Capítulo 11.
Samantha Andersen
Después de comer, Tyler se marcha y mi madre no me quita ojo. Me siento intimidada con su mirada fija sobre mí.
-Hija -me llama- ¿qué tienes con Davis? -pregunta sin rodeos.
-Una amistad, mamá -musito con una sonrisa.
-No pienso lo mismo -contesta. La conozco y en este instante debe de tener los brazos cruzados esperando una explicación al respecto.
-Mamá, por favor, sólo somos amigos, nada más -me explico como puedo.
Se queda en silencio y suspira profundamente antes de proseguir.
-He visto cómo te mira, igual que tu oftalmólogo.
-¿Qué quieres decir? -frunzo el ceño confusa.
-Que ambos hombres se sienten atraídos por ti.
Dicho esto, comienzo a reír a carcajadas. ¿Cómo voy a tener a dos chicos conquistándome? Es de locos. Nunca he sido querida por nadie, más bien he sido burlada por todos, hasta por aquellos a quienes llamaba 'amigos'.
-Dudo mucho que alguno de los dos pueda sentirse interesado por mí -miento piadosamente, aunque hasta yo misma me creo mis palabras. ¿Quién me dice a mí que uno de los dos no va a fallarme?
«Uno de ellos lo significará todo para ti, mientras que el otro se entrometerá hasta conseguirte. No es un juego de azar, Samantha; sin embargo, debes cuidarte», murmura una voz dulce.
-Samantha, ¿me estás escuchando? -masculla mi madre.
-Voy a descansar -me limito a decir.
Ella suspira sonoramente mientras avanzo por la cocina y aminoro la marcha hasta llegar a mi habitación. Una vez allí, me apoyo en la parte trasera de la puerta tras cerrarla y cierro los ojos, pues aunque la oscuridad se haya apoderado de uno de los sentidos más importantes que un ser humano puede poseer, la esperanza de volver a ver no la he perdido del todo.
Mi piel se estremece cuando la brisa otoñal penetra por una pequeña abertura de la ventana. Esto me indica que está a punto de anochecer y como no, llegó la hora de viajar.
Cierro los ojos tras sentarme en el diván de la ventana y me traslado al bosque que tanta felicidad me produjo en la infancia. Avanzo pisoteando todas las hojas caídas ya secas mientras siento cómo el frío me envuelve, en cómo la suave brisa de este espléndido bosque me abraza y me produce calor, en cómo desearía volver a ver.
He de ser sincera. Tanto Logan como Tyler tienen cierto interés por mí, y aunque desconozco cada una de sus posibles acciones, siento que mi corazón va a librar mil batallas contra viento y marea, cuyos responsables son dos hombres completamente distintos. Tyler Davis, un mecánico apasionado por su trabajo que me seduce con su inigualable labia, y Logan Moore, un prestigioso médico oftalmológico que hace lo posible por robarme un beso y engatusarme.
Y sí, estoy tremendamente confusa. A ambos los acabo de conocer pero con uno de ellos he llegado a algo más, mientras que al otro lo evito constantemente por miedo. Aunque francamente siento miedo en los dos sentidos. Primero porque no quiero que jueguen conmigo, y segundo porque la confusión que siento es tan grande que ni yo misma me aclaro. Cada uno tiene sus pros y sus contras. Cada uno se diferencia del otro a su manera. Cada uno me trata de una forma completamente distinta. Cada uno me mira con unos ojos que aún no consigo descifrar. Ojalá la ceguera fuese fruto de un mal sueño, de una pesadilla que me ha dañado psicológicamente para poder comprobar la verdad de sus ojos.
Concluyo con las divagaciones cuando escucho un feroz aullido a lo lejos. Es él. Mi compañero en forma perruna. El lobo que me acompaña y del que disfruto gratamente su cercanía.
Siento un aliento escaso de menta a mis espaldas y sé que ha llegado. Giro sobre mis talones y busco con mis manos la cabeza de tan magnífico animal. Si no fuera por él, me habría muerto de soledad en este bosque tan inmenso.
«Este ser no es lo que crees», murmura el hada consejera.
Frunzo el ceño ante tal información y prosigue:
«Pronto descubrirás qué se esconde tras este lobo».
-¿De qué estás hablando? -cuestiono bruscamente, pues no comprendo a que viene esto.
«Todo a su tiempo, Sam, no desesperes», me pide con dulzura.
Tras esto, la ignoro mientras sus palabras navegan por mi mente sin cesar como náufragos perdidos en el océano. Continúo acariciando el pelaje de este lobo supuestamente desconocido y con numerosos secretos que desvelar aunque no pueda hablar. Pero he de admitir que la preocupación se apodera de mí. ¿Y si no es un animal? ¿Y si es alguien disfrazado que busca reírse de mí? ¿Y si estos sentimientos de tranquilidad que siento estando a su lado se desvanecen como la mismísima arena blanca del Desierto del Sahara?
Sinceramente, dudo mucho que quiera descubrir algo inexplicable con respecto a este lobo que me acompaña cada noche, pero nunca es tarde para tener curiosidad. Al fin y al cabo, lo que tenga que revelarse y salir a la luz, así será quiera o no. Por ello, mi abuelo siempre decía: para todo hay una primera vez, pequeña. Nunca lo olvides. Y qué razón tenía.
Mientras mi mente prosigue creando sus propias conclusiones sobre las "sabias" palabras del hada consejera, sigo acariciando el aterciopelado pelaje de este lobo. Cuanto más me entrego para fomentar un vínculo entre él y yo, más siento que su instinto protector se incrementa y no puedo evitar sentir miedo, miedo de que ocurra algo o muy bueno o terriblemente malo.
Lamento que sea tan corto pero no quería desvelar nada más por ahora. ¿Qué opináis sobre las divagaciones del Samantha? ¿Estará en lo cierto? 🥀
Capítulo dedicado a la cumpleañera Miry3103 ¡Felicidades!🔥
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