3-Como en una nube
Cuando envié los datos que me pedían al departamento de recursos humanos el corazón me iba a cien por hora, no creía lo que estaba pasando.
¿En serio iba a hacer una prueba? Todo un mes trabajando para ellos, aunque no me contrataran ya me parecía increíble. Pasar todo un mes cobrando, viajando y durmiendo en hoteles gratis.
La verdad es que era un trabajo de ensueño para alguien como yo, que adoraba viajar, que tenía la libertad de ir y venir cuando quisiera ya que no tenía a nadie que me esperase, ni al que tuviera que darle explicaciones.
Además estaba en un momento de mi vida en el que necesitaba alejarme de todo para empezar de nuevo.
Llamé a mi hermana y se lo expliqué todo. Estábamos las dos emocionadas, le conté que empezaba a principios del mes de mayo, todavía faltaba una semana.
Mi hermana estaba de vacaciones y decidimos pasarlas juntas las dos en Mallorca.
Al ser temporada baja no nos saldría muy caro. Podríamos pasear por la playa y hacer alguna que otra locura, sobre todo yo, que lo necesitaba.
Esa misma tarde fuimos juntas a una agencia de viajes que, a pesar de ser todo tan precipitado, pudo organizar la semana en Mallorca sin problemas. Salimos de la agencia con los billetes de avión en la mano.
El que no estaba muy contento era Eduardo, la pareja de mi hermana, pero como tenía que trabajar, tuvo que conformarse.
A veces envidiaba a mi hermana y la relación que tenía con Eduardo.
Habían sido amigos antes de ser pareja y se llevaban muy bien, se entendían, confiaban el uno en el otro, eran conscientes de los defectos de ambos y se complementaban muy bien.
A mi me encantaba Eduardo, conmigo era cariñoso y se preocupaba por mi.
Llegó a proponerme ir a buscar a Javier y pedirle explicaciones cuando se fue.
Por supuesto que no le dejé, pero me conmovió que se ofreciera.
Teníamos los billetes de avión con fecha de salida el domingo a las ocho de la mañana, así que le propuse a mi hermana y a Eduardo ir a celebrarlo ese mismo día, viernes, y así tener todo el sábado para preparar el equipaje.
Ambos aceptaron encantados, quedamos a las ocho para ir a cenar a un restaurante que conocíamos y que nos gustaba mucho a los tres.
Siempre que salíamos juntos tenía sentimientos encontrados, por un lado me encantaba salir con mi hermana y lo pasábamos genial, pero una parte de mí se acordaba de Javier y me sentía tremendamente triste.
Ese viernes en concreto no fue así, me sentía eufórica, estaba muy contenta y me sorprendí a mi misma ya que no pensé ni un instante en él.
Cenamos tranquilamente en el restaurante, donde ya desde un principio empezamos con sangría de la casa y, cómo no, una copa de cava para brindar.
Salimos de allí y yo ya iba con el puntito. Me reía hasta de mi sombra. Llegamos al bar musical donde íbamos siempre, en taxi porque los tres habíamos bebido alcohol en la cena.
Al llegar casi no podíamos entrar, estaba muy lleno de gente. Nos arrinconamos en una mesa de una esquina y le dije a mi hermana que viniese a bailar conmigo.
Eduardo se iba a encargar de las bebidas, para mi, un malibú con piña y mi hermana una cerveza.
Bailamos y reímos, apretujadas en la pista de baile improvisada, hacía demasiado tiempo que no era tan feliz.
Tras varias canciones nos volvimos a nuestra mesa donde nos esperaba Edu, con otra persona que yo no conocía.
—¡Hola chicas!Este es Joel, un amigo mío del instituto al que no veía desde hace años.
—Hola.
Saludamos las dos mientras nos fijábamos en él, llevaba el pelo largo, recogido por una goma floja, que le daba un aire un poco macarra.
Vestía tejano negro y camisa también negra. Por último me fijé en las deportivas negras que llevaba. En fin, iba de chico malo y eso a mi siempre me atraía mucho. No era un guaperas de los que hacen que te gires en la calle pero no estaba nada mal.
Hablamos un rato los cuatro, resultó ser divertido.
Nos tomamos una segunda y hasta una tercera bebida, hasta que yo ya no sabía ni cómo se llamaba mi hermana. Me sentía cómoda hablando con él, pero no sé si era por la bebida o por otra cosa.
Sobre las tres de la madrugada, el bar musical iba a cerrar, así que los cuatro salimos juntos a la calle.
—Me voy a casa— les dije riendo.
—Te acompañamos Aisha. No estás muy fina para irte tú sola—contestó mi hermana.
—No os preocupéis, yo la acerco, iros a casa vosotros dos, que tampoco estáis muy finos.
Mi hermana se miró a Joel y luego a Edu.
—¿Podemos confiar en él? Sabes que está muy sensible últimamente y no quiero que le hagan daño.
—Seguro, yo sé que es de buena pasta y se asegurará de que llega a casa sana y salva.
No se va a aprovechar de la situación, lo conozco.
—Seguro...
Mi hermana se miró a Edu y a Joel alternativente para decidir si podía dejarme con él tranquila. Al final accedió, no sin antes advertirme de que me comportara.
Caminamos durante un trecho todos juntos, pero al final nos separamos y yo seguí con Joel.
Me acompañó a la puerta de casa y le invité a entrar. Por un momento se negó, pero entonces me incliné hacia él y lo besé en los labios suavemente.
No sé cómo fue, pero de pronto aquel beso despertó instintos dormidos en mi interior. Le di otro beso, y esta vez me respondió.
—Tendría que marcharme. Edu me matará si se entera de esto.
Como respuesta le di otro beso y pasé mis manos por su nuca.
Iba bastante bebida, pero era tremendamente consciente de que necesitaba que se quedara esa noche conmigo.
—Estoy lo suficientemente crecida para saber lo que quiero en mi vida. Y esta noche quiero estar contigo.
Me miró a los ojos y me besó él a mi, con los ojos cerrados entramos en mi casa, ni siquiera encendimos la luz.
Le guié hacia mi habitación a oscuras y nos tumbamos en la cama, todavía besándonos me volvió a preguntar si estaba segura de lo que estaba haciendo. Le contesté que sí, que ya no era una niña y que estaba cansada de compadecerme y pasar las noches sola.
Siguió besándome y acariciando mi espalda, me abrazaba suavemente. Yo me aferré a su cuello y le acariciaba la nuca y el pelo. Le solté la coleta y pasé mis dedos por su pelo.
Después la dulzura dio paso a la necesidad y ambos nos desnudamos e hicimos el amor desesperadamente.
Una vez saciados nos acurrucamos juntos y me dormí.
Cuando desperté Joel ya no estaba y yo tenía un dolor de cabeza impresionante.
Me levanté con dificultad y fui al baño a ducharme.
Al salir del me tomé un analgésico y me senté a desayunar.
Sabía que desayunar me ayudaría a combatir la resaca. ¿Cuándo se había marchado? Y lo que era más importante: ¿Porqué se había ido?
Tal vez se había arrepentido de todo, pero yo no.
Me llamó un poco más tarde mi hermana para preguntarme cómo habia ido la vuelta con Joel y si se había comportado conmigo.
—Si, tranquila, se ha comportado como un caballero.
No mentía ya que él sólo hizo lo que yo quería que hiciese, aunque lo de desaparecer así, sin despedirse, no era precisamente caballeroso.
Enseguida hablamos de los preparativos del viaje, de la ropa que llevaríamos y la hora en que vendría a buscarme para ir al aeropuerto.
Quedamos en que nos llevaba Edu al aeropuerto y que vendrían sobre las cinco y media.
Menudo madrugón.
El sábado se me pasó volando entre preparativos, recogí el piso y lavé ropa y sábanas .
Me acosté temprano, aún sin noticias de Joel.
En la mañana del domingo salimos de casa y tomamos el avión hacia Mallorca mi hermana y yo.
Mientras volábamos miraba por la ventana y me sentía dentro de una nube.
Esa semana tenía que ser especial...
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