CAPÍTULO 29
«Su llamada está siendo desviada al b...»
Por décima vez en todo el día, vuelvo a escuchar la misma voz de la operadora. Por décima vez, la misma voz monótona y estresante que ya me tiene harta, me dice que Jaden tiene apagado el teléfono.
No sé nada de él, desde ayer por la mañana. Hablamos un poco cuando ya estaba en la boutique. Y ahora, es esa voz monótona de la operadora, que me tiene comiéndome las uñas, pensando que en dónde estará metido.
Intenté hacer caso omiso del comentario que hizo Mic, anoche en el supermercado. De esa retorcida suposición de que el día de ayer, por la noche, Jaden tenía la carrera que Aguilar le propuso. Sin embargo, después de intentar comunicarme con él y no poder, me hizo creer que así fue. Me hizo pensar en lo que había intentado olvidar.
Lo dejé estar durante la noche. Me hice a la idea de que si Jaden estaba corriendo, es porque debía hacerlo y, que después de esa noche, eso no sucedería más. Pase la mayor parte de la noche rogando al cielo porque él estuviera bien, eso hasta que el cansancio físico y mental hizo acto de presencia y me quedé dormida.
Lo peor ha sido el día de ahora. Justo cuando pensé que sería un día normal, y hablaría con Jaden de cómo ganó la carrera anoche y cómo Aguilar le agradeció por la gran cantidad de dinero que le hizo ganar, y lo despidió asegurando jamás volver a molestar o cruzarse de nuevo con nosotros. Todo era demasiado bueno para ser real.
Me la he pasado el día entero intentándome comunicar con él, sin respuesta alguna. Mis nervios aumentan con cada segundo que avanza de la tarde y yo sin saber nada. El peor de los casos es que Evan, llamó para preguntarme por él. Sentí un enorme nudo armarse en mi estómago, cuando recibí la noticia de que él tampoco tiene idea de dónde pueda estar o si está bien.
Estoy en la parada de autobús, torturando mi dedo meñique del nerviosismo y ansiedad que traigo. Evan quedó de venir por mí, para que vayamos juntos a la casa de Jaden a buscarlo. De no ser porque Evan me amenazó cruelmente, ya estaría en esa casa hace mucho. Pero él dijo que no era buena idea que fuera sola.
La bocina de un auto suena y me hace alzar la vista de golpe. Es Evan en el auto negro de Jaden. Avanzo hasta él y subo al lado del copiloto.
—¿Has sabido algo?— es lo primero que pregunto al entrar.
—No. Aún nada —hace una mueca con su rostro y se encarga de salir de donde se estacionó—. Estoy seguro que debe estar en casa de su tío.
—Te juro que si no está ahí, voy a volverme loca —suspiro y veo a través de la ventana.
Treinta y cinco minutos después estamos llegando al lugar. Justo cuando más prisa teníamos por llegar, había un tráfico de mierda. Ya casi empieza a oscurecer y no quiero que pase este día sin tener noticias de Jaden.
—¿Qué haremos si su tío está ahí?— pregunta Evan y se gira para verme, una vez se ha estacionado.
—No lo sé. Ni siquiera sé, qué diremos cuando abran la puerta —lo veo dudosa.
—Bien entonces, improvisemos —golpea las palmas de la manos en sus muslos. Se baja del auto y espera a que yo lo haga también.
Siento como si el asiento estuviera pegado a mi cuerpo y no me dejara moverme. Estoy tan ansiosa por ver que Jaden esté ahí, pero me siento nerviosa al pensar en la posibilidad de no encontrarlo, o al pensar en que me den la noticia de que Jaden sufrió un accidente y está en el hospital.
Inhalo profundo y bajo del auto. Avanzo a la par de Evan, hasta que llegamos al pórtico. Cuando llevo mi mano hacia el timbre, noto el temblor que hay en ella debido al nerviosismo.
—¡Tranquila!— Evan coloca su mano en mi hombro y yo le sonrío tímida.
Sin embargo, la ansiedad es más, cuando vuelvo a tocar el timbre y no hay respuesta alguna. Toco una vez más, pero parece que no hay nadie en la casa.
Me giro a darle la espalda a la puerta junto con Evan, y llevo las manos a mis caderas —No hay nadie. Jaden no está aquí, Evan.
—¿Buscaban a alguien?— una voz de mujer suena a nuestra espalda y ambos giramos para ver.
Mi garganta se seca. Mi estúpido y forzado sistema nervioso balanceado se va al caño, y mi corazón se acelera en el instante en que observo a la mujer el en umbral de la puerta. Su imagen me cae como balde de agua helada.
Luce adormilada y su cabello color morado extravagante, está totalmente despeinado. Viste únicamente una camiseta que conozco perfectamente. Viste la camiseta de Jaden.
Abro mi boca para hablar, pero las palabras huyeron de ella y me quedo muda. No sé si echarme a llorar, a maldecir o echarme a correr.
—Sí, buscamos a un amigo —Evan habla en mi lugar y veo que se pone casi enfrente de mí. Estoy segura que sabe que la imagen de esa chica vistiendo la camiseta de Jaden, me está matando de mil formas.
—Y su nombre es... —escucho la voz de la chica, pero ya no la veo. No sé si lo agradezco o soy tan masoquista como para querer seguir torturándome con su imagen.
—Jaden. Se llama Jaden. Él vive aquí —contesta Evan. La chica no dice nada, por lo que me muevo de mi lugar y levanto mi vista para verla. Luce realmente insegura y niega con su cabeza, como diciendo que no sabe de quién habla Evan.
«Viste la camisa de Jaden y la muy cínica finge que no lo conoce.» la vocecilla me habla furiosa. Sin embargo, la hago callar.
—Alto. De complexión atlética. Ojos azules —Evan empieza a describir a Jaden.
—Escucha..., allá atrás —señala con su mano al interior de la casa—, hay cinco hombres, no sé si alguno de ellos será.
—Vámonos, Evan —lo halo del brazo pero él no cede.
—Tal vez los conozcas por sus apodos y puedas mencionar algunos de los que están allá adentro. ¿Estuviste aquí anoche?— me parece que Evan solicita demasiada información.
—Vinimos cuatro chicas con Aguilar, hoy en la madrugada. Es al único que podría recordar su nombre —la chica se encoge de hombros en señal de disculpa—. Están dormidos aún, pero si quieres dejar un recado...
—¡Evan, ya vámonos!— digo entre dientes y lo halo de nuevo. La chica me mira sin expresión alguna y luego mira de nuevo a Evan. Entonces él asiente.
—Si ahí adentro, hay un chico llamado Jaden, dile que su novia, vino a buscarlo.
No espero a que diga más y me echo andar hacia el auto. Escucho a Evan despedirse apresuradamente de la chica y yo entro al auto. No puedo controlar el impulso de dar un portazo al cerrar la puerta.
Subo mis pies al asiento y flexiono las rodillas hasta abrazarlas y hundir mi rostro en ellas. Sin que pueda evitarlo, me echo a llorar. Las lágrimas corren por mis mejillas y empiezo a sollozar.
No puedo creerlo. Evan y yo, incluso Juri, muriendo de preocupación por Jaden. Y él, todo parece indicar que tuvo una noche de fiesta en casa de su tío.
«Jaden se acostó con esa chica. Ella tenía su camiseta. ¡Se acostó con una prostituta!» la maldita vocecilla me repite una y otra vez. No sé si escucharla. Puede que lo esté juzgando mal, pero, ¿y qué más puedo pensar?
—¿Aly? ¡Pero qué mierda!, ¿estás llorando?— la voz de Evan llega a mí y se calla cuando se acerca y siento su mano que intenta moverme de mi posición para verme.
—Evan, ya vámonos —digo entre sollozos y sin salir de mi escondite. Lo oigo suspirar.
—No estarás pensando que Jaden se acostó con esa chica, ¿o si?— su pregunta me hace salir de mi escondite aunque no quiera y verlo.
—No me digas que no piensas lo mismo —me defiendo—.Evan la viste. Vestía su camiseta.
—¿Y qué?— pregunta serio.
—¿Y qué?— digo incrédula—. ¡Oh claro!, de seguro ella tenía frío y Jaden de buena gente, le prestó su camiseta como abrigo —digo molesta. Él esta a punto de hablar pero lo corto—, o quizá tomó un baño y él le prestó su camiseta como toalla. O quizá se la prestó como pijama. ¿Si notaste que era lo único que usaba? ¿Lo notaste?— pregunto exasperada y empiezo a secar las lágrimas de mis mejillas. Ahora me siento molesta.
—¿No te parece que estás actuando demasiado dramática?— dice en tono burlista. Sin embargo, en estos momentos no estoy para sus bromas.
—¿Dramática?— río sin querer. Río sin nada de humor.
—Escúchame, Aly. Me caes bien, pero déjame decirte que en estos momentos, estás siendo demasiado egoísta e injusta.
—Dramática, egoísta e injusta —niego con mi cabeza—. ¿Algo más?
—¿Te das cuenta que te estás cerrando a una teoría creada por ti misma; sólo porque viste a una mujer vistiendo la camiseta de Jaden?— abro mi boca para reprochar pero no me deja—. ¡No! ¡Cállate y escucha, Alyssa! Soy amigo de Jaden desde hace muchos años. Lo conozco lo suficientemente bien, como para saber que ese idiota está perdida y jodidamente enamorado de ti. ¿Crees que sería capaz de hacer una idiotez sabiendo que con eso te perdería?— cuestiona molesto, y ahora ya no hay tono divertido en su voz. Ahora luce muy serio.
Intento decir algún argumento en mi defensa, pero nada viene a mi mente. Entonces él se aprovecha de mi inhabilitada habla y sigue con su reproche —¡Por el amor de Dios, Alyssa! ¡Abre los ojos! ¡Date cuenta! Estás acusando a Jaden de algo que no ha cometido. Ni siquiera has pensado en darle la oportunidad de explicarte.
—¿¡Cuándo!?— recupero mi habla—. ¿Cuándo me va a explicar, Evan? ¿Dentro de un día más? ¿Cuando quiera reaparecer? Ni siquiera se ha comunicado, Evan. ¡Tú abre los ojos!
—¿Te estás escuchando, Aly?— me observa directo y me obligo a verlo—. Estás dudando de un Jaden que es capaz de hacer lo que juró que jamás haría, por ti. Juró que jamás se involucraría con Aguilar y sin embargo, lo hizo. Lo hizo por ti, Alyssa. Para que no te lastimaran —hace una pausa y nos quedamos unos segundo en silencio—. Lo hizo para evitar lastimarte, y ahora lo crees capaz de hacerlo, engañándote. ¿No crees que sería ilógico?
Abro mi boca, pero de nuevo no tengo nada qué decir, así que la cierto de nuevo. Niego con mi cabeza y sé que estoy a punto de llorar de nuevo.
Evan tiene razón. No debo ser injusta y acusarlo de algo. No sin antes escuchar su explicación. Evan tiene toda la jodida razón en todo lo que ha dicho.
—Yo... —empiezo pero me detengo cuando siento que lloraré de nuevo—,es que tengo tanto miedo de que algo malo suceda. De que esto no funcione —un sollozo se me escapa y siento un par de lágrimas en mis ojos.
—Tienes miedo de que no funcione y sin embargo, es en lo primero que piensas ante un tropiezo. Que no está funcionando.
Lo observo un momento y suspiro —¿Sabes? Eres buen consejero. Sí puedes dejar de ser bromista por unos minutos —me encojo de hombros.
—¡Gracias! Es bueno saberlo. Creo que seré su terapeuta de pareja.
Una risa se me escapa y termino de secar las lágrimas. Inhalo profundo y suelto el aire en un pesado suspiro. Creo que en un momento de ira o decepción como en el que estaba, no podía pensar con claridad, y todo lo que Evan me ha dicho, me ha hecho ver las cosas de una manera distinta.
—Está bien. Esperemos a que Jaden se comunique y... —resoplo —, y veamos lo que me tiene que decir.
—De acuerdo. Ahora si siento que eres justa. ¡Que el amor y la justicia prevalezca!— dice con tono heroico y me hace reír aún más—. Bien, ahora sí ya vámonos.
Sin decir más, pone el auto en marcha. Estamos a punto de salir de la orilla donde estábamos estacionados, cuando alguien toca el vidrio de la ventana a mi lado.
Giro inmediatamente, y me topo con la imagen de Jaden. Y de nuevo, mi respiración y mi habla se han inhabilitado. Evan baja el vidrio de la ventana y en ese instante, el aroma de la loción de Jaden se cuela en mis fosas nasales, desordenando mi sistema nervioso como siempre.
Ahora que lo veo bien, luce agitado como si viniese de correr.
—¡Qué bueno verlos!— dice en tono cansado y efectivamente, parece que corrió hasta nosotros.
—Si, yo más bien diría, que bueno verte a ti —Evan es quien habla y su comentario ha sido un reproche.
—Lo sé. De verdad lo siento..., Alys —y cuando se dirige a mí, me siento más nerviosa —, perdóname. No te culpo si estás molesta. Sólo..., ¿tienes cinco minutos?
Suspiro y volteo a ver a Evan. Él me asiente y sé que con eso intenta hacerme recordar todo lo que recién hablamos. Entonces le asiento de vuelta y dirijo mi vista a Jaden de nuevo.
—¡Claro!— intento sonreír pero sé que ha sido una sonrisa forzada.
—Bien. Se quedará conmigo, Evan —y antes de decir algo, él abre la puerta para que yo baje. Lo hago sin protestar.
Una vez fuera del auto, él se despide de Evan y este se marcha, quedando Jaden y yo en un total silencio.
—Bien...
Mi frase queda a medias, en el instante en que Jaden acorta la distancia entre nosotros y me envuelve en sus brazos. Me toma unos segundos reaccionar y corresponderle. Sin embargo, cuando lo hago, lo hago con fuerza e incluso me permito cerrar los ojos.
—¿Estás bien?— murmuro contra su pecho donde descansa mi rostro.
—Sí, lo estoy. Lamento haberlos preocupado —se aleja de mí y entrelaza una de nuestras manos—. ¡Vamos adentro! Creo que tenemos mucho de qué hablar —me hace de señas hacia la casa.
—¿De verdad quieres entrar ahí?— digo un poco molesta y pongo resistencia para caminar.
—¿Hay algún problema?— su ceño se frunce.
Me siento un poco molesta porque él intenta hacerse el inocente —Tú dímelo.
—Alys, ¿de qué hablas?
—Pues todo parece indicar que ganaste la carrera, y eso puso de muy buen humor a Aguilar, tanto, como para hacer una fiesta y divertirse todos ahí con prostitutas —suelto todo tan rápido—. ¡Ah, y olvidaba la cereza del pastel! Una de ellas viste tu camiseta.
En el instante en que termino de hablar, su rostro parece palidecer y una verdadera expresión de horror se apodera de él —¡Mierda! ¿Qué diablos hizo, Aguilar? Alys, te lo juro no tuve nada que ver. Yo ni siquiera pase la noche aquí. Por favor, créeme.
Me sujeta por los hombros y yo desvío mi vista de la suya, apenada por decirle que dudo de él.
—¡Alys, mírame!— me mueve los hombros y me obliga a verlo—. ¿Crees que pasé aquí? ¿Piensas que me acosté con una prostituta?— mis ojos se sienten débiles ante su mirada y me siento como una maldita cobarde, por lo que me obligo a bajar mi vista —¿No confías en mí?— dicho esto, me suelta.
Siento como si me hubiese abofeteado. Siento que de alguna u otra manera lo he herido. Es decir, no es la primera vez que soy injusta con él y lo celo, culpándolo de algo que no ha cometido.
—Jaden. L-Lo siento. Soy una egoísta. Soy una estúpida y te juro que Evan me hizo darme cuenta de eso. Pero es que debes entender. Yo... —me quedo sin palabras y un gruñido frustrado se me escapa—, lo siento.
—Quisiera decirte que todo está bien. Que esto no me duele pero es que desconfías tanto de mí, Alyssa —puedo ver cuán dolido está. Su forma de hablarme. Su forma de llamarme por mi nombre completo, me dice que soy yo quien es una decepción aquí.
—Lo siento —sé que soy patética por no tener algún argumento digno de escuchar. Me abrazo a mí misma y clavo mi vista en la acera.
Él suspira y sé que está pensando de seguro en la manera más sutil de enviarme a la mierda. Es que soy tan idiota. Me la vivo quejando que no quiero que él se aleje de mí y sin embargo, a cada instante cometo estupideces, inseguridades, celos. Todo provocando que lo haga. Que me deje.
—Alys... —suspira y veo sus botas acercarse—, no tuve una buena noche y mi cabeza es una mierda hecha de miles de pensamientos —termina de acercarse y lleva su mano para alzar mi barbilla y hacerme verlo—. Debemos tener una conversación, pero prefiero hacerlo en otro momento —torpemente asiento, pero puedo sentir el inmenso nudo en mi garganta y las lágrimas nublar mis ojos. Su ceño se frunce y su expresión se vuelve blanda —Alys, no por favor. No llores.
—E-Estoy bien —miento y desvío mi vista.
—¿Segura?— ahueca mi rostro con ambas manos. Asiento nuevamente y me da un beso en la frente—. Vamos a tu apartamento.
Baja sus manos y me toma por la muñeca. Me hala hasta guiarnos a un auto que nunca había visto; sin embargo, subo a él sin protestar cuando abre la puerta del copiloto para mí. En silencio me introduzco en el asiento y él cierra la puerta.
Mi vista está clavada hacia el frente, pero escucho cuando se recarga en el espacio de la ventana —Te amo, Alyssa. Eso no lo dudes en ningún momento, por favor. Tal vez a veces sea un completo idiota contigo, pero vamos a estar bien —deposita un beso en mi sien y me hace cerrar los ojos.
—Lo sé —volteo a verlo y le regalo una sonrisa un poco trsite. Él me sonríe de vuelta aunque no como realmente quisiera.
Se retira, y avanza a paso lento hasta llegar al otro lado y subirse para conducir.
Sé que no es un buen momento. Sé que puede que sí él haya tenido una mala noche, pero mi maldito sexto sentido me dice que algo no va bien. A parte de estar segura que soy una completa idiota, también estoy segura que algo malo va a decirme.
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