CAPITULO 45
—¡Dios mío!... ¿Estarán heridos?... ¡Alguien llame una ambulancia!
Me siento aturdida y escucho las voces lejanas de las personas que murmuran preocupadas. Cuando logro serenarme bien y vuelvo a la realidad, me giro un poco hasta quedar de espaldas.
«¿Qué diablos? ¿Estoy en el suelo? Y..., ¿quién está casi debajo de mí?» mi subconsciente está aturdido, y de pronto lo recuerdo «¡Evan!»
Me incorporo un poco hasta quedar casi sentada y veo a Evan hacer lo mismo.
—¿Están bien? —un hombre, no tan mayor, se nos acerca y pregunta preocupado. Yo asiento.
—¿Evan estás bien? —pregunto preocupada viendo al pobre chico que hace una mueca de dolor.
—Sí, estoy bien. ¿Tú estás bien? ¿Te golpeaste? —luce preocupado.
—Estoy bien.
—¿Pueden ponerse de pie? —el mismo hombre que está a un lado nos habla.— ¿Necesitan una ambulancia?
—Estamos bien, gracias —Evan responde y se pone de pie con ayuda del hombre, y luego se gira para ayudarme a mí.
Por suerte nada me duele. Creo que no me lastimé nada, es decir, Evan fue -digamos que- mi colchón. Observo hacia todos lados pero no veo a ninguna motocicleta. Es obvio que quien haya sido el imprudente de conducir una motocicleta por la acera, ya se dio a la fuga.
—Todos sigan en lo suyo —dice Evan a las personas que observan curiosos —Estamos bien, gracias —noto claramente el sarcasmo en su voz. Obviamente se está conteniendo por no mandarlos al carajo gritándoles: bola de metidos. Se acerca a mí y me toma por los hombros.— ¿Segura que estás bien?
—Sí. Estoy bien, Evan. Gracias por salvarme —le sonrío. Es que definitivamente, si él no me hala, estoy segura que la motocicleta me hubiera arrollado y estaría..., Dios sabe cómo.
—Todo fue tan rápido. No sé cómo reaccioné —dice todavía consternado.
—Pero lo hiciste y, afortunadamente, ninguno salió herido —lo consuelo un poco y él asiente.— Todavía tengo que ir a trabajar —me encojo de hombros.
—Qué suerte que aún podrás ir a trabajar —dice con una pequeña risa, pero de pronto su expresión se torna seria —¡Aly, estás sangrando!
—¿Q-Qué? —digo confundida y siento cuando Evan me toma el brazo izquierdo y lo levanta. Hay un pequeño corte en mi brazo, justo a unos diez centímetros arriba del codo. No es tan grave, ni profundo pero está sangrando un poco —No es casi nada, Evan. Lo revisaré al llegar a la boutique.
Él asiente confiado al revisar, y asegurarse que realmente no es la gran cosa. Entrelaza nuestros brazos de nuevo y continuamos nuestro camino, ahora mucho más atentos a cualquier señal o movimiento extraño. Por un instante me siento paranoica.
Estoy en el baño de la boutique, terminando de hacer una pequeña curación al corte en mi brazo. Pareciera hecho con algún objeto punzante y filoso. Intento recordar cómo sucedieron las cosas, pero es que todo fue tan rápido que no recuerdo con qué diablos me lo hice.
Paso por la zona el algodón con alcohol una vez más, y hago una mueca de dolor. Esto arde. Al terminar me cubro con una pequeña gasa y la sujeto bien con un esparadrapo. Le pedí prestada la chamarra a Juri, así me la pongo para cubrir mi brazo y evitar las preguntas de todos los curiosos.
Me observo en el espejo y me dispongo a enfrentar el día. Solo espero no me pasen más cosas malas, ya que parece que últimamente, eso ha sido frecuente.
Son las 3:45pm.
La boutique ha quedado sola unos instantes, por lo que me distraigo con unos tickets que ordeno; más bien, me quedo con la mirada perdida en el dichoso papel, viendo más allá de los números y letras que tiene impresos. Estoy tan angustiada y nerviosa porque finalice este día. En unas horas más se cumple el lapso que le di a Jaden y solo de pensar verlo, colisiona todo mi sistema nervioso.
¿Qué tal si va a dejarme? ¿Qué tal si termino rendida a sus pies y perdonándole todo?
De pronto, me repito una y otra vez la pregunta de Evan: ¿Cuánto estás dispuesta a soportar por amor?... Todo, tal vez.
Mi mente me dice que haga un intento. Solo uno. Que intente correr riesgos por él, porque sé que él ya lo ha hecho por mí.
—¡Quince minutos y somos libres! —la voz cantarina de Juri me devuelve a la realidad. Pestañeo un par de veces para ahuyentar todos mis pensamientos y la veo situarse justo enfrente de mí e intento sonreír.— ¿Qué haremos hoy? ¿Cenamos fuera?
Dejo los tickets en la gaveta y hago una mueca de cansancio —Se supone que tengo que verme con Jad —me ajusto la chamarra y me encojo de hombros.
—¡Diablos! No lo recordaba —muerde su labio inferior con duda —¿Ya tienes una respuesta?
Resoplo y hago una negativa con mi cabeza, me recargo con mis codos en el mostrador y sostengo mi quijada en mi mano izquierda —Estoy más confundida que cuando decidí qué carrera elegir en la universidad.
Ella tira una pequeña risa —Pero te veo más tranquila al respecto.
—Sí creo que, de algo ha servido este pequeño tiempo alejada —la observo unos segundos.— Ay Juri, tengo miedo a meter la pata.
—No lo harás. Estoy segura que tomarás la decisión correcta, e independientemente cuál sea la correcta para ti, yo estaré para apoyarte, ¿de acuerdo? —rodea el mostrador para llegar hasta mí y darme un pequeño abrazo.
—Gracias —la abrazo fuerte.
En la posición que estoy, la entrada principal de la boutique me queda exactamente al frente y veo cuando Esther entra por ella. Juri y yo nos separamos y ella se percata que observo a alguien así que voltea.
—¿Qué hace alguien con tan malos gustos en una boutique como esta? —dice Juri con un claro toque de burla y no puedo evitar reír también —Yo no voy atenderla —se cruza de brazos mientras observa a Esther acercarse a nosotras.
—Puede hacerlo Emma, sólo disimula tus ojos de rayo láser —digo las últimas palabras entre dientes, porque Esther ya está cerca.
—¡Hola! —dice sonriente una vez llega.
—Hola —le contesto yo y Juri se limita a saludarla con la mano, e inventa tener algún pendiente para alejarse. Yo me contengo grandemente para no reír —¿De compras? —pregunto en tono casual a Esther.
Ella niega con la cabeza —Busco a Eleonor. ¿Estará en su oficina? —pregunta viendo atrás de mí, hacia el pasillo que lleva a la oficina de mi jefa.
Frunzo mi ceño porque no tenía idea que Esther la conociera pero asiento —Sí, ahí está. ¿Pregunto si puede recibirte? —no sé si sea buena pregunta porque parece que la conoce bien y de seguro no necesita ser anunciada.
—¡Claro! —dice ella sonriente y antes que me gire, su teléfono suena y hace una mueca para decirme que la espere —Hola —contesta la llamada y se la aleja un poco para que yo no la escuche.
De todas maneras no es como si me interesara. Me quedo esperando mientras me distraigo con otras cosas, cuando escucho más o menos lo que Esther dice.
—Jad, ya para. Solo faltan unas horas. No seas acosador..., sí aquí estoy pero no voy a hacer lo que me dices... No, no vine por eso.
Me quedo helada «¿Está hablando con Jaden? De acuerdo, ahora si me interesa escuchar su conversación» hago callar a mi subconsciente que solo me causa más ansiedad y curiosidad.
Finjo teclear algo en la computadora pero presto más atención a lo que ella dice —No, seguro que no ha venido... Te digo que estoy aquí y no lo he viso... —se aleja un poco más y finge tomar una blusa que cuelga de un gancho. Aunque está lejos, logro escuchar lo último que dice:— Otra verdad más que debes sacar a la luz. Tienes mucho que pensar antes de que sean las seis..., Sí, ya me tengo que ir. Adiós.
Mi estómago se contrae, pero intento lucir serena y finjo no haber escuchado nada cuando ella regresa a mí.
—Lo siento, tenía que tomar la llamada —dice natural. Creo que no sabe que escuché lo que decía.
—No hay problema, aproveché el tiempo para empezar el cierre de caja —levanto los tickets y se los muestro. Excelente excusa, creerá que estaba completamente concentrada en eso.
—No entiendo cómo puedes hacer eso —dice con una pequeña risa.— ¿Sabes qué? Creo que iré a la oficina de Eleonor sola. Quiero darle la sorpresa.
Lo dudo unos instantes pero asiento —De acuerdo.
Sin decir más, se pierde por el pasillo que lleva a la oficina y yo me quedó aquí. A la mitad de un cierre de caja ficticio, con los tickets en las manos y el corazón en el suelo.
¿Otra verdad más que sacar a la luz? ¿Jaden tiene más secretos?
Creo que si ya empezaba a tener una decisión clara respecto a Jaden, ahora he vuelto a caer en la confusión y desesperación de no saber qué hacer. Justo a escasas dos horas de verlo.
¿Qué clase de broma es esta?
Y cuando creía que mi día no podía ir peor, faltaba la cereza del pastel. No pude salir de mi turno a las 4:00pm con Juri, como debería haber sido, debido a la chica que no vino a trabajar, tuve que quedarme a cubrirla hasta las 7:00pm. Lo bueno, es que no cerraremos a las 9:00 como de costumbre. Lo malo, que seré yo la que cierre el local.
Tuve que avisarle a Jaden que saldría tarde. Me costó un mundo armarme de valor y llamarlo. No tuvo ningún problema al respecto y acordamos reunirnos fuera del edificio donde vivo, quizá nos sentaremos en alguna de las bancas a charlar. Lo que odio es tener que viajar en autobús, eso me retrasará un poco más.
Apago todas las luces del local y me dirijo hacia la puerta de atrás, para salir al callejón. Soy la última en salir y la verdad, me siento cansada.
Una vez salgo, me aseguro de dejar bien cerrada la puerta y guardo las llaves en mi bolso.
—Supuse que serías la última en salir —la voz ronca de Jaden me hace dar un brinco del susto y casi grito. Está parado a un lado de la salida, con su espalda recargada en la pared y las manos en los bolsillos. Su silueta a penas y se distingue en la oscuridad.
—¿Q-Qué haces aquí? —pregunto asustada y nerviosa. Me quedo a una distancia prudencial de él, pero siento que estoy demasiado cerca. Lo suficiente, como para desequilibrarme cuando su aroma varonil inunda mis fosas nasales.
—No podía estar tranquilo si no venía a recogerte y llevarte yo mismo —su voz se escucha más ronca de lo normal entre el inmenso silencio.
No sé qué decirle. Me quedo en silencio, tragando grueso ante sus palabras. No sé si agradecer su gesto o maldecir porque eso significa que tendré que viajar en su auto.
—¿No dices nada? —se escucha curioso o divertido. Creo que me conoce lo suficiente como para saber que estoy completamente nerviosa.
—¿Gracias? —digo a penas en un hilo de voz.
Le escucho una pequeña risa y se mueve de su lugar para acercarse a mí, hasta quedar tan cerca que tengo que alzar mi vista para verlo. No creo que esto sea buena idea.
—¿Estás bien? —su ceño se frunce un poco y lleva una de sus manos hasta ahuecar mi mejilla. Casi se me cierran los ojos por inercia. Su tacto me eriza la piel.
—¿De verdad preguntas eso? —me armo de valor y lo miro directo a los ojos.— Y no me toques, por favor —me escucho patética. Le estoy demostrando al cien por ciento que me afecta demasiado. Que soy débil ante él.
Su otra mano me rodea y se coloca en la parte baja de mi espalda, acercándome más a él —¿Tienes idea de lo mucho que he deseado poder besarte? Poder tenerte cerca —sus irises me observan fijamente y el muro de orgullo y de resentimiento hacia él, está empezando a quebrarse.
—No hagas esto... —suplico nuevamente. Mis manos se colocan en su pecho y no sé, si sea para alejarlo o acercarlo —.Porque hay una parte de mí que muere de ganas porque lo hagas, pero sé que voy arrepentirme luego.
—Te juro que yo no me arrepentiré —me habla tan cerca que su aliento choca contra la comisura de mis labios y eso basta para doblegarme. Cuando menos lo espero, acorta la distancia y me besa.
Sus labios no se mueven. Simplemente están unidos a los míos, pero eso basta para rendirme. Para debilitarme por completo. Cierro mis ojos y para mi sorpresa y mi desprecio, soy yo quien empieza a mover los labios.
Un suspiro se le escapa y me sigue. Mueve sus labios lentamente y me apega más a su cuerpo.
¿Por qué ahora me doy cuenta, de cuánto extrañaba sus besos? ¿Por qué estoy besándolo? ¿Qué estoy haciendo?
Siento cómo una lágrima se desliza por mi mejilla. Debo parar, sé que debo hacerlo. Solo voy a lastimarme más. Abro mis ojos y empujo un poco mis manos contra su pecho para alejarlo, pero no cede. Sus labios me besan aún más y él me apega más a su cuerpo.
Intento nuevamente y esta vez, murmuro contra sus labios —Jaden, para —no me suelta —.Por favor, para —digo de nuevo y vuelvo a empujarlo con más fuerza. Logro alejarlo y nos quedamos en silencio escuchando únicamente el sonido de nuestra respiración agitada.
—Alys, no me dejes —suplica y su expresión me tortura. Se acerca nuevamente y ahueca mi rostro con sus manos —Por favor, inténtalo conmigo.
—¿Intentar qué? —sé la respuesta, pero aun así pregunto.— No pudiste arreglar nada en tu reunión con él, ¿cierto?
—Te prometo, que todo estará bien —eso es una no para mi pregunta, entonces él prosigue:— No importa que corra para Aguilar, eso es algo muy independiente de sus otros negocios. Sé que muy en el fondo lo sabes. Sabes que te necesito.
—Y yo te necesito a ti, pero no puedo verme haciendo esto. Echándote porras a un lado de Aguilar mientras vemos tus carreras —estoy a punto de llorar —No me pidas que soporte eso.
—Y no te pido que lo hagas. Créeme, eres mi amuleto de la suerte y te necesitaría ahí conmigo, pero tampoco sería capaz de hacerte soportar estar en un lugar así —con sus dedos pulgares limpia las lágrimas que se me han escapado—. Las carreras de Aguilar son una vez cada dos o tres meses. No tendrías que soportarlo por mucho.
—Es que no puedo —alejo sus manos de mi rostro y me separo un poco de él—. No puedo lidiar con tanta mentira. No puedo. Me has mentido demasiado, tanto, que incluso puedo dudar de lo que me estás diciendo en estos momentos.
Luce como si lo hubiera golpeado. Me observa dolido. Pasa una de sus manos en su cabello y suspira profundo —Lo sé. Sé que será difícil que me creas. No te culpo. Soy el mayor imbécil de todos —se escucha enojado.— Si te hubiera dicho todo desde un principio, estaríamos bien. No hubiéramos llegado tan lejos, no nos estuviéramos haciendo mierda el uno al otro.
Lo observo incrédula y molesta ante lo que acaba de decir —¿Crees que yo te estoy haciendo mierda también? —pregunto sin ocultar el reproche.
Él me observa serio —Sí, lo estás haciendo. Porque en estos momentos estoy deseando como loco besarte hasta el cansancio, pero tú me lo impides. Porque sé perfectamente que no me quieres cerca. Porque estoy deseando llevar esto juntos pero tengo el maldito miedo a que me dejes solo —está alzando un poco la voz y me observa directamente a los ojos —No es tu intención, pero indirectamente lo haces, me haces mierda cuando te alejas , y tal vez yo sea quien te haya obligado a hacerlo. Aquí el único culpable soy yo.
Su respiración es agitada, y yo por el contrario, me he olvidado de cómo respirar. No tengo palabras. No sé qué pensar. No sé qué decir. Esto será más difícil de lo que pensé. Todo este problema se me ha escapado de las manos por completo.
—Alys, solo créeme una cosa —irrumpe el silencio finalmente y se acerca a mí de nuevo; sin embargo, no hace el mínimo intento por tocarme —No te estuviera pidiendo esto. No te estuviera diciendo que lo intentes conmigo de esta manera, si no estuviera seguro de que eres capaz, y de que no corremos ningún riesgo. Te lo juro.
Cierro mis ojos y los aprieto con fuerza. Aprieto mis manos en puños y suspiro, abro mis ojos y no puedo creer lo que voy hacer —¿Estaremos bien? —susurro a penas, pero basta para encender en él, una chispa brillante en sus ojos. Casi sonríe ampliamente, pero no está seguro del todo.
—Si tú estás conmigo, siempre estaremos bien —se acerca hasta acariciar mi mejilla con su mano.— Verás que no es tan malo como parece. Te darás cuenta que es la misma modalidad que tenía cuando corría en el círculo Alfa. Correr, ganar la carrera y obtener las ganancias. Todo, totalmente fuera de los otros negocios de Aguilar, la única diferencia serán las ganancias. Es decir, es una diferencia muy significativa, pero estaremos mucho mejor con ellas —dice todo esto casi con una sonrisa de fascinación, pero a mí me asusta y me disgusta.
—Tú estarás mucho mejor con las ganancias, Jaden. No yo —lo corrijo y su ceño se frunce. Antes que pueda decir algo vuelvo hablar:— No quiero que me involucres de ninguna manera con ese dinero, Jaden. Por favor.
¡Ay Dios! Una parte de mí está deseando golpear mi cabeza contra el objeto más cercano que tenga. No estoy pensando bien.
¿Qué estoy haciendo? ¿Estoy aceptando formar parte de todo este juego? Ahora si me volví completamente loca.
—Será como tú quieras, bonita —traza suaves caricias con su dedo pulgar en mi mejilla y algo cálido me envuelve.
Suspiro nuevamente —Será un periodo de prueba, Jad —digo finalmente la contraparte de mi decisión y él me observa atento, pero confundido. Entonces explico con mi vista baja—. Necesito un tiempo para saber si puedo adaptarme a tu idea. A tu nueva vida. Si después de ese tiempo no me siento capaz de llevarlo..., bueno, veremos qué sucederá —digo tímida y el silencio de Jaden me hace alzar la vista.
Luce pensativo. Su rostro está serio y creo que está analizando cada palabra que he dicho. Finalmente sus ojos se conectan con los míos y asiente —De acuerdo. Si en algún momento sientes que necesitamos hablar, dímelo. Haremos las cosas al ritmo que tú quieras llevarlo, ¿de acuerdo? —yo asiento indecisa pero él luce convencido. Se acerca un poco hasta depositar un casto beso en mis labios —¿Nos vamos? —dice cuando se aleja.
—Necesito ir a descansar —digo haciendo una mueca de cansancio. Él se acerca hasta abrazarme pasando su brazo sobre mis hombros y me hace caminar a su auto. El auto negro en el que viaje con Evan esta mañana.
Me subo al lado del copiloto cuando él abre la puerta para mí, y me introduzco en el asiento. Él rodea el auto hasta subir al otro lado e inmediatamente enciende el motor. Me siento cansada y agobiada. Ha sido demasiado para mí en este día. El peso de mis acciones ha empezado a aplastarme y me empiezo a cuestionar si está bien la decisión que tomé, o no.
Voy medio adormitada, viendo a través de la ventana. Viajamos en un silencio total, ninguno ha dicho nada. Creo que no tenemos nada más qué decir, o tal vez, no sabemos cómo decirlo. Cuando abro bien mis ojos para ver afuera, me doy cuenta que vamos hacia otro lado. Vamos hacia el edificio donde él vive y justo estamos llegando.
—¿No vamos a Golden? —pregunto despegando mi vista de la ventana y observándolo a él.
Hace una negativa con su cabeza —Creo que no —dice reprimiendo una sonrisa, y se empieza a estacionar frente al edificio.
—¿Por qué me trajiste, Jaden? —no despego mi vista de él.
Apaga el motor y en ese instante voltea a verme —¿No quieres estar cerca de mí? —pregunta con el ceño fruncido.
—No es eso, pero pudiste habérmelo dicho. Tengo que avisar a Juri —digo un poco molesta porque sé lo molesta que ella se pondrá. Saco mi celular y empiezo a escribirle un mensaje intentando explicar un poco, de manera que pueda tranquilizarla —.Dijiste que llevaríamos las cosas a mi ritmo —le hablo de nuevo sin despegar mi vista de la pantalla del celular —Pues en mis planes no estaba dar un paseo por tu apartamento.
—En realidad pasarás la noche conmigo —dice en tono inocente y no puedo evitar observarlo incrédula y aún más disgusta.
No me deja decir nada más, porque baja del auto y se dirige a mi lado para abrirme la puerta. Si acepto esto, sí estoy completamente loca. Detesto que sea demasiado débil y no me niegue a nada que tenga que ver con él. Termino de enviar el mensaje a Juri y bajo del auto.
No digo nada y me limito a observar a Jaden fingiendo estar molesta. Tal vez una parte de mí si quiera estar con él y dormir en sus brazos. Entramos al edificio y empezamos a subir las escaleras.
—¿Cómo va la muñeca? —pregunta tomando mi mano derecha y la alza lo suficiente como para darme un beso en el dorso de la mano.
Me quedo aturdida ante su gesto cariñoso y me las arreglo para hablar sin lucir afectada. Me aclaro la garganta —Ya no duele en realidad.
—Me alegro —dice sonriendo ampliamente. Terminamos nuestro camino hasta llegar el pasillo y avanzamos hasta situarnos frente a la puerta de su apartamento y un nudo se instala en mi estómago.
Abre la puerta y me hala de la mano para pasar. Creo que mis pies se sienten pesados y siento una ansiedad horrible, a esto le sumo el agotamiento que siento por mi extremadamente pesado día. Me suelta la mano mientras cierra la puerta y yo me dirijo a sentarme en el sillón.
—¿Evan no está? —pregunto mientras me acomodo y coloco mi bolso en mis piernas.
—Creo que tenía que salir —se encoge de hombros y avanza hasta sentarse a mi lado. Se acerca a mí, tanto, que siento su aliento en mi mejilla.— Dijiste que estabas cansada —con cuidado quita el bolso de mis piernas y lo coloca en el suelo —¿Vamos a la cama?
Trago grueso y algo se contrae, esta vez en mi vientre. ¿Qué estoy pensando?
—¿Crees que debo seguir aguantándome estas ganas de besarte? —ahueca mi mejilla y no puedo creer que este deseando que me bese —Alys, dime algo —su voz es casi una súplica, y como creo que no puedo odiarme más de lo que ya lo hago, por todo lo que he hecho, soy yo quien acorta la distancia y lo besa.
Un gruñido casi inaudible se le escapa, y me corresponde el beso de manera urgente. Ahueca mi rostro con sus dos manos y me acerca más a él como si no tuviera suficiente de mí. Su lengua se abre paso en mi boca, para encontrarse con la mía.
Poco a poco se inclina hacia mí, haciéndome quedar acostada en el sillón. Se sitúa sobre mí, asegurándose de sostenerse con sus brazos para no aplastarme. Su boca abandona la mía y se traslada a mi cuello y una de sus manos baja hacia mi pierna. Su tacto me eriza la piel al sentir el roce de sus dedos.
El uniforme de la boutique no ayuda mucho en estos momentos, la falda a pesar de no quedarme demasiado corta, le da un mejor acceso a mis muslos. Mis ojos se cierran cuando sus labios acarician la piel de mi cuello. Soy todo un manojo de terminaciones nerviosas, deseosas y ansiosas. Se detiene y se aleja un poco para verme.
—Ven acá —sus ojos se ven más oscuros y hermosos de lo que son. Se pone de pie y me hala para levantarme también. Empieza a caminar lentamente hacia su habitación y yo lo sigo.
Mi respiración es agitada y mis manos están heladas por el nerviosismo que me invade. Muerdo mi labio inferior tan fuerte, que creo voy a sangrarme. Sé perfectamente qué va a pasar y no sé si me odio por haber venido, o por tener dudas cuando claramente quiero esto.
Entramos en su habitación y los recuerdos me invaden. Buenos y malos. Me quedo quieta en mi lugar y él se gira para verme.
—¿Todo bien? —me observa cauteloso y yo me limito asentir tímidamente. Se acerca de nuevo y me atrae a él para besarme tiernamente.— No he podido dejar de pensar, en lo que se siente tocar tu piel desde la última vez —susurra contra mis labios.
—Yo tampoco he olvidado ese día —me sincero en apenas un hilo de voz.
Una enorme sonrisa se forma en sus labios y lentamente empieza a quitarme la chaqueta. Una vez me la ha quitado, la tira a un lado y lentamente empieza a desabrochar cada botón de mi blusa, y mi boca se seca. El corazón se me va a salir del pecho. Repite el mismo proceso que con la chaqueta y me retira la blusa lentamente mientras me observa.
Me siento expuesta. Desnuda ante su mirada, pero él no se detiene. Me levanta la barbilla y empieza a besarme lentamente, mientras siento cuando baja el cierre de la falda y esta se desploma hacia abajo, quedando a mis pies. Ahora si me siento expuesta y aunque no es la primera vez, no puedo evitar sonrojarme.
—Siempre me has parecido la mujer más bonita de todas —dice con la voz profunda y siento mis mejillas arder aún más. Su vista me recorre de pies a cabeza y luego me hala de la mano para guiarme a la cama. En el proceso, torpemente me deshago de mis zapatos.
Lentamente me hace acostarme de espaldas y de un movimiento rápido se saca la camiseta que viste y la arroja a un lado. Luego hace lo mismo con sus jeans y justo en ese momento, mi garganta se seca aún más. Su cuerpo es tan perfectamente ejercitado. Se mete a la cama posicionándose encima de mí y empieza a besarme de nuevo.
Ahora lo hace con mayor fuerza, con mayor deseo. Su cuerpo se roza contra el mío y no puedo evitar ahogar un gemido contra sus labios. No sabría explicar qué clase de maniobras perfectamente coordinadas hace, pero me quita el sujetador y sin pedir permiso, empieza a masajear cada uno de mis pechos con sus manos.
Mi espalda se arquea en respuesta a su toque y el placer me invade por completo. Mi respiración es agitada y más bien, se escucha como un jadeo. Paso mis manos por toda su espalda y muerdo su labio inferior haciéndolo gruñir contra mi boca.
Se aleja un poco y lentamente baja mis bragas, hasta dejarme completamente desnuda bajo su anatomía. Se mueve en su lugar y empieza a besar mi cuello, bajando hasta mis clavículas y sigue descendiendo. Yo me retuerzo de placer cuando siento sus labios descender por mis pechos hasta mi abdomen, y este se contrae en respuesta.
De pronto, se detiene, dejándome al borde del deseo y se baja de la cama para ir a la mesita de noche. Sé perfectamente lo que busca. Escucho cuando rasga el envoltorio y trabaja minuciosamente colocándose el preservativo. Mi corazón ya casi perfora la piel de mi pecho, se me va a salir.
Él regresa a la cama y lentamente se posiciona sobre mí nuevamente, esta vez, colocándose entre mis piernas. Puedo sentir su miembro colocarse en mi entrada y me quedo sin aire.
—Te amo, Alyssa —susurra con la voz entre cortada por el deseo y antes de que yo pueda decir algo, se introduce en mí, lentamente y un jadeo se me escapa.
Mi cuerpo se contrae y no puedo evitar enterrar mis uñas en sus hombros. Él se queda unos segundos inmóvil para darme tiempo de acostumbrarme a su miembro dentro de mí. Finalmente, empieza a moverse contra mí de manera suave pero rítmica. Puedo escuchar cómo inhala aire entre dientes y sus embestidas se vuelven un poco más fuertes.
El placer es mucho más grande con cada embestida. Es la segunda vez que estoy con un hombre –con Jaden- y por obvias razones, el dolor que sentí la primera vez no se hace presente. Esta vez, es reemplazado por otras sensaciones distintas. Por el placer, y debo decir, que lo disfruto.
Jaden embiste una y otra vez, mientras une su frente a la mía y sujeta mis manos con las suyas, por encima de mi cabeza. Intento mantener mis ojos abiertos pero, no puedo. Una fina capa de sudor ha empezado a cubrir nuestros cuerpos y poco a poco siento como voy llegando al límite.
—Alys... ¡Oh, mierda!— susurra a penas en un hilo de voz. Su respiración es jadeante y todos sus músculos se tensan.
El placer se abre paso en mí y no puedo contenerlo más. Mi cuerpo se libera, estallando en una sensación intensa y placentera. Un gemido, casi grito se me escapa y siento la sensación abrumadora del orgasmo, nublando mi vista y contrayendo cada músculo de mi cuerpo.
Escucho a Jaden gruñir y todo su cuerpo se tensa al embestir una última vez, para finalmente, dejarse caer sobre mí.
Toda la estancia es un silencio total. Solamente se escuchan nuestras respiraciones aun jadeantes y agitadas. Lentamente, él se aparta y se deja caer a mi lado. En estos momentos, tengo una ridícula y estúpida sonrisa en mi rostro.
No evito el impulso de hacerme un ovillo y apegarme a su cuerpo. Jaden me atrae más hacia él y me abraza depositando un beso tierno en mi cabeza.
«¿¡Qué acaba de pasar, Alyssa!?» me obligo a callar la vocecilla en mi cabeza. Ahora no es momento para traerme los cargos de conciencia. Tal vez mañana.
Por ahora solo quiero disfrutar de la sensación que él ha dejado en mí. En cada parte de mi cuerpo. Me siento liberada, tranquila. Me siento segura en los brazos de Jaden después que me ha hecho el amor.
Después de todo, pase lo que pase, sé que soy y siempre seguiré siendo suya.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro