Capítulo 19.
Tyler Davis
Después de confesarle a Samantha la verdad sobre mi otra mitad, mi lado más salvaje, decido pedir una deliciosa cena para compensarle el mal trago que le he hecho pasar.
Pido jamón ibérico y queso curado como entremés, pasta a la carbonara como segundo y crêpes con nutella y nata de postre. A su vez, encargo un ramo de flores, concretamente rosas rojas, que simbolizan mis sentimientos hacia ella.
Y para no quedarme corto, he pedido que preparen la cama de una forma un tanto peculiar. Les indico que hagan un gran corazón con pétalos y enciendan velas aromáticas con aroma a vainilla. Todo ello, para ambientar la habitación.
Mientras tanto, Samantha y yo vagamos por las frías calles de Ontario. Observo cómo sonríe ante el drástico cambio cultural y esbozo una amplia sonrisa de satisfacción.
—¿Qué sientes, Sam? —cuestiono con curiosidad.
—Admiración —se limita a decir.
—Te traje al lugar indicado entonces —anuncio sonriente.
Se queda en silencio e inspira el perfume que esta ciudad desprende por sí sola.
—Quería compartir conmigo mi peor pesadilla.
Alza su cabeza hacia mí y su ternura me activa por completo.
—Gracias —murmura cabizbaja.
—¿Por qué? —pregunto confuso.
—Por traerme a conocer el lugar que tanto te hizo sufrir en la infancia y por mostrármelo con amor.
Beso su mejilla dulcemente consiguiendo que su piel se erice. Se aferra a mí, rodeando mi cintura con sus finos brazos.
—¿Tienes hambre? —pregunto y ella asiente mientras su cabeza está posada en mi pecho.
Nos dirigimos nuevamente al hotel y sostengo su mano, que se entrelaza con la mía por el camino. Abro la puerta de la habitación con la respectiva llave y el olor a comida y flores invade nuestras fosas nasales.
—¿A qué huele? Me encanta —añade ella inspirando el suave y reconfortante aroma.
—Descúbrelo tú misma.
Me apropio de su mano con delicadeza y ma hago avanzar. Toca el carro de la comida, que se encuentra tapada, y seguidamente la acerco a la cama.
—Extiende la mano —le indico.
Realiza la acción que le pido y muerde su labio inferior nerviosa.
—¿Son pétalos?
—Sí, simulando un corazón —le explico.
Ella sonríe feliz pero la timidez se le nota a la legua. Para romper el hielo, la hago avanzar hasta la mesa donde está parte del tentempié servido. Se sienta en unas de las cómodas y acolchadas sillas, y me coloco frente a ella. Le indico absolutamente todo lo que vamos a cenar y sus ansias por devorarlo todo crecen por momentos.
Cenamos entre risas extremadamente ruidosas y dulces miradas, pues aunque su condición no le permita verme como es debido, busca mi rostro de alguna manera para clavar su mirada en la mía.
Después de todo esto, no sé ni el cómo ni el porqué pero comenzamos a besarnos de una manera un tanto especial. Sus labios rozan los míos con una exclusividad impresionante, que se acompasa con la suavidad de nuestras mutuas caricias.
Mis manos vuelan por todo su cuerpo mientras que las suyas están detenidas en mi cuello, acariciándolo con sus uñas. El beso se intensifica conforme seguimos en el campo de batalla. Su lengua juega con la mía mientras me fundo en ella inexplicablemente.
Su respiración se encuentra verdaderamente agitada cuando nos separamos unos centímetros por escasez de aire, pero la lujuria se apodera de nuestros cuerpos.
Acaricio su cadera con dulzura, posando mis dedos por su estómago y ascendiéndolos lentamente por su espalda. Con esto, logro que se arquee y su piel se erice notablemente.
Poco a poco la ropa de ambos va cayendo. Nuestras camisas vuelan hasta quedarse enganchadas de las sillas y nuestros pantalones hacen de alfombra en este suelo de parquet.
Sostengo su cuello con delicadeza y vuelvo a fundirme en ella. La beso de manera que sienta lo que verdaderamente pretendo. Un beso lleno de amor, pasión, comprensión y apoyo, que la haga sentir mujer. Halago su belleza mientras sujeto su cintura con mis musculosos brazos y caemos lentamente en la cama.
Sus caricias me piden más y los besos, por muy furtivos y lujuriosos que sean, no sacian mi sed. Admiro su cuerpo y muerdo mi labio mientras deslizo mi mano por su estómago hasta llegar a la altura de su intimidad.
—¿Estás segura? —cuestiono antes de actuar. No me gustaría hacer algo que ella no autorice. Sería faltarle el respeto.
—Sí —murmura con un hilo de voz casi inaudible.
Introduzco despacio mis dedos bajo la fina tela que cubre su vagina y la acaricio con delicadeza para no hacerle daño. Poco a poco, su sexo se acopla y ensancha ante mis dedos. Ella jadea y dejo un reguero de besos por su cuello. Éxtasis.
Nos deshacemos de la ropa interior y sus manos viajan hasta mi espalda. Me detengo tras ponerme el preservativo y vuelvo a hacerle la pregunta.
—¿De verdad quieres hacerlo? —ella asiente mimosa.
Me coloco correctamente sobre ella y abro sus labios vaginales con mis dedos para, seguidamente, introducir pausadamente mi miembro en su estrecha intimidad. Está muy húmeda y gime al recibirme.
Doy suaves movimientos de cadera dentro de ella y clava sus uñas en mi espalda. Eso me activa por completo. Noto cómo se abre para recibirme y comienzo a moverme aún más deprisa. Dentro y fuera. Y asi sucesivamente.
Sus gemidos bañan sensualmente mis oídos. Son música para mí. La embisto cada vez más mientras su sexo se acopla muchísimo mejor, permitiéndome un buen acceso a ella.
—T...Tyler —gime mordiendo su labio.
—Dime —digo entre embestidas.
—Te quiero.
Sus palabras aceleran mi ritmo. Escuchar de sus propios labios que me quiere es algo inexplicable e increíble para mí.
Beso sus labios con dulzura para demostrarle que me enloquece, que es la única para mí, mientras la poseo contra esta cama de hotel.
Finalmente, doy una última pero dura embestida consiguiendo que lleguemos al climax al mismo tiempo. Expulsamos un gran orgasmo de placer y caemos rendidos en la cama, uno al lado del otro.
Su cabeza se apoya sobre mi pecho y la abrazo. Deposito un beso sobre su cabeza y ella sonríe. Lo siento.
—¿Cómo te sientes, preciosa mía? ¿Te dolió mucho?
—Me siento...increíblemente bien.
Esbozo una amplia sonrisa que incrementa la suya. Me he sentido inmensamente feliz mientras nos entregábamos al amor.
—Yo también te quiero —susurro en su oído, contestando a su declaración anterior.
¿Qué os ha parecido este encuentro entre Samantha y Tyler?😏🔥
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