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CAPITULO 44

—A-Alyssa... —luce completamente atónito. Se ha quedado sin habla por completo. Estoy segura que lo que acabo de decirle, le cayó como balde de agua helada—. No sé qué decirte...

—Tú y yo, ya no tenemos nada que hablar. Si ya lo sé todo, ya no hay secretos entre nosotros, ¿verdad? —las últimas palabras la digo con un notorio sarcasmo.

—¿Desde cuándo lo sabes? —sus hombros están decaídos y su expresión tiene un gesto torturado.

—Me enteré en la madrugada. Por eso salí huyendo de tu apartamento. ¿Y quieres llamarme cobarde por eso? Bien, hazlo. Pero no soy la única que ha huido. ¿Dónde estabas? No pasaste la noche en el apartamento, ¿o me lo vas a negar? —aprieto mis dientes intentando contener el enojo. Él abre su boca para hablar pero no dice nada—. ¿Estabas con él?— pregunto con el nudo en la garganta.

—No —responde seguro y su mandíbula se tensa un poco.

—¿¡Dónde estabas, Jad!? Solo dilo. Ya no me mientas —mi voz es temblorosa.

—Solo fui, a conducir por ahí. Sin rumbo alguno. Necesitaba distraerme. Sentía que estar encerrado en el apartamento me asfixiaba. Intenté dormir en el sillón, pero aparte de lo incómodo que resultó, no tenía absolutamente nada de sueño. Salí del apartamento cuando eran cerca de las cuatro, y regresé exactamente una hora después y no te encontré.

Lo observo atenta a cada expresión que utiliza en su rostro mientras habla, pero no sé si creerle lo que dice —Tampoco podía dormir. También yo sentía que me asfixiaba estar en ese lugar. No sabía cómo reaccionar cuando leí esas notas en el sobre...

—¿Buscaste la caja de nuevo? —él me interrumpe, y me doy cuenta que me delaté.

Tomo una inspiración profunda —Pudiste habérmelo dicho en tantas ocasiones. Tuviste esas notas todo el tiempo y jamás quisiste decirme.

—Alys, por favor necesito...

—¿Necesitas que te escuche? —lo interrumpo de golpe y luce sorprendido —Tuviste tanto tiempo para que te escuchara. Te habría escuchado aunque no tuviera el suficiente valor, pero ya no quiero hacerlo. Yo tuve que darme cuenta por mí misma, de eso que tú me ocultaste todo este tiempo —aprieto mi mandíbula, y lo señalo con el dedo índice de mi mano derecha, en un gesto acusador.

—Juro que iba a decírtelo...

—¿Cuándo? —lo interrumpo nuevamente —¿Cuando Aguilar me enviara la próxima fotografía? ¿Cuándo te viera con mis propios ojos estrechando su mano haciendo trato?— ahora estoy furiosa, o a punto de volverme loca de histeria —¿Cuándo ibas a tener el valor...

—¿El valor para herirte? ¡Eso nunca! —ahora es él quien me interrumpe—. ¡Por Dios, Alyssa! ¡No creas que esto ha sido lo más fácil del mundo para mí! ¿Tienes idea de cuántas noches no he podido dormir, por pensar en que este momento llegaría? ¡Te oculté la verdad no porque fuera un maldito cobarde! ¡Lo hice porque no podía soportar tener la imagen de tu rostro, como lo está justo ahora! —cuando menos me lo espero, avanza hasta mí y ahueca mi rostro en sus manos —No tienes idea del pánico, del terror que siento a que me odies. No tienes idea de lo que me está matando, la manera en que me miras.

Su respiración es agitada y podría jurar, que su voz se está quebrando. Suena dolido o furioso, no lo sé. ¿De qué manera lo estoy viendo?

Mis ojos lo observan con desesperación y quiero alejarme de su toque, pero no puedo. Extrañamente no puedo.

—Solo dime..., ¿por qué? ¿Por qué no me dijiste desde un principio? Pudiste ahorrarme toda esta agonía —llevo mis manos hasta sujetar sus muñecas y alejar sus manos de mi rostro.

—¿Vas a dejarme? —ignora mi pregunta, y la que él me hace, me saca de balance. Me toma por sorpresa. Su mirada es profunda pero refleja miedo. Luce asustado a lo que pueda decir.

Quizás a mí también me asuste lo que pueda decir. No sé qué decir.

Me obligo a quitar mi mirada de sus ojos. No soporto verlo, eso no me deja pensar con claridad, y me debilita demasiado su expresión torturada.

—Alys, responde por favor —me toma por los hombros y busca con desesperación mi mirada.

—No puedo razonar ahora, Jaden. No puedo tomar una decisión en estos momentos.

—Entiendo —dice con un hilo de voz. Se aclara la garganta y retrocede un paso.— Puedes pensarlo. Te daré tu tiempo y tu espacio para que pienses las cosas y si esto sirve de algo, cité verme con Aguilar. Voy a hacer un trato con él, voy a hacer lo que sea para alejarme de él. Lo prometo.

—A veces las promesas se rompen... —digo dolida, recordando lo que Allen me dijo hace un tiempo. Tenía razón.

Ya no sé si creerle. Sin embargo, acepto a lo que propone, solo porque deseo irme ya y no tenerlo cerca. Porque quiero huir y esconderme de él como lo he hecho todo el día.

Me armo de valor y limpio las lágrimas que se me salieron —Veinticuatro horas, Jaden —digo tras un largo suspiro. Él me observa confundido, por lo que aclaro—. Tendremos veinticuatro horas para decidir lo mejor. Espero para entonces tengas ya una respuesta de tu reunión con Aguilar, pero te pido, que no me busques hasta que terminen esas horas. Por favor, no me busques.

Él me observa sin expresión alguna. Se limita a observarme durante unos segundos que parecen eternos, pero finalmente asiente —Está bien. Cuenta con ello.

Asiento también, y retrocedo unos pasos, para empezar alejarme de él. Por un instante, parece que va a impedir que me vaya. Puedo ver que su mandíbula se tensa un poco y parece que quisiera seguirse disculpando. A lo mejor quiere intentar convencerme de perdonarlo, así de la nada, pero no estoy dispuesta a ceder, no más. Por ahora es suficiente.

—Alyssa, te amo —dice antes que me aleje lo suficiente y su voz se escucha desesperada. Pero ya no sé si creerle.

Bajo la mirada y me doy la vuelta para caminar hasta el auto de Juri. Siento que mi corazón se estruja. Creo que al igual que yo, él siente ese presentimiento como si esta fuera la última vez que hablamos; sin embargo, no me giro y él tampoco me persigue.

Me subo al auto y cierro la puerta, abrocho el cinturón con mis manos temblorosas —Vámonos, Juri —digo casi en un susurro.

Ella no dice nada, enciende el motor del auto y salimos del estacionamiento de regreso a Golden. No tengo el valor de alzar la mirada, mucho menos ver por la ventana. Solo evitando ver a Jaden, solo así podré mantenerme en una pieza.

Ahora tengo mucho más revueltos mis pensamientos. Ahora no dejo de pensar, en ese lapso de veinticuatro horas que yo misma impuse. ¿Será mucho o muy poco tiempo? O tal vez, solo sea el tiempo exacto para atreverme a soltar algunas cosas.

¿Qué tan difícil puede ser soltar, cuando uno de los dos ya cedió un poco?





**~**






—Y entonces..., ¿tú y Jad? —Juri hace una mueca de pregunta mientras se recarga un poco en la mesa de la cocina.

Suspiro y me encojo de hombros —Nos daremos un pequeño tiempo —hablo sin despegar mi vista de la pequeña olla donde revuelvo lentamente la salsa para los espaguetis —Veinticuatro horas —añado.

—Wow. Había escuchado sobre el famoso tiempo que se dan las parejas, pero nunca que se dieran un lapso exacto y menos, de un día —dice con un pequeño toque de risa.

Suspiro nuevamente —¿Qué te puedo decir? Yo fui quien lo impuso y no tengo una maldita idea de por qué. No sé qué esperar en ese tiempo —disminuyo el fuego de la estufa y dejo la salsa cocinarse un poco, mientras me doy la vuelta para ver a Juri.

—Pues ya veremos qué sucede —se cruza de brazos.— ¿Segura que no sabes qué decisión tomar?.

Niego con la cabeza —Por un lado tengo la esperanza en esa estúpida reunión que mencionó Jad. Tal vez eso pudiera cambiar las cosas, pero del otro lado, está mi parte sensata que me dice que lo mejor es..., no hacerme esperanzas de nada —bajo mi vista al piso.

—Es que en serio me cuesta creer todo esto de Jaden —dice en tono desesperado y se mueve de su lugar.— Él se veía sincero en todo momento.

—Tal vez solo fingía ser sincero —me cruzo de brazos  —¿Y qué tal si todo esta bonita historia de amor solo fue fingida? —mis propias palabras duelen.

—Eso lo dijiste una vez, ¿recuerdas? Recién iniciaba todo —me regala una sonrisa triste.

—Tal vez estaba en lo correcto. Tal vez debí saber desde un principio, que introducirme en el tipo de mundo que vive Jaden, solo era un salto al vacío —levanto mi vista para observarla.

Ella se acerca y me toma por los hombros —Cuando te atreves a dar un salto de fe, solo hay dos opciones en el proceso: o aprendes a volar , o mueres al caer —me sonríe de manera consoladora y yo le devuelvo el gesto.

—Bien —tomo una inspiración profunda —,mientras esperamos a saber si vuelo o muero, más nos vale terminar la comida o estaremos teniendo una cena de media noche —ella tira una pequeña carcajada.

—Tienes razón —se aleja de mí y avanza hasta la estufa para revisar la salsa.— En menos de cinco minutos, todo estará listo. Me encargaré de que estas 24 horas sean cero estresantes para ti, ¿de acuerdo?

Asiento intentando ser positiva y nos proponemos terminar de preparar nuestra cena. Terminamos de mezclar algunas especies, entre bromas y risas incansables. Todo se vuelve más ligero y armónico en mi ambiente, y me agrada. Me ayuda demasiado a distraerme.




—¿¡Alyssa, es en serio!? —Juri pregunta entre risas y con la voz atorada mientras mastica la pequeña aceituna que introdujo a su boca.

—¿Que? —pregunto riendo también —No me digas que no es guapo —alzo una ceja maliciosamente, y tomo una aceituna con un palillo para llevarla a mi boca. Ella me observa con los ojos entrecerrados, pero sonríe levemente.

No hace mucho que terminamos la deliciosa cena y ahora solo degustamos un poco de vino. Hemos hablado de todo un poco, y entre tantas locuras, se me ocurrió mencionar el incidente en sucedió hoy por la madrugada. Cuando ella dormía en la cama de Evan y este llego a dormir con ella, estando semidesnuda.

Dice que ha sido lo más vergonzoso de su vida, pero no he parado de molestarla con que después de eso, deberían llevarse mejor; y quien sabe, tal vez terminar siendo algo más que amigos. No lo niego, es la locura más absurda que se me ha ocurrido.

—El chico tiene lo suyo, no lo niego. Pero no creo que este dentro de mis parámetros —lleva la copa de vino a su boca para dar un sorbo—. Además, acabo de salir de una estresante y complicada medio relación amorosa, y no estoy para eso de nuevo.

—Evan es, agradable. Es un chico completamente encantador para cualquier chica. Estoy segura que se llevarían bien —digo sonando encantada, pero no lo estoy diciendo al cien por ciento en serio. Solamente quiero bromear un poco e intentar hacerle ver a Juri, que hay muchos chicos por ahí que valen la pena.

—Claro que ya nos llevamos bien. Como amigos y ya, y más te vale no intentar hacerla de cupido —me apunta con su dedo índice luciendo acusadora.

Yo levanto ambas manos —Está bien. Como digas. Por suerte el chico realmente no recuerda nada de ese incidente, porque si lo recordara, sería una imagen que jamás olvidaría —muerdo mi labio inferior y la observo con una mirada inocente.

—Obviamente jamás lo olvidaría. Te imaginas lo que significa ver a este mujerón en ropa interior —con sus dos manos, se señala a sí misma y su cuerpo. No puedo evitar reír un poco.

Nos quedamos unos segundos en silencio. Me estiro y se me escapa un bostezo —¿A qué horas tienes tu primera clase mañana? —me muevo en la silla, y me recargo con mis codos sobre la mesa.

Ella se sienta en una postura desgarbada, recargándose en el respaldar de la silla —A las siete —hace un mohín de desagrado.

—Entonces deberías dormir luego —no sé qué horas sean, pero estoy segura ya pasan de las diez.

—Tal vez sí —dice a medias mientras bosteza.— Recojamos la mesa y nos vamos a la camita —se pone de pie y empieza a retirar los platos de la mesa.

Yo imito su gesto, y me dispongo a guardar lo que sobró de la pasta en el pequeño refrigerador —¿Y qué pasará con la pijamada y las películas románticas? —pregunto divertida.

—Lo dejamos para otro día. Y son películas de miedo no de romance —voltea a verme seria mientras deposita los tratos en el lavaplatos.

—Como quieras —me encojo de hombros y sierro la puerta del refrigerador.— Creo que yo me quedaré un momento viendo televisión —me acerco hasta ella, para ayudarle a secar los platos.

—¿Que no tienes clases mañana?

—Dos horas al medio día —me encojo de hombros. Terminamos con los trastos y salimos de pequeño cuarto de cocina.

—Que suertuda. No tendrás que levantarte luego —llegamos a la sala y ella se gira para verme —.Pero no te desveles mucho y vayas a llegar tarde a la boutique.

—Claro que no. Tú descansa tranquila —me acerco para darle un pequeño abrazo.— Buenas noches y gracias por todo, Juri.

—Sabes que siempre vas a contar conmigo en lo que sea —me abraza también —¡Hasta mañana! —se separa y se gira para ir a la habitación.

—¿Sabes qué? —la detengo y se gira para verme. Yo camino hasta ella —Creo que mejor veré algo en mi laptop. No quiero estar sola aquí.

—Como tú quieras. Solo no veas porno, ¿de acuerdo?

—¡Juri! —digo indignada y ella ríe a carcajadas.

Una vez quedamos frente a nuestras habitaciones, cada quien entra a la suya, no sin antes darnos las buenas noches, otra vez. Entro a la estancia y me quedo en el mismo lugar pensando qué hacer. Empiezo por desvestirme y ponerme ropa cómoda para dormir.

Finalmente, tomo mi laptop y me tiro en la cama quedando sobre mi estómago. No voy a desvelarme mucho. Realmente no veré alguna película, creo que mejor estudiaré un poco para distraerme. Empiezo a buscar todo lo relacionado con la dichosa geopolítica, para ponerme al día con la clase de hoy.



Mis ojos arden un poco. Tal vez sea sueño, pero me he sumergido bastante en el tema porque me parece interesante. Justo estoy viendo un blog donde recomiendan diversos libros para leer y tener un mayor dominio de tema.

Entre los títulos de los libros, hay uno que llama mi atención: Geopolítica del Narcotráfico en América Latina de Norberto Emmerich.

La palabra narcotráfico, es todo lo que llama mi atención. Involuntariamente conecto esa palabra con mi vida. Todo a un solo motivo. A una sola persona que es la primera en venirse a mi mente: Aguilar.

Y de pronto, me desvío del tema principal. Mi búsqueda en internet, empieza acerca del narcotráfico y sus miembros más activos o los más buscados.

Claramente estoy intentando averiguar si aparece algo de Aguilar en la red. Si es un narcotraficante reconocido o uno fantasma. Quiero saber qué tan difícil es tratar con este tipo de personas, qué tan difícil es realizar la captura de alguno, y cómo maneja la policía estos casos. Son infinidades de casos los que aparecen.

Tanta letra me marea, y me provoca la pesadez en mis ojos. Y entre curiosidad y cansancio, la bruma del sueño me abraza cálidamente poco a poco.





**~**





Escucho un sonido lejano. Hago un vago intento por abrir mis ojos pero no puedo. Intento conectar mi cerebro con las partes de mi cuerpo, pero no reaccionan.

Mi cuerpo se siente pesado, y a duras penas logro moverme de posición, para quedar viendo hacia arriba. Logro abrir mis ojos poco a poco y acostumbrarlos a la luz. Observo a todos lados, aturdida y llevo mis manos hasta frotar mis ojos para lograr despertarme bien.

Me doy cuenta de la claridad que entra por la ventana. Cuando logro despertar bien, escucho el sonido de nuevo. Parece mi teléfono que suena en algún lado de la habitación. Reconozco muy bien el sonido y es la alarma, eso significa que son las siete. Es hora de alistarme para ir a la boutique.

Cuando me estiro perezosamente, golpeo mi mano con algo duro arriba de mi cabeza y me quejo un poco. Me reincorporo sobre la cama, y veo que es mi laptop. Tal parece que anoche me quedé dormida mientras leía. La cierro de mala gana y la dejo tal y como está.

Me obligo a levantarme e ir al baño para tomar una ducha y empezar mi día.



Estoy terminado de peinar mi cabello en una coleta. Me observo en el espejo y me aplico un poco de labial, estoy terminando de hacer mi revisión frente al espejo, cuando escucho mi celular vibrar sobre la madera de la mesita de noche.

Avanzo hasta tomarlo y reviso el mensaje que ha caído. Es Evan.

«¿Dónde estás?»

Voy a llamarle, pero antes de hacerlo, reviso llevar todo lo que necesito en mi bolso. Lo cuelgo de mi hombro izquierdo y salgo de la habitación. Mientras camino por el pasillo hacia la sala, decido buscar el contacto de Evan y llamarle.

Después de que el timbre suena un par de veces, contesta: —Hola.

—Hola, Evan —al pasar por la sala, tomo las llaves del apartamento que están sobre el módulo.— ¿Todo bien?

—¿Estás en Golden? —pregunta curioso.

Termino de hacer mi camino hasta la puerta del apartamento —Voy de salida al trabajo. ¿Necesitabas algo? —abro la puerta y salgo. Luego me las arreglo para echar llave.

—Estoy afuera. ¿Tienes un poco de tiempo? Necesito hablar contigo —se escucha sereno. No tengo idea qué necesite hablar, aunque tengo un pequeño presentimiento.

—Claro. De hecho voy temprano —empiezo a descender por las escaleras.— Estoy bajando.

—De acuerdo. Te espero abajo —es lo último que dice y cuelga la llamada.

Me encojo de hombros y guardo el celular en el bolso. Desciendo el próximo tramo de escaleras a paso despreocupado y una vez llego al vestíbulo, sigo mi camino hacia afuera del edificio y logro distinguir a Evan sentado en una de las bancas que hay alrededor.

Está en una postura relajada y desgarbada. Me está dando la espalda, por lo que, no se percata de mi presencia hasta que estoy justo a un lado.

—Hola —digo sonriendo y poniendo una mano en su hombro derecho.

Inmediatamente se pone de pie y me devuelve la sonrisa —Hola. ¿Tienes tiempo para un café?

—¡Claro! —me encojo de hombros. Me parece un poco sospechosa su invitación pero creo que me he decidido, que este día, antes de que lleguen las seis de la tarde, intentaré distraerme en todo lo que pueda.

—Bueno, vamos entonces —me hace de señas para caminar y yo lo sigo, caminando a su lado.— ¿Cómo siguió tu muñeca?— me mira y mete las manos en los bolsillos de su jeans.

—Mucho mejor. Casi no duele nada —le sonrío mientras me cruzo de brazos. Hace frío. El clima amaneció bastante fresco hoy. En días como estos, es que odio que mi uniforme sea falda. Mis piernas están heladas.

—Qué bueno. Siento mucho no haber ayudado en nada —hace una mueca de disculpa y yo le regalo una sonrisa tranquilizadora.

—No te preocupes, Evan —me detengo un instante cuando él, en lugar de avanzar a la parada de autobús, camina hacía el pequeño parqueo del edificio.— ¿No vienes en autobús?— pregunto mientras lo sigo.

—No, de hecho detesto viajar en autobús y si tengo cómo evitarlo, pues lo hago con gusto —dice riendo y veo que se acerca al auto negro de Jaden.

—Oh —no sé qué más decir. Un nudo se aprieta en mi estómago al ver el lujoso auto negro, e inmediatamente traigo a mi mente la imagen de su dueño.

Sin decir más, él rodea el auto hasta subir al lado del piloto. Yo me quedo unos segundos parada dudando en subir.


«Intentas evitar a toda costa todo lo relacionado con Jaden, y vas a dar un paseo en su auto. ¡Qué lindo!» mi subconsciente me recalca y reprocha con notorio sarcasmo. Sin embargo, lo hago callar y abro la puerta para entrar al auto.


Una vez me introduzco en el asiento, me doy cuenta que me he sentado sobre algo. Me muevo un poco y me doy cuenta que es un abrigo.

—Es de Jaden —dice Evan como si yo le estuviera preguntando —Déjame ponerlo en el asiento de atrás —dice al tiempo que hala el abrigo y yo me levanto un poco para facilitárselo.

Cuando lo saca, lo hace un puño y lo tira al asiento de atrás. En el proceso, el abrigo pasa un poco cerca de mí, tal vez no tan cerca, pero sí lo suficiente para que pueda oler perfectamente el perfume de Jaden. Cierro mis ojos inhalando el aroma, trayendo el desequilibrio emocional a mí, a una velocidad exagerada.

Suspiro e intento pasar semejante cosa por alto. Me distraigo abrochando el cinturón y escucho cuando Evan enciende el motor, distraído y totalmente ajeno a mi pequeña tortura en estos momentos.

Salimos del estacionamiento y nos incorporamos a la calle, que debido a la hora está un poco sola. La mayoría de personas, probablemente, ya están en sus lugares de trabajo.

—¿A dónde quieres ir? —Evan me habla sin despegar su vista del frente.

—No lo sé. Tú eres quien propuso lo del café —digo con la voz baja y lo observo sonriendo.

—De acuerdo. Creo que sé de un buen lugar, y no está muy lejos de la boutique. Podrías ir caminando —da un pequeño giro a la izquierda, para incorporarse a la avenida principal que lleva al centro de Westwood.



Hacemos nuestro viaje en silencio, interrumpido únicamente por la música que yo busqué en el radio. Evan se estaciona frente a una pequeña cafetería. Native Foods Café, se lee en el rótulo al frente del local.

Bajamos del auto y empezamos a caminar hacia la cafetería. Una vez dentro, buscamos una mesa y mientras yo espero sentada, Evan está trayendo lo que vamos a comer. Todo el lugar huele delicioso a café y postres. Como aún no hemos desayunado, no tomaremos solamente café. Yo pedí un macchiato con unos waffles, que en el menú se veían deliciosos, y justo ahora muero de hambre. Evan se acerca a la mesa, cargando la bandeja con nuestros desayunos.

Coloca frente a mí lo que pedí —Su desayuno, señorita —dice con una sonrisa.

—¡Gracias!— le sonrío de vuelta— ¿Qué has pedido tú?— observo curiosa cuando se sienta frente a mí y deja lo suyo en la mesa.

—Un mocca y no pude evitar pedir waffles también —dice riendo —Se ven realmente deliciosos.

—Bueno pues hay que averiguarlo —le digo tomando el tenedor y cortando el primer trozo para llevarlo a mi boca. Mastico despacio, degustando el delicioso sabor.— Realmente debes probarlos —digo una vez termino el bocado en mi boca.

Él no pierde tiempo y empieza a comer también. Nos tomamos los primero minutos, para disfrutar nuestro delicioso desayuno en silencio, hasta que finalmente él decide hablar.

—Aly, te dije que quería hablar contigo de algo... —se detiene y me observa dudoso.

Algo en mi estómago se contrae. Estoy más que segura que quiere hablar de Jaden, y yo me prometí no hablar nada de él mientras no se cumpla el lapso de 24 horas que acordamos. No quiero.

—Evan... —suspiro y doy un pequeño sorbo a mi café. No sé si eso ayude a bajar el nudo que se empieza a formar en mi garganta, pero da igual —Estoy segura que quieres hablar de Jaden, ¿no es así? —lo observo y él forma una línea dura con sus labios. Eso es un .— ¿Él te envió a que hablaras conmigo?— lo observo seria.

Sus ojos se engrandecen e inmediatamente niega con la cabeza —¡No! ¡De ninguna manera! Esto es por cuenta mía. Sólo necesito, aclarar algunas cosas. Quiero saber cómo estás con todo esto —sé que es sincero y lo agradezco. Después de todo se ha convertido en un buen amigo y veo que se preocupa por mí.

Suspiro y empiezo a mover con el tenedor el último trozo de waffle, de manera distraída —Estoy mucho mejor que ayer, créeme.

—Supe que tomaste mis llaves para salir a escondidas de apartamento —dice en tono despreocupado pero yo no puedo evitar sentirme apenada. Siento mis mejillas arder.

—Evan, como lo siento. ¡Dios, eso fue vergonzoso!— suelto el tenedor y llevo mis manos hasta colocarlas en cada una en mis mejillas, y recargarme con los codos sobre la mesa.

Él se ríe un poco —No hay problema —puedo ver que ha terminado su comida y da un sorbo al café para luego, hablarme de nuevo.— No me preocupan las llaves en lo absoluto. ¿Sabes qué es lo que realmente me asustó de todo esto? —yo niego con la cabeza tímidamente y él responde:— Pensar en lo que Jaden había hecho. Pensé: ¿qué tan grave pudo ser para que tú salieras escabulléndote del apartamento?

Me observa con una expresión, tal vez un poco preocupada. Suspiro y alejo mis manos del rostro para entrelazarlas entre sí sobre la mesa —Pero creo que ya sabes la respuesta.

—Alyssa, créeme que sé perfectamente, cuánto te afecta todo esto y también entiendo si no quieres hablar de ello, pero solo tengo una pregunta —se queda en silencio y yo lo observo expectante.— ¿Amas a Jaden, cierto?— su pregunta me saca de balance. Creo que él sabe la respuesta.

Abro mi boca para hablar pero no sé qué decir, es una tanto penoso para mí hablar de esto con él. Bajo mi vista a mis manos —Evan, tú sabes que sí.

—¿Y cuánto estás dispuesta a soportar por ese amor? —su nueva pregunta me deja en shock, y me enmudece completamente, pero cuando menos lo espero suelto un palabrerío total.

—¿Te refieres a que si seré capaz de aceptar su trato con Aguilar? ¿Si seré capaz de ir a verlo competir para ese hombre? ¿Que si voy a ser capaz de resignarme y aceptar que a partir de ahora, mi novio trabajará para un narcotraficante? —aprieto mis dientes en las últimas palabras, y aunque siento coraje me aseguro de hablar lo suficiente bajo, para que nadie más que Evan me escuche.

Las lágrimas me nublan la vista pero no derramo ni una sola. Tomo una larga y profunda inspiración e intento tranquilizarme. Evan me observa sorprendido y conmovido.

—No debí preguntar eso. Lo siento —luce apenado —Creo que en este caso no podré influir en la decisión que tomes como en otras veces. Te daré toda la razón del mundo tanto en si decides continuar, como en si decides dejarlo todo, ¿de acuerdo? —extiende su mano por encima de la mesa, para tomar la mía en un gesto cariñoso y consolador.

Limpio un par de lágrimas que ni siquiera sabía que se me habían escapado —¿Has hablado con él? ¿Así como lo has hecho conmigo? —pregunto y él aleja su mano de la mía para enderezar su postura.

—Sí, lo he hecho. Y al igual que lo he hecho contigo, no he podido darle o quitarle la razón a lo que decida hacer.

—¿Por qué?

No termino de hablar cuando él me interrumpe —Porque no puedo elegir entre defenderlo a él o ti. Le pedí a él que no me hiciera tomar una decisión y te lo pido a ti también. No puedo decidir ponerme del lado de uno, sin traicionar al otro.

Me quedo callada meditando lo que dice. Tiene toda la razón. Está entre la espada y la pared. Jaden es su amigo de años, es casi su hermano y yo, pues tal vez me considere su amiga y por lo visto tiene demasiado respeto y aprecio hacia mí.

—Tienes razón, Evan. Si él no lo hizo, yo tampoco tengo porqué hacerte elegir a uno —le regalo una sonrisa tranquilizadora y él me devuelve el gesto —Gracias por todo, Evan.

—No te estás despidiendo, ¿verdad? —me dice extrañado pero con una sonrisa —Porque si es así, te lo advierto, no te desharás de mí tan fácil —me señala con su dedo índice y no puedo evitar reír.

—Sé lo persistente que puedes llegar a ser, Evan —le alzo una ceja y ahora es él quien ríe. Está a punto de decirme algo, cuando suena mi celular y se queda callado. Quién sabe con qué comentario iba a salir. Me muevo en mi lugar para sacar mi celular de bolso y tomar la llamada. Veo que es Juri —¡Hola! —digo serena e inmediatamente, ella suelta un palabrerío diciendo algo acerca de que una de las chicas está enferma y no se presentó a trabajar, y que tengo que entrar antes de la hora que me correspondía.— Estoy a unas tres o cuatro cuadras. Llegaré en unos minutos —digo mordiendo la uña del dedo pulgar de mi mano libre y ella parece satisfecha con mi respuesta. Sin decir más, termina la llamada.

—¿Hora de ir al trabajo? —pregunta Evan y yo asiento haciendo un mohín.

—Tendré que entrar antes de mi turno. Tengo que irme.

—No hay problema. Te acompaño.

Nos levantamos de la mesa, y luego de cancelar nuestra orden, salimos de la cafetería. Al salir, nos quedamos observando el tráfico en la calle, que parece bastante complicado.

—No pensarás irme a dejar en al auto, ¿verdad? —le digo riendo y él hace una mueca de desagrado al ver el congestionamiento en la avenida.

—Buenos, estamos a un par de cuadras, así que podemos caminar —se encoge de hombros y me extiende su brazo para que yo entrelace el mío.

Sonrío tranquila y empezamos a caminar por la acera. Yo voy a la orilla. Caminamos a paso despreocupado, cuando de pronto se escuchan murmullos de personas atrás. Los murmullos se convierten en casi gritos diciendo: cuidado y unas cuantas malas palabras.

Evan voltea hacia atrás y cuando yo estoy casi por voltear también, él se zafa de mi agarre —¡Mierda! —grita Evan y en ese instante, me agarra con sus dos manos y me hala hacia él.


Todo sucede a una velocidad impresionante.


Una motocicleta pasa casi arroyándome. El tirón de Evan es tan brusco, que los dos nos vamos al suelo y un grito ahogado se construye en mi garganta.

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