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9-¡SORPRESA!

El viaje de vuelta fue mucho más distendido que el de la ida. Ya nos conocíamos un poco más, hablamos un poco de Marc, me preguntó cosas sobre él que yo todavía no conocía. Yo por mi parte, le pregunté sobre su família y así me enteré de que su madre vivía todavía, que estaba con su hermana y que él iba a verla regularmente cada quince días.
Salimos de Valencia el jueves a las doce y llegamos a Barcelona a las cinco y media de la tarde.
Paramos a comer por el camino.
Al llegar le dije que me dejase en las oficinas pero insistió en acercarme a mi casa.

—Bueno, Aisha, espero que tus primeros días de trabajo hayan sido lo que esperabas.

—Más o menos es lo que me imaginaba. Yo espero no haberlo hecho tan mal.

—Bueno...

—¡Oye! —le dije dándole un pequeño empujón.

—Hemos hecho un buen equipo.

—Nos vemos el Lunes a las nueve en las oficinas, de allí iremos al aeropuerto, no llegues tarde. Que vaya bien el fin de semana.

-Igualmente, Daniel. Nos vemos el lunes.

Subí a mi piso y lo primero que hice fue lavar la ropa y ponerme cómoda. Después llamé a mi hermana y le avisé que ya había llegado y que estaba en casa.

-Aisha , cariño , ¿Te importa que vayamos a verte esta noche para comentarte una cosita?

—¡Madre mia! Debe ser más grave de lo que creía...

—No, tranquila, ¿Salimos a cenar los tres?

—Estoy hecha polvo, pero si insistes vamos a algún sitio cerca.

—Vale, reservo mesa en La Esquina.

—Hasta luego, Tata.

La Esquina era un pequeño bar restaurante al que a veces íbamos a cenar, estaba cerca y no era nada pijo. No tuve que arreglarme demasiado para ir con ellos.
Vinieron a casa a las ocho de la noche, mi hermana traía una bolsa y parecía contenta, Edu estaba también de buen humor. Nos abrazamos y, antes de salir, mi hermana me dijo que me sentara.

—Tengo algo que decirte, Aisha.

—Lo sé, ¿a eso has venido no?

—Sí, pero siéntate primero, Tata.

—Bueno, dime.

—¿Recuerdas que hace un mes me dolía mucho la espalda?

—Sí, fuiste al médico y con los antiinflamatorios y el reposo te pusiste bien.

-Exacto.

—¿Te vuelve a doler?

—No, pero las pastillas que tomé tenían efectos colaterales...

—¿Qué quieres decir?

—Díselo ya, cariño, si no no vamos a llegar al restaurante a tiempo —, dijo Edu.

—Me vais a tener en ascuas...

—No, Aisha, ¿recuerdas los mareos? Son efectos secundarios de lo que me pasa.

—Ya lo sé. Pero ¿me vas a decir lo que te pasa de una vez? Me estás poniendo de los nervios.

—Bueno, verás, esa pastilla anulaba los efectos de otra que yo tomaba....

—¿De qué pastilla hablas?

Yo estaba tan cansada que no era capaz de pensar.

—Díselo ya, cariño —decía Edu.

—Bien, te lo soltaré de sopetón porque estás en las nubes.
¡Estoy embarazada!, ¡vas a ser tia!

—¡Qué!

Me levanté de un salto y me abracé a mi hermana.
—¿En serio?

—Ajá, vas a ser tia y yo mamá.

—Madre mía, no me lo puedo creer y ¿qué traes en la bolsa?

—La ecografía de tu sobrino. Se ve muy poquito porque estoy de mes y medio, pero quiero que lo veas.

—Dios mio, no me lo puedo creer...

Me explicó que los mareos se le iban ya quitando, que se sentía feliz, y la verdad era que yo también me sentía feliz, no se me había pasado por la cabeza que lo que le pasaba era un embarazo.
Cenamos los tres juntos y me contaron los detalles. Increíble, iba a ser tia.
Estaba deseando contárselo a alguien, pensé en Daniel, a él se lo diría el lunes y a Marc se lo contaría el mismo viernes, cuando llegara a su casa.
Recordé a Joel por un momento, pero me obligué a no pensar en él. Me gustaba mucho, aún así formaba parte del pasado.
Supuse que Edu se lo contaría.
No me interesaba.
Aunque una parte de mi pensara en él.
Pasamos una noche estupenda, cenamos y brindamos con cava para celebrarlo. Cuando llegué a casa estaba agotada, y me dormí pensando en mi hermana y mi sobrino o sobrina.
Dormí del tirón y la mañana del viernes estaba mucho más descansada. Menos mal, porque tenía muchísimas cosas por preparar...
Empecé con mi ropa. Como no sabía lo que Marc pensaba hacer, puse un poco de todo, ropa esport y de vestir, para playa y montaña, en fin, que llevaba ropa para tres semanas por lo menos.
A las doce vino mi hermana a casa.

—Hola, cariño, ¿Estás lista para tu fin de semana?
Pásalo bien pero con cabeza ¿vale?
Sé que eres mayorcita, pero no te dejes llevar por el corazón y piensa antes de hacer las cosas..

—Dúnia, ya hablas como si fueras mi madre, ¿Estás practicando?

—No seas tonta, Aisha, no quiero que lo pases mal, te he visto llorar por el idiota de Javier, no quiero que te ilusiones demasiado y acabes sufriendo. Te conozco y eres muy sensible, sólo no te dejes llevar por el corazón, utiliza la cabeza, ¿me lo prometes?

—Vale, Tata, ahora estoy acabando de preparar el equipaje y saldré para el aeropuerto en una hora.

—¿Todo eso llevas? Te recuerdo que sólo estarás dos días.

—¡Ay, Tata! No sabía qué llevarme, así que he decidido estar preparada para todo... ¿No decías que debía usar la cabeza?

—¡Tonta!, tú ya me entiendes, bueno, te acompaño al aeropuerto y el domingo te recojo cuando vuelvas.

—Me parece genial pero el domingo llegaré sobre las nueve de la noche... si no hay retrasos.

—Tranquila, iremos Edu y yo a buscarte.
No quiero perderme tu cara cuando vuelvas, así sabré cómo ha ido el fin de semana sin que me cuentes nada.

—Es que no te voy a contar nada de nada.

—Pobre de ti. Si no me lo cuentas te haré venir a clases de parto, tiendas de bebés y ginecólogo y tendrás que aguantarme los antojos...

—Desde luego... vale, te explicaré todo cuando volvamos, pero sólo a ti.

—¡Te quiero, Aisha!

—Yo también, Tata, ¿me ayudas a cerrar esta cremallera?

Las dos acabamos enseguida de prepararlo todo, y después, antes de salir, nos tomamos un café juntas en la cocina.
Una vez en el coche, mi hermana volvió a la carga con sus consejos de hermana mayor.

—Aisha, sé que te quedas en su casa y tengo miedo, ¿y si es un pervertido asesino o vete a saber qué?

—Anda que tú también...

—Es que no lo conocemos bien, la semana pasada íbamos las dos juntas, pero ahora estarás sola y además en su casa.

—Dúnia, es un sol de hombre, es dulce y van a ser sólo dos días, si veo algo raro te prometo que saldré corriendo de allí. Además vosotros dos sabéis que estoy con él, no me hará nada.

—Bueno, esta noche me llamas y hablamos ¿vale?

—De acuerdo, Tata, ahora me voy a embarcar.

Nos abrazamos y la tranquilicé una vez más antes de dejarla para subir al avión.
Iba pensando que con el embarazo mi hermana se había vuelto más sensible y pensé que tendría que tener cuidado al explicarle las cosas, porque no quería que sufriese.
Mientras subía al avión y me sentaba en el asiento, empecé a pensar en Marc. ¿Me vendría a buscar al aeropuerto?
Me imaginaba ya como en las películas: yo saliendo del avión y él esperando para recibirme con los brazos abiertos. Llevábamos casi una semana sin vernos, quizás ya se había olvidado de mí, y tal vez hacía lo mismo con todas las chicas con las que podía. Estaba nerviosa, ¿Tendría que haberme quedado en un hotel?
Ni idea, pero económicamente me era casi imposible. Bueno, lo hecho, hecho está. me dije a mí misma y me prometí que intentaría disfrutar al máximo esta pequeña aventura sin dejarme llevar por miedos.
La media hora de viaje se me hizo larga, hubo un retraso en el despegue que se me hizo eterno y, cuando llegué al aeropuerto de Mallorca, era todo un manojo de nervios.


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