción.

—El almuerzo está listo. ¿Quieres bajar?— papá es quien llama y levanto mi vista, para encontrarlo en la puerta de mi habitación medio abierta.

—Sí, amm..., ¡Voy enseguida!—sonrío con él. Me siento aliviada de que esté aquí, en mis últimas semanas viviendo en casa.

Afortunadamente está de vacaciones, su empleo no le da mucho tiempo libre y no pasa mucho en casa. Él es policía, por lo que pasa más en la delegación y en otros lugares, menos en casa.

—¿No estás de nuevo con Westwoodmanía, o sí??— pregunta con diversión y se adentra en mi habitación. Se sienta en el borde de la cama y me mira mientras ríe —Cariño, no es como si vayas a vivir al otro lado del mundo o a un lugar que nadie conoce. ¡Es una ciudad más!

Suelto el aire en un pesado suspiro —Lo sé. Pero créeme que desde mi punto de vista, pareciera que me voy a mudar a china.

Coloca una mano sobre mi hombro y con cuidado retira la laptop de mis piernas —Sé que no es fácil. Tu madre y yo aún no lo asimilamos, pero sabemos que esto es parte de tu crecimiento profesional y lo aceptamos con gusto, por eso mismo —sus palabras son tan acogedoras, suspiro y él prosigue —Además, en Westwoodlandia, hablan español, no chino. ¡No te preocupes por eso!— bromea un poco y logra hacerme reír a carcajadas.

—¿Seguro? Creo que necesitaré todos los días, un traductor y un guía turístico —río aún más y él tira una enorme carcajada.

—Sólo debes aprender el camino de regreso a casa. Es lo único que debes aprender siempre. Ahora bajemos porque la comida se enfría.

Se acomoda y me hace una señal para que suba a su espalda y cargarme. Río encantada, como niña chiquita mientras subo y él se pone de pie.

—Creo que has aumentado de peso. ¡No comas demasiado!

—No es cierto. Tú estás más anciano y por eso no me aguantas —me defiendo divertida y él me impulsa hacia arriba y sale de la habitación.

—¿Ah sí?. ¿Quieres ver como baja el anciano?— empieza a bajar las escaleras casi corriendo y yo no paro de reír mientras grito, como niña pequeña, jugando al caballito o algo así.

**~**


El tiempo parece esmerarse, en querer que me mude pronto. Me quedan cuatro días más en casa, antes de mudarme; estos días atrás, los hemos aprovechado al máximo Derian y yo, con Julissa y mis padres. Salimos a un día de campo hace dos días. Ayer tuvimos una tarde de películas. Mamá reprendió a papá, cuando trataba de hacernos ver una película policíaca, dijo algo acerca de estar traumado con su trabajo.

He realizado una enorme lista de mudanza, de todo lo que pienso y quiero llevar conmigo en mis maletas, para no olvidar nada importante. Viajaremos en el auto de Derian hasta Westwood, por lo que no llevaré muchas cosas en realidad. Serán dos maletas grandes con mi ropa y una más, con mis demás pertenencias. July se rió mucho, cuando hice la broma, de querer amarrar mi cama en el techo del auto para llevarla. Creo que la extrañaré.

Aún no he empacado. Nos marchamos el sábado en la mañana, así que pienso empacar el viernes.

Son las 9:12 de la mañana y estoy terminando de desayunar, mientras doy un repaso a mi lista de cosas para llevar.

—¿En serio planeas llevar todo eso?— mamá alza una ceja observando la lista en mi mano.

—Sip. De hecho aún tengo que modificarla —digo mientras llevo a mi boca, un trozo del pancake con miel que desayuno.

—Deberías dejar algo aquí. Piensa cuando vengas de visita, no querrás traer maletas de allá— minuciosamente seca un plato de porcelana con la manta.

Termino de masticar y luego doy un sorbo a mi leche —Lo sé. Dejaré algo.

—¿Algún desayuno especial para mí?— papá entra por la puerta de la cocina, alzando la voz. Al pasar detrás de donde me encuentro sentada, me da un beso en la cabeza y luego se dirige a mamá.

—Prepararé más pancakes —ella dice a papá y él la abraza por detrás y besa su mejía.

—¡Con mucha miel, por favor!— dice él y besa la otra mejía de mamá.

Finjo una mueca de asco
—¿No te basta con la miel que despiden ustedes dos?— bromeo y me pongo de pie, para depositar los trastos en el lavaplatos.

—¿Quieres un poco?— él bromea y se acerca a mí sin soltar a mamá. Sé que intenta hacer, ese abrazo familiar que él ama y que a mí me asfixia, porque siento que soy aplastada por ambos.

—¡¡No. No. No!!— chillo y me corro de su agarre y pongo una silla como escudo. —Ya desayuné. ¡¡Gracias!!

—¡¡Tú te lo pierdes!!— besa a mamá una vez más, y toma una silla para sentarse.

Niego con mi cabeza y anuncio que estaré en mi habitación. Subo las escaleras a paso despreocupado y finalmente entro a la guarida de mi cuarto. Observo desde el umbral de la puerta, todo el espacio y no se qué hacer para matar el tiempo.
Me dirijo hacia el armario y abro la puerta del espejo. Observo todo adentro y tomo el pequeño bolso plateado, que cuelga a un lado.

Es el bolso que llevé a la fiesta de graduación. No lo había tocado desde ese día. Saco el antifaz que aún estaba guardado ahí y al introducir mi mano una vez más, siento un suave papel. Al sacarlo me doy cuenta, que es una servilleta doblada por la mitad, la extiendo y observo una tinta negra, que deletrea un número de teléfono. Frunzo mi ceño con algo de confusión y todo se aclara al instante en que leo el nombre abajo: Jaden.

El recuerdo viene a mi mente. El chico de ojos azules. La música pop que bailamos, mientras él hablaba acerca de la reunión en el centro comercial, para entregar su chaqueta. Luego recuerdo cuando al terminar de bailar, me dirigió a una mesa, tomó una servilleta y buscó un bolígrafo en su saco. Que por casualidad, encontró fácilmente. Escribió su número en la servilleta junto con su nombre y me la entregó. Me dijo que cuando yo quisiera, le llamara o escribiera para acordar el día.

Me admiró su gesto. Puesto que no me pidió mi número de teléfono. Él optó por darme el suyo y dejarme a mí, la decisión de llamarlo. Los primeros días después del baile, pensé mucho en escribirle. Otras veces en desechar la servilleta. Pero sin embargo; decidí conservarla, aunque con el tiempo, la había olvidado por completo.

Busco mi teléfono en la mesa de noche y copio el número a la lista de contactos. El pensamiento de escribirle vacila por mi mente. Pero ahora que lo pienso, siento que al escribirle yo, es como si lo estuviera buscando. Muerdo la uña de mi dedo meñique y me siento un poco ansiosa.

Finalmente, me armo de valor y empiezo a escribir un mensaje, pero al terminarlo, lo borro. Intento con uno nuevamente, pero no me convence. No quiero escribir un testamento como si le fuera a contar mucho, pero no sé que palabras usar para ser breve. Finalmente, pienso ser un poco bromista, para evitar una conversación tensa. Si es que se da una conversación.

"Hola. ¿Aún extrañas tu amada chaqueta?"

Parece una eternidad, el tiempo que me tomo para pulsar la opción "enviar" pero finalmente lo hago.  Deposito mi teléfono nuevamente en la mesa de noche. No es como si fuera a pasar pegada a él, como si esperara una respuesta inmediata.

Así como han estado siendo últimamente los días, este no es la excepción. Pasa demasiado rápido, acortando mi estancia en casa. Son las 5:34 de la tarde ya. Hace una hora que July y Derian se fueron. Hoy almorzamos juntos.

Por ahora, me encuentro recostada en mi cama, leyendo un libro. El silencio invade el espacio donde me encuentro, por lo que el sonido de mi teléfono, seguido de la vibración sobre la madera de la mesa, me hace saltar del susto.

Coloco el separador en la página que leo, para no perder la lectura y pongo el libro sobre mis piernas para tomar el teléfono. Presiono la tecla para encender la pantalla, e involuntariamente, mi corazón se acelera un poco al ver el icono de mensaje en ella. Mi nerviosismo es aún más, cuando descubro quién es el remitente. El nombre Jaden aparece en la pantalla.

Siento ansiedad por ver su respuesta. O puede que sea alguien más. Puede que me haya dado un número incorrecto, para jugarme una broma. Puede que algún extraño me escriba preguntando: quién soy o diciendo que me he equivocado de número. Después de tanto pensamiento negativo, me animo a leer dicho mensaje.

"Hola chica del vestido turquesa NO celeste. Recién leí tu mensaje, lo siento por no responder antes. Claro que aún la extraño. He llorado tanto por ella."

No puedo evitar sonreír nerviosamente por el mensaje.

Es él. Es Jaden. El chico de ojos azules y sonrisa amable. Su mensaje me relaja, por la forma en que aceptó mi broma para iniciar la conversación. Y no puedo evitar reír más, por la forma en que me llamó: Chica del vestido celeste no turquesa. Así como lo hizo la noche del baile.

Pienso un siglo, en qué responder pero finalmente, me animo a escribir algo.

"Que dramático. Tanto sufrimiento por una chaqueta que probablemente ya no existe."

Río un poco por mi broma y no sé qué respuesta esperar. Pasan tres minutos y la respuesta aún no llega, por lo que prosigo con mi lectura y deposito el teléfono en su sitio.

A las 7:10pm, recibo un mensaje de respuesta de Jaden. Estoy cenando con mis padres, cuando escucho el teléfono sonar. Sé que es él, porque en estos momentos, es la única persona con la que converso. Al finalizar la cena, ayudo a mamá a lavar los platos y doy las buenas noches antes de subir a mi habitación.

Papá bromea con algo, acerca de ser un milagro, el que vaya a dormir temprano y río para mis adentros, porque probablemente no lo haga. Tengo una conversación pendiente.

Entro a mi habitación, cierro la puerta y luego me lanzo de espaldas en mi cama. Enciendo el teléfono y me encuentro con el mensaje tal y como lo había pensado. Jaden.

"De acuerdo. Me debes una chaqueta nueva entonces."

Ruedo mis ojos antes de escribir mi respuesta.

"¿Y cómo por qué habría de darte una?"

Pasan cerca de tres minutos, cuando la respuesta cae y entonces inicia una conversación continua.

Jaden: "Porque sí. Yo lo digo"

Yo: "Respuesta incorrecta"

Jaden: "Ya en serio. No juegues así con mis sentimientos. Extraño mi chaqueta"

Río un poco por su melodrama y cambio de posición para ponerme boca abajo.

Yo: "Pero que niño más llorón. Ya fija hora y día para la entrega. "

Jaden: "Joder. Creí que nunca lo dirías. ¿Te parece mañana a las 9:00am?, ¿O te parece muy temprano?. Pareces del tipo dormilona"

Abro mi boca con indignación por su comentario y planeo un mensaje de venganza.

Yo: "¿Dormilona yo? Bueno es mucho peor, ser un bebé llorón por una chaqueta "

Me siento triunfante ya que su respuesta no llega. Pienso que lo dejé callado, sin nada que reprochar, por lo que mi ánimo triunfante engrandece.

Me pongo de pie, dejando el teléfono en mi cama y tomo una camiseta vieja de mi armario, junto con un short para dormir. Me cambio tranquilamente y luego, apago la luz de la habitación lista para "dormir".

Mientras voy acercándome hacia la cama, el teléfono se enciende, pero mi ceño se frunce, cuando me doy cuenta que es una llamada. Me acuesto  en la cama de nuevo, tomando el teléfono y mis ojos se engrandecen, al observar en la pantalla que es Jaden quien llama. Mi corazón odiosamente se acelera.

Dudo unos instantes para contestar y no niego que me siento nerviosa. Presiono el botón para responder y llevo el aparato a mi oreja. Silencio se extiende a través de la línea, por lo que tengo que ver la pantalla, para asegurarme de que la llamada esté activa.

—¡Qué silencio!— la voz al otro lado de la línea me asusta un poco.

—Y la llamada es por...— siento curiosidad.

—No sé. Me duelen los dedos al escribir mucho, ¿a ti no?— Jaden responde de lo más casual.

—Más o menos. Pero no acostumbro a hablar por teléfono —me quejo pero es verdad. No suelo hacerlo, al menos no con un chico que no sea Derian.

—Yo tampoco. Odio mi voz por teléfono. Se escucha horrible o dime tú. ¿La oyes bien?— su voz es ronca y profunda, pero no me parece que se escuche mal. Con solo oír su voz, puedo imaginar al atractivo chico de ojos azules, al otro lado de la línea.

—De hecho sí. ¡¡Es horrible!!— bromeo un poco y puedo escuchar, una carcajada al otro lado, lo cual me hace reír en voz baja.

—¿Siempre eres así de sincera?— hay diversión en su voz.

—Aaam si. ¡Creo que si!— Al contrario de él, mi voz si es horrible, sin contar el hecho, de que hablo en un pequeño susurro para evitar ser escuchada.

—Eso es bueno. Me agrada —un silencio le sigue a sus palabras y ninguno de los dos lo interrumpe. Debido al silencio, logro escuchar un poco su respiración —¿Sigues ahí?— interrumpe el silencio, con una voz mucho más suave que la que usaba anteriormente.

—Sí, aquí sigo —ahora me siento un poco incómoda, al estar hablando así con él. Siento algo extraño.

—Entonces. No me diste una respuesta. ¿Te parece bien mañana?— sé que habla de la reunión para entregarle su chaqueta.

—Si me parece bien. A las nueve entonces —confirmo su propuesta y se queda en silencio una vez más.

—Bien, entonces. ¡Te veo mañana, Alyssa!— el escucharlo decir mi nombre, me provoca una sonrisa nerviosa. De hecho me admira que lo recuerde.

—Está bien. ¡Buenas noches, Jaden!— siento extraño decir su nombre y hablar así, como si nos conociéramos desde hace mucho tiempo.

—¡Buenas noches!— el silencio invade nuevamente la línea y parece que extrañamente, ninguno de los dos quiere terminar la llamada. —¿Te dormiste ya?— no me pasa desapercibido la cautela en su voz.

—No. Al menos que pueda hablar dormida  —no puedo evitar reír, pero lo escucho a él reír igual.

—Tu voz..., a diferencia de la mía, es bonita por teléfono. ¿Te lo han dicho? La mía es un espanto en persona y por teléfono es peor— me siento nerviosa y mi corazón se acelera un poco ante sus palabras.

No. Creo que nunca me lo habían dicho y menos un chico como él. Empiezo a reír, por la discriminación que tiene hacia su voz y no puedo contestarle debido a la risa.

—En serio. Creo que si tuviera que vivir trabajando de locutor o en un callcenter, ¡moriría de hambre!— su nuevo comentario, me causa aún más risa, por lo que río un poco más fuerte.

—No llegarías ni a la entrevista— logro decir con esfuerzo entre risas y escucho que es él, quien empieza a reír a carcajadas ahora.

—Que cruel. En serio, a veces tu sinceridad duele— escucho como cambia su tono de voz, a uno fingiendo dolor, suspira mientras se compone de la risa   —Deberías dormir ya, Alyssa. No se te vaya a pegar la cobija mañana y llegues tarde a la entrega.

—Tranquilo. Llegaré a tiempo, pero creo que sí te tomaré la palabra. ¡Buenas noches!— sonrío suavemente como si él pudiera verme.

—Buenas noches, de nuevo —su voz roca, es casi un susurro. Se siente tan extraño, que alguien me dé de esa forma las buenas noches. Un suspiro se escucha al otro lado e involuntariamente, suspiro yo también. Luego la línea se sume en un enorme silencio y escucho el sonido de la llamada terminada. Retiro el teléfono de mi oreja y lo sostengo con mis manos sobre mi pecho. Y ahí, justo entonces, empieza la maratón de pensamientos.

¿Qué es lo que acaba de pasar?

Que conversación más extraña, inusual, divertida, pero sobre todo agradable. Sé que tengo una sonrisa extraña en mis labios y hacía mucho, que no me dormía con una así. Me siento extraña en muchas formas. Creo que descubrir al verdadero chico, detrás del tosco que pensé que era Jaden, es agradable.

Mañana lo veré y debo admitir, que no me siento nerviosa o emocionada. Pero tampoco puedo decir, que no me siento de algún modo pensativa, ante la idea de verlo de nuevo.

Hace unas semanas atrás, me aterraba la idea de ver al extraño chico, que me dio su chaqueta por alguna razón. Hace unas semanas atrás, no hubiera si quiera pensado en la remota idea de verlo.

Probablemente sea la última vez que lo vea; es decir, le entregaré su chaqueta y después de eso, no habrá motivo para verlo más. Probablemente él borre mi número o yo borre el suyo. Perderemos contacto y eso sería lo más normal, no es como si debiéramos seguir en comunicación.

Será solamente: la más vergonzosa, divertida y agradable historia de mis últimos días viviendo acá. Como todo lo demás tendré que dejarlo a la hora de mudarme.

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