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CAPITULO 51

Estoy casi llegando al bar que me indicó Esther.

Juri me dejó a un par de cuadras de aquí, y me he venido corriendo lo más rápido que pude. Siento la adrenalina correr por cada parte de mi cuerpo. Mis manos están heladas y están empezando a sudar.

Una vez me detengo frente al bar, saco mi celular para llamarle a Esther y preguntar dónde está. El ruido de la música se escucha opacado aquí afuera y mientras espero a que ella atienda la llamada, volteo cautelosa a todos lados. Ya está bastante oscuro y siento temor.

—¡Mierda! —digo un poco molesta porque ella no contesta y no sé qué hacer.

Dudo unos instantes pero finalmente me decido por entrar al lugar. Avanzo lentamente y una vez adentro, el bullicio de gente y la música estridente me ensordece.


Todo el lugar huele a sudor, cigarros y cerveza. Observo distraída a todos lados pero entre este centenar de personas, no veo a Esther por ningún lado. Empiezo a intentar abrirme espacio entre la gente, pasando a empujones. Soy pisoteada y me empujan de un lado a otro. Esto es un caos.

Cuando logro liberarme del nudo de personas, me acerco a la barra que es el lugar un poco más libre.

—¿Te sirvo algo, linda? —pregunta el chico detrás de la barra y yo lo observo seria, negando con mi cabeza.

Creo que dice algo más, pero lo ignoro. Busco a Esther por todos los lados que me es posible, pero no hay ni señales de ella. Saco mi teléfono del bolsillo una vez más, lista para intentar llamarle de nuevo, cuando siento una mano en mi hombro.

Me giro inmediatamente y me topo con Mic. Tenía mucho tiempo de no verlo y debo decir, que todavía no me agrada tenerlo cerca, por lo que, retrocedo un par de pasos.

—¡Aly, que gusto verte! —dice con una enorme sonrisa pero yo lo observo con desagrado. Él vuelve a hablarme —No te veía desde hace tiempo. Creo que la última vez que nos vimos, estábamos en una patrulla de policía —tira una enorme carcajada pero yo lo observo más molesta aun —Oh, no. Ya recuerdo te vi luego de eso en la boutique.

—¡Piérdete, Michael! —espeto molesta y me giro para alejarme de él, pero su voz me detiene.

—¡Oye, oye! ¡Espera! —se acerca a mí hasta colocarse casi enfrente —Ya, lo siento. Fue una broma. Me dijo Esther que si te veía le avisara inmediatamente o, te llevara con ella.

Frunzo mi ceño —¿Sabes dónde está?

—Sí, la vi hace rato en una mesa al fondo con tu noviecito —se cruza de brazos.

Lo observo unos segundos y no sé si creerle. Realmente no me agrada estar cerca de él y siento temor. Sin embargo, no quiero perder tiempo y si dijo eso de Esther, es porque realmente sabe dónde está, así que asiento.

—Bien. ¿Podrías llevarme?

—Claro. Será un placer —me hace de señas con su mano para hacerme pasar adelante y lo hago sin dudar.

Pasamos con dificultad entras las personas que bailan, para finalmente llegar a la pequeña zona de mesas, pero en ninguna de ellas está Esther. Ahora me siento asustada.

—¿Dónde están? —me giro hacia Mic para encararlo.

Él niega aturdido con la cabeza —No lo sé. Estaban justo ahí —señala una de las mesas que ahora está vacía —. Tal vez debas llamarle a Esther.

—Lo he intentado pero no responde... —antes de decir algo más, mi teléfono suena y me saca un brinco del susto. Contesto inmediatamente —¿Hola?

—Aly, ¿dónde estás? —es Esther.

—Estoy en el bar. ¿Dónde estás tú? No te encuentro por ningún lado.

—Jaden no quiso esperar más, intenté hacer todo lo que estuvo a mi alcance para retenerlo un poco más, pero no quiso...

—¿Q-Qué? —pregunto incrédula y una enorme punzada de decepción me embarga el pecho —¿Ya se fue?

—No —dice inmediatamente ella y continúa:— Fue a su apartamento, estoy segura.

—¿No estás con él? —intento hablar fuerte para que pueda escucharme. El ruido de la música es demasiado fuerte.

—Me costó mucho trabajo seguirlo, y solo me distraje unos segundos intentando llamarte y lo perdí de vista —se queda en silencio unos segundos y escucho que le habla a alguien más. Luego regresa a hablarme a mí —.Voy en un taxi a buscarlo a su apartamento. Seguro está ahí sacando sus cosas. Tienes que venir, ahora.

—Esther, tal vez deba irse. Tal vez deba dejarlo ir así —me encojo de hombros y sueno derrotada —No puedo seguirlo. Ya no tiene caso.

—¡Mierda! Alyssa, escúchame —me habla firme y se escucha molesta —Si te estoy diciendo que vengas es por algo.

—No entiendo —digo confundida.

Escucho un gruñido del otro lado de la bocina —No me dejas opción. Tendré que decírtelo.

—¿Decirme qué? —pregunto con la ansiedad a mil. No sé qué sucede.

—Alyssa, él está esperando que lo detengas —se queda unos segundos en silencio y yo niego con mi cabeza aturdida —.Escúchame, él me dijo que no quiere ir. Tiene un mal presentimiento y cuando te dijo que se iría a Las Vegas, él esperaba que lo detuvieras. Que dieras esas ideas que a ti se te han ocurrido para detener a Aguilar o algo así fue lo que dijo.

—¿Q-Que? —estoy totalmente en shock por lo que me acaba de decir.

—Dijo que tú eras la única que podía detenerlo. Por eso te he estado presionando, Alyssa. Porque estoy desesperada y asustada por él, y necesitaba que lo detuvieras.

Siento que mi respiración se ha detenido. Esto es demasiado para mí. Me siento mal, me siento horrible. No puedo creer que esto sea así.

—Aly, por favor. Tienes que venir, ¿entiendes?

—Tendrás que darme tiempo. Necesito tomar un taxi...

—Tardaría demasiado. No tienes idea de cuánto me tardé esperando uno —escucho que se aleja del teléfono y se oye una voz lejana. Se escucha un portazo y me vuelve hablar:— Estoy llegando al edificio. Intentaré detenerlo todo lo que pueda pero no puedo decirle que estás viniendo porque creerá que yo te obligué o que yo tengo algo que ver.

—Pero no sé cómo llegar rápido si no es en taxi. No hay nadie conocido aquí, excepto... —una vez me giro y quedo de frente a Mic, me quedo dudando unos segundos.

—¿Excepto quién?

—Michael —le respondo mientras lo observo a él, cruzarse de brazos.

—Pues dile que te traiga, estoy segura ha llevado el auto de su hermano —me quedo unos segundos en silencio, porque no sé si quiera viajar con él pero ella me anima —Aly, tranquila. Dile a ese idiota que si se le ocurre cualquier locura, estará muerto.

Me doy la vuelta para que Mic no me escuche —No lo sé...

—Alyssa, comunícame a Mic —frunzo mi ceño pero ella insiste —¡Comunícamelo! Voy a pedirle que te traiga y amenazarlo para que haga las cosas como yo se las pediré.

No estoy segura, pero accedo a lo que me pide y le paso mi teléfono a Michael. Él lo toma extrañado y habla unos minutos con Esther. Finalmente cuelga la llamada y me pasa de nuevo el teléfono.

—Vámonos o llegarás tarde —dice rodando los ojos y se echa a andar. No muy convencida lo sigo hasta salir del bar.


Una vez afuera,él avanza hasta llegar a un auto negro, estacionado a la orilla de la calle. Me quedo unos segundos observándolo y él lo rodea hasta el otro lado, pero antes de subir, se gira para verme.

—¿Qué? ¿Esperabas un auto de carreras? —dice aburrido y dicho eso, se sube dando un portazo.

Yo ruedo los ojos por su comentario e imito su gesto, subiendo al lado del copiloto. Un nudo me aprieta el estómago y a pesar de que, mi sexto sentido me dice que no vaya con él, creo que solo pienso en llegar a Jaden lo más pronto posible.

Una vez en el auto, me seguro de abrochar bien el cinturón y sin esperar más tiempo, él enciende el motor y el repentino sonido de la radio me saca un brinco. Él se burla descaradamente y ni se inmuta en bajarle sonido a la dichosa cosa. Pone el auto en marcha y salimos en camino.

Voy con los nervios de punta, torturando mi dedo meñique. No pienso nada, o más bien pienso en todo a la vez. No sé qué haré cuando lo tenga enfrente. No sé qué decirle. No sé qué...

El sonido de mi teléfono me hace dar un brinco y Michael se burla.

—Oye, relájate —dice claramente divertido y yo lo observo molesta.

—Hola —contesto la llamada. Ansiosa hasta la mierda al darme cuenta que es Esther.

—Alys, ¿dónde estás? —su voz es tranquila.

—Acabamos de salir del bar con Michael. Vamos en el auto y...

—¡Ah, bueno! —me corta en mi habla y se escucha..., ¿alegre? Pero de una manera extraña —Espero no tarden.

No dice nada más y cuelga. Yo me quedo un poco aturdida por su comportamiento pero le resto importancia. 

Continuamos el camino en un silencio total, hasta que Mic lo interrumpe.

—¿De verdad piensas que se va a quedar por ti? —su tono de voz es sarcástico. Yo lo observo molesta y no respondo, pero él vuelve a hablarme —El chico no tiene una pizca de tonto. Elegir entre una fortuna en ganancias y una chica que puede reemplazar en una semana, ¿tú qué crees que eligió?

—¡Cierra la boca, Mic! —espeto un poco molesta.

—Vamos, solo soy realista. ¿No te has puesto a pensar en eso? Aguilar le ofreció dinero, carreras y chicas. Demasiado tentador —hace una pausa para verme y tira una pequeña risotada—. Jaden podrá ser todo el caballero que quiera, pero no deja de ser hombre. Caer en las tentaciones de Aguilar pasaría tarde o temprano.

Esta vez no digo nada. Aprieto mis dientes con fuerza intentando no insultarlo. Lo menos que quiero es hacer caso a sus estúpidos comentarios. Tal vez algo dentro de mí se resiente por creer que todo lo que Mic dice, puede ser posible, pero trato de ignorarlo.

—¿Qué le viste a él, Alyssa? —pregunta de nuevo pero no me observa. Su pregunta se me hace tonta.

—Podrías solo, conducir en silencio —es lo único que digo pero él no se detiene.

—¿Te gusta porque él es un hijo de papi y mami?— dice en tono burlista— ¿Es porque es un estúpido corredor?— su tono ahora es molesto y no entiendo el porqué de su comportamiento. Entonces vuelve a alzar la voz —¿Sabes qué? Quiero que brindemos por él. Justo ahora —se mueve en su lugar y no sé de dónde diablos saca una cerveza —¡Brindemos por Jaden el magnífico corredor, que está a punto de cambiarte por dinero!

Se las arregla para abrir la lata y hace una señal de brindis para luego dar un trago. Yo abro mi boca incrédula.

—¿Es en serio, Mic? ¿Estás tomando mientras conduces?

—Puedo hacer más cosas mientras conduzco. ¿Quieres que te muestre? —me observa de una manera insinuante y yo hago una mueca de desagrado.

Antes que pueda decir algo más, mi teléfono suena de nuevo y contesto sin pensar. No tengo tiempo de hablar ya que las voces al otro lado me interrumpen.

—Jad... ¡solo espera, por favor! —escucho a Esther gritar y me siento asustada.

¡A la mierda! —escucho la voz lejana de Jaden y mi corazón acelera su ritmo. ¿Qué sucede?

—Aly, no puedo..., él se va —ella se escucha agitada y yo me siento desesperada, con una inmensas ganas de ya estar ahí. Vuelvo a escuchar a Esther:— Jaden, por favor...

¡Lárgate! ¡Tú eres parte de todo esto seguramente¡ ¡No pienso esperar más! ¿Para qué?..., ¡Me importa una mierda! —ese es Jaden, gritando a lo lejos nuevamente.

—Pero..., es que... —Esther a penas balbucea un par de cosas.

¿Sabes cuál fue mi error? —es Jaden de nuevo —No debería haber esperado. Ya debería estar en camino a mi nueva vida y no aquí perdiendo el tiempo. Me hubiera largado sin decirle nada. Sin dejar rastro ni nada. ¡Eso era lo correcto!

—Jaden, pero ella... —Esther habla una vez más pero él la interrumpe de nuevo.

Ya no me importa...

Siento una punzada dolorosa en mi corazón y siento que este se detiene. Todo mi mundo se detiene y colapsa una vez más.

Estoy llorando y ni siquiera me di cuenta en qué momento empecé a hacerlo. Lentamente despego el teléfono de mi oreja y cuelgo la llamada. Ya no quiero escuchar más. Ya escuché suficiente.


«¿Ya no le importo?» eso fue lo que dijo. Eso fue lo que terminó de herirme.


Todo lo que me dijo en el hotel, era mentira. Todo lo que me dijo Esther, era una maldita mentira. Ya no quería arreglar las cosas. Se iba a largar de todas maneras y me odio. Me odio más a mí que a él, porque fui una estúpida por creer una vez más en sus mentiras.

Hubiera sido más fácil ver las advertencias desde lejos y alejarme, porque sabía que tenía que alejarme, pero no. Tenía que cerrar los ojos y seguir el camino hacia una mentira más. ¿Por qué tuve que hacerlo? ¿Por qué?

Aprieto el celular con mi mano, con tanta fuerza, que creo voy a quebrarlo. La impotencia y la decepción se arraigan a mí, hasta lo más profundo. Me siento miserable.

—Te lo dije... —es Mic quien me habla.— Jaden nunca fue un buen partido para ti. Pero tú caíste redondita a sus pies. ¿El chico corredor? Buena elección. ¿Y en qué acabó?

—¡Cierra la boca, Michael! —digo molesta y volteo a verlo, furiosa.

En estos momentos no quiero saber de nada ni nadie y sus estúpidos comentarios me fastidian. Seco inmediatamente mis lágrimas. No voy a dejar que él me vea llorando y se burle como lo está haciendo.

Escucho el irritante sonido de su garganta cuando traga la cerveza, lo observo de reojos y veo que lanza la lata por la ventana. Se limpia los labios y vuelve a hablar —¿Que tenía él, que yo no? —su voz es ronca.

Volteo a verlo frunciendo el ceño —¿Qué?

—Siempre me has gustado, Alyssa. Todo el tiempo te he querido para mí pero tú tenías que elegirlo a él —su confesión me deja helada, sin palabras. Veo apretar sus manos contra el volante y sus nudillos se tornan blancos.

—Mic, no digas cosas tontas. ¿Sabes qué?  Ya no tenemos porqué ir..., ¿puedes dejarme aquí? —extrañamente el miedo empieza a filtrarse en mi voz. Extrañamente tengo la necesidad de alejarme de él.

—¿Por qué no damos un paseo? —me observa un momento y tiene una sonrisa en sus labios pero no toca sus ojos —Tal vez pueda demostrarte que yo puedo ser mejor que Jaden.

—Michael, es en serio. Déjame aquí, por favor —veo a través de la ventana y creo que estamos... ¿saliendo de Westwood? —Mic, este no es el camino —volteo hacia él asustada pero me ignora por completo.

—¿Qué te gustó más de él, eh? —alza la voz un poco —¿Su irritante sonrisa seductora? —dice con notorio sarcasmo y continúa —¿Su dinero? ¿Su fama en las carreras? ¿¡SU FORMA DE FOLLARTE!? —alza aún más la voz, tanto, que me hace dar un respingo.

Saca otra cerveza de no sé dónde y procede a beberla también. Creo que trae varias a un lado de su asiento, y lo único que necesito para desconfiar de él, más de lo que ya lo hago, es que se ponga ebrio.

A estas alturas, con él bebiendo mientras conduce y su agresividad en cada cosa que dice, ya me tiene muerta del pánico.

—Tal vez ahora que ya no estará él, puedas darme una oportunidad —dice entre una risa carente de humor.

—No digas tonterías. No me daría la oportunidad ni contigo ni con nadie más...

—Vas a esperarlo que regrese, ¿es eso? —dice con un tono que finge ternura y tira una enorme carcajada.— ¿Vas a esperar a que regrese y se vuelva a ir otra vez, cuando le dé la gana?

—Michael, creo que estás empezando a estar un poco ebrio. Por favor, déjame bajar.

—Te gusta la adrenalina, ¿Alyssa? —pregunta serio y yo lo observo confundida.

Siento cómo aumenta la velocidad y el pánico también aumenta en mí.

En seguida me las arreglo para sacar mi celular de escondidas e intento disimuladamente, teclear un mensaje para enviárselo a Juri y decirle la situación, pero cuando menos lo espero, una mano me arrebata el teléfono.

—No, nena. Nada de teléfono —lo observo asustada y puedo ver como lo guarda en el bolsillo de su jeans —Solo somos tu y yo. 

—Michael, es en serio me estás asustando. Devuélveme mi teléfono —hago notar el miedo en mi voz, esperando que tal vez así deje de bromear. Si es que bromea.

—¿Estás asustada? —acelera un poco más y me impulso hacia atrás contra el asiento —¿Qué tal ahora?

Repentinamente hace un giro hacia la derecha. El movimiento es tan brusco, que me hace irme de lado y me golpeo con la puerta de mi lado. Hago una pequeña mueca de dolor y trato de enderezarme de nuevo.

—Lo siento —dice una fingida disculpa entre risas. No reprimo el impulso de observarlo muy molesta.

—¡Michael, devuélveme mi celular y déjame bajar, ahora! —alzo la voz y trato de sonar autoritaria.

—¿O si no qué? —dice él alzando una ceja —¿Qué vas a hacer, Alyssa? Ya no está tu noviecito para cuidarte.

Sus palabras me provocan un pánico inmenso, pero intento mantenerme firme lo más que puedo. No quiero demostrarle que me está intimidando, pero creo que no podré ser valiente por mucho tiempo.

—Por favor... —digo finalmente casi en un tono de súplica y de repente, da un enorme frenazo. Me voy hacia el frente bruscamente, pero gracias al cinturón, no dejo mi cara pegada en el tablero —¡Mierda! —la palabra se me escapa del susto.

Me quedo unos segundos recomponiéndome del susto. Enderezo mi postura y quito el cabello de mi cara, ya que debido al movimiento, se me vino al frente. De pronto, siento un mano en mi muslo.

—¿Quieres que te deje bajar? —pregunta Mic con un tono lascivo.

Inmediatamente retiro su mano con brusquedad —¡No me toques!

—¿Qué estarías dispuesta a hacer para que te deje ir? —de un movimiento ágil, me toma por la muñeca de mi mano izquierda y aprieta con fuerza.

—Si no me dejas ir, te juro que voy a empezar a gritar como loca y pedir auxilio —digo firme mientras intento halar mi mano para zafarme de su agarre.

—¡Adelante! Grita si quieres. Nadie va a escucharte —parece tan seguro de lo que dice.

Me armo de valor para ver hacia afuera y el pánico se arraiga más en mí, cuando veo que estamos en una calle sola. Ya hemos salido de Westwood. La casa más cercana parece estar a unos diez metros de aquí. Mi respiración se vuelve dificultosa y mi corazón golpea fuerte contra mis costillas. Estoy aterrada ahora.

Un tirón brusco en mi muñeca me hace verlo de nuevo. Me quejo un poco y cuando menos lo espero, se acerca tanto, que su rostro me queda a unos centímetros del mío.

—Convénceme para que te deje ir —frunzo mi ceño antes sus palabras y antes de que pueda decir algo, intenta besarme.

Como acto reflejo aparto mi rostro de él, pero él tira de mi muñeca y forcejea para lograr besarme.

—Michael, suelt... —mis palabras quedan a medias cuando el mal nacido pega sus labios a los míos. Siento pánico, repulsión, asco y no sé qué más.

Me las arreglo para maniobrar con mi mano libre y sujeto la muñeca de su mano que me sostiene, enterrándole mis uñas lo más fuerte que puedo. Solo así logro que me suelte.

—¡Maldita! —exclama furioso y apenas me da tiempo de actuar y esquivarlo, cuando lanza la cerveza en mi dirección, derramando el asqueroso líquido sobre mí.

Unas gotas salpican mi cara y cierro mis ojos para evitar que me entre en ellos.

—¡De acuerdo haremos esto a tu modo, Alyssa! —lo escucho gruñir muy molesto y cuando logro terminar de limpiar la cerveza de mi rostro y a penas hago el vago intento por salir del auto, él arranca y acelera bruscamente.

Me aferro con mis manos al asiento, casi enterrando mis uñas. Michael va conduciendo demasiado rápido. Vamos por una calle libre por lo que él acelera demasiado.

—¡Michael, baja la velocidad! —digo aterrada pero él no me escucha.


«¡Dios mío! ¿Va a secuestrarme? ¿Va a matarme?» mi subconsciente hace preguntas, aterrado hasta la mierda.


—¿Querías que lo hiciéramos del modo rudo? ¡Pues disfruta, Alyssa! —dice alzando la voz, sin despegar su vista del frente.

Mi respiración es agitada. Mi corazón creo que va a salir de mi pecho. Vamos demasiado rápido y de pronto, puedo ver al frente las luces de otro auto que va delante de nosotros. Volteo asustada hacia él, pero ni se inmuta en bajar la velocidad.

—¡Baja la velocidad, vamos a chocar! —alzo la voz y volteo al frente, solo para ver que ya estamos demasiado cerca del otro auto. Cubro mis ojos con las manos, pero siento el movimiento brusco, cuando Mic se pasa al otro carril.

Retiro las manos de mi rostro solo para aferrarme al asiento de nuevo. Ahora vamos en sentido contrario. Ahora me siento aterrada completamente.

—¿Te gusta esto, Alyssa? —dice él con una voz divertida —¡Adrenalina! ¡Carreras! ¿Te parece familiar?

—¡Esto no es un juego! ¡Baja la velocidad! Vamos en sent... —corto mi frase y doy un pequeño grito cuando hace otra maniobra para devolvernos al otro carril, unos instantes antes de chocar con el auto que venía de frente. El otro conductor del otro auto suena su bocina, molesto.

—¡Wow! —él da un grito como si estuviera emocionado y sonríe ampliamente.

Yo lo observo incrédula —¿¡Estás enfermo!?

—¡Creo que me encanta la adrenalina! —dice alzando la voz una vez más y continúa acelerando.

Mis nervios están deshechos. Siento nauseas. Estoy segura que voy a vomitar en cualquier instante.

Sobrepasamos otro auto, invadiendo el carril contrario de nuevo. Un nudo se instala en la boca de mi estómago, siento una sensación extraña. Quiero llorar, me siento asustada. ¿Por qué tuve que venir con él? ¿¡POR QUE!?

—Michael, si querías asustarme, ya lo hiciste. P-Por favor, baja la velocidad —estoy a punto de echarme a llorar. Siento que me va a dar algo. Mi respiración es dificultosa. Me empiezo a marear.

Volteo hacia el frente una vez más, y veo un auto venir de frente a nosotros. Mi corazón se queda en coma. ¿Qué está haciendo?

—¡¡Michael, muévete!! —ya estoy llorando y grito desesperada cuando siento que ya estamos demasiado cerca, el auto ha empezado a sonar la bocina repetidas veces. Las luces altas empiezan a cegarme —¡MICHAEL, MUÉVETE MALDITA SEA! —grito una vez más y él intenta hacer la misma maniobra que ha venido haciendo, para incorporarse de nuevo al otro carril, pero una bocina fuerte suena atrás de nosotros. Demasiado cerca.

El mundo parece detenerse.

Volteo hacia el espejo retrovisor de mi lado, y mi corazón se detiene cuando veo la camioneta.

Todo regresa a una velocidad impresionante. La camioneta que ya estaba demasiado cerca, no nos permite ingresar al carril porque se impacta con el lado derecho del auto, en la parte trasera. Un grito se me escapa cuando de un movimiento brusco, el auto derrapa y regresa al carril contrario.

Y de pronto, todo colapsa.


Volteo hacia el frente, justo cuando veo el auto venir a toda velocidad hacia nosotros.

—¡Mierda! —grita Michael.

Un grito aterrador se construye en mi garganta y llega el impacto.

Solo puedo escuchar el estruendoso ruido del metal chocando y cruzo mis manos frente a mí, cuando una lluvia de vidrio proveniente del parabrisas hecho añicos, me cae encima. El impacto es tan grande, que me voy hacia el frente con brusquedad y esta vez, sí me golpeo con el tablero. Un quejido de dolor se me escapa y quedo aturdida.

Por unos segundos pareciera que el auto está en el aire y de pronto, golpeamos algo más y esta vez, me voy hacia el lado de Michael, cayendo con brutalidad. El auto parece volcarse y en el proceso puedo sentir cuando golpeo mi frente con algo.

De pronto, todo se vuelve oscuro y silencioso...








—¡Mantente despierta!..., ¡Quédate conmigo!

Una voz me habla a lo lejos. Se escucha tan distante y hueca. Hay una silueta borrosa de alguien frente a mí. Pero no soy consciente de nada.

No siento dolor. No siento miedo. No siento nada.


—¡La estamos perdiendo! ¡Necesito ayuda!...


Mi vista se va nublando poco a poco. No siento mi cuerpo. Ni siquiera sé, ¿qué sucede? ¿Dónde estoy? ¿Qué pasó?


Mi subconsciente va perdiendo fuerzas, ya no puede mantenerme despierta. Tal vez deba dejarme ir.


Todo se vuelve más lejano. Las voces, los ruidos. Solamente puedo escuchar los latidos de mi corazón. Pausados, lentos. Disminuyendo poco a poco, hasta sumirme en un silencio total. 

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