CAPITULO 39
Voy con Juri de camino hacia Golden, en su auto. Son las 8:25pm, y regresamos de trabajar.
Hace un par de semanas que reanudamos nuestras labores en la boutique. Mi vida ha vuelto a la rutina diaria que he tenido siempre, entre mis clases de la universidad y el trabajo.
—Siento que me quedaré dormida en cualquier instante, y voy a chocar el auto —Juri me habla con tono perezoso, y me hace verla con una pequeña expresión de espanto.
—Ni lo digas. A penas estamos iniciando el año, y soy demasiado joven para morir —digo en tono dramático y ella tira una pequeña carcajada.
—Además que si algo te pasara, estoy segura que Jaden me reviviría sólo para matarme de nuevo —ahora es mi turno de carcajearme por su comentario—. Por cierto, ¿cómo le va a Lucky? Ya sabes, con ese asunto de su primer empleo y eso —se encoge de hombros.
—Por ahí —me encojo de hombros también—. Los primeros días se quejó demasiado, pero ahora se encuentra mucho mejor.
—Ves, es lo malo de ser niño rico y no haber trabajado nunca —me voltea a ver y alza una ceja.
No me agrada mucho el comentario pero sé que en parte tiene razón.
—Lo sé. De todas maneras no es un trabajo tan pesado. Es medio tiempo y le pagan mucho mejor que a nosotras, quizá —me acomodo en el asiento del auto.
—Para conseguir eso me imagino que tenía buenas influencias —dice sorprendida y gira el volante a la izquierda.
—Pues creo que su padre tiene algunas influencias —recargo mi cabeza en la ventana—. Lo importante es que ya tiene un empleo. No tiene que preocuparse más por sus gastos.
—En eso tienes razón —disminuye la velocidad y se empieza a estacionar frente al edificio—. ¿Vendrá a quedarse esta noche? Tengo planeado salir y no te quiero dejar sola.
La idea de quedarme sola con Jaden no me parece tan mala. Después de aquella noche, hace dos semanas, me agrada la idea. Hemos dormido juntos un par de noches después de eso, pero no ha ocurrido nada de nuevo; sin embargo, necesito preguntar por qué saldrá ella, así que, recién nos estacionamos y bajamos del auto le pregunto.
—¿Por qué tienes que salir? ¿Vas algún lado?— empezamos a caminar hacia el edificio y ella asiente.
—Voy a salir con Allen —dice sonriendo, pero en el instante que dice ese nombre, mi sonrisa desaparece.
No le he dicho lo que sucedió la vez que me lo encontré en Fellow. No le he dicho que él dijo que no iba en serio con ella, y que la dejaría en paz porque yo se lo pedí. Muerdo mi labio inferior y no sé si sea un buen momento para decírselo.
—Juri, ¿qué tan en serio van las cosas?— pregunto dudosa y ella me observa
—¿Para mí o para él?
—Para ambos —digo. Caminamos una junto a la otra, y entramos al edificio.
—Para mí es como tu primer vals, ¿sabes? Donde planeas cada paso a la perfección para evitar equivocaciones —suspira—. Para él es como una vieja canción que ha bailado demasiadas veces y se la sabe de memoria.
Hay una pequeña expresión de duda en su rostro, y me siento triste por ella. Creo que esperaré después de esta noche para decirle lo que sucedió. Sólo espero que hoy, Allen tenga los pantalones para decirle las cosas de una vez.
—Está bien que bailes— digo finalmente—. Pero no aceleres tanto el ritmo, ¿de acuerdo?— pregunto para asegurarme que me ha entendido.
—De acuerdo —asiente sonriente y empezamos a subir las escaleras. Yo me acerco hasta rodear su cuello y hombro con mi brazo.
—Debo cuidar de ti, así como tú cuidas de mí —le digo sonriente y ella me devuelve el gesto.
—Yo no tuve que cuidarte de Lucky, y espero no tener que hacerlo nunca —me observa y alza una ceja.
—Pues yo también espero no tener que cuidarte de Allen.
—¡Qué dices! ¡No soy una niña de cinco años! —dice entre risas.
—En algunas ocasiones sí —digo en tono de burla y ella empieza a quejarse y decir excusas entre risas, que me hacen reír a mí también.
Finalmente llegamos hasta el tercer piso, donde está nuestro apartamento y avanzamos por el pasillo. Desde una distancia prudencial, logro distinguir algo que está al pie de la puerta del apartamento. Frunzo mi ceño y volteo a ver a Juri, quien también observa el objeto y luego a mí.
—Eso es... —dejo mi frase a medias y ella la completa.
—¿Un paquete?— nos observamos de reojos, y yo retiro mi brazo de ella. Hemos disminuido un poco nuestro caminar —Aterrador, ¿no crees? —dice ella y yo la observo con burla a su comentario—. Jamás recibimos nada y ese es un paquete, en la puerta de nuestro apartamento, en el pasillo a solas. Podría contener cualquier cosa. Es sospechoso —dice a pausas y me causa gracias.
—Has visto demasiadas películas de suspenso, Juri —rio aún más—. Lo único que me parece sospechoso es que no se lo hayan robado —ahora es ella quien ríe.
—Veamos si no es una bomba —ella finge un gesto de miedo y me hala del brazo para terminar de llegar.
Una vez llegamos, observamos el paquete y tiene una pequeña tarjeta. Sin perder el tiempo, Juri se agacha para recogerlo y lo sostiene con una mano –ya que no es tan grande- y con la otra mano, toma la tarjeta para leerla en voz alta.
—Feliz año nuevo, Alyssa —pronuncia con malicia, pero yo la observo extrañada y tengo que arrebatarle la tarjeta para averiguar que sea cierto.
Leo por mi propia cuenta, y efectivamente, eso dice. Todo parece indicar que el paquete es para mí.
—¿De quien será la broma? —digo al tiempo que tomo el paquete y lo sacudo para tratar de averiguar qué es. Juri se encoge de hombros—. Bueno, entremos para averiguarlo —hago de señas a la puerta y ella asiente.
Quita llave y ambas entramos. Me dirijo hasta uno de los sillones y me siento, mientras espero que Juri cierre la puerta y venga hacia mí.
—¡Bueno, ábrelo ya!— ella se cruza de brazos y me observa expectante. Yo asiento y a pesar de que no sé el motivo, me siento nerviosa.
Le quito el listón y levanto la tapa de la caja. Mi ceño se frunce en el instante que veo el interior.
—No me digas que es algo asqueroso —Juri me habla y se acerca con cautela hasta ver dentro de la caja también —¡Qué diablos! —dice confundida.
Ella mete la mano dentro de la caja y toma un puñado de pétalos secos. Si esto de enviarme un regalo era broma, debo decir que es la broma más tétrica que jamás he visto. La caja contiene pétalos de rosa ya secos.
—¿De quién puede ser la broma?— dice ella con disgusto y suelta los pétalos que tomó—. Es absurdo.
—No tengo idea —digo confundida y meto mi mano en la caja. Al mover los pétalos, siento algo en el fondo—. Parece que hay algo más —lo saco y es una tarjeta. Volteo hacia Juri quien me observa con demasiado suspenso diría yo.
—¿Qué dice?— Juri me incita a leerla.
Siento ansiedad, y un nerviosismo ha empezado a invadirme. Abro la tarjeta que está doblada por la mitad y me aclaro la garganta para empezar a leer.
—Un año nuevo inicia. Y se vienen nuevas cosas...
—¡Qué inspirador!— dice ella con tono burlista y me hace reír—. Continúa.
Yo asiento —Tu vida puede cambiar de un día a otro. Tal vez mañana, nada sea lo que tú pensabas —frunzo mi ceño ante las palabras que leo—.Todo podría pasar —finalizo con la frase extraña en la tarjeta.
—¿Eso es todo?— dice Juri cruzándose de brazos.
—Hay algo más —le digo cuando veo un poco más abajo en la tarjeta —Postdata: Hay algo más en la caja. Guárdalas, tú sabrás cuándo usarlas —en el instante que leo eso, levanto mi vista hacia Juri y la observo con temor. Entonces, busco en la caja de nuevo entre los pétalos secos, y encuentro unas llaves. Mi confusión es aún más—. Te lo juro, no entiendo nada —digo negando con mi cabeza.
—Yo menos —dice ella mordiendo su labio inferior—. ¿Serán las llaves de alguna casa? Eso no estaría nada mal —dice ella riendo y me hace reír también.
—Nadie me regalaría una casa, Juri. Además... —observo detenidamente las llaves—, estas parecen ser de un auto.
—¡Te regalaron un auto entonces!— dice sorprendida y yo ruedo los ojos.
—Nadie haría algo así —dejo las llaves en la caja de nuevo—. No tengo idea de qué broma es esta y no me interesa.
—Déjalo estar y si mañana alguien en el trabajo o la universidad, pregunta si recibiste algo inusual el día de hoy, pues ya sabremos quién fue —se encoge de hombros.
—Me parece buena idea. Mientras tanto olvidaré que esta cosa existe —tapo la caja de nuevo, dejándola tal y como estaba.
—De acuerdo —ella se estira perezosamente—. Bueno creo que tomaré una ducha para alistarme luego y salir.
—Ve con cuidado —le hablo como cuando mi mamá me aconseja. Ella asiente y desaparece por el pasillo hacia el baño.
Me pongo de pie y avanzo hacia el pasillo también, llevando la dichosa caja conmigo. Entro en mi habitación y pongo la caja en el suelo, para luego deslizarla bajo la cama. Acto seguido, me dejo caer de espaldas sobre el colchón.
Puedo escuchar el ruido de agua en las tuberías, cuando Juri enciende la regadera. Me quedo distraída viendo el techo, con los brazos extendidos hacia cada lado. Pensando en la dichosa caja bajo mi cama.
No dejo de verle el lado serio a la situación, pero también tengo el pensamiento de que sea alguna broma tonta. Sea cual sea la situación, trataré de pasarla por desapercibido.
**~**
—¡¡Jad, para!!— digo entre risas mientras intento moverme de lugar. Intento zafarme de su abrazo.
Me tiene abrazada por detrás, mientras deposita besos en mi cuello causándome cosquillas. Estamos acostados en mi cama porque vino a pasar la noche conmigo. Son cerca de las diez y creo que ninguno de los dos planea dormir ya.
—¿Por qué me pides que pare, si yo sé que te encanta que te bese así? —pregunta con la voz enronquecida, y se aleja un poco.
No sé qué decirle porque tiene toda la razón. Sólo sentir su reparación cerca de mi cuello, hace que se me erice la piel.
Me las arreglo para girar sobre mi costado y quedar de frente a él. Una enorme sonrisa se forma en sus labios y muero de ganas por besarlo. Sin embargo, sólo me acerco lo suficiente, como para rozar su nariz con la mía.
—¿Y a ti te encanta besarme? —digo casi rozando sus labios al hablar. Sus ojos se oscurecen casi de inmediato y puedo ver que se fijan en mis labios. Entonces, como respuesta, se acerca hasta besarme.
Sus labios me besan con fuerza y me aprieta contra su cuerpo. Invado su boca con mi lengua, y se le escapa un pequeño gruñido. El beso se vuelve más intenso y sus manos halan de mí para situarme a horcajadas sobre él. Una risita se me escapa cuando siento sus manos meterse bajo mi camiseta y acariciar mi abdomen.
—¿Qué me has hecho, amor?— murmura contra mis labios y me alejo un poco para verlo extrañada—. No puedo evitar tocar tu piel, sin querer fundirme con ella —sus ojos me observan con determinación y no puedo evitar sonreír como boba enamorada a su comentario.
—Creo que algo te gustó mucho esa noche —digo de manera maliciosa, refiriéndome a esa noche en su apartamento.
—Contando el hecho de hacerle el amor a una virgen..., creo que me gustó mucho —mis cejas se alzan ante su comentario y siento sonrojarme.
—¡Jaden! —chillo apenada y no puedo evitar esconder mi rostro en su cuello. El tira una carcajada y me abraza.
Me hace un poco de cosquillas solo para sacarme de mi escondite y lo logra. Sus manos ahuecan mi rostro y me hacen verlo fijamente —No importa si no hubiese sido tu primera vez. De todas maneras te deseaba locamente, y ahora lo hago aún más —su voz ronca es melodía para mis oídos. Una sonrisa traviesa se forma en sus labios y me acerca para besarme de nuevo—. ¿Podemos divertirnos un poco?— murmura contra mis labios y siento cómo me aprieta para rozarme con su cuerpo.
Un inexplicable placer me invade de inmediato, cuando siento la reacción de cierta parte de su cuerpo bajo el jeans. Estoy a punto de contestarle un absoluto y firme sí a su respuesta, cuando se escucha el ruido de la puerta del cuarto de Juri, siendo azotada con fuerza.
—¡Mierda! —dice él separando nuestros labios.
—Creo que Juri volvió —hago un gesto de disculpa por la interrupción.
—¿Y viene ebria? ¿O es que siempre cierra la puerta de ese modo?— dice con algo de disgusto.
Hago un gesto de duda —Creo que algo le pasa. Será mejor que vaya a ver.
—Será mejor que lo resuelvas pronto, porque recuerda que tú y yo, estábamos en algo —me da un apretón contra su cuerpo y no puedo evitar reír.
Niego con mi cabeza y me bajo de él para salir de la cama. Me acomodo la camiseta y el short, porque están un poco desajustados, y me doy la vuelta para ir con Juri. Abro la puerta y antes de salir me giro para verlo.
—¿Me esperas aquí o vienes a ver qué le hizo tu hermano a Juri? —reprimo una pequeña sonrisa por mi comentario y lo veo a él, observarme serio.
—Me quedo aquí, gracias —dice acomodándose la almohada—. Además, si salgo ahora, creo que la pelirroja notará algo un poco llamativo en mi pantalón —hace de señas a la parte más abajo del abdomen y no es necesario ser adivino para saber a qué se refiere.
Yo lo observo sonrojada y no espero a que diga nada más, para girar de nuevo a la salida. Puedo escuchar como tira una pequeña carcajada.
Al salir al pasillo, quedo frente a la puerta de la habitación de Juri. Pudo ver que está adentro porque la luz está encendida. Me sitúo frente a la puerta y golpeo dos veces la madera sólo para anunciar que voy a entrar. Abro la puerta y entro un poco indecisa.
La veo sentada sobre su cama, desamarrando las cintas de sus zapatos. A penas y entro, me habla sin voltear a verme —No quiero verte, Alyssa. Por favor, sal.
Frunzo mi ceño y avanzo más, ignorando lo que ha dicho —¿Qué sucedió?— digo suave para no alterarla.
—¡Quiero que salgas de mi habitación! —eleva la voz y me detengo de golpe. En ese instante voltea hacia mí y puedo ver que ha estado llorando. Sus ojos están hinchados y rojos.
—Juri...
—¿Qué no entiendes? ¡Déjame sola!— me corta de golpe, alzándome la voz de nuevo.
Yo la observo en silencio y no sé qué decirle. No tengo idea de qué diablos le hizo Allen. Quito mi vista de ella para ver a otro lado. No sé si dejarla sola.
—Juri no sé qué pasó, pero sé que no estás bien...
—¿¡Con qué derecho te atreves a decidir sobre mi vida!?— pregunta molesta, interrumpiéndome de nuevo. Frunzo mi ceño y niego con mi cabeza haciéndole saber, que no sé de qué habla. Entonces ella endereza su postura, y se pone de pie para hablarme—. Eres mi amiga, Alyssa. Y te agradezco que te preocupes por mí. Pero no puedes decidir cosas que me corresponden a mí —se señala con ambas manos en su pecho y puedo ver que se contiene para no gritarme más.
—¿De qué hablas?— le digo un poco molesta y ella lleva sus manos a la cintura.
—Si Allen iba a rechazarme, lo haría y ya. Yo iba a llorar y tu papel de amiga era solamente dejarme llorar y no sé, tal vez abrazarme y... —niega con la cabeza—, y restregarme el odioso: te lo dije... No tenías por qué alejarlo tú. ¡No era tu puto problema!— alza la voz de nuevo y ahora me señala.
Ahora lo entiendo todo. Ya sé a qué se refiere. El problema es, que Allen no le contó la versión original de las cosas.
—¿Puedes dejar de alzarme la voz siquiera? ¡No me hables así!— luce sorprendida porque también le he hablado fuerte—. No me interesa saber qué versión te dio Allen, pero si escuchaste la suya, ahora vas a escuchar la mía —me cruzo de brazos y la observo de manera desafiante.
Ella me observa en silencio pero puedo ver que se relaja un poco, y esa es mi señal para saber que me escuchará.
Entonces suspiro y empiezo a contarle —No voy a contarte toda la historia porque es demasiado larga. Pero en primer lugar, quiero pedirte disculpas, porque sé que debí decirte esto antes —suspiro de nuevo y ella me observa con una mirada penetrante. Me aclaro la garganta y continúo:— Fui a desayunar a Fellow, y me lo encontré ahí. Allen estaba en una especie de cita con una mujer —me quedo callada esperando alguna reacción y sólo veo que aprieta su mandíbula—. ¡Tienes razón! Tal vez sea tu vida y no deba meterme. Pero no pude evitar sentirme molesta. De alguna manera aunque no sean nada, él te estaba viendo la cara en ese momento y yo no podía soportar ver cómo la besaba y..., la tocaba —hago muecas de desagrado—. No podía evitar no hacer nada. Fui y lo encaré.
Me quedo unos segundos en silencio y ella me observa sorprendida —¿Fuiste a encararlo?— ella pregunta asombrada y puedo decir, que hay una pequeña sonrisa en su rostro. Yo asiento en respuesta y sonríe más—. ¿Fuiste a encararlo estando esa mujer ahí presente?
Me encojo de hombros —Claro, no le veo nada de malo —ella me observa y me hace de señas para que continúe—. En fin, no tienes idea de lo cínico que se comportó e intento defenderse, pero no se salió con la suya —muevo mis manos y las coloco en mis caderas—. Oye, sé que no debí hacer esto, pero..., sí, Juri. Yo le pedí que si no iba en serio contigo y sólo quería jugar, sería mejor que se alejara y te dejara en paz.
Nos quedamos unos segundos en silencio. Ella suspira y lleva las manos a su cabeza en un gesto frustrado —¡Soy una idiota!— empieza a moverse de un lado a otro desesperada—. Perdóname, Aly. Fui una tonta por reaccionar así contigo, pero estaba molesta. ¡Lo siento!
Yo la observo con gesto compasivo —No te preocupes. Lo entiendo. Créeme que por un lado, me alegra que Allen haya tenido los pantalones suficientes para dejarte en paz y no jugar contigo, pero me molesta que no haya sido sincero y te quisiera poner en contra mía. Eso es de cobardes.
—Allen es difícil de entender. Sólo es una máscara que muestra a los demás. No puedo creer que yo pensaba darle una oportunidad —rueda los ojos. Se encoge de hombros y suspira—. Creo que necesitamos dormir. Gracias por aclararme todo —se acerca hasta darme un pequeño abrazo.
—¿Segura que estás mejor?— pregunto dudosa mientras la abrazo.
—Estaré bien. Sólo dame está noche para reponerme de esta decepción amorosa, y mañana seré yo de nuevo —dice con una media sonrisa.
—Eso es lo que admiro de ti. Aún en una decepción amorosa, y no dejas de ser optimista. Yo sé que eres fuerte, y le demostrarás al idiota de Allen, que quien perdió aquí, fue él y no tú —una gran sonrisa acompaña a mis palabras.
—¡Créeme que lo haré!— dice sonriendo más y se aleja para ir a sentarse en la cama—. Buenas noches.
—¡Buenas noches!— hago un gesto de mano y me doy la vuelta para salir, e ir a mi habitación.
Una vez cierro la puerta del cuarto de Juri, sólo tengo que dar unos tres pasos y ya estoy en mi habitación. Abro la puerta y al instante que entro, veo a Jaden dándome la espalda. Parece que habla por teléfono mientras mira por la ventana. Cierro la puerta con cuidado para no hacer ruido y avanzo silenciosamente hacia él.
Estoy casi por llegar y abrazarlo, cuando habla alzando la voz y me detiene de golpe.
—¡Aléjate de ella pedazo de mierda! O te juro que no respondo, ¿¡me oíste!? —se escucha furioso. Su espalda luce rígida y sus hombros también. Sé que algo no anda bien.
Estoy quieta en mi lugar. Sé que debo esperar a que termine de hablar para luego acercarme a él.
—¡Si te atreves siquiera a mirarla, te juro que te las verás conmigo!— su voz es una amenaza total y me asusta —¡¡No te acerques a ella!! —puedo ver que aprieta el celular con fuerza contra su oreja. Veo que lo aleja y lo observa en su mano, como para verificar si han colgado la llamada y mi sorpresa es, cuando veo que es mi celular —¡Maldición! —dice furioso y cuando menos lo espero, se gira un poco, sólo para lanzar el celular con fuerza contra el suelo.
Doy un pequeño brinco del susto y se me escapa un jadeo. Cuando el celular se estrella contra el suelo, este se quiebra en pedazos y algunos de ellos rebotan cayendo cerca de mis pies. No puedo evitar cruzar mis manos frente a mí como escudo, por el temor que algún pedazo rebote alto y me golpee la cara.
Me quedo petrificada frente a la escena. Mis ojos están clavados en los pedazos regados en el suelo, de lo que hace unos segundos era mi celular. Levanto mi vista sólo para encarar a Jaden, quien me observa sorprendido y furioso a la vez.
—¿¡Qué diablos te pasa!?— espeto más fuerte de lo que pensé. Me siento molesta y asustada.
Su ceño está fruncido y su mandíbula tensa —¿Recibiste un paquete?— dice ignorando por completo mi pregunta y el pánico en ella. Yo abro mi boca con indignación por su evasión y nada viene a mi mente para decir.
«Cómo sabe lo del paquete? ¿Con quién hablaba?» mi mente formula muchas preguntas.
—¿Recibiste algo, Alyssa?— vuelve a preguntar más fuerte y me saca de mis pensamientos. Ahora creo que me está empezando a enfurecer.
Ni siquiera le importa que haya hecho mierda mi celular. Ni siquiera le importa que casi me golpearan los pedazos y yo ni siquiera sé por qué está molesto. Sé que lo voy a enfurecer más, pero lo ignoro. No le doy respuesta y simplemente, me pongo de cuclillas para empezar a recoger los pedazos de celular.
Mis manos tienen un pequeño nerviosismo y tiemblan levemente. Puedo ver cuando sus pies descalzos se sitúan frente a mí, pero no levanto la mirada. Escucho un suspiro y luego lo veo ponerse de cuclillas frente a mí.
—¡Alys, sólo respóndeme! —una de sus manos intenta tomar la mía pero yo la aparto, y una vez recojo los pedazos más grandes –que son tres-, me pongo de pie—. ¡Alyssa te estoy hablando!— se pone de pie casi al mismo tiempo que yo y se escucha molesto de nuevo. Con su mano firme me sujeta del brazo y yo tiro para zafarme.
—¡No me toques!— le digo entre dientes pero sé que nota el enojo en mi voz.
Su mandíbula se aprieta tanto, que siento que en cualquier momento va a partirla. Su expresión es completamente de ira y siento cuando afianza más su agarre en mi brazo —Sólo necesito que respondas a mi pregunta —dice con la voz baja, ocultando claramente el enojo.
—¡Acabas de hacer mierda mi celular! ¡Me alzaste la voz, y estás como loco por quien sabe qué diablos! ¿Y esperas que hable contigo así como si nada?— le reprocho molesta y me atrevo a encararlo.
Sus penetrantes ojos azules que ahora destellan algo que no sé descifrar, me observan fijamente y a pesar de que siento mi mirada flaquear, no la aparto ni un segundo. Sus hombros parecen relajarse un poco y su agarre en mi brazo se suaviza.
—Lo siento. Estoy furioso hasta la mierda no lo niego, y sé que actúo como un completo idiota cuando estoy así. Sé que no debí hacer todo lo que hice —suspira y aparta sus ojos de los míos—. Pero no puedes pedirme no volverme loco cuando se trata de ti.
Frunzo mi ceño y niego con mi cabeza —¡Ni siquiera sé qué tengo que ver en toda tu rabieta!
—No puedo explicarte ahora, porque voy a enfurecer si escucho siquiera de mi boca, todo lo que sé —me toma de los hombros y con sus pulgares hace suaves caricias —¿Dónde está el paquete?— su tono de voz es más suave y su expresión se relaja; sin embargo, no puedo borrar el coraje que siento.
—No esperes que tolere estas cosas si no vas a explicarme lo que sucede —digo en voz baja. Aparto mi vista de él, y me zafo de su agarre para ir hasta mi cama.
Coloco los pedazos de teléfono sobre la mesita de noche y me pongo de rodillas junto a la cama. Me agacho un poco para sacar la caja que guardé debajo, esta mañana cuando la recibí. Una vez la tengo en mis manos, me pongo de pie y avanzo hasta Jaden para entregársela de manera un poco grosera.
—Toda tuya —le digo con desdén y no espero respuesta. Me doy la vuelta y me dirijo a la cama para acostarme.
Siento rabia y un centenar de cosas más. Me siento resentida con él. Ha causado muchas emociones en mí, que no sé explicar. No sé qué le pasa y que él no me lo quiera decir, sólo provoca malas vibras en mí.
—Lo siento —vuelve a decirme con la voz enronquecida. Yo me detengo antes de subirme a la cama, pero no volteo a verlo—. Estoy seguro que en estos momentos no quieres estar cerca de mí y lo entiendo. No voy a pedirte que me dejes quedarme —sus palabras me golpean aún más, y no puedo evitar girarme para verlo.
Lo observo totalmente confundida. No estoy contenta por lo que ha hecho, pero no esperaba que se fuera a ir y dejarme. Sin embargo, mi orgullo es tan grande que no me permito preguntar nada.
Lo veo acercarse un poco, hasta sentarse al borde de la cama al lado contrario de donde estoy. Trabaja en silencio mientras se pone sus zapatos y se viste la camiseta. Siento una sensación extraña. Va a irse. Va a dejarme sola después de lo que acaba de pasar y no sé por qué.
Lo observo con mis ojos cargados de furia y tristeza por la batalla interna que tengo. No quiero dejarlo ir porque no es de este modo como quiero estar, no quiero quedarme sola en mi cama extrañándolo toda la jodida noche, pero no quiero detenerlo porque no me siento capaz de hacer a un lado lo que ha hecho y olvidarlo.
—Buenas noches, Alys —dice poniéndose de pie y me observa fijamente—. Juro que mañana mismo repongo tu celular.
—¡No me interesa el maldito celular!— le corto su frase y lo observo desesperada. Mi lado sensible ha ganado—. Me interesas tú. Me interesa saber qué te sucede. Porque detesto tanto saber que algo que me involucra a mí, te afecte tanto y yo sin saber qué es —mi voz se escucha agitada porque la he alzado un poco.
Suspira y parece dudar si hablar o no. Finalmente lo hace —Esto no es una simple broma —dice alzando el paquete con una de sus manos—. Quien sea que lo haya enviado es un hijo de puta.
—Por favor, Jad. No te enfades tanto. No puedes ser tan explosivo. Es sólo un paquete que se me hace estúpido —digo sintiéndome un poco molesta de nuevo.
—Pues déjame decirte, que quien haya enviado este estúpido paquete —dice con sarcasmo repitiendo lo que acabo de decir—, tenía tu número de teléfono y tuvo el valor para llamarte a las diez de la noche. ¿Cómo me pides que no me altere?— dice molesto y como si mi reacción por lo que hizo fuera muy ingenua.
Sus palabras me dejan en estado de shock. ¿Cómo puede ser eso posible?
—En estos momentos no puedo estar tranquilo. ¡Por favor entiéndeme!— dice casi suplicante y veo su mandíbula tesarse—. No puedo quitarme de la mente tantas ideas enfermizas, de alguien estando detrás de ti.
—¿Y por eso vas a irte y dejarme sola?— pregunto un poco dolida y lo observo fijamente. Quizá mis ojos me traicionen y le supliquen que se quede, dejando de lado mi orgullo.
Suspira pesadamente y deja caer sus hombros. Lleva su mano libre hacia arriba y pasarla por su cabello, en un gesto frustrado —Necesito respuestas. No podré dormir con tanto pensamiento haciendo trizas mi mente —dice desesperado.
Ahora mi batalla es aún más. Si no logro convencerlo de que se quede, me voy a despreciar a mí y aún más a él.
—Entonces haz lo que quieras, Jaden —digo con aire de derrota y me subo a la cama. Me acomodo dándole la espalda y me echo la manta encima, tratando de hundir un poco mi rostro en la almohada para no verlo.
Escucho unos pasos rodeando la cama y me invade la ansiedad. Va a marcharse.
Cuando menos lo espero, siento el colchón hundirse cuando él se recarga con sus brazos. Se acomoda de manera que me habla cerca al oído.
—No voy a marcharme. Pero necesito unos minutos. En seguida vuelvo —susurra suave y deposita un beso en mi mejilla.
Escucho cómo se aleja, y cierra la puerta al salir de la habitación. Me quedo sumida en un enorme silencio y casi soy capaz de escuchar mis pensamientos.
Sólo quiero dormir y despertar mañana como si nada hubiera pasado, pero no sé si logre conciliar el sueño. Tengo tanto que pensar. Tanto que tratar de entender.
Jaden ya me había dicho lo impulsivo que podía llegar a ser algunas veces, pero hacer pedazos mi teléfono frente a mí, eso jamás me lo hubiera esperado. Por otro lado, estoy tratando de saber quién envió el paquete y quién era el que llamaba, y puso de tan mal humor a Jaden en cuestión de segundos.
Por más que quisiera ignorarlo, no dejo de repetir una y otra vez la frase en la nota del paquete:
Tu vida puede cambiar de un día a otro.
En estos momentos me queda tan bien. O tal vez, me dijeron eso porque sabían lo que iba a pasar.
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