
12
Eran las 6 a.m.
Izuku dormía plácidamente en la camilla del lugar. Katsuki estaba a su lado, agarrando su mano como si en cualquier momento se fuese a marchar de ahí, no quería que se fuera. Dormía tranquilo pero un leve temblor hizo que reaccionara de inmediato, tenía el sueño ligero y estaba esperando alguna señal de Deku.
Abrió sus ojos grandes debido a la sorpresa, y tapó su boca con una mano por la emoción. Tocó las mejillas regordetas del peliverde para así, acariciar. Miró expectante cada movimiento, no quería que fuese un sueño o simplemente, una ilusión.
Aquel Deku pequeño se había esfumado para dar paso a su antigua y original versión, un joven adolescente de preparatoria.
Tocaba las hebras verdosas con parsimonia, y escuchaba atentamente cada sonido de su respiración pausada y los fuertes latidos de su corazón. Eso le hizo entender que su Deku estaba de vuelta. No entendía como demonios lo hizo pero ahí estaba, durmiendo y sonriendo levemente. Algo muy satisfactorio para Katsuki.
Su ansiedad incrementó y quiso despertarlo, necesitaba saber si realmente su Deku estaba de vuelta.
Alrededor de aproximadamente 30 minutos después, Izuku había despertado. Estaba totalmente desorientado e ido, no conocía el lugar donde estaba y veía con horror a Katsuki. Ante eso, el joven rubio quiso golpear y gritar por un momento y así, calmar la ira que inundaba su cuerpo.
Izuku permaneció varias horas dentro del centro de salud con Recovery, aún no entendía bien porqué todos estaban preocupados y nerviosos. Veía a un rubio, entrar y salir muchas veces de ese lugar enfermizo que mantenía su mente nublada debido al olor del etílico.
...
Katsuki estuvo leyendo libros que explicaban con podía anularse por completo el quirk "rebobinador" que no permitía a el peliverde vivir en paz. Su frustración no era lo único presente en su cabeza, pero la mantenía como pilar y eso permitió que el rubio explotara interminables veces dentro de su habitación.
Quería ayudar a Deku, a su Deku. Quería estar con él, quería poder volver a estar con él.
...
Ese día por la noche, Chiyo permitió la salida del joven pecoso, para así dormir en su habitación y tener que acostumbrarse (nuevamente) sobre su "nuevo" entorno, sí o sí. Katsuki estaba presente así que el mismo se ofreció a llevarlo hasta su destino.
- Hey, ¿eres Bakugo, no?.- su voz salió con muchísima duda y los nervios hacían que su cuerpo temblara demasiado.
- Sí, es la primera vez en años que me llamas por mi apellido.- respondió con nostalgia, algo decaído y ya aburrido de la situación.
Izuku le miró expectante, no entendía bien porque ese chico estaba tan mal, pero algo sí sabía, y es que ese mismo rubio se mantuvo con él durante todo el día y parte de la noche pendiente de él, desde que despertó. Su corazón latió fuerte, y una punzada le hizo hablar.
- ¿Puedo dormir en tu habitación?.- la cara de Bakugo se volvió un poema, y sus piernas flaquearon. No debía, pero las ganas de recibir el aroma de Deku toda la noche se le hacía demasiado tentador.
- Muévete. - ordenó mientras caminaba a paso rápido directo a su lar.
...
Al entrar, Izuku sintió el olor de aquel rubio totalmente concentrado y fuerte en ese mediano cuarto. Respiró pausadamente, no entendía porque se le hacía tan familiar todo esto pero le gustaba más de lo que le extrañaba. Katsuki permitió que se sentara en su escritorio. Nada malo, pero a él no le gustaba que tocaran sus cosas y menos sin su permiso.
- Hey, iré a tomar un baño. Puedes hacer lo que quieras pero no toques mis malditas cosas.- reprendió y mandó el rubio sin más.
- O-Ok...- murmuró el menor.
Izuku veía impresionado la habitación de Katsuki, sintió una punzada en su cabeza cuando vio algunos pósters del All Might y unas dos figuras en el escritorio donde se encontraba. Recordó. Las memorias de que él era fan número uno de ese señor, y su corazón se contrajo al pensar en que ese chico también lo sería. Emoción era lo que sentía.
Katsuki salió de la ducha luego de un relajante baño, secó su cuerpo y a dispuso a buscar su ropa, la que usaría de pijama. Recordó que el menor no tenía en ese momento, así que sacó dos franelas de algodón y unas bermudas a juego. Caminó hasta donde estaba el peliverde, y le lanzó la ropa en su cara.
El aroma de Katsuki mezclado con el del jabón usado en la ropa limpia, hizo que su piel se erizara y su pecho agonizara debido a lo maravilloso que era todo.
- G-Gracias, Bak..
- Ya entendí.
Me quiero dar de baja en la vida, no soy fuerte.
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