CAPITULO 42
Las lágrimas corren por mis mejillas de manera incontrolable. Me siento herida, miserable. Me siento como una pieza de cristal a punto de romperse, ¿y será Jaden quien me rompa?
No lo sé. Tal vez ya haya empezado a romperme hace mucho tiempo, y no me había dado cuenta.
—¿Vas a escucharme?— escucho su voz ronca. Está dándome la espalda, y yo estoy sentada al borde la cama.
Cuando me abrazó, no pude dejar de sentirme reconfortada; pero a la vez, no pude sacarme el pensamiento enfermizo, de que solo me preparaba para luego soltar el golpe en sus palabras de lo que sea que vaya a decirme. Me obligué a alejarme de él, y tomar mi espacio para tratar de tranquilizarme un poco, pero por más que he intentado hacerlo, no lo he conseguido.
Justo ahora me encuentro como niña pequeña, llorando. Sé que con eso no conseguiré nada, pero no puedo contenerme. Tomo una inspiración profunda, y presiono las palmas de mis manos contra mis piernas. Aprieto mis dientes con fuerza para tener el valor de hablar sin llorar.
—Dime todo, Jaden —le hablo pero no levanto mi rostro. —Solo hazlo de una vez.
Soy consciente de cuan aterrada me escucho, así como también, de mi respiración agitada por la desesperación que siento. Escucho a Jaden aclararse la garganta y suspira listo para hablar.
—No estoy completamente seguro que Aguilar haya enviado ese paquete, pero todo apunta a que él fue. Es larga la historia para explicar el porqué creo que él es sospechoso —se detiene unos segundos y yo vuelvo a hablarle sin encararlo.
—Dijiste que me contarías todo. Así que cuéntame esa historia —mi voz se escucha más tranquila, porque lo estoy intentando a como dé lugar.
Puedo ver de reojos, cómo se acerca hasta sentarse en la cama junto a mí; sin embargo, guarda su distancia.
—Cuando Steven murió... —se queda unos segundos en silencio. Puedo ver cómo todavía le afecta el hablar de eso. —Cuando él murió, y yo fui a esa cita que hizo Aguilar días después, pusimos en claro muchas cosas. Le cedí tantas cosas con el fin de que se alejara por completo de nosotros. Tuve miedo, no lo niego —veo que se gira un poco para verme, así que lo observo cuando continúa hablando. —Él seguía insistiendo en que corriera para él. —Un nudo aprieta mi estómago y él continúa hablando muy seguro. —Él sabe cómo persuadir. Ofrece cosas grandiosas. Te pone todo en bandeja de plata y tuve que arreglármelas para ser igual de persuasivo que él.
Desvía su vista hacia el suelo y se queda unos segundos en silencio, por lo que yo hablo —¿Qué tuviste que hacer? ¿Qué cosas le cediste?
—Eso lo sabes. Le regalé la casa que Steven me dejó a mí, entre otras pertenencias que tenía —se encoge de hombros. —Creí que me dejaría en paz, pero esa noche, él me dijo, que estaba seguro que nos veríamos de nuevo, y que un día, yo correría para él sí o sí. Creí que solo lo decía por intimidarme. Que eso no sucedería.
—¿Volvió a buscarte?— digo más en afirmación que en pregunta, y él asiente.
—No lo hizo durante mucho tiempo. Ya me había olvidado por completo de todo lo que sucedió, hasta que empecé a recibir, cosas.
—¿Qué tipo de cosas?— pregunto temerosa.
—Fotografías, notas, paquetes...
—¿Paquetes como el que yo recibí?— lo corto de inmediato y entiendo por qué, él sospecha que haya sido Aguilar.
Él asiente. Se pone de pie y rodea la cama hasta llegar a la mesita de noche al otro lado. Abre el último cajón y saca la dichosa caja que yo recibí hace días. Mi corazón se acelera y siento un temor extraño. Él se acerca hasta mí y levanta la tapa. Ya no hay pétalos secos como cuando la recibí. Puedo ver algunos papeles, que parecen fotografías.
—Recibía notas cada semana, diciendo que estaba vigilado o que ellos estaban cerca. En un principio creí que era alguna broma de los chicos que conozco en la universidad, hasta que en lugar de notas enviaron fotografías.
Coloca la caja sobre la cama y saca algunas fotografías para enseñármelas. Hay una, que es de un rollo de billetes de cincuenta, y en la parte de atrás tiene escrito: "Estas serían tus ganancias."
—Cuando recibí esta, inmediatamente supe que era Aguilar. Era tan obvio. Recibí dos más como esa. —Saca otras y me muestra que también son fotografías de rollos de dinero. —Recibí después una nota, donde me citaba para vernos. No accedí.
—¿Y qué pasó luego?— sé que no debería indagar más, pero necesito hacerlo.
—Entonces envió esta.
Saca otra fotografía más y duda unos segundos en mostrarla, pero finalmente lo hace. Mi corazón se olvida de cómo latir y mi respiración se atasca.
Tengo que arrebatarle la fotografía de las manos, para acercarla a mí y asegurarme que no estoy viendo mal. Que mis ojos no me traicionan.
La fotografía es mía. Alguien tomó una maldita fotografía mía entrando a Le'Diamant.
«Díos mío. Me han estado siguiendo» mi subconsciente me aterra más de lo que ya estoy.
—¿C-Cómo?... ¿Qué es esto?— tartamudeo intentando hablar. Me pongo de pie como resorte y no dejo de ver una y otra vez la fotografía.
—¡Alys, ese hijo de puta no solo ha estado vigilándote! ¡Ha estado detrás de ti!— Se escucha alterado, y en tanto sus palabras me confirman más, que Aguilar ha estado detrás de mí, la piel se me eriza y siento una roca instalarse en mi estómago.
—¡Oh, Dios mío! Esto no puede ser —digo asustada, y no dejo de dar vueltas en el mismo lugar.
—Alys. —Se acerca para hablarme y me detiene, poniendo una mano sobre mi hombro y con la otra, toma la fotografía para darle vuelta y que lea lo que dice atrás.
"¿Ahora si aceptarás vernos, Lucky Thunderbolt? ¿O se lo pregunto a ella?" es la nota que se lee al reverso, y algo me estruja el pecho.
Sé la respuesta que me dará pero aun así, pregunto:— ¿Te reuniste con él?
—Tuve que hacerlo.
—Dime que no es cierto —le pido desesperada.
—Alys, no pude negarme. ¿Cómo crees que me sentí al saber que estaba siguiéndote? ¡Solo pensar que te ha seguido, hasta saber dónde trabajas, me enferma!— se escucha molesto o desesperado. No lo sé. — ¿Crees que no tuve miedo de saber, que probablemente te haría daño? ¡Primero sobre mi cadáver!— Alza un poco la voz.
Abro mi boca para decir algo, pero no sé qué diablos decir. Estamos en el punto que Jaden tanto temía. En el punto donde Aguilar lo chantajea conmigo.
—¿Qué te dijo?— pregunto temerosa y bajo mi vista al suelo. No me atrevo a verlo.
—Creo que ya sabes la respuesta.
Sí, lo sé.
—¿Y qué respondiste tú?
Me atrevo a encararlo y busco una respuesta en sus ojos. Sus irises azules me observan con desesperación. Sé que intentan decirme algo, pero al contrario de ellos, sus labios no dicen nada.
Una mala sensación se apodera de mí, y justo en el instante que él abre la boca para hablar, se escucha un grito y la cierra de nuevo. El grito nos hace saltar a ambos del susto.
—Fue Juri —digo inmediatamente y salgo casi corriendo de la habitación, pasándolo de largo.
Avanzo a zancadas hasta la habitación donde ella está, y al entrar, veo desesperada a todos lados. Ella está parada cerca del armario, sosteniendo la sábana contra su cuerpo para cubrirse, mientras observa a alguien al frente.
Escucho cuando Jaden llega segundos después —¿Qué sucede?
Una vez pregunta, enciende la luz de la habitación, revelando a Evan levantándose del suelo al otro extremo.
Frunzo mi ceño en señal de confusión, pero a pesar del mal momento por el que acabo de estar pasando, una pequeña sonrisa me asalta y me contengo para no hacerlo notar. Jaden, pasa a mi lado para ayudar a Evan a ponerse de pie, ya que el chico luce muy ebrio y tiene muchas dificultades para hacerlo por sí solo.
Avanzo hasta Juri y coloco mi mano izquierda en su hombro —¿Estás bien?
Luce asustada y confundida. Ajusta la sábana, envolviéndola alrededor de su cuerpo y asiente avergonzada.
—¡Dios, este chico casi me da un infarto!— pasa una mano por su cabello y veo que se sonroja un poco.
—Juri, es Evan —digo medio sonriendo. Al parecer no lo ha reconocido.
—Alys, me vio semidesnuda —dice casi entre dientes para que solo yo la escuche.
No puedo evitar reír un poco y ella me observa molesta, por lo que hago un gesto de disculpa.
—¿Q-Qué diablos..., h-hacia esa chica en mi cama?— pregunta Evan arrastrando sus palabras debido a lo ebrio que está.
Jaden lo sostiene para que no se caiga de nuevo, y veo que está intentando no reír a carcajadas ante la situación. Es que hay que admitir que es un poco graciosa.
—E-Está desnuda —añade Evan e hipa una vez. —¿O f-fue mi imaginación?— dice con una media sonrisa.
—No estoy desnuda, tonto. Estoy en ropa interior —dice Juri observándolo molesta. —¿Que no le llamaste, Jaden?— Voltea hacia él.
Jaden hace un gesto de disculpa —Lo siento, Juri. Intenté una vez, pero no respondió y luego me fui a la habitación con Alys y lo olvidé.
—¡Oh! Eres Juri, la amiga p-pelirroja de Alyssa, ¿cierto?— dice Evan reconociéndola. —L-Lo siento por asustarte.
—¿Qué hacías en el suelo?— dice Jaden mientras lo mueve -arrastra- hasta sentarlo en la cama.
—E-Ella..., ella me empujó —dice riéndose escandalosamente como si eso le divirtiera y yo lo observo entre risa y confusión. Jamás lo había visto tan ebrio.
—Fue en defensa propia. ¿Cómo se supone que debía reaccionar? Estaba completamente dormida y semidesnuda, y de pronto él viene, se mete a la cama conmigo y me abraza —luce un poco avergonzada. —¡Mi primera reacción fue tirarlo de la cama!
Reprimo una carcajada y niego con la cabeza —Nos asustaste, Juri. Tu grito seguro se escuchó en todo el apartamento. Pero qué bueno que no fue nada grave.
—¡Alyssa! ¡El mejor amigo de tu novio me vio semidesnuda!— Recalca como si fuera la mayor vergüenza de su vida, y me río un poco más.
—Probablemente no recuerde nada mañana —me encojo de hombros. —Está ebrio totalmente.
—No creo que recuerde nada —dice Jaden y ambas volteamos a verlo. —Ya se quedó dormido.
Observamos a Evan que está tumbado de espaldas sobre el colchón y casi roncando.
—¡Agh! todo esto me provocó jaqueca —se lamenta ella mientras coloca una de sus manos en la frente.
—Tal vez empiezan los síntomas de la resaca, porque la verdad es que sí bebiste bastante —le digo cruzándome de brazos.
Ella niega con la cabeza y justo cuando se dispone a hablar, parece que la invade una arcada y lleva su mano hasta tapar su boca.
—¿Dónde está el baño?— pregunta apenas pronunciando las palabras.
—La siguiente puerta al pasar la habitación de Jaden.
No he terminado de hablar, cuando ella se las arregla para salir corriendo de la habitación, envuelta en la sábana. Creo que ella no podrá dormir más.
—Alyssa.
Jaden me habla muy cerca y me asusta un poco, porque no me di cuenta en qué momento llegó hasta mí. Lo veo de reojos.
—Tal vez debas quedarte con Juri en mi habitación. Creo que te necesitará cerca. Nosotros podemos hablar luego.
¿Jaden está evadiéndome?
Sé que hay una respuesta muy importante que aún no me ha dado. Dejamos a mitad nuestra conversación, y no creo que podamos continuarla. No ahora. Pero es tan notorio que él no está preparado para responder la pregunta que le hice.
Suspiro —Iré a ver si se encuentra bien —digo en un hilo de voz y me doy la vuelta para salir de la habitación e ir al baño para ver a Juri.
Él no me dice nada. Ni siquiera intenta detenerme, o decirme algo más. Hay algo que su silencio me grita, algo que me oculta y nos está separando. Nos está separando, y yo no creo ser capaz de poder unirnos de nuevo.
**~**
Son las 4:27 de la madrugada.
No he podido dormir absolutamente nada, me siento frustrada. Agotada y desesperada.
Juri está completamente dormida. Tuvo un fuerte episodio de resaca. Vomitó casi todo lo que sea que haya ingerido en la fiesta, y yo tuve que estar con ella en el baño, sosteniendo su cabello mientras ella echaba todo en el inodoro entre maldiciones.
Una vez pasó el vómito, vinimos a la habitación de Jaden para intentar dormir. No fue trabajo para ella, porque apenas y se recostó en la cama, quedó en un profundo sueño; que más bien, parece un estado de coma porque nada la ha despertado. Ni las vueltas locas que he dado en la cama, cambiando de posición a cada instante por no poder dormir; ni las veces que me he levantado para caminar en la habitación, como sonámbula.
Justo ahora, estoy tirada de espaldas en la cama, viendo hacia el techo. Con el puñado de pensamientos que me roban cruelmente el sueño.
No puedo pensar claramente. No puedo dejar de pensar tanta basura que ha causado el saber de Aguilar de nuevo. No puedo quitarme de la mente, que el silencio de Jaden cuando pregunté si accedió a correr para ese narcotraficante, es un absoluto y fatal sí.
Suspiro desesperada, y me salgo de la cama por décima vez. Me muerdo las uñas de mi mano izquierda, mientras me paseo desesperada de un lado a otro.
Quiero que amanezca para distraerme en tantas cosas que tengo que hacer durante el día, o tal vez quiero que esta noche sea eterna, y no tener que enfrentarme al mundo con una sonrisa falsa, como si la angustia no me estuviera matando internamente.
Y de pronto, una idea que cruza por mi mente me detiene en mi andar, me acelera el pulso y mi corazón parece querer huir de mi cuerpo. Mi vista viaja a la mesita de noche al lado de la cama, exactamente al último cajón. Ahí guardaba Jaden el paquete con las cosas que envió Aguilar.
Me acerco a paso lento mientras siento la adrenalina aumentar en mí. Con mi mano temblorosa, abro el último cajón y un nudo se instala en mi estómago al ver la caja. Dudo unos instantes, pero decido sacarla. Avanzo en silencio hasta sentarme en el borde de la cama, con el mayor cuidado posible para evitar despertar a Juri, aunque dudo mucho que eso sea posible.
Levanto la tapa, y aunque quisiera sacar todos los papeles de una vez y leerlos, no puedo hacerlo por no poder usar mi mano lastimada. Tengo que sacarlos uno a uno con mi mano sana.
Encuentro las fotografías que vi anteriormente de los rollos de dinero. Encuentro otras, que parecen unas manos haciendo un brindis con cervezas, leo al reverso y dice algo acerca de que así celebrarían cada victoria de Jaden. Hay otras de un auto negro y de uno rojo, ambos son autos deportivos y son demasiado lujosos. Hay fotos de una mujer que parece prostituta en una cama repleta de dinero.
Algo se contrae en mi estómago. Me estoy torturando mientras veo esto e imagino a Jaden, disfrutando de todo lo que ofrece Aguilar. Ese hombre sabe cómo persuadir. Jaden fácilmente pudo haber accedido a recibir todo esto y a lo mejor, mucho más.
Rebusco una y otra vez en la caja, buscando la fotografía que le envió de mí, pero no la encuentro. No está.
Mi ceño se frunce, cuando veo un sobre al fondo de la caja. Lo saco y reviso su contenido. Tal vez ya hurgué demasiado, pero si Jaden no me dio respuestas, seré yo quien las busque, aunque la curiosidad, bueno, ya sabemos lo que le hizo al gato.
Encuentro pequeñas notas. Cada una tiene fecha, y empiezo intentar ordenarlas según esa fecha, una a una. Encuentro la más antigua y la leo.
"Te tengo una mejor propuesta que la anterior. Tal vez ahora que cerraron el asqueroso círculo donde corrías, pienses aceptar trabajar conmigo."
Trago duro e inmediatamente recuerdo esa fecha. Fue un día después que la policía realizó el operativo en el lugar donde se realizaban las carreras del círculo alfa. Aguilar también se dio cuenta de eso, y eso, me da a conocer que nos estaba vigilando desde hace mucho tiempo. Sin perder el tiempo busco la segunda fecha.
"¿Por qué te empeñas en toda esa farsa de buscar un estúpido empleo? Mejor búscame en Black and White esta noche, y me dejas mostrarte como la última vez, que con mis ganancias no tendrás que preocuparte por tus gastos, jamás."
¿Por qué tengo una memoria tan buena? Recuerdo qué sucedió cada maldita fecha con exactitud. La fecha que tiene esta segunda nota, es el día que Jaden me dejó plantada en mi apartamento. El día que dijo que fue a un bar con los chicos y no llegó a dormir.
«Dios mío. Jaden te mintió. No fue al bar con los chicos. Estaba con Aguilar» la odiosa voz en mi cabeza y sus palabras, atraviesan mi corazón en una punzada dolorosa.
Niego aturdida intentando deshacerme de ese pensamiento, pero ya me alteró demasiado. Queda una nota más, sólo una, pero no sé si tengo valor para leerla.
Trago duro. Me lleva una eternidad sacar el dichoso papel del sobre, y extenderlo para leerlo. Siento mis manos temblorosas y ese estúpido nudo en el estómago que te advierte cuando algo saldrá mal, pero finalmente, leo la nota.
"Sabes que yo no me ando con juegos ni rodeos. Le envié un paquete a tu linda novia. Un pequeño regalo que estoy seguro que ella te dará. Son las llaves del rojo, estoy seguro que ese te impresionó más.
Te veo el sábado donde acordamos, y te aseguro, que no te arrepentirás de esta decisión."
No puedo respirar, mi corazón no puede latir más. No me di cuenta, en qué momento empecé a llorar en voz baja. Siento que algo dentro de mí se rompió.
Siento asfixia. Siento que la habitación se hace más pequeña. Me quiero ir de aquí. Quiero correr y huir quién sabe a dónde, quiero poner cuanta distancia sea posible entre Jaden y yo. Esto no puede ser cierto, Aguilar insinúa en esa nota, que Jaden aceptó correr para él, y no puede -no debe- ser cierto.
Me mintió. Jaden ha estado mintiéndome todo este tiempo. Por eso estaba tan raro últimamente, por eso sus desapariciones repentinas durante varios días a la semana, por eso jamás habla de su empleo donde gana demasiado bien y tiene horarios extraños, y por eso sus mortificaciones todo el tiempo. Es por la mentira.
Cubro mi boca con una mano para evitar sollozar demasiado fuerte. ¿Cómo pudo hacerme esto? ¿Cómo puedo evitar pensar en que me mintió, cuando todo es tan obvio? No puedo darle siquiera el beneficio de la duda, ni siquiera me siento capaz de darle oportunidad para explicarme.
—¿Por qué tenía que ocultármelo?— pregunto a la nada en voz baja mientras mis lágrimas se vuelven más constantes. —¿Por qué...?
Algo de ira mezclado con decepción se apoderan de mí, y tomo una inspiración profunda al tiempo que me pongo de pie y dejo la caja de nuevo en su lugar, tal y como estaba. No quiero que Jaden se dé cuenta que ya lo sé todo. Necesito saber más, necesito saber hasta dónde es capaz de mentir.
Inmediatamente rebusco mi ropa en el armario. Tengo que cambiarme y salir de aquí. No voy a soportar ver a Jaden cuando despierte y tener que encararlo, no ahora. Quizá nunca. Ahora prefiero huir como una maldita cobarde que no se atreve a enfrentarlo, y no me importa.
A duras penas y con algo de dolor en mi muñeca, logro cambiarme entre un par de lágrimas que aún lloro. Observo a Juri unos instantes, y tengo el pensamiento vacilante de despertarla y pedirle que salga conmigo; pero estoy segura, que eso sería peor. Tal vez no logre hacerla despertar, o tal vez lo haga y me arme un escándalo despertando a los demás. Así que mejor decido irme sola y tomar un taxi. Ya casi amanece y estoy segura que puedo encontrar alguno.
Vacilo unos instantes, pero decido finalmente salir de la habitación. Avanzo lo más silenciosa que puedo hacia la sala, rogando al cielo que Jaden no se encuentre durmiendo en el sillón. Cuando veo el espacio libre, siento un alivio gigantesco, avanzo hasta la puerta e intento abrirla cuidadosamente, pero está con llave.
—Mierda —digo en voz baja y me doy la vuelta, desesperada y sin saber qué hacer.
Seco un par de lágrimas en mi mejilla con mi mano sana, y empiezo a caminar hacia la habitación de Evan. Estoy segura que él debe tener llaves. Me detengo antes de entrar, y el pánico se arraiga en mí cuando imagino que Jaden debe estar adentro también. Tengo que arriesgarme, así que abro la puerta de una vez y avanzo con cautela.
Puedo distinguir a Evan, enredado totalmente en las sábanas y roncando profundamente. Suspiro aliviada cuando me doy cuenta que Jaden no está tampoco aquí.
«¿Dónde estará ahora?» la vocecilla me pregunta pero la hago callar.
Rebusco en la mesita de noche al lado de la cama, y por suerte encuentro las llaves justo encima. Las tomo inmediatamente y regreso a la salida de manera apresurada, como si mi vida dependiera del salir de aquí.
Salgo del apartamento y casi corro por el pasillo para descender por las escaleras al primer piso y salir del edificio. El aire frío me golpea de lleno el rostro y me eriza la piel, suelto el aire que ni siquiera sabía que tenía retenido y me espero unos segundos para normalizar mi agitada respiración.
Observo el pequeño estacionamiento y no observo el auto de Jaden por ningún lado. Estoy segura que ha salido. Debe haber salido en la madrugada, de seguro tenía que hacer algún trabajo para su nuevo jefe.
Suspiro de nuevo, y cruzo los brazos frente a mí para mantener el calor. Estoy segura que son cerca de las cinco por lo que el lugar luce desolado, y aún está un poco oscuro. Empiezo a caminar para ir a la otra cuadra y buscar un taxi. Espero encontrarlo o tendré que regresar caminando.
Gracias al cielo, hay un taxi cerca de la parada de autobús, avanzo hasta él y una vez le doy mi dirección, subo y se pone en marcha.
Voy en el asiento de atrás, perdida en mis pensamientos tortuosos. Siento un nudo en mi garganta y las lágrimas a punto de salir de mis ojos de nuevo. Daría lo que fuera porque esto sea una pesadilla. Daría lo que fuera por negar que las cosas son como son. Que Jaden no mintió. Él dijo que nunca me haría daño.
¿Cómo pudo ser capaz de ocultarme algo así? ¿Cómo puedo ser tan cobarde y huir de la realidad? Soy una cobarde y siempre lo he sido. Sé perfectamente que no podía quedarme más en ese apartamento. Si veía a Jaden, después de todo lo que leí en esas notas, iba a quebrarme por completo y esta vez, él no sería quien me sostuviera; por el contrario, él iba a darme el golpe final.
—¿Es aquí, señorita?— escucho la voz del conductor, quien me saca de mis cavilaciones.
Pestañeo un par de veces, y observo por la ventana el edificio Golden.
—S-Sí aquí es. Gracias —digo algo distraída.
Saco dinero del bolsillo delantero de mi jeans, y cancelo lo que el hombre me cobra. Qué suerte que traía ese dinero.
Me bajo perezosamente y avanzo a paso despreocupado hacia el edificio, aunque estoy deseando entrar lo más pronto posible. Subo los dos tramos de escaleras y llegando al tercer piso, no pierdo tiempo en avanzar hasta mi apartamento y abrir la puerta para entrar.
Recién lo hago, cierro la puerta y pego mi espalda contra la madera. Es gratificante estar aquí: sola y alejada de Jaden. Ahora puedo desahogarme sacando todo el llanto retenido.
Mi labio inferior tiembla al borde del llanto incontrolable, y no lo retengo más. Lloro como si jamás lo hubiera hecho. Los sollozos me estremecen y no me importa que se escuche fuerte. No hay nadie quien pueda oírme.
Me deslizo lentamente hacia abajo, hasta quedar sentada en el suelo recargando mi espalda contra la puerta, y flexiono mis rodillas para abrazarlas y hundir mi rostro en ellas.
Estoy llorando totalmente desconsolada. Lloro con el sentimiento más mierda de cuando has perdido todo lo que más has querido. Cuando todo en lo que creías, se cae, llevándote al suelo consigo.
Todo iba bien con Jaden, ¿cómo pudo venirse todo abajo de un momento a otro? ¿Cómo pudo Aguilar robarme eso que tenía con él? Maldito el día que ese hombre se metió a nuestras vidas.
—¡Maldito! —digo en voz alta entre sollozos. —¡Aguilar es un maldito y lo odio!— grito con desesperación hacia la nada.
Sollozo una vez más, y abrazo mis rodillas con mayor fuerza.
—No llores. No llores, Alyssa —me digo a mí misma intentado consolarme.
Debo ser fuerte, sí o sí. Jaden me estuvo ocultando la verdad todo este tiempo, pero era por mi bien. Sé que va a solucionar esto. Sé que podrá hacerlo y que todo vuelva a como era antes.
Tal vez solo me estoy dando falsas esperanzas. Tal vez solo estoy intentando postergar la resignación, pero no puedo evitar la pelea que tiene mi mente y mi corazón, justo ahora.
Mi mente me dice que él hizo lo incorrecto, pero mi corazón grita que lo hizo por los motivos correctos.
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