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CAPÍTULO 2

Ha pasado una semana desde que fuimos a recoger nuestras boletas de calificación a la escuela. No hemos regresado ahí después de eso.

Esperamos una semana más para que sea el baile de graduación, no estoy tan ansiosa por eso la verdad. Suena interesante porque tengo entendido que no será en las instalaciones de la escuela, sino en uno de los mejores salones de eventos que está sobre la longitudinal. La escuela siempre alquila el local para su baile anual de graduación. Fuera de eso, no me apetece ir. No soy de esas chicas que ama los bailes y fiestas, incluso si es un baile de despedida, por lo cual debería estar más que ansiosa porque se llegue el día.

A través de redes sociales y por unos cuantos comentarios de Meredit, me he dado cuenta de que las demás chicas están como locas. Para esta semana hacen planes de ir a esos estúpidos lugares donde te brindan bronceados ficticios, que seguramente no son del todo sanos para la piel. Aseguran ir de compras al centro comercial y están preparándose dramáticamente.

Hace unos días fui al centro comercial con Meredit porque insistió en que la acompañara a comprar un vestido para el baile, insistió en que comprara uno yo también, pero decliné totalmente la idea.

Me encontré con dos compañeras más, comprando unos vestidos bastante provocativos. Muy pegados al cuerpo y cubrían a penas la mitad de sus muslos. No tengo nada en contra de lo corto, pero simplemente no va conmigo, además, que considero que no es necesario mostrar tanto para atraer la atención de algún chico, que seguramente ese es su objetivo para el día del baile.

Al final Meredit eligió uno perfecto para su figura. Me obligó a prometer que si cambiaba de opinión respecto a comprar un vestido, no dudara en llamarle.

Por ahora estoy en mi habitación, tirada en mi cama mientras busco en mi laptop modelos de vestidos para fiestas: casuales y decentes. No puedo creer que esté siquiera considerando comprar uno, pero lo hago. Mi búsqueda no tiene mucho éxito ya que ninguno en las boutiques cercanas llama mi atención.

Observo mi celular por quinta vez en menos de diez minutos. Derian aún no me llama y quedó en pasar a recogerme hace más de media hora. Iremos a las oficinas de correo por un paquete que me envía mi tía Belgie desde Italia y debo recibirlo a las 5:00pm. Son ya las 3:32 y Derian no da señales de aparecer.

—¿Cariño segura que no quieres café?— mi mamá llama desde abajo. Está en la sala con Julissa, la mamá de Derian.

—Gracias, pero prefiero cuidar mis riñones —grito desde mi habitación.

—¿Podrías bajar?— mamá vuelve a llamar.

Hago un puchero porque no quiero abandonar mi comodidad, pero me obligo a levantarme y me siento en el borde de la cama.

—¿¡Es una orden!?— grito más para mí misma pero sé que mamá ha escuchado.

—Es una orden —afirma, hago un pequeño berrinche y me levanto. Antes de salir de mi habitación, cambio las sandalias que traigo puestas por mis Vans negros, ato bien las cintas y salgo de la habitación.

Bajando las escaleras alcanzo a escuchar las voces de Julissa y mamá. Doblo a la derecha en dirección a la sala y ambas están sentadas en el sillón familiar. Dos tazas humeantes están sobre la vieja mesa de madera al centro. Avanzo hasta llegar al sillón personal y me siento en el reposa brazos.

—¡Hola, July!— sonrío en dirección a la madre de mi mejor amigo, siempre la he presentado a todos como mi tía y una ocasión en quinto grado dije que era mi mamá. Ella me sonríe mientras toma una de las tazas con café.

—Hola, Aly— toma un sorbo de café y luego coloca la taza de nuevo sobre la mesa —¿Segura que no quieres café? Está delicioso.

Muevo mi cabeza negando —¡Gracias!— dirijo mi vista hacia mamá —¿Decías?

—Sólo quería que bajaras de la habitación. Llevas más de dos horas ahí frente a la computadora y sabes que no me gusta.

Arrugo mi nariz y me deslizo de donde estoy sentada hasta caer en el sillón —Derian no ha llamado. Quedamos de ir por mi paquete, es tarde y no creo que llegue a tiempo.

Mi mamá voltea hacia el reloj en forma de sol que cuelga de la blanca pared detrás de donde se encuentra. Son las 3:37.

—Es tarde, tal vez tuvo algún contratiempo. Tal vez deberías ir sola en autobús.

—Odio viajar en autobús y a esta hora el tráfico es horrible —me quejo y no quiero ir, no en autobús.

—Pero talvez deberías. ¿Por qué no le llamas y preguntas si vendrá a tiempo?— July me recomienda pero no quiero; sin embargo, tengo que hacerlo si quiero llegar a tiempo.

Saco mi celular del bolsillo delantero de mi jeans y tecleo el número para llamar a Derian. El timbre suena dos veces y a la tercera, su voz inunda la bocina.

—¿Sí?

—Estoy esperando. ¿Vendrás hoy o mañana?— río un poco para asegurarme de que no se moleste un poco por mi comentario.

Escucho un quejido de duda al otro lado de la bocina —Creo que será mañana —ahora soy yo quien se siente molesta. Tendré que viajar en autobús. —Oye lo siento, pero estoy atascado en una calle de tráfico sin fin, de ninguna manera llegaría a tiempo. Tendrás que ir sin mí.

—Sí. Ya me había hecho la idea —observo a July y a mi mamá, mientras niego con la cabeza haciéndoles saber que iré en autobús.

—Aly lo siento, te quedé mal.

—No te preocupes, tal vez a la salida puedas recogerme.

—Seguro que sí. Debes salir ya antes de toparte con tráfico tú también.

Asiento como si pudiera verme —Te llamo luego —finalizo la llamada, vuelvo a meter el teléfono en mi bolsillo y me pongo de pie. —El tráfico aguarda —camino hacia mamá para besarla en la mejilla, luego hago el mismo gesto con July.

—Ve con cuidado —July sonríe.

—Deberías llevar tu abrigo, el pronóstico decía que habrían lluvias. Lleva también un paraguas. ¿Lo traigo?— observo a mamá ponerse de pie, pero la detengo.

—Tranquila, ma. Estoy bien así. Sabes que odio los paraguas. Me estorban —digo y avanzo hasta la entrada. Ella rueda los ojos y se vuelve a sentar —.Sigan en lo suyo. Nos vemos más tarde —cierro la puerta principal detrás de mí.

Avanzo por el pequeño camino de rocas entre el jardín. Levanto mi vista hacia el cielo y sonrío burlonamente al observar que no se equivocaron los del clima, no ésta vez. El cielo está oscurecido con nubes negras de tormenta por completo, apenas son las 3:46 y pareciera que son las 6:00pm.

Camino por la acera hacia la parada del autobús. Una brisa helada me eriza la piel y me abrazo a mí misma. Tengo el pequeño impulso de regresar a casa por un abrigo pero no lo hago. Perdería más tiempo. Me conformo con la blusa de algodón maga larga que traigo puesta.

La brisa previniendo de la lluvia se vuelve un poco más fuerte. He caminado dos cuadras y media, y me encuentro llegando a la parada de autobús. Las personas caminan a paso acelerado para llegar a sus casas lo más antes posible.

Veo el autobús venir y cuando se detiene, me formo en la pequeña fila para subir detrás de los dos señores que estaban aquí cuando llegué. Subo al autobús y al instante que avanzo hacia la segunda grada, las puertas se cierran. Cancelo mi pasaje mientras busco con la mirada algún asiento vacío. Por suerte hay uno justo a la par de una señora, avanzo hacia él y me siento al lado de la ventana. Puedo ver cómo ha empezado a llover y creo que lamento el no haber traído abrigo.


Han pasado más de 15 minutos desde que abordé el autobús, son ya las 4:23. No ha parado de llover y conforme el autobús avanza acercándose a la avenida del centro, las calles van luciendo más atestadas de tráfico.

Derian me llamó hace cinco minutos, para confirmar que me iría a recoger a la salida. Estoy con mi cabeza recostada en el helado vidrio de la ventana, observando el agua de la lluvia correr por los canales a la orilla de la calle hasta llegar a las alcantarillas.

El autobús no ha avanzado del mismo lugar desde hace cinco minutos. Los demás pasajeros empiezan a desesperarse y el señor que viene sentado atrás, ha empezado a maldecir mientras llama a alguien para explicar que se demorará. La señora a mi lado mueve su pierna izquierda de manera impaciente y yo me limito a suspirar e intentar ver hacia adelante para ver qué sucede.

El señor del asiento de al lado se pone de pie y se dirige a la puerta de salida atrás, baja del autobús y lo veo pasar al lado por la ventana. Una joven imita la acción y se baja del autobús también, le sigue el hombre que maldecía en el asiento de atrás y yo muerdo la uña de mi meñique mientras considero bajar yo también.

La lluvia ha cesado considerablemente y estoy a unas tres o cuatro cuadras de llegar a las oficinas de correo. La señora que viaja a mi lado se pone de pie y se dirige hacia la salida, me impulso a ponerme de pie también y la sigo hasta que bajo del autobús.

Mi ojos se cierran un poco por el contacto de la suave lluvia en mi rostro y me abrazo a mí misma mientras empiezo a avanzar en dirección a las oficinas de correo.

Muchas personas caminan por la acera. Algunas con paraguas, otras con abrigos impermeables y otras más al igual que yo, caminan mojándose e intentando llegar lo más pronto posible a donde sea que vayan.

Estoy un poco empapada, mis vans negros están mojados, tanto, que ya puedo sentir que se filtra el agua a través del material. Siento frío y sé que mis pies están helados al igual que mis manos. Intento apresurar mi paso mientras estiro las magas de mi camisa hasta cubrir mis manos un poco y las cruzo frente a mi pecho. Estoy agradecida de haber traído esta blusa y no una de tela más delgada que me causara más frío, o una de color más claro que por lo empapada que estoy, ya marcara demasiado el sujetador rojo que traigo.

El frío me empieza a afectar, así que apresuro mi paso. La lluvia aún está suave pero la brisa helada hace que mi piel debajo de la blusa se erize. Mi cabello suelto esta algo mojado y empieza a gotear incómodamente en mi espalda mojando más mi blusa. Me arrepiento por haberlo traído suelto. Intento juntarlo y lo paso a un solo lado de mi cuello, y cae hasta llegar casi a mi cintura. Me gusta usarlo así de largo aunque es un poco tedioso cuando se moja y tengo que secarlo. Justo ahora me imagino que no luce tan bien.

Estoy a punto de llegar a un cruce de semáforo en la esquina de la cuadra. Veo un grupo de jóvenes que está reunido cerca de un poste de alumbrado, justo en la dirección que llevo.

Intento evadirlos pasando de lado, cuando siento el impacto sobre mi pómulo izquierdo.

El codo de alguien se estrella contra mi rostro y me frena de golpe haciéndome perder el equilibrio. Resbalo en la acera lisa por la humedad y como acto reflejo extiendo mis manos hacia atrás para aminorar mi golpe, pero me impacto con brutalidad sobre la acera. Un quejido ahogado brota de mi garganta en el momento en que mi trasero golpea el suelo y empuño mis ojos. Me siento aturdida.

Me encuentro tirada en la acera. Empapada hasta la médula, con mis manos ardiendo y mi trasero adolorido. La lluvia suave cae sobre mí y me impide lograr ver hacia arriba. Me levanto un poco hasta quedar más sentada, cuando un par de botas caterpillar cafés, se colocan en mi campo de visión en el suelo.

—¿Se te movió el suelo, linda? —una voz burlona se escucha atrás proveniente del grupo de dos chicos y dos chicas que intentaba esquivar.

Cuando logro acostumbrar mi vista a la caída de la lluvia, observo al chico frente a mí que ríe con diversión con el cuerpo a medio girar, hacia el estúpido y completo idiota de atrás que dijo ese estúpido comentario.

Lo observo enfadada, pero me siento miserable y deseo que me trague la tierra. Aún estoy tirada en la acera y puedo observar que algunas de las personas que pasan, me miran extrañadas y otras con un poco de diversión.

El chico de las caterpillar voltea hacia mí, y al momento en que me observa, su risa burlona desparece. Luce apenado. Extiende su mano hacia mí en un gesto para ayudarme a ponerme de pie. Se ha burlado y ahora pretende ayudarme como si nada. ¡Que idiota!

Mi ira me obliga a actuar por impulso. Golpeo su mano apartándola de mí, mientras oigo burla de parte del grupo de atrás ante mi rechazo. Sin pensarlo más, tomo un impulso para levantarme.

Al momento en que flexiono mis rodillas y estoy a mitad de mi levante, una mano me toma del brazo, halando de mí con fuerza hacia arriba. Cuando estoy de pie, pierdo el equilibrio por el halón tan brusco y me inclino hacia adelante chocando contra el chico frente a mí. Siento más rabia y vergüenza de la que ya tenía; pero en tanto choco contra él, lo empujo con fuerza con mis dos manos.

—¡Idiota!— mi voz suena un poco áspera y llena de coraje. Su pandilla estúpida ríe aún más. No hago más que mirarlos con todo mi coraje. Regreso mi vista hacia el chico frente a mí y lo observo viéndome con una expresión totalmente en blanco, pero refleja algo que parece ser coraje.

Su ceño está fruncido y su mandíbula un poco tensa. Su rostro... ¡Su jodido rostro! Es jodidamente atractivo. Sus ojos son un azul intenso, su cabello castaño está empapado y gotea en su frente. Trae puesta una camiseta blanca y encima una chaqueta de cuero negra, que a pesar de no quedarle tan ajustada, no oculta la musculatura que hay bajo ella. Unos jeans negros un poco ajustados y sus caterpillar son el complemento de su vestimenta.

Después de mi minuciosa y espero que disimulada ojeada, lo veo lucir avergonzado. No sé que hago aquí pensando en el atractivo de este tipo. Ya debería estar en las oficinas de correo. Ya perdí demasiado mi tiempo en este chico estúpido y su estúpido grupito.

Finalmente pongo movilidad a mis pies y camino a pasarlo de largo, pero siento cuando unos dedos fríos toman mi muñeca izquierda y tiran un poco de mí, esta vez con más cuidado. Pero aún así, no dejo de sentir coraje.

¿¡Qué demonios quiere!?

Volteo con brusquedad para encararlo pero él me suelta y mete sus manos en los bolsillos delanteros de su jeans.

—Lo siento —su voz ronca me frena de golpe ante lo que iba a decir. No entiendo. ¿Se disculpa por qué? ¿Por golpearme y tirarme al suelo? ¿Por levantarme con brusquedad? ¿Por tirar de mi muñeca? ¡O por ser idiota!

—Disculpa..., fue un accidente —continúa y su vista está fija en el suelo —Lo siento yo..., no sabía que golpearía a alguien. No sabía que tú estabas atrás.

—Eso fue obvio, ¿o no?— mi voz lo corta en su casi creíble discurso y él parece sorprendido.

No espero a que diga nada más y me impulso nuevamente a caminar. Estoy empapada completamente, no quiero imaginar cómo están mis jeans de la parte trasera. Me avergüenza que estén sucios por la caída pero no me importa, me quiero largar de aquí lo antes posible.

—¡Espera!— su voz vuelve a llegar a mis oídos —.Toma —me detengo y lo observo sobre mi hombro. Veo que se quita y me extiende su chaqueta de cuero, dejando al descubierto sus músculos bajo la delgada camiseta blanca. Sus brazos, pecho y abdomen están muy bien ejercitados, y no puedo creer que me esté fijando en eso.

—No la necesito —me giro para continuar mi marcha.

—Yo no opino lo mismo —lo escucho más cerca —Creo que la necesitas más que yo —extiende la chaqueta justo frente a mí y lo miro con enojo. No la quiero.

—Te dije que... —me golpea con la chaqueta en el estómago cuando me la vuelve a extender.

—¡Joder! No te estoy consultando si la quieres. Te estoy diciendo que la tomes —su voz parece irritada —.Escucha aunque no compensa nada, te estoy ofreciendo mi chaqueta como disculpa por lo que hice. Porque estás empapada. No creo que quieras seguir mojándote. Y si no te has dado cuenta, estoy mojándome yo también mientras estoy esperando un siglo para que decidas tomarla —ahora él luce molesto y tiene razón, ha empezado a empaparse él también.

—¿Tenemos que aguantarnos estás mierdas?— uno de los chicos del grupo se queja molesto —¡Déjalo así y larguémonos!

Entonces, él me mira nuevamente y no sé que es lo que estoy haciendo, pero antes que diga algo más, tomo la chaqueta. Él sonríe pero yo no le devuelvo el gesto.

—Luego puedes deshacerte de ella si quieres... —aún sonríe —O puedes devolvérmela cuando te vea de nuevo —me guiña un ojo y antes de que pueda decirle algo, gira sobre sus talones y se marcha junto con el estúpido grupo, quienes antes de marcharse, me envían una mirada cargada de picardía por parte de los chicos e ira cruda por parte de las dos chicas.

Pienso un instante en lanzar la chaqueta en el cesto de basura a mi lado, pero la lluvia se vuelve un poco más fuerte y tengo mucho frío, así que me animo a ponérmela.

Mi piel se eriza al sentir el calor que aún resguarda del cuerpo que anteriormente cubría. La sensación de calidez se siente tan bien. Me queda un poco grande, a decir verdad, me gusta cómo me queda. Aunque creo que parece como si traigo el abrigo de mi papá. El frío me está matando y empiezo a temblar.

Cuando la acomodo de manera que pueda cerrar la cremallera, parece que acciono el modo "aromatizar", ya que el aroma a loción invade mis fosas nasales e inhalo en un suspiro profundo. El aroma me agrada. Cierro la cremallera y empiezo a caminar hacia donde llevaba mi objetivo anteriormente, cruzando la calle del semáforo.

Aún siento el aroma varonil tan agradable que llega a mí, cada vez que doy un paso y muevo la chaqueta. El aroma de la loción claramente no es de cualquier loción barata, parece ser fina. Es realmente agradable, no sé cuánto tiempo la usó, pero parece como si recién acabarán de aplicarla.

Camino mientras elevo mi mano derecha para tocar mi pómulo izquierdo que ha empezado a doler por el golpe. No me extrañaría que ya esté un poco hinchado o talvez tenga ya un moretón. Mis manos arden al igual que mi trasero.

Finalmente llego al edificio de las oficinas de correo a las 5:36, rogando a Dios porque no hayan cerrado. Siento una oleada de alivio cuando aún veo a la recepcionista detrás del mostrador. Me explica que tuve suerte, aún no se han marchado por la lluvia. Explico que es lo que se supone que debo recibir y tras unos pequeños papeleos y firmar, me entregan el paquete y agradezco a la chica saliendo del local.

Me quedo a esperar en la fachada, que por suerte tiene techo donde me resguardo de la lluvia. Derian llamó hace 5 minutos para decirme que estaba casi llegando.

Estoy parada, perdida en mis pensamientos acerca de lo último ocurrido: la peor vergüenza de mi vida, mi peor caída. Un grupo de idiotas riéndose de mí. Un completo y extraño idiota golpeándome y regalándome su chaqueta de cuero como disculpa. Y lo más extraño, lo más incomprendible: diciéndome que se la devuelva cuando lo vea. ¿Por qué piensa que nos volveremos a ver?

La bocina del auto de Derian, me hace sobresaltarme en mi lugar. Sonrío cuando lo veo y él hace lo mismo, pero de pronto, su expresión se torna seria y su ceño se frunce. Ignoro su gesto, tomo el pequeño paquete en mis manos y camino hacia el auto.

Derian me abre la puerta desde adentro quitando el seguro, me introduzco en el asiento y cierro la puerta. Luego me abrocho el cinturón y entonces antes de que pueda hablar, Derian estira su mano hasta tocar mi pómulo izquierdo, hago una mueca de dolor cuando me toca con el pulgar.

—¿¡Que demonios es esto Alyssa!? ¿Estás bien?— estira sus manos y examina todo mi rostro asegurándose de que no tenga algún otro golpe —¿Estás bien?— pregunta de nuevo y veo preocupación en su rostro así que ideo algo que decir, porque no sé si debo contarle lo ocurrido.

—Sí estoy bien. El autobús frenó de golpe y me impacté con uno de los barrotes cerca de la puerta —me siento un poco mal por mentirle, pero no quiero decir lo que realmente pasó. Realmente no tengo idea de qué pasó.

—¿Pero estás bien? ¿No te golpeaste más? ¿Te duele mucho?— vuelve a poner su mano sobre el golpe pero ésta vez con mas cuidado.

—Sí, estoy bien. Tranquilo. Sólo es un pequeño golpe.

—¿Pequeño golpe? ¿Te lo has visto?— se aleja para buscar algo en el tablero del auto, saca un pequeño espejo y me lo coloca enfrente donde pueda verme.

Me acomodo de manera que pueda ver mi cara y mis ojos se abren con sorpresa al ver lo hinchado que está el pómulo, un color rosado cubre la piel —Esto será un horrible moretón mañana —me quejo pensando en lo feo que se verá.

Derian ríe un poco —¡Se verá horrible!

—¡Ah gracias!, eso ayuda mucho —me quejo quitando el espejo de su mano y me examino mejor, verificando qué tan grave es.

Lo veo reír con más diversión mientras observa con demasiada atención, la parte superior de mi cuerpo y no entiendo por qué. De pronto el entendimiento cruza por mi mente: la chaqueta.

—¡Vaya, vaya! ¿Qué tenemos aquí?— levanta el cuello de la chaqueta y una pequeña carcajada brota de su garganta —¿Qué significa esto, Aly?— y ríe con más fuerza. Yo quiero reír también pero siento enojo, se está burlando de mí.

—¿Qué es? ¿Quieres saber qué es esto?— hago el mismo gesto que él hizo levantando el cuello de la chaqueta —Esto es un: "como Derian quedó atascado en el tráfico, viaja en autobús"— sueno pesada. Él está riendo aún más y sólo hace que mi disgusto aumente.

—Definitivamente veo que lo tuyo no es viajar en autobús —se calma un poco y ahora sólo una pequeña sonrisa se forma en sus labios.

—¡Claro que no!, ¡Ya lo ves!

—Entiendo, pero no te pongas así. Ya me disculpé. Pero en serio me gustaría escuchar la historia detrás de esa chaqueta —y vuelve a reír —¡Cuéntame!

Enciende el auto y empieza nuestro regreso a casa, ya quiero estar ahí.

Sé que no me dejará en paz hasta que le cuente qué pasó. Pero no sé  si quiero contarle todo. No sé si quiero soportar sus bromas y molestias al decirle, que hay un chico totalmente desconocido, que después de hacerme este horrible golpe, me ofreció la chaqueta y me aseguró que lo volveré a ver para entregársela.


Llegamos a casa, casi una hora después. Y fastidiosamente tengo que dar a mamá la misma aburrida y larga historia que dije a Derian. Al llegar lo primero que vio fue el golpe y empezó a hacerme cientos de preguntas y a inspeccionar el golpe una y otra vez.

Derian se fue hace quince minutos y yo estoy secando mi cabello en mi habitación. Me siento mejor ahora que estoy en casa, abrigada y segura. Aturdida. Pensativa por lo que pasó. No dejo de pensar en ese chico. Más bien no dejo de pensar en lo que dijo.

Me aseguró que nos volveríamos a ver. ¿Será sólo porque no encontró que más decir? No. Creo que no le diré esa parte a nadie. No me quiero imaginar el no poder quitarme de encima a Derian con sus bromas y de seguro querrá deshacerse de la chaqueta, y aunque no la devuelva, no es mía.

Además, esa breve y penosa historia quiero enterrarla y no repetirla jamás. No es tan importante y como si debiera contársela a todo el mundo. Eso fue vergonzoso. Toparme con ese chico y ese penoso incidente es lo peor que me ha pasado. Todos fueron unos idiotas y el estúpido chico asegura que nos volveremos a ver.

Eso no puede –no debe– suceder. O al menos eso espero.

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