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-------Capítulo 48: Dioses y Monstruos parte 3-------

-------Capítulo 48: Dioses y Monstruos parte 3-------

El aire se tensó cuando los hilos dorados se extendieron en todas direcciones, brillando como la luz del sol reflejada en una tormenta de arena. Midoriya retrocedió, sus instintos gritaban peligro. Steven tomó un respiro, analizando el patrón de movimiento de los hilos.

Khonshu: "Esos hilos... No son simples manifestaciones de energía. Son vínculos."

Steven: "¿Vínculos? ¿Con qué?"

Khonshu: "Con la historia de su oponente."

Ren apretó los dientes mientras alzaba ambas manos, los hilos se arremolinaron a su alrededor, formando un símbolo dorado en el aire: el Ojo de Horus.

Ren: Sentencia... ha sido dictada — De repente, Midoriya sintió su cuerpo paralizarse.

Era como si algo estuviera sujetándolo desde el interior, impidiéndole moverse libremente.

Midoriya: ¿Qué... qué es esto?! — Los hilos dorados se incrustaron en su sombra, creando un patrón de escritura egipcia que irradiaba un poder desconocido.

Steven: "Izuku, ¡algo está absorbiendo tu energía!"

Ren bajó las manos lentamente, y los hilos comenzaron a moverse por sí solos.

Ren: La historia de tus acciones pesa sobre ti. Tus logros, tus fallas, tu dolor... todo eso define quién eres — Los hilos vibraron.

Ren: Con este poder, decreto que pagarás por las cargas que llevas.

Un estallido de luz envolvió a Midoriya. Su cuerpo comenzó a sentir el peso de cada batalla que había peleado antes, como si estuviera reviviendo cada herida, cada golpe, cada fractura.

Midoriya: ¡Agh... esto... esto es...! — Steven sintió lo mismo, como si la memoria del dolor se materializara dentro de su carne.

Steven: "Esto es más que solo un ataque físico... nos está obligando a soportar nuestro pasado."

Desde la distancia, Bakari observó con seriedad.

Bakari: El dominio de Ren... es una técnica absoluta.

Rachel: No es una simple restricción. Ren los está obligando a revivir cada una de sus cicatrices.

Ren: ¿Cuántas veces has sido aplastado, Midoriya? — Cerro los puños.

Los hilos brillaron y Midoriya sintió su cuerpo desplomarse, como si estuviera recibiendo cada golpe que alguna vez lo dejó en el suelo.

Ren: ¿Cuántas veces has sentido que todo tu esfuerzo no era suficiente?

Los hilos se tensaron y un eco de sus propios pensamientos retumbó en su mente:

"Nunca fui lo suficientemente fuerte"

"No puedo salvarlos a todos."

"No importa cuánto me esfuerce, siempre hay alguien más fuerte."

Steven sintió el mismo peso en su interior.

Steven: "Mierda... esto no es solo una técnica... es una maldita tortura."

Ren avanzó lentamente, los hilos serpenteaban en el aire como serpientes doradas listas para atacar.

Ren: No puedes cargar con todo... y sin embargo sigues intentándolo.

Steven: ¡Izuku, sal de ahí! — Pero Midoriya no se movía.

No porque no pudiera. Sino porque parte de él no quería. El dolor era tan real... que su voluntad comenzó a tambalearse.

Khonshu: "Si esto sigue así, perderán sin poder siquiera contraatacar" —Steven apretó los dientes.

Steven: "¡No! No vamos a caer aquí..." — De repente, la idea surgió.

Steven/Midoriya: "¡Cambiemos de nuevo!" — En un parpadeo, Steven tomó el control. Ren frunció el ceño.

Ren: ...¿Qué?

Los hilos se ajustaron a Midoriya. Pero Midoriya... ya no estaba ahí. Steven se impulsó hacia adelante y rompió parte de los hilos, debilitando la técnica por un instante.

Ren: ¡Tch!

Steven volvió a ceder el control a Midoriya, quien contraatacó en el mismo instante con una patada directa al costado de Ren. Ren bloqueó a tiempo, pero la sorpresa le costó el equilibrio.

Ren: "¿Cómo...?"

Khonshu: "Su poder puede controlar los hilos del destino, pero no puede seguir la voluntad de dos mentes al mismo tiempo."

Steven: Es un problema cuando tus enemigos son dos, ¿no? — Sonrió

Ren se mantuvo firme, pero sus manos temblaban.

Ren: No... no puedo perder aquí — Los hilos volvieron a moverse con violencia — ¡Sentencia aún no ha terminado! — Los hilos se condensaron en el aire, creando una inmensa lanza de luz dorada. Midoriya apretó los dientes.

Midoriya: ¡Steven, ahora!

Justo cuando Ren disparó la lanza, Midoriya y Steven intercambiaron de nuevo, haciendo que el proyectil pasara de largo.

Steven: ¡Mi turno!

Steven se impulsó en el aire, sacando sus bastones y girando en el aire antes de impactar con una brutalidad limpia sobre Ren. Ren intentó contraatacar, pero Midoriya tomó el control en el último segundo, aumentando la fuerza del impacto.

BOOM.

Ren salió disparado hacia atrás, cayendo de rodillas. Los hilos dorados se desvanecieron lentamente en el aire. Su dominio... había sido roto.

El polvo aún no se disipaba cuando Midoriya y Steven avanzaron hacia Ren el cual respiraba con dificultad, su cuerpo temblaba, pero su mirada seguía cargada de furia e inseguridad.

Midoriya se inclinó levemente, sin levantar los puños esta vez.

Midoriya: No sigas cargando con todo solo, Ren — Ren levantó la mirada, su expresión endurecida. Steven se cruzó de brazos cambiando de lugar con Midoriya.

Steven: Crees que expiar tu pasado significa que debes pelear solo. Pero eso no es justicia... es castigo.

Ren tembló. Por un momento... su mente lo llevó de vuelta a aquella noche. El fuego.El dolor. El peso de su decisión. Midoriya extendió una mano.

Midoriya: Es hora de que decidas por ti mismo... y no por lo que dejaste atrás.

Ren bajó la cabeza, sus puños apretados. La decisión final recaía en él.

El polvo se disipó lentamente Ren, aún de rodillas, con el cuerpo tembloroso, los hilos dorados que antes lo rodeaban se desvanecían en el aire, como fragmentos de un pasado que se negaba a desaparecer.

Pero Ren no se rendía. Apretó los dientes, su respiración era errática, su mirada clavada en Midoriya y Steven que aunque no lo podía ver sabía que estaba ahí.

Midoriya: Ren... ya basta.

Ren se incorporó lentamente, con los puños cerrados. Su energía se tambaleaba, pero su convicción permanecía intacta.

Ren: No... esto aún no ha terminado.

Steven: *Suspiro* ¿De verdad, amigo? ¿Todavía sigues con esto?"

Ren no respondió. En su mente, el pasado regresaba como un eco interminable.

"Si dejo de luchar... significa que todo fue en vano."

"Si me detengo ahora... significa que sus muertes no significaron nada."

"No puedo permitirlo."

Los restos de sus hilos chisporrotearon, pero esta vez ya no eran tan precisos. Se movían con torpeza, sin la misma fluidez de antes. Midoriya vio la diferencia en su postura. Ya no estaba peleando con estrategia. Estaba peleando con desesperación.

Ren avanzó, lanzando un golpe con toda la fuerza que le quedaba. Midoriya lo bloqueó fácilmente.

Steven: Ren, ¿realmente crees que esto cambia algo?

Ren no respondió. Solo siguió golpeando. Un puñetazo. Otro. Cada ataque carecía de la precisión de antes.

Ya no era el guerrero frío y calculador del inicio. Ahora, era solo un hombre que se aferraba a su propia condena.

Ren: ¡No necesito que me entiendan...! Midoriya detuvo su puño con una sola mano.

Ren: ¡No necesito su compasión!

Midoriya: No es compasión.

Con un solo movimiento rápido, Midoriya derribó a Ren, sujetándolo por la muñeca y girándolo hasta inmovilizarlo contra el suelo. Ren se retorció, pero ya no tenía fuerzas. Cambiando de lugar Steven se arrodilló junto a ellos, sacudiendo la cabeza.

Steven: Hermano, deja de luchar. No vas a cambiar lo que pasó — Ren tembló.

No porque tuviera miedo... sino porque en el fondo sabía que tenían razón. Pero aceptarlo era lo más difícil.

Ren: ...No puedo parar — Susurro.

Cambiando de lugar nuevamente, Midoriya aflojó su agarre, pero no lo soltó.

Midoriya: Porque si paras... significa que debes enfrentarte a lo que hiciste, ¿cierto?

Ren abrió los ojos con sorpresa. Esas palabras le golpearon más fuerte que cualquier ataque en toda la pelea. Steven volvio viéndolo fijamente.

Steven: Hermano... ¿cuántas personas más necesitas derrotar para que sientas que has pagado tu culpa? — Ren desvió la mirada.

Steven: ¿Cinco más? ¿Diez? ¿Cien? ¿Cuándo vas a decidir que es suficiente?

Ren mordió su labio, frustrado. Pero no respondió. Porque no tenía una respuesta. Midoriya retomando el control finalmente lo soltó y se puso de pie.

Ren se quedó en el suelo, con los ojos fijos en sus manos.

Ren: Si dejo de pelear... significa que debo aceptar que ellos murieron por mi culpa.

Midoriya y Steven guardaron silencio. Porque esa era la verdadera batalla de Ren. No la pelea con ellos. Sino la pelea contra sí mismo. Midoriya extendió la mano.

Midoriya: No tienes que cargar con eso solo.

Ren levantó la vista, dudando. Su mano tembló. Pero no la tomó. No porque no quisiera... sino porque aún no estaba listo.

Ren: ...Esto no significa que confíe en ustedes — Desvió la mirada. Steven tomo el control y sonrió, cruzándose de brazos.

Steven: Bueno, es un comienzo.

Desde la distancia, el resto del consejo observaba en silencio. Rachel frunció el ceño, cruzándose de brazos.

Rachel: ...Ren nunca había dudado en acabar con sus enemigos antes.

Bakari: Tal vez es porque... estos no son sus enemigos — Ren se puso de pie, sin mirar a Midoriya ni a Steven.

Ren: Si en verdad son inocentes... encuéntrenme la prueba de quién es el verdadero culpable.

Midoriya: Lo haremos.

Ren: Si no la encuentran... — Sus ojos brillaron con una amenaza — ...yo mismo los ejecutaré — Steven rodó los ojos.

Steven: Sí, sí, entendido, señor 'Soy muy malo pero en realidad tengo un corazón blando'.

Midoriya sonrió levemente, mientras Ren chasqueaba la lengua, molesto. La pelea había terminado. Pero el juicio aún no. Y Ren... todavía tenía un largo camino por recorrer antes de encontrar su redención.

Bakari observaba en silencio. Dos miembros del consejo habían caído. Primero Mathias. Ahora Ren. Su lanza dorada crujió bajo la presión de su puño.

Bakari: "Los subestimé..." — Pensó con frustración.

El Avatar de Ra había creído que Midoriya y Steven eran solo un par de intrusos tercos. Molestos. Imprudentes. Pero después de verlos derrotar a dos guerreros bendecidos por los dioses... Ya no podía seguir pensando eso.

Bakari: No son simples prisioneros... — Frunció el ceño.

Midoriya y Steven eran una amenaza real. Respiró hondo, cerrando los ojos por un momento, y luego se giró hacia Rachel.

Bakari: Es tu turno — Rachel, que hasta ahora se había mantenido con los brazos cruzados, levantó una ceja.

Rachel: ¿Hablas en serio? — Bakari afirmó con la cabeza.

Bakari: No puedo ignorarlo más. Midoriya no es solo un obstáculo... Es un caos andante.

Rachel se quedó en silencio. Su mirada se deslizó hacia Midoriya. Lo conocía. No como un enemigo, sino como su antiguo jefe. Había trabajado a su lado como su secretaria, viendo de cerca su forma de actuar, su determinación...y su tendencia a atraer el desastre.

Rachel: ¿Crees que es una amenaza porque venció a Mathias y Ren?

Bakari: No — Su tono fue firme.

Bakari: Creo que es una amenaza porque... si lo dejamos con vida, el caos seguirá extendiéndose a donde vaya — Los ojos de Rachel se entrecerraron.

Bakari: Siempre ha sido así, ¿cierto? Donde sea que aparezca, hay conflicto. Guerra. Destrucción — Rachel no respondió de inmediato.

Porque, en el fondo, sabía que Bakari tenía razón. Midoriya no era malintencionado... Pero era impredecible. Siempre se involucraba en situaciones imposibles, en conflictos donde no debía estar.

Siempre creía que podía arreglar todo por sí mismo. Y eso... traía caos. Rachel cerró los ojos y exhaló lentamente.

Rachel: ...De acuerdo.

Abrió los ojos y comenzó a caminar hacia Midoriya. Steven y Midoriya se giraron lentamente hacia ella, notando el cambio de atmósfera.

Steven: "Dime que no vamos a pelear contra otra persona ahora..."

Midoriya: Steven... vamos a pelear contra otra persona ahora — Steven gruñó.

Steven: "¿En serio? ¿No nos pueden dar cinco minutos para beber agua o algo?"

Rachel no dijo nada. Su mirada era impasible. En sus manos, comenzaron a brillar anillos dorados. Midoriya entrecerró los ojos, reconociendo la energía en ellos. Steven frunció el ceño.

Steven: "¿Y ahora qué?"

Los anillos se movieron. Pero no como metal sólido. Sino como líquido. Se esparcieron entre sus dedos, tomando forma y solidificándose en el aire. Midoriya se tensó. En cuestión de segundos, del oro nacieron espadas relucientes que flotaban alrededor de Rachel.

Rachel: No quiero hacer esto, Midoriya — Su tono era neutro.

Rachel: Pero Bakari tiene razón... Siempre has sido un caos andante — Las espadas se alzaron en el aire.

Rachel: Y es momento de detenerlo.

Steven: "¡Fantástico! ¡Ahora tenemos que pelear contra alguien con malditas espadas voladoras de oro!" — Midoriya tomó postura de combate.

Midoriya: Entonces... supongo que no puedo convencerte de que te hagas la loca y te vayas a tomar un café en su lugar, ¿cierto? — Rachel esbozó una ligera sonrisa.

Rachel: Me temo que no, jefe — Con un movimiento de su mano, las espadas de oro se lanzaron hacia ellos. El siguiente combate había comenzado.

Las espadas doradas de Rachel avanzaron como relámpagos hacia Midoriya. Apenas tuvo tiempo para reaccionar. Se impulsó hacia atrás, pero una de las espadas rasgó su traje, rozándole la piel.

Steven: Esto no será como con Mathias o Ren... ellos usaron su dominio absoluto, lo cual pudimos contrarrestar cambiando de cuerpo... pero...

Midoriya dejó de escuchar a Steven cuando sintió el ardor del corte en su costado. Se llevó una mano a la tela rasgada de su traje, analizando la situación.

Midoriya: Ya comprendo... — Murmuró, su mirada se enfocó en Rachel, quien ya había moldeado el oro en una lanza.

Midoriya: Al tocar el oro, lo conviertes en un arma dorada — Rachel esbozó una pequeña sonrisa, girando la lanza entre sus dedos.

Rachel: Exacto — Sus palabras eran tranquilas, confiadas.

Rachel: El control del oro es el favor de Osiris. Manifestación, control, creación, moldeamiento... puedo darle forma a mi placer —Con un movimiento rápido, su lanza se desvaneció en partículas doradas, las cuales se reorganizaron en el aire.

De inmediato, docenas de flechas de oro se formaron a su alrededor.

Rachel: Y el oro siempre encuentra su objetivo.

Con un leve movimiento de su mano, las flechas se dispararon. Midoriya sacó un gancho de su cinturón y se impulsó hacia la parte superior del templo, esquivando la ráfaga con una maniobra ágil.

Pero justo cuando aterrizó en la cornisa, un sonido cortante perforó el aire. Giró la cabeza... Y vio las mismas flechas doradas girando en el aire para seguirlo.

Midoriya: "¡Control!"

Rachel: Así es — Su voz resonó desde abajo, con un tono calmado, pero lleno de certeza.

Rachel: Controlo el oro. Y si lo deseo... puedo hacer que el oro te siga — Las flechas se acercaban rápidamente — Solo hacía falta que te rasgara... dejando una marca en ti.

Midoriya sintió un escalofrío. No importaba a dónde escapara... mientras esa marca permaneciera en su cuerpo, el oro siempre lo encontraría. No había manera de esquivarlo.

Midoriya: ¡Steven!

En un parpadeo, Steven tomó el control y saltó hacia una columna a su lado. Las flechas pasaron de largo, rebotando contra la superficie del templo. Steven sonrió.

Steven: Claro, marcaste a Midoriya. Pero no me marcaste a mí- ¡Agh...!

Antes de poder celebrar, algo lo atravesó. Steven bajó la vista lentamente. Una espada de oro se había clavado en su pecho.

Midoriya: "¡¿Cómo es posible?!" — Rachel no mostró sorpresa.

Rachel: El error de Mathias y Ren fue subestimarlos. Yo no cometeré el mismo error.

Midoriya sintió su corazón acelerarse.

Rachel: Al marcarte, marqué tu cuerpo. No tu alma. No tu mente — Steven se arrodilló lentamente, sintiendo la herida arder — Me enfoqué en marcar lo único que no puedes cambiar — Midoriya apretó los dientes

Midoriya: "¡Maldita sea! Somos dos personalidades diferentes, pero solo tenemos un cuerpo."

Steven intentó respirar con normalidad, pero el dolor hacía que cada inhalación fuera un suplicio.

Steven: Sí... admito que no pensé que eso nos jugaría en contra.

Rachel avanzó lentamente. A medida que caminaba, un sendero dorado se formaba bajo sus pies. Las partículas de oro flotaban alrededor de ella, como si la misma arena del desierto le respondiera.

Rachel: Duele, ¿verdad? — Steven levantó la mirada con dificultad.

Rachel: El dolor de un arma dorada lo has de conocer mejor que nadie. Ya que sufriste algo similar cuando te enfrentaste a Morbius hace meses — Steven mantuvo su expresión neutral, a pesar del dolor.

Steven: Je... así que para ese entonces ya sabías quién era el Avatar de Khonshu, ¿no? — Rachel no detuvo su paso.

Rachel: Ojeras, heridas raras, cancelaciones de reuniones nocturnas a último minuto... solo eran suposiciones. Pero cuando Morbius atacó... lo confirmé — Rachel se detuvo frente a Steven — No te inmutaste. No sentiste miedo — Sus ojos se clavaron en los de Steven — Lo viste con una mirada de ira... llena de venganza.

Steven sonrió de lado, aunque su expresión reflejaba cansancio.

Steven: Sí, pues... mala mía. Ser un avatar que imparte justicia verdadera.

Rachel suspiró, desviando la mirada por un momento. Sus ojos se posaron en Bakari, quien observaba la escena con atención. Steven lo notó.

Steven: ¿Le pedirás ayuda para ejecutarme?

Su tono no tenía sarcasmo... sino una genuina curiosidad.

Steven: No te culparía si fuera el caso. Eres el Avatar de Osiris. No quitas vidas... las defiendes. Dime... ¿por qué haces esto? — Rachel lo observó con calma.

Rachel: Podría preguntarte lo mismo — Los ojos de Rachel reflejaban serenidad... pero también algo mas — Aun después de que te traicioné, después de que dejé la empresa... — Rachel apretó los puños — No dejaste de pagar los servicios médicos de mi madre y mi hijo — Steven parpadeó, sorprendido — ¿Por qué lo haces?

Steven bajó la mirada, pensativo. Después de unos segundos, cambió de lugar con Midoriya. Midoriya jadeó levemente, sintiendo la herida de la espada dorada. Con un movimiento rápido, sacó la hoja de su pecho y la lanzó al suelo. La mirada de Rachel se mantuvo en él, expectante.

Midoriya: Porque es lo correcto — Rachel abrió los ojos, sorprendida.

Rachel: ¿Lo correcto? — Rachel frunció el ceño — ¿Correcto qué? ¿Vigilarme? ¿Tener a mi familia como rehenes?

Midoriya bajó la mirada por un momento.No porque estuviera arrepentido... Sino porque estaba preparándose para el peso de sus propias palabras.Cuando levantó la vista, su mirada estaba firme.

Midoriya: No. Porque sé lo que se siente perder a un ser querido — Rachel se quedó helada — No lo cuento... porque aún es mi pesar — Sus ojos se oscurecieron con un recuerdo lejano.

Midoriya: Pero hace años... cuando era solo un niño... perdí a mi padre justo delante de mí.

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"Como lo saben... Izuku Midoriya cuando supo que crecerá sin un don, su mente se fracturó a tal grado de que creó su segunda personalidad. Steven Grant. Su padre Hitashi Midoriya, al ver esto pensó que lo mejor sería llevar a Izuku a un viaje..."

"Lo que Izuku e Inko no sabían, era que su padre pertenecía a un grupo de mercenarios entrenados para robar tumbas en Egipcio. Lo que le había llevado a tener una buena cantidad con la cual mantener a su familia... lo que no esperaba, era que eso mismo sería su final..."

"El desierto parecía infinito bajo el manto de la noche. El viento soplaba con un silbido hueco, levantando la arena como un velo dorado que ocultaba los secretos enterrados de Egipto"

"Izuku Midoriya tenía solo seis años.Se suponía que este viaje sería una oportunidad para estar con su padre.Hitashi Midoriya le había prometido a Inko que este viaje sería una experiencia familiar, que les ayudaría a conectarse"

"Pero en realidad... Era una despedida disfrazada. Hitashi sabía que este sería su último golpe.Un trabajo más. Una tumba más que saquear. Y después, lo dejaría todo atrás"

El grupo avanzó en silencio a través de las ruinas. Hitashi caminaba al frente, con Izuku aferrado a su mano.

Hitashi: No te sueltes, Izuku. Quédate cerca.

Izuku asintió, sintiendo el peso de la oscuridad alrededor de ellos. Las paredes de piedra estaban grabadas con jeroglíficos desgastados por el tiempo, y el aire tenía un aroma denso a historia antigua... y a peligro.

Hombres armados los rodeaban. Los compañeros de su padre. Mercenarios. Algunos reían entre susurros. Otros mantenían el rostro serio.

Y uno de ellos...Uno de ellos lo observaba con demasiado interés. Izuku nunca supo quién era. Nunca logró ver bien su rostro. Tal vez fue el miedo.Tal vez fue la forma en que la oscuridad se arremolinaba a su alrededor.
O tal vez... su mente se rehusó a recordar.

La traición ocurrió al instante. Uno de los mercenarios se movió más rápido que los demás. Antes de que Izuku pudiera siquiera reaccionar, su padre ya estaba sangrando.

Hitashi cayó de rodillas, sosteniéndose el costado mientras la sangre empapaba su ropa. Izuku sintió que el mundo se rompía en pedazos.

Midoriya: ¡Papá!

Hitashi: Izuku... ¡corre! — Jadeo viendo a Izuku el cual corria hacia el.

Izuku se quedó congelado. El hombre que lo había apuñalado hablaba... pero su voz se convirtió en un murmullo incomprensible.

"Su rostro era una sombra en su memoria. No importaba cuánto intentara recordar...No importaba cuánto tratara de reconstruir su rostro en su mente... Nunca podía verlo con claridad. Solo sabía que él le había arrebatado a su padre"

La huida fue un desastre. Hitashi usó lo último de sus fuerzas para empujar a Izuku fuera de la tumba. Los disparos resonaban en la oscuridad. Los gritos de los mercenarios. Los jadeos de su padre ahogándose en su propia sangre.

Izuku corrió. Corrió hasta que sus piernas no pudieron más. Corrió hasta que la arena devoró sus huellas. Hasta que se desplomó, jadeante, con el cuerpo cubierto de cortes y moretones.

El desierto se lo tragó... Y lo dejó al borde de la muerte.

Cuando abrió los ojos, vio una estatua. Blanca como un cadáver. Imponente. Khonshu. Sus ojos vacíos lo observaban en la penumbra del templo.

La luna iluminaba su silueta, haciéndolo parecer una deidad que esperaba su momento para hablar. Izuku no sabía cómo había llegado ahí. No recordaba cuánto tiempo había pasado.

Pero él estaba ahí. Y la voz de Khonshu retumbó en su cabeza.

Khonshu: "Estás roto" — Izuku apenas pudo respirar.

Khonshu: "Has perdido todo. Te han arrebatado tu hogar, tu sangre... tu futuro" — La figura de la deidad se inclinó hacia él — "Pero yo puedo darte un propósito."

Izuku se sintió atrapado en su mirada. La voz del dios era severa, inhumana... pero no vacía. No era cruel. Era justa.

Khonshu: "Levántate, niño"

Los dedos de Izuku temblaron contra la arena fría del templo.

Khonshu: "Demuéstrame que aún no estás muerto"

Izuku cerró los ojos. Las imágenes de su padre se mezclaban en su mente. La traición. La sangre. El rostro que nunca pudo recordar. Y una furia desconocida ardió en su interior. Izuku se levantó. Apenas podía mantenerse en pie... pero lo hizo.

Khonshu: "Bien..."

Los vendajes sagrados envolvieron su cuerpo. El frío del templo se disipó en cuanto la bendición del dios lo envolvió.

Khonshu: "Serás mi mano. Mi venganza. Mi Moon Knight"

La luna resplandeció sobre él. Y Izuku Midoriya dejó de existir en ese momento. Lo que nació en ese templo... Fue algo más. Algo diferente. Algo roto. Pero con una misión.

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Rachel escuchó atentamente la historia de Midoriya. Cada palabra resonaba en su mente, no solo por lo que decía, sino porque nunca antes lo había visto tan vulnerable.El hombre que había dirigido una empresa a los 15 años... El hombre que mantuvo en secreto su verdadera identidad como el Avatar de Khonshu...

El hombre que aún, después de todo, seguía luchando por hacer lo correcto... Había sido solo un niño cuando todo comenzó. Rachel nunca supo lo que realmente ocurrió con su padre. Pero ahora entendía por qué Midoriya había fundado Midoriya Industries.

Midoriya: Por eso entiendo lo que pasas Su voz era firme, pero en sus ojos había algo más... Dolor.

Midoriya: A mí me hubiera gustado que alguien salvara a mi padre. Por eso fundé Midoriya Industries... para proteger a las personas de los villanos y ayudar a los que pueda — Midoriya hizo una breve pausa, mirando la luz de la luna reflejada en el suelo de piedra del templo — Por eso creé todas esas fundaciones benéficas. Jamás lo hice pensando en ser el Avatar de Khonshu... — Levantó la mirada y miró a Rachel a los ojos.

Midoriya: Lo hice pensando en lo que mi padre hubiera querido.

Rachel bajó la mirada, procesando esas palabras. No podía evitar pensar en su madre y su hijo. La imagen de ambos se grabó en su mente.

Su madre, sosteniéndola cuando era niña, asegurándole que todo estaría bien.
Su hijo, tomando su mano con inocencia, confiando en que su madre siempre estaría ahí para él.Su puño se cerró levemente, y su mente la llevó a un recuerdo que había intentado olvidar durante mucho tiempo.

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Rachel tenía miedo. Sus manos temblaban al sostener su bolso barato, mientras miraba a su alrededor con incomodidad. El resto de las candidatas parecían inalcanzables.

Vestidos elegantes. Relojes de lujo. Postura confiada. Currículums impecables.

Y luego estaba ella.

Rachel: No pertenezco aquí.

Había estado desempleada por meses. No tenía un currículum impresionante. No tenía la educación de las demás. No tenía nada.

Apenas tenía un atuendo limpio y presentable. Pero aun así... estaba ahí. No por ella. Por su hijo. Por su madre. Las puertas del despacho se abrieron, y una voz joven la llamó.

Rachel, adelante.

Sintió que su corazón se detuvo. Sus piernas se sentían pesadas, pero de alguna manera logró avanzar.Y cuando entró... lo vio.

Un joven sentado en un escritorio de madera oscura, con una sonrisa llena de confianza, pero sin arrogancia. Izuku Midoriya, de 15 años. El líder de la empresa de mayor crecimiento en el mundo.

Y, sin embargo... No había frialdad en su mirada. No había juicio. Había algo más. Empatía.

Midoriya: Dime, ¿por qué quieres el empleo?

Rachel se tensó de inmediato. Su garganta se secó. Todas las respuestas ensayadas en su cabeza se esfumaron.

Rachel: B-bueno, yo... — Sus manos se apretaron contra su falda — Quiero... yo quiero... — Las palabras se atoraron en su garganta.

Tenía miedo. ¿Y si decía algo equivocado? ¿Y si se reía de ella? ¿Y si la miraba con desprecio, como lo habían hecho tantas otras personas? Pero Midoriya sonrió.

Midoriya: No tienes por qué avergonzarte — Rachel parpadeó, sorprendida — Mírame a mí. Soy un joven de 15 años liderando una empresa. Creo que no estoy en posición de juzgar a los demás.

Rachel abrió los ojos con sorpresa. No podía creer lo que estaba escuchando.

Rachel: Pero usted es el jefe de todo esto. Tiene poder y dinero.

Bajó la mirada, sintiendo cómo su confianza se desmoronaba. Pero Midoriya negó con la cabeza.

Midoriya: Sí, tengo ambos. Pero el poder y el dinero no compran lo que los demás ven en nosotros — Rachel lo miró fijamente — No quiero que la gente me vea como un joven exitoso. Quiero que los jóvenes vean que pueden ser lo que deseen, sin importar la edad. Y quiero que los adultos puedan confiar en el futuro de las nuevas generaciones — Midoriya la miró directamente a los ojos — Por eso... dime. ¿Qué es lo que deseas tú?"

Rachel no pudo contenerlo más. Rompió en llanto. No porque estuviera triste. Sino porque alguien finalmente le había preguntado eso. Midoriya se levantó lentamente y la abrazó con suavidad.

No la juzgó. No se rió. No la miró con lástima. Solo la vio como una persona. Y en ese momento, Rachel encontró un nuevo propósito.

Rachel regresó al presente, sus ojos cristalizados. Midoriya seguía ahí, frente a ella. El mismo niño de aquel día. Pero ahora un hombre... y un guerrero.

Rachel sonrió débilmente. Con un leve movimiento de su mano, una brisa dorada se levantó. Las partículas de oro flotaron suavemente alrededor de Midoriya, envolviéndolo en una suave ventisca. El dolor de su herida desapareció. Midoriya se sorprendió.

Midoriya: Rachel... — Rachel lo miró con tranquilidad.

Rachel: Desde que supe que íbamos a juzgarte... ya sabía mi veredicto — Rachel lo miró con una sonrisa serena — Inocente — Midoriya se quedó en silencio — Yo sé que tienes un buen corazón. Y sé que jamás cometerías tales crímenes — Midoriya inhaló profundamente.

Midoriya: Gracias...

Pero antes de que pudiera relajarse... Una presión abrumadora llenó el templo. La temperatura aumentó violentamente. Midoriya y Rachel se giraron al instante.

Bakari tenía la cabeza baja. Pero su lanza... Brillaba con un amarillo incandescente.

Bakari: Está decidido... — Cuando levantó la mirada, sus ojos ardían como el sol — Yo seré quien dé el veredicto final.

La lanza de Bakari estalló en llamas doradas. Midoriya dio un paso adelante. Su traje se regeneró completamente mientras se preparaba.

Midoriya: Aquí vamos... — Bakari señaló con su lanza.

Bakari: La ira de Ra... caerá sobre ustedes.

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Próximo Capitulo:

Observad a Ra

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