CAPÍTULO 12
Llevo ya dos semanas de estar trabajando en la boutique, y ya empecé las clases.
Mis primeros días en la universidad, no fueron como yo esperaba. Las clases iniciaron hace una semana. Fue bastante agradable.
El primer día, me sentí nerviosa y ansiosa. No fue tan malo, todos en mi clase eran nuevos. Por lo que no era la única, que se sentía -y parecía- como turista perdido en el campus.
La universidad, es realmente inmensa. Aún no la recorro toda; a penas conocí tres salones: donde recibí mis primeras clases, además el cafetín, los baños y el edificio de la facultad de Leyes, eso debido a que fui a buscar a Derian.
Estas dos semanas, he visto a Jaden, casi a diario. En el campus de la universidad, han sido pocos los encuentros; pero en mi trabajo, es donde más nos hemos visto. Ya conoce la boutique donde trabajo, y casualmente, siempre llega a la hora de salida. Ayer se ofreció a llevarme al apartamento en su auto. Afortunadamente, logré evadirlo, ya que Juri y yo, habíamos quedado en cenar afuera.
Ante sus extrañas visitas, gestos y amabilidades; Juri, por supuesto no protesta, al contrario, luce encantada. Por mi parte, luzco confundida, no entiendo el tipo de relación que estamos empezando a llevar. Él se porta muy cercano y toma demasiadas atenciones para conmigo.
Yo no dejo de verlo, como un amigo. Pero estoy consciente, que de la forma en que me siento a su lado, claramente no es de ese modo. Juri asegura que él quiere ser más que amigos, o al menos es lo que ella dice. Evan por su parte, no dice nada serio, ya que sus bromas nunca faltan. Ha acompañado a Jaden unas dos veces y es agradable.
Justo ahora, voy de salida de mi turno y Jaden quedó de pasar a recogerme. Por más que rogué a Juri para que ideara una excusa para no viajar con él, no quiso hacerlo; e incluso, alargó más su turno para dejarme salir sola.
¡No me quedó de otra! ¡¡Viajaré con él!!
Salgo por la puerta de los empleados, atrás del local. Avanzo por el solitario callejón, hasta salir a la avenida y me detengo justo en la esquina, en la parada del autobús. El día de hoy, el clima no es muy bueno que se diga. Según el pronóstico, habrán lluvias y creo que así será. El cielo está totalmente oscuro y además, durante esta semana ya han habidos lluvias repentinas.
Apenas estoy llegando, cuando una voz, hace que todo dentro de mí se revuelva y mi sistema nervioso colisione. Odio el efecto que tiene su voz en mí. Sólo su voz, causa alteraciones en mis nervios; su presencia es mucho peor, causa estragos. Mi corazón parece querer salir de mi cuerpo y luzco tan nerviosa, que tengo que hacer puños mis manos.
«¡Tranquilizante, Aly! ¡Controla tus nervios!» la vocecilla interna intenta tranquilizarme.
Me giro y veo la imagen de Jaden, que camina a paso despreocupado hacia mí. Viste un jeans azul y una camisa de botones y mangas largas gris, sus caterpillar cafés y unos anteojos negros. Luce como un chico malo. Malo pero atractivo.
—¡Hola, bonita!— me saluda cuando se acerca y me regala una radiante sonrisa, al tiempo que retira los anteojos. Ha insistido en llamarme así, a pesar de que le he pedido que no lo haga.
—¡Hola!— por suerte, mi voz no me traiciona y sueno como si no me estuvieran haciendo trizas los malditos nervios por dentro.
—¿Qué quieres hacer?— ladea su cabeza y muerde una de las patillas de los anteojos.
Me obligo a ver a otro lugar y no parecer una idiota babeando por cada gesto que hace —Creí que sólo me llevarías a casa.
—¡Vamos! Es muy temprano. Podemos ir a tomar algo —guarda los anteojos en el bolsillo de su camisa y se cruza de brazos.
Me cruzo de brazos también —¿Qué propones?
—¡No sé! Tal vez podríamos ir por un café. Tal vez un helado o tal vez un trago —me guiña un ojo y me hace reír.
—¿Un trago?— alzo una ceja.
Está a punto de decir algo, cuando ambos damos un pequeño brinco del susto, por el ruido de un enorme trueno que resuena en todo el lugar. Una brisa helada nos llega y luego empieza a llover un poco.
—¡No, ahora no!— Jaden reniega y ambos nos cubrimos con los antebrazos nuestra cabeza.
—Creo que el clima arruinó tus planes —digo riendo.
—¡Te odio maldito clima!— protesta mientras levanta su vista al cielo. No puedo evitar reír, cuando aprieta sus ojos por la lluvia que cae en su rostro. —¡Ven!— me dice y en ese instante, me toma por la muñeca y me hala mientras casi corremos.
—¿¡Tenías que dejar el auto tan lejos!?— grito por encima del ruido de la lluvia.
—¡No había un espacio cerca!— protesta y me hala para seguir corriendo.
La lluvia se ha vuelto más fuerte y estamos ya un poco empapados. No puedo evitar reír a carcajadas mientras corremos entre la gente. Nuestras manos van entrelazadas, por lo que hace unos instantes, casi nos pasamos llevando a un señor.
—¡Ya! ¡No te burles!— Jaden dice entre risas y se detiene al lado de su auto. Abre la puerta del copiloto y rápidamente, hago el intento por entrar al auto, pero Jaden aún no suelta mi mano.
Mi corazón da un vuelco extraño, cuando siento como roza con sus dedos los míos y lentamente, me suelta para dejarme entrar.
Trato de no lucir afectada por su cariñoso gesto y entro al auto, cerrando la puerta luego. Él trota hasta el lado del conductor y entra al auto dando un portazo.
Estamos realmente empapados. A pesar de que su gesto, me puso nerviosa; no puedo evitar reír a carcajadas, cuando recuerdo el incidente con el señor.
—Te dije que no fue gracioso —me mira un poco disgusto, pero sonríe levemente —.No te burles.
Me repongo un poco de mi ataque de risa para decir :—Para mí sí fue gracioso. ¿Viste la cara del señor? —río nuevamente— Joven tenga más cuidado. ¡Respete a los mayores de edad!— remedo la voz ronca y molesta del señor que reprendió a Jaden, cuando nos lo pasamos llevando.
Entonces él tira una enorme carcajada —Bueno, escucharte a ti decirlo, si suena gracioso.
Río un poco más y niego con mi cabeza —¡Oh no, esto es odioso!— la diversión se va y protesto, mientras intento despegar la blusa que se ha pegado a mi cuerpo, debido a lo mojada que está.
La vergüenza se apodera de mí, cuando me doy cuenta que mi sujetador negro se marca -y se ve- claramente, bajo la camisa blanca. Ahora el haberme mojado, no luce tan divertido.
—Estamos realmente empapados —Jaden sacude con una mano su cabello y las gotas que respingan, me mojan un poco más.
—¡¡Heeey!!— chillo y coloco las manos como escudo. —Ya estoy lo suficientemente mojada, gracias.
Él voltea hacia mí ladeando su cabeza y sonríe —¡Lo siento! Y sí, realmente lo estás —me observa demasiado minuciosamente.
Como acto reflejo, cruzo los brazos frente a mi pecho y me siento más avergonzada —¡No me veas!
—¡No he visto nada!— levanta sus manos como si le apuntaran con un arma.— Bueno..., no mucho.
Mi cejas se alzan exageradamente y el rubor se apodera de mis mejillas —¡¡Jaden!!— lo golpeo en el hombro y él tira una carcajada.
Enciende el auto y entre una pequeña risa se disculpa —Lo siento, fue broma —luego, sale de donde estaba estacionado. —Creo que dejaremos el trago para otro día.
—Creí que en verdad querías ir —bromeo y empiezo a juntar mi cabello mojado, a un solo lado de mi cuello.
—Puede que sí. Pero justo ahora y en las condiciones en las que estamos, no creo que sea una buena idea —se detiene al llegar a un semáforo y se gira para verme —¿Tienes frío verdad?
Estoy frotando las palmas de mis manos, para obtener algo de calor —No mucho —miento porque realmente, estoy a punto de empezar a temblar.
—Trataré de llegar pronto a tu apartamento. Debes cambiarte pronto. No quiero que te enfermes —reanuda la marcha.
No puedo evitar sonreír. Parece que se preocupa por mí —Tú también debes cambiarte —lo observo, claramente él también está empapado.
—Sí, también. Pero vivo más lejos que tú.
—¿Dónde vives?— pregunto curiosa.
—En una casa —bromea y me mira una fracción de segundo, pero yo lo miro seria —.Con un tío —responde finalmente —,casi en las afueras de la ciudad.
—¿En un apartamento?
—No. Es una casa. Mi tío la compró hace un par de años.
—¿Te llevas bien con él?— parezco detective ahora. Pero le he contado muchas cosas mías y sé pocas de él.
—Se podría decir que sí. A mis padres no les agrada...— se encoje de hombros —,pero no siempre les hago caso a lo que dicen.
Río un poco y me abrazo a mí misma, ya estoy temblando un poco. El uniforme del trabajo no me abriga mucho. La camisa no es más que un pedazo de tela delgada con botones y mangas cortas. Y odiosamente, tengo que usar falda. Por lo que mis piernas están heladas.
—Creo que estoy empezando a temblar —paso las palmas de mis manos en mis brazos y las froto.
—Casi llegamos —gira hacia la derecha y puedo ver el edificio. —No ha parado de llover —se queja.
—¡Tendré que mojarme más cuando baje!— me quejo también.
Detiene el auto, justo en el estacionamiento del frente —Pero ya estás en casa y podrás cambiarte —apaga el auto y me observa.
Muerdo mi labio inferior y un pensamiento un poco alocado -a mi ver- vacila en mi mente.
«¡Sólo pregunta. No hay nada de malo en eso!» la vocecilla en mi cabeza me persuade.
—¿Quieres pasar?— lo observo, pero no tengo valor de verlo a los ojos mucho tiempo. Me pone nerviosa. Y ahora me arrepiento haberle hecho esa pregunta.
—¡Me gustaría! Pero no quiero incomodar.
—Creo que no estaría mal que te seques un poco —me encojo de hombros —Puedo hacer café también.
—Eso suena bastante bien.
—Bien, entonces vamos —ahora no sé si me parece buena idea; pero sin pensarlo más, salgo del auto y cierro la puerta, para luego empezar a correr hasta defenderme de la lluvia en la fachada de la entrada.
Al llegar a la entrada, observo a Jaden que corre hasta llegar donde yo estoy. Zapatea un par de veces, en un intento por deshacerse del agua en sus zapatos.
—¿En qué piso vives?— pregunta sin apartar la vista de sus zapatos.
—En el tercero. Hay que subir —al tiempo que hablo, empiezo a caminar hacia las escaleras, pero él me toma de la muñeca deteniéndome.
—No pensarás hacerme subir todas esas escaleras, ¿o sí?— echa un vistazo a las escaleras detrás de mí.
—Sólo son dos tramos...— digo en mi defensa pero él mueve su cabeza en una negativa.
—Aunque fuera uno, no pienso caminar — quiero decir un argumento más convencedor, pero él no me deja porque vuelve a hablar :—Si sabías que hay ascensor, ¿verdad?— me hala de la muñeca y me hace girar hasta quedar frente a las puertas de la dichosa cosa.
Mi pulso se acelera y el miedo empieza a hacer acto de presencia —Prefiero caminar —me encojo de hombros, pretendiendo un gesto despreocupado. En realidad, lo único que quiero, es que no note cuan asustada me hace sentir la idea de entrar ahí.
—¡Pero yo no quiero caminar!— me hala un poco más hacia el ascensor, pero yo pongo resistencia, involuntariamente. —¿Piensas hacérmelo difícil?— pregunta divertido, pero yo no le veo nada gracioso a esta situación.
—Jaden en serio..., de verdad, prefiero caminar —me intento soltar de su agarre pero es imposible.
—No me harás cambiar de opinión —dicho esto, se acerca hasta llegar al ascensor, presiona un botón y las puertas se abren.
Un escalofrío de puro terror me invade cuando observo el espacio reducido.
«Sólo serán unos minutos, no horas. Entra de una jodida vez» me digo a mí misma. «¿Y si se va la corriente? ¿Y si quedan atrapados? ¡Atrapados por horas!» la parte negativa de mi cerebro envía al caño, cualquier pensamiento que tenía de entrar al ascensor.
Jaden tira una vez más de mi muñeca —Vamos —estoy paralizada. Perdida y sumergida en mi claustrofobia. Perdida y sumergida entre la batalla de pensamientos, de si entro o no. Estoy tan distraída, que Jaden me manipula sin nada de esfuerzo.
Mis pies avanzan por sí solos, hacia el pequeño cubículo. No sé que estoy haciendo.
«¡Alyssa! ¡Reacciona!»
En ese instante, sacudo mi cabeza, volviendo a la realidad. Las náuseas me invaden y me siento mareada. El pánico se detona en mi sistema, cuando me doy cuenta que estoy adentro del ascensor. ¿Qué diablos hago aquí?
—¡¡No!!— grito frustrada y sin nada de delicadeza, me suelto del agarre de Jaden. Pero las puertas se cierran. ¡Maldición!
—Alys... ¿Qué pasa?— suena asustado y no lo culpo.
Justo ahora, estoy como loca presionando todos los botones para salir de aquí. Las puertas no ceden. El pánico aumenta. Quiero llorar. Quiero gritar. Quiero abrir un agujero en la puerta si es necesario, aunque sea con mis uñas, pero quiero salir de aquí.
Sé que Jaden me habla, pero no puedo escucharlo. En mi cabeza sólo se reproducen una y otra vez las escenas de mi accidente. De pronto no estoy aquí en el ascensor, estoy en el armario cubierto de llamas. Estoy llorando. Me siento mareada y siento que me falta el aire. Estoy segura de tener un ataque de pánico ahora.
—¡Alys!— Jaden espeta con fuerza, por lo que puedo oírlo.
No sé ni en qué momento empecé a llorar. Abro mis ojos, que ni siquiera sabía que había cerrado y veo que luce preocupado. Me sujeta de los hombros y sus ojos recorren mi rostro con algo en su mirada que parece pánico.
Siento que el aire no me alcanza y que voy a desmayarme en cualquier momento. Pero entonces, las puertas anuncian que hemos llegado al tercer piso.
A penas hay un pequeño espacio, las puertas no se han abierto por completo, pero no me importa. Salgo disparada del lugar y siento que el miedo aún me abraza como el mejor de los amigos.
—Que mier...— Jaden no termina sus palabras, ya que también hace un esfuerzo por salir entre el pequeño espacio detrás de mí.
Mi respiración es agitada aún, mi pulso se ha acelerado tanto, que zumba detrás de mis orejas. Mi corazón, creo que está a punto de salir de la piel de mi pecho. Mis manos tiemblan. Todo mi cuerpo tiembla y puedo sentir que voy a vomitar por lo mareada que estoy, pero me contengo grandemente.
Camino torpemente por el pasillo, pero mis piernas tiemblan tanto, que no me permiten caminar más; entonces, me detengo a mitad del pasillo y me atrevo a girar el rostro, sólo para encontrarme con un Jaden preocupado, molesto y confundido.
—¡Alys!... ¿Qué fue...— sé que intenta no sonar molesto, pero no lo culpo. Hice todo un escándalo. —¿¡Que rayos fue eso!?— señala con su palma hacia el ascensor.
Ahora no quiero oír nada. No me ha alzado la voz, pero siento como si me estuviera gritando. Justo ahora, con el miedo que traigo encima, hasta un pequeño reclamo como éste, me hace llorar más de lo que ya lo hago.
«¡¡Te odio maldita claustrofobia!!» la vocecilla interna grita con furia.
No puedo sostener más mi peso y me apoyo con mi espalda contra la pared. Entonces, dejo irme hacia abajo, deslizándome, hasta quedar sentada.
Claramente escucho cuand-o unos pasos apresurados se dirigen hacia mí. Los caterpillar de Jaden aparecen en mi campo de visión y luego veo cómo se acuclilla frente a mí. Sé que soy patética. Ahora me avergüenzo de que me vea así en este estado. Llorando, después de que estuve al borde de un ataque de pánico. Luciendo como una niña chiquita asustada.
Desvío mi vista hacia otro lado, pero él pone una mano en mi mejilla y me hace verlo —Alys, ¿qué pasó?— su voz es dulce.
Niego con mi cabeza y cubro mi rostro con ambas manos, apartando la suya. No puedo hablar. Va a querer explicaciones y no quiero darlas. No quiero contar y revivir una vez más ese suceso traumante de mi vida.
—Alys...— su voz es suplicante ahora. Quita las manos de mi rostro y con mucho cuidado, lleva un mechón de cabello detrás de mi oreja. Sujeta mi rostro con sus manos y con los dedos pulgares, traza suaves caricias en mis mejillas. —¿Qué pasó?— su ceño está ligeramente fruncido y veo preocupación en su rostro.
Suspiro —Y-Yo..., lo siento...— tartamudeo con un hilo de voz. —N-No debí haber entrado ahí...
—¡No! Es mi culpa. Yo te obligué —me interrumpe y me observa apenado. Las caricias de sus pulgares en mis mejillas, no han cesado y me ayudan a que me sienta relajada.
—Jaden, yo s-soy... —suspiro —,soy claustrofóbica.
Levanto mi vista hasta encontrar la suya y sus ojos destellan preocupación —¡Mierda! Alys, si yo hubiese sabido yo no...— mueve su cabeza en una negativa —¡perdóname!
—¡No! Yo debí haberte dicho que por eso prefería las escaleras. Hubiéramos evitado todo esto, pero no quería que lo supieras — muerdo mi labio inferior y lo observo guardar silencio. Luce muy pensativo. —¿Me ayudas a ponerme de pie? —le hablo nuevamente y él asiente. Se pone de pie, tomándome de las manos y tira de mi hacia arriba.
Estando de pie, me observa fijamente —¡Me siento pésimo contigo!
—¡No por favor!, no te sientas así. Fue culpa mía. Debí decirte...— aclaro una vez más porque es cierto eso.
—Me preocupaste mucho. Lucías realmente aterrada y llorabas y...— suspira y niega con su cabeza —,yo no sabía qué hacer.
La verdad, ni siquiera yo sabía qué hacer. Esto es lo que no me gusta: la gente al saberlo, siente lástima de mí. No quiero que Jaden me tenga lástima. Aunque la verdad, yo misma me doy lástima; por más que he querido superar mi miedo, no he podido.
No sé por qué, siento las lágrimas agolparse de nuevo en mis ojos y el nudo en la garganta, pero no quiero llorar otra vez. Suspiro y limpio con mis manos las lágrimas que se me han escapado.
Entonces, cuando menos lo espero, Jaden me hala hacia su cuerpo y me abraza. Sus brazos se envuelven a mi alrededor en un gesto cariñoso. Acogedor. Perfecto.
Me siento aturdida por tal gesto, por lo que a penas puedo corresponderle el abrazo. En el instante en que paso mis manos en sus costados, y las llevo hacia arriba para aferrarlas a sus hombros por detrás, me abraza con mayor fuerza.
El aroma varonil a su loción y desodorante, inunda mis fosas nasales y cierro mis ojos mientras absorbo su esencia en una larga inspiración.
No sé qué demonios estoy haciendo. ¿Por qué me abraza? ¿Por qué lo abrazo yo? ¿Porqué la sensación de su cuerpo cercano al mío, se siente tan bien?
Juro que su abrazo me ha hecho olvidar el frío que tenía por estar empapada. Me ha hecho olvidar el miedo que hace unos instantes tenía. Me brinda calor y seguridad. Me hace olvidar todo a mi alrededor.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro