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5-Nubes de tormenta.

El sábado volvimos a Barcelona, no hubo despedidas. Le dije de forma tajante que no quería que me acompañase al aeropuerto y lo aceptó.
La vuelta siempre es más triste, pero aún así la media hora de avión nos dió para recordar la semana vivida juntas.

-Creo que ha sido una semana inolvidable, Aisha, Marc y tú hacéis buena pareja.

-Es muy difícil mantener una relación a distancia, Tata, me gusta mucho pero estará todo el verano trabajando en Mallorca. Conocerá más gente y seguro que en un par de semanas se olvida de mí.

-Pues me da la impresión de que no, ya ves. ¿Te llevó a su casa ayer por la noche?

-No, bailamos, nos besamos... Pero no pasó nada más.

-Pensé que el muchacho aprovecharía la ocasión, pero supongo que necesitaba más tiempo.

-Yo tampoco le di pie a ello, me sentía muy cómoda a su lado y no quería que pasase como con Joel, que se fue sin decir nada. A veces pienso que debe haber algo mal en mí, primero Javier de la noche a la mañana se va y después Joel, quién ni siquiera fue capaz de decir adiós antes de marcharse de casa.

-No tienes nada malo, cariño. Los hombres son todos unos inútiles, no saben apreciar a las mujeres como tú.

Llegamos a Barcelona y me fui derecha a casa. El lunes debía presentarme en la empresa para que me asignasen a alguien que me mostrara los entresijos del trabajo durante ese mes de prueba.

El sábado, ya empezaba a estar un poco nerviosa, pero lo pasé preparando la ropa que llevaría, la documentación que me pedían y repasando un manual de trabajo .
El domingo fui a comer con mi hermana, que todavía estaba un poco mareada, con náuseas y tenia mucho sueño.

-¿Qué le has hecho a tu hermana esta semana?

-Nada, Adri, estuvo bien toda la semana, hasta el viernes que empezó a sentirse mal.

-Mañana iré al médico, por cierto, ¿Sabes algo de Joel, Adri?

Miré de reojo a mi hermana y, sólo con la mirada, le dejé claro que si decía algo de lo que habia pasado entre él y yo la iba a matar.
Adrian, ajeno a todo, comentó que había tenido que irse precipitadamente porque un familiar suyo estaba grave en el hospital en Londres.
Mi hermana me miró con un gesto de "ya te lo dije", pero yo seguía pensando que no le costaba nada haber llamado, o por lo menos dejarme una nota.
Después del café me fui a casa y llamé a Marc.

-¿Cómo estás? Supongo que nerviosa por el primer día, seguro que lo harás bien -intentaba animarme.

-Estoy como un flan, van a ponerme con otra persona y no sé quién será ni si le caeré bien o mal.

-Los principios son duros, pero valdrá la pena. Es un trabajo que ya lo quisiera yo.

-¿Tú cuándo empiezas a trabajar?

-La temporada comienza el 15 de este mes, tengo contrato hasta final de septiembre. Si tengo algún dia libre iré a verte.

-Yo haré lo mismo.

-Echo de menos nuestras salidas por la isla, a propósito, ¿cómo está tu hermana?

-Sigue con el mareo, mañana va al médico, ya te contaré.

-Te echo de menos.

-Yo también, Marc, quisiera que estuviésemos más cerca para vernos, pero tu trabajo y el mío nos separan.
Me gustaría que me enviasen a Mallorca a trabajar, si lo hicieran podríamos vernos, si no, me escaparé un fin de semana, aunque estés trabajando podemos quedar cuando termines.

-Quiero que sepas que no voy por ahí haciendo de guía a nadie. Contigo fue atracción a primera vista.

-yo tampoco voy por ahí besando a cualquiera -le dije.
Aunque una vocecita interior me decía "¿y qué te pasó con Joel?"
Pero acallé la voz de mi conciencia, convencida de que no lo iba a ver más en la vida.
Hablamos durante un rato más y colgamos.
Me sentía como una adolescente hablando con el novio antes de dormir, aunque en realidad tenía 32 años ya, mi adolescencia había pasado hacía mucho tiempo.

La mañana del lunes el despertador sonó a las siete en punto, me estiré en la cama y esperé que sonase la alarma cinco minutos más tarde.
Me levanté, me duché y desayuné un café con leche para acabar de despejarme. Cogí el bolso y me dirigí a las oficinas del trabajo, llegando puntual. La recepcionista me indicó un despacho donde debía esperar a mi jefa. Sólo me dio tiempo de observar la estancia, decorada con gusto y muy ordenada, antes de que entrara una mujer de unos 45 años, alta y delgada, que me saludó de manera informal y me explicó brevemente las funciones que se me atribuirían.
Me dijo que la persona con la que formaría equipo era un hombre de 36 años llamado Daniel. Era un profesional que llevaba más de 10 años en control de calidad y era el mejor del equipo.
Me alegré al oirlo, pero enseguida la alegría dió paso a la sorpresa. Daniel entró a la estancia y, cuando lo vi, se me cayó el mundo a los pies: aquel hombre era el que nos habíamos encontrado en Mallorca y en el avión de ida.
¿Cómo era posible?
La vida era injusta, entre tanta gente tenía que ser él quien me asignasen de compañero.
Era una persona intransigente, engreído y tenía cara de amargado.
Al verme, me di cuenta de que él también me recordaba, pero no dijo nada, supongo que pensaría como yo. Entre tanta gente teníamos que ser nosotros dos justamente.

—Os dejo para que os vayáis conociendo. Vuestro próximo trabajo es en Valencia, allí tenemos dos hoteles de nuestra compañía, quiero que vayáis a inspeccionarlos los dos y me hagáis un informe sobre si realmente cumplen con los estándares de calidad del grupo —. Dicho esto salió del despacho y nos dejó solos.
Lo observé mientras miraba los papeles que nos había dejado la jefa y vi que a pesar de su cara de amargado tenía buen físico.
Espero que nos llevemos bien, pensé en esos momentos, pero no me di cuenta de que lo había dicho en voz alta.
-Señorita Aisha, por mi parte, el numerito que montó en el avión de Mallorca con su amiguita queda olvidado, pero espero que no monte nada semejante mientras estemos trabajando.
¡Será idiota el tio!
Pensé, pero le dije:

-No se preocupe por eso señor Daniel, cuando estoy trabajando soy una persona seria.

-Está bien, nos iremos esta noche a Valencia, puede venir conmigo en mi coche y de ese modo llegamos juntos al hotel sin levantar sospechas.
Ya sabe que los gastos de gasolina y peajes los paga la empresa y tambien el alojamiento y comida. La cena corre de su cuenta.
La espero esta tarde a las cinco aquí delante, vaya a la sección de material y le darán un portátil y un teléfono, después prepare ropa para mínimo 4 dias . Hasta luego.
—Adiós...  —me dió tiempo de decir.

Salí y me dediqué a buscar el material, Luego me marché a casa y preparé el equipaje para los cuatro días. Llamé a mi hermana y le comenté quién me habia tocado como compañero, primero pareció sorprendida, pero despues se echó a reir. Le pregunté qué le había dicho el médico y me contestó que le habían hecho unas analíticas y que pronto tendría el resultado.

—Me voy a Valencia mínimo cuatro días, se supone que trabajaré toda la mañana y por la tarde tendré algo de tiempo libre para descansar. Cuando vuelva el jueves o el viernes te cuento. Despues tendré unos días de fiesta, no sé si dos o tres días y... creo que me iré a Mallorca a ver a Marc.

—Me parece perfecto, cariño. Llámame cuando llegues a Valencia y cuando vuelvas. Si hay alguna novedad con mis análisis te aviso.

—Adiós, Tata, nos vemos el viernes.

Comí temprano en casa, estaba nerviosa, tendría que pasar casi cuatro horas con el tal Daniel, sin nada que decirnos pues no nos conocíamos. Decidí ir provista de lectura, así que me preparé un libro para el camino, unos auriculares para escuchar música y algunas gominolas para picar.
También me llevé el carnet de conducir por si quería que nos turnáramos al volante, pues cuatro horas conduciendo es bastante pesado.
A las cinco en punto estaba en la puerta de la empresa, metí la bolsa de ropa al maletero y me senté en el asiento del copiloto con mi superbolso con mis distracciones para el viaje.

—¿Qué llevas ahí? Te has traído la casa entera.

—A parte del portátil teléfono y demás llevo un libro, gominolas y otras cosas, si quieres podemos turnarnos en el camino para que no tengas que conducir todo el camino. Tengo el carnet.

—Supongo que si te ofreces es porque lo tienes.

¡Qué simpático! Pensé.

—Bueno, si quieres, pero me ofrezco para que no tengas que llevar el coche durante cuatro horas seguidas. Si no quieres no pasa nada.

Salimos de Barcelona sobre las cinco  y media. Ya en la autopista me puse a leer.

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