6-El viaje
Hacer un viaje de cuatro horas es agotador, si encima es con alguien a quien no conoces es peor, pero si además ese alguien te considera inmadura y loca ya es una tortura.
Íbamos callados los dos, él concentrado en la carretera y yo que ya estaba leyendo.
—¿No te mareas leyendo?
—&No, si me mareara no leería, ¿ no crees?
—No estoy seguro.
—No soy estúpida, estoy acostumbrada a leer en el coche.
—Pues no deberías hacerlo.
—¿Y eso porqué?
—Te dolerán las cervicales.
Me dije a mi misma " tranquila, no te dejes enfadar por eso"
Pero no podía soportar tanta tontería.
—¿Alguien te ha pedido consejo?
Yo leo en el coche porque me gusta, prefiero leer que pasar cuatro horas mirando tu cara o la carretera.
Si no te gusta leer, deja a los demás tranquilos.
—Yo leo en mi casa.
A esas alturas ya había dejado el libro a un lado.
—Mira, si tuviéramos algún tema de conversación en común, no tendría que leer por el camino, pero no te conozco de nada y además creo que no tenemos nada en común, me parece que te has hecho una idea equivocada de mí y te caigo mal desde el principio.
—Desde que me empujaste en las escaleras del metro y luego me atropellaste en la entrada de las oficinas.
—¡No me digas que eras tú! ¿ las dos veces?
—Si, era yo.¿Qué te pasa? ¿Acaso tienes alguna fobia o qué?
—Lo siento, me agobiabas en las escaleras, tenía un terrible dolor de cabeza y tenía una entrevista para conseguir este trabajo.
Además estabas muy cerca, invadías mi espacio personal.
—Tú bajaste un escalón, yo no me moví.
Lo miré y sentí en ese momento una corriente eléctrica, que no supe identificar.
"Será el odio visceral" pensé.
Qué pena que un hombre atractivo como él tuviera una personalidad tan exasperante y fuese tan estirado.
—Bueno, cuando te canses de conducir me dices y te relevo al volante.
—Pues si no te importa en el próximo área de servicio paro y conduces tú.
—ok.
Paramos y llenamos el depósito de gasolina. Fui al servicio y cuando salimos ya iba conduciendo yo.
—Voy a poner la radio.
—Ya la pongo yo.
Me exasperaba cualquier cosa que decía.
—Vale, pon una emisora de música. Por favor.
Puso la radio y me relajé un poco. Aunque tenerlo allí a mi lado, mirando mientras conducía, no dejaba de ser enervante.
—Veo que si que sabes conducir —dijo.
—Tengo el carnet desde hace años.
—Si, pero eso no prueba nada, hay gente que tiene el carnet y es un verdadero peligro en la carretera.
—Ahí te voy a dar la razón, es cierto que hay mucha gente inútil por carretera, ¿ahora estás más tranquilo?
—Pues si, Aisha,¿Es tu nombre?
—Si.
—Piensa y ponte en mi lugar.
Voy de viaje con una desconocida que, se ofrece a llevar mi coche y no la he visto conducir nunca.
¿Tú te fiarías?
—Yo me he fiado de ti. Cuando dijiste que fuéramos en un coche me pareció lógico y confié en que supieses conducir.
—Eres demasiado confiada.
—Tú también vas en el coche, si algo va mal y tenemos un accidente también sufrirás las consecuencias.
—Es verdad.
¡Qué! ¿Me había dado la razón en algo.?
—¿Cómo es trabajar para la empresa? -dije para cambiar de tema.
—No está mal, pero te pasas la vida en hoteles, si es cierto que ves mundo.
Llevo trece años ya, al principio muy bien, luego cansa un poco.
Has de fijarte muy bien en los detalles, la cadena de hoteles quiere que la calidad del servicio sea la mejor.
También en la habitación, ha de ser amplia y limpia, han de cumplirse las normas de dejar las toallas limpias y el juego de geles de baño y jabón.
En recepción tendremos que protestar por la habitación que nos den, para observar la atención al cliente, desayunar y comer para ver la calidad de la restauración.
Es un trabajo que a veces se hace pesado.
Luego hay que rellenar los formularios y enviarlos a la central.
—Parece complejo.
Supongo que con la práctica iré cogiendo soltura.
—De momento vamos juntos, yo te ayudaré a fijarte en lo importante y luego en la habitación cotejamos impresiones.
—¿Cómo que en la habitación?
-Dormiremos en una habitación doble. Con dos camas.
-No me habían dicho nada. Creía que dormiríamos en habitaciones separadas.
—Pues no. Pero tranquila, no ronco.
—No es eso, es por mi espacio personal. Necesito intimidad.
—Lo siento, cuando trabajamos en parejas dormimos en la misma habitación.
Ya empezaba a disgustarme este trabajo.
Una cosa era trabajar juntos y otra distinta tener que compartir habitación.
—En fin, tendré que acostumbrarme, trabajaremos juntos todo el mes ¿No?
—Sí, después, si te contratan también. La persona que trabajaba antes conmigo dejó el empleo por problemas familiares.
La persona que contraten trabajará conmigo. Ya seas tú u otra persona.
—Pues tendré que acostumbrarme.
Durante un rato nos quedamos callados los dos, las implicaciones de trabajar juntos prácticamente veinticuatro horas al día eran muchas, podían surgir infinidad de desavenencias y problemas.
—Creo que tendríamos que intentar llevarnos bien, vamos a pasar mucho tiempo juntos.
—Es cierto. Propongo empezar de cero.
Soy Daniel, 36 años, soltero y sin pareja actualmente.
—Yo soy Aisha, 32 años y sin pareja de momento.
—¿Cómo que de momento?
—Estoy empezando una relación, pero él está en Mallorca y yo aquí, no se puede considerar pareja porque llevo una semana de relación.
—Un ligue de vacaciones.
—No es eso, fui de vacaciones con mi hermana y allí nos conocimos, el último día surgió algo.
—¿Era tu hermana la del avión?
—Sí, hicimos una escapada improvisada antes de que empezara a trabajar.
—¿Y cómo piensas mantener una relación a distancia?
No es fácil, y con nuestro trabajo es muy difícil llevar vida de pareja, te lo digo por experiencia. Tuve una pareja hace unos cinco años, pero paso viajando por trabajo prácticamente de lunes a viernes, se cansó de esperarme y buscó a otro que estuviera presente.
—No sé cómo nos irá, pero por lo menos lo intentaremos.
—Espero que tengas suerte.
—Espera,¿Cómo hemos acabado hablando de mi?
—No lo sé, has empezado tú.
—Está bien. Yo ya sabes que me llamo Aisha. Me encanta leer, viajar, por eso me gusta este trabajo.
—No es tan romántico como parece.
—Pero me dijeron que después de comer tienes tiempo libre para ti, para descansar.
—Si. Pero cuando acabes de trabajar estarás tan cansada que sólo querrás tumbarte a dormir.
—Mira que eres exagerado.
—Ya lo verás por ti misma.
Se estableció un cómodo silencio entre los dos y cuando me di cuenta se había quedado dormido.
Lo miraba de reojo: con una barba incipiente y el pelo un poco alborotado parecía más joven.
Seguí conduciendo y como lo ví tan dormido no quise despertarle hasta que lleguemos a nuestro destino, al primer hotel que íbamos a inspeccionar.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro