Capítulo 33.
Tyler Davis
Acaricio su rostro con dulzura mientras Kylie prepara el almuerzo. Tras insistir en que me quede a acompañarlas, me he acomodado en el sofá junto a Samantha y ahora ella yace con los ojos cerrados. Duerme como si de un ángel se tratase y sonrío ante la bella imagen que tengo ante mis oscuros ojos.
—Tyler —me llama su madre— ¿puedes venir un segundo a la cocina?
Asiento con la cabeza para no despertar a la bella durmiente y la recuesto correctamente en el sofá. Me levanto y avanzo hacia la cocina sin hacer el más mínimo ruido.
—¿Qué ocurre, Kylie? —pregunto sentándome en una de las butacas.
—¿Podrías acompañar a Samantha el día de la operación? —dice algo nerviosa.
—Sí claro, ¿pasa algo?
Ella baja la vista al suelo y acto seguido, agacha la cabeza. La observo con detenimiento y noto la preocupación en sus ojos.
—Me ha surgido un juicio.
—¿Un juicio? ¿De qué? —digo confuso.
—De mi divorcio.
Me quedo en shock. ¿No se había divorciado ya? Miles de dudas vagan por mi mente pero prefiero callar.
—Sé que suena raro pero no me había divorciado aún. Él interpuso la demanda hace escasos días porque quiere volver a casarse. No sé ni el cómo ni el porqué esperó durante dieciocho años para hacerlo, pero así es —explica, realmente aturdida por la situación.
—¿No prefiere que la acompañe?
—No es necesario. Mi hija es más importante y es quien necesita el verdadero apoyo. No permitiré que no se opere por esto —añade frustrada.
Finalmente, asiento levemente. Escucho pasos aproximarse a la cocina y la dulce voz de Samantha recién levantada nos advierte de su presencia.
—¿De qué hablábais? —pregunta frotándose los ojos delicadamente.
—Tu madre me estaba comentando que el día de la operación quiere que esté presente —digo dulce.
—¿No ibas a estar? —cuestiona frunciendo el ceño.
—Sí, pero no tenía pensado hacerlo todo el día. Ya sabes que tengo trabajo en el taller, pequeña —explico.
—¿Y no habría ninguna forma de que no trabajases ese día?
Batalla de preguntas. Lo que me faltaba. Como no es prudente confesarle el porqué de mi presencia totalitaria y de la ausencia parcial se su madre, decido asentir con la cabeza y responder un simple sí.
—He concretado con Simons que el día de tu operación sea día de cierre, así él se toma el día libre para descansar o lo que le plazca y yo puedo acompañarte en el hospital.
—Perfecto —añade felizmente.
Esboza una amplia sonrisa y suelto un leve suspiro mirando a Kylie. Ella me lo agradece con la cabeza y se dispone a servir el almuerzo. La ayudo a acomodar todo sobre la mesa y le pido a Samantha que se siente. Ella lo hace sin rechistar y sonrío tontamente. Se le ve tan feliz, tan ansiosa por operarse, que me da verdadero pavor no saber cuál será el resultado.
«Ojalá todo fuese tan fácil como soñarlo o esperarlo. No bajes la guardia, Davis. Cometerías un gran error», murmura el hada.
Con esto último, trago saliva y me quedo bastante aturdido el resto de la tarde. Después de almorzar con Samantha y Kylie, me despido de ellas y conduzco hacia el taller. Una vez allí, Simons me observa con una media sonrisa, pero al verme su rostro cambia.
—¿Ocurre algo? Estás pálido.
—¿Tanto se nota?
Él asiente y suelto un gran suspiro. Lo que el hada me ha confesado me está produciendo verdaderos quebraderos de cabeza. No sé si se refiere al doctorcito Logan o a la operación de Samantha, pero algo me dice que se avecina tormenta.
—Espero no ser indiscreto pero ¿qué te pasa? —pregunta y alzo la cabeza para clavar mi mirada en él.
—Temo que algo muy grave va a pasar.
—¿Cómo? ¿A quién? ¿Por qué?
—Mi corazón me dice que a Samantha, pero mi cabeza no hace más que pensar en el capullo de Logan —mascullo serio.
—Primero que nada, tranquilízate Tyler. Segundo, no hagas nada de lo que puedas arrepentirte. Y tercero, lo que tenga que pasar, pasará.
—Quiero impedirlo pero siento que no puedo —musito golpeando la pared.
Simons me sostiene por los hombros para evitar que me ocasione a mí mismo daños físicos, y claramente daños materiales al taller.
—Cálmate. No ganas nada poniéndote así.
—Como ese imbécil se acerque a ella el día de la operación, no sabré de lo que seré capaz de hacer, pero como mínimo le parto la cara —mascullo frío.
Y de repente, algo sucede en mi interior. Siento que mi otro yo quiere aparecer a la fuerza. No es la hora, y me temo lo peor. Cierro los ojos rápidamente e inhalo y exhalo aire con tal de relajarme, ya que si no lo hago, cualquiera que se encuentre a mi lado corre peligro. Pues según cuenta la leyenda: el humano que acostumbra a convertirse en lobo por las noches, es una máquina de matar si se transforma a plena luz del día.
¿Perderá Tyler los estribos antes de que ocurra algo? Mañana más y mejor.😋
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