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¡¿Por qué las guías telefónicas no traen la dirección?!

15 minutos llamando a la casa de Not y nadie respondía. Me había alistado, probado unos 20 vestidos y cambiado el maquillaje unas 3 veces. Solo para abrir la puerta y percatarme de que no tenía ni idea de a dónde rayos tenía que ir. Ya me temía que pensara que le había dado el plantón más grande de su vida. Solo porque no tenía la dirección de su apartamento y habíamos quedado en que yo pasaría a por él.

-¡Not, responde, por el más sagrado chocolate del mundo!- grité sin darme cuenta que el otro lado de la línea había detenido el tono de espera.- ¿N-Not?

-Casi me dejas sordo con ese grito, pero me ha dado muchísima gracia.- su risa fue suficiente para que calmara mi agitación.- Hola, Nicole.

-H-hola... mira, perdona que te llame así, pero...- escuché que suspiraba de forma pesada.

-Ya, no me lo digas. Te surgió un problema y no podrás venir, ¿no es eso?- fruncí el ceño cuando lo escuché cambiar el tono de esa forma.

-Espera, ¿acaso crees que me estoy echando atrás? ¿Que me quiero justificar con cualquier cosa para no salir contigo?

-Bueno, es que, como comenzó tu oración, daba la impresión de eso, Nicole.- me apreté el puente de la nariz para no lanzar el teléfono por la ventana.

-Notkero, te llamé para que me digas dónde demonios queda tu apartamento. Me dijiste que te pasara a buscar, pero, que yo sepa, la dirección aún me la debes. Ni que fuera yo adivina, para eso, ya hubiera jugado la lotería, y habría pagado el salón mil veces.

Hubo una larga pausa de su parte. Un silencio que me hizo sentir demasiado rara e incómoda. Espera, ¿se le habrán acabado las baterías al teléfono? Lo miré, no, aún la pantalla estaba corriendo la llamada. Entonces, ¿se había roto?

-¿Hola? Not, sigues ahí... ¿verdad?

-Hola.- me sorprendió la voz de una mujer, pero se notaba que era de una señora mayor.- ¿Eres Nicole?

-S-sí, señora.- respondí nerviosa de repente.

-Apunta, ahora mismo te doy la dirección del edificio.

Busqué una libreta que siempre tengo junto a la base del teléfono para apuntar cosas importantes y escribí cada palabra como me lo dijo aquella señora. Solo decía cortos monosílabos mientras asentía como tonta, si igual no había nadie para verme asentir, pero bueno, gracias al Dios del malvavisco que este tipo de cosas salía hasta en las películas. Cuando tuve la dirección completa, arranqué la hoja y la doblé para meterla en mi bolso.

-Disculpe, señora, ¿qué pasó de repente con Not? Es que... se hizo silencio y... me preocupé.- pregunté aún nerviosa.

-¿Él? Ah, no te preocupes, aún está en el sofá muerto de la risa.

-¡¿De la risa?!- y yo que estaba preocupada y él solo riendo.- Bueno, ¿qué? ¿Paso a buscarlo para el cine o mejor lo traigo a mi casa y le monto el club de la comedia en mi sala?- escuché a la señora reír por mi broma, risa que compartí yo también.

-No te preocupes, puedes venir a buscarle. Estará esperándote fuera del edificio.

-Bien, ya estoy de salida entonces. Gracias, señora...- colgué y una estela azul fue lo que bajó esas escaleras.

Cuando llegué a la calle, me apresuré a montar el primer taxi que logré encontrar y que estuviera vacío. Saqué la dirección y se la dije al conductor. Cuando estaba de camino, saqué un espejo de mi bolso y me revisé el peinado. ¡¿Por qué se me habían salido tantos mechones?! Y lo peor, se me había quedado el peine en casa. Menudo desastre, ahora sí que sería una cita memorable. Todo el mundo hablaría de la loca despeinada que andaba con el ingenuo ciego y, para colmo, de cita en un cine. Linda imagen, sí, señor. Ni en los más bellos desastres de comedias en el cine había visto yo algo similar. Tal vez no sería mala idea mandar un libreto a Hollywood con la historia de mi vida. Éxito en taquilla 100 % seguro para una comedia.

-Señorita, es aquí.

-¿Eh? ¡Ah, sí! Gracias... jejejeje...- pagué el taxi mientras me daba cuenta de que no podía haber caído más bajo.

Se suponía que estaba ansiosa por llegar y el chófer fue quien me tuvo que decir que ya estábamos allí. Vaya si me pongo a pensar más profundo que si practicara apnea. Me bajé del taxi dando un leve traspié con los tacones, por suerte llevaba en el bolso unos zapatos más cómodos por si algún accidente me fuera a pasar. Conociéndome, era más probable que yo terminara en el suelo antes que Not esta noche.

-¿Una mala jugada de los tacones, Nicole?- al levantar la vista y verlo... ¡Alguien que le reinicie el sistema operativo a mi cerebro, por Dios!

Estaba guapísimo con esa ropa. Ni tan formal, ni tan casual, solo así, elegante como es él. Pestañeé varias veces para poder creer que aquello no era un sueño o que mis ojos no estaban poniendo más de un filtro de belleza a la imagen que recibían de Not.

-Pero, mujer, di algo. Que tu cita espera por ti.- escuché la voz de la señora que estaba detrás de él, era la que me había hablado por el teléfono.

-Bueno... ehm... ¿podemos comprar helado en vez de palomitas?- fue lo que se me dio por preguntar.

-Pfff... ¡No me lo puedo creer!- y otra vez Not se parte de risa conmigo.

-Venga, muchacho, vas a tener entretenimiento para toda la noche.- la señora le dio un leve empujón mientras yo me acercaba a él.

Resultado, el peor para mí. La ancianita reía con picardía mientras Not caía casi sobre mí. Por gran suerte no terminamos en el suelo, pero sus manos ya estaban sobre mi cuerpo para sostenerse de algo al perder el equilibrio. También el bastón había caído al suelo por el impulso. ¿Y yo? Tenía el cerebro ya en MS2, porque la impresión me había borrado toda cordura del sistema. La cara me ardía de tan roja que estaba. Y casi me desmayo cuando Not me volvió a hablar. Así, en susurro y cerquita, directo al oído.

-Lindo vestido, Nicole.

¡Sáquenme de aquí o la voy a palmar!

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