18- Un amigo y un amor.
Los días pasaban volando, el lunes lo trasladaron a la planta y podíamos estar con él todo el día.
Daniel se marchó aquella misma noche. Lo cierto es que nos había ayudado mucho esos días. Había sido un buen amigo.
Por mi parte hablé con mi hermana casi cada día y le contaba entusiasmada los avances en su recuperación.
Laura y yo nos turnábamos para no dejarlo solo.
Pero el miércoles llegó y tuve que dejar a la persona que más quería para ir a trabajar.
Le prometí que volvería lo antes posible.
Laura me prometió cuidarlo e informarme de cualquier novedad.
Salí de Mallorca a las seis de la mañana, llegué al aeropuerto hacia las siete, y a las nueve estaba en la oficina central para recibir el informe de nuestro próximo trabajo.
Agradecí a mi jefa esos dos días de fiesta extras, ella se interesó por el estado de salud de Marc.
Daniel estaba a mi lado de nuevo, pero ya nada era igual que antes.
En esos días había descubierto mis sentimientos por Marc y por otro lado había visto en Daniel a un verdadero amigo. Nuestra relación profesional se vería reforzada por ese lazo de amistad entre los dos.
—Esta vez os envío cerca, iréis a Tarragona, cuatro días parau un hotel, queremos saber si hay algún tipo de trato de favor con los huéspedes que pagan sobornos.
Sólo debéis averiguar quiénes se benefician y quiénes no saben nada.
Volveréis a actuar como una pareja, quiero que me enviéis un informe completo.
Saldréis esta misma tarde.
Quedé con Daniel que saldríamos después de comer y me fui a casa de mi hermana.
—Hola, Dúnia, ¿Cómo estás? ¿Cómo está mi sobrinito o sobrinita?
—¡Aisha! estaba muy preocupada por ti, ya sé que me has llamado pero no te he visto en muchos dias ¿Estás bien? Has debido pasarlo muy mal. Yo estoy muy bien, la próxima semana sabremos si es niño o niña. ¿Ya vuelves a trabajar? ¿Al final te han seleccionado a ti?
—Madre mía, despacio, Tata, no me das tiempo a contestarte.
Yo estoy bien, si que lo he pasado mal al principio pero todo ha salido bien. Marc se está recuperando. He vuelto a trabajar, me voy esta tarde así que he venido para que me invites a comer hoy.
—¿A dónde váis esta vez?
—A Tarragona, esta vez es cerquita. Cuatro días para un trabajo especial. Al final me han dado la vacante a mí.
—Me alegro mucho. ¿Seguirás trabajando con Daniel?
—Sí, es un buen compañero y mejor amigo, tengo mucha suerte.
¿Cómo te va a tí con Edu?
—Bien, de momento estamos muy ilusionados los dos, veremos cuando nazca.
—Edu es una persona muy responsable, no te va a dejar tirada.
—Eso espero. ¿Tienes que prepararte ropa?
Si quieres voy a tu casa y te ayudo mientras me lo cuentas todo.
—¡Venga vamos!
Fuimos juntas a mi casa.
Me ayudó y, como le había prometido, le conté todo con pelos y señales.
Le dije que por fin había descubierto mi amor por Marc.
—Así que estás enamorada de Marc. Hubo un momento en el que creí que tus sentimientos eran más fuertes hacia Daniel. Pero veo que me equivoqué.
—Dúnia, te voy a contar una cosa pero espero que no se la digas a nadie.
—Sabes que puedes confiar en mi.
—Pues cuando estuvimos en el último viaje en Israel, me sentí atraída por Daniel. Pero creo que el lugar y el ambiente me jugaron una mala pasada. Estos días me han hecho ver mis verdaderos sentimientos y por Daniel siento una verdadera amistad, por Marc es amor.
—Es bueno que te hayas dado cuenta y lo tengas claro para no hacerle daño a nadie.
Con mi equipaje preparado, fuimos a comer a casa de mi hermana.
Vino Edu y nos abrazamos. Estuvimos hablando durante la comida y sobre las cinco me recogió Daniel y salimos hacia Tarragona.
En el camino hablé con Marc, que empezaba las sesiones de rehabilitación. Le dije dónde íbamos y que el sábado estaría de vuelta en Barcelona.
No podría ir a verlo pues el lunes volvíamos a trabajar. Así que tendríamos que esperar para estar juntos.
—Espero que ya pueda caminar un poco cuando nos veamos.
—Si es necesario, empujaré tu silla de ruedas y te llevaré a ver la puesta de sol a la playa y el amanecer.
Llegamos a Tarragona sobre las ocho ya que durante el camino nos habíamos parado a repostar gasolina y a tomar algo.
En el hotel nos inscribimos como pareja y subimos a la habitación.
Esperamos que pasara el tiempo y pedimos algo de comer para que nos lo subieran a la habitación. Ya teníamos claro que estaba fuera de horas y que nos dirían que no. Queríamos comprobar si el personal se ofrecía a traernos algo a cambio de dinero.
Esa noche no conseguimos aclarar nada y además nos quedamos sin cenar.
—Vamos, Aisha, a ver si encontramos algo abierto para comer.
Dimos una vuelta y encontramos un bar, preguntamos y conseguimos que nos hicieran unos bocadillos. Hablamos del plan que nos había sugerido la jefa y nos pareció del todo ineficaz, así que ideamos uno para desenmascarar a los que estaban cobrando sobornos.
Dormimos juntos, pues la habitación sólo tenia una cama. Al día siguiente pusimos en marcha nuestro plan.
Daniel llamó al servicio de habitaciones, pidió que nos subieran el desayuno y una vez que lo trajeron le intentó dar al camarero una propina excesiva.
El camarero la rechazó y pasó la prueba.
En el comedor observábamos en silencio si veíamos intercambios sospechosos.
El primer día no descubrimos nada.
El segundo día probamos con el personal de recepción, al que le vimos aceptar una generosa propina y cambió de habitación a un cliente.
teníamos un buen comienzo pero había que investigar más para llegar a atrapar a todos los que participaban en los sobornos.
Nos costó los cuatro dias desenmascararlos a todos, inventamos historias para comprobar quién era quién en toda esta trama y al fin logramos realizar un informe completo digno de sherlock Holmes.
Entre horas hablaba con Marc. Le explicaba los inventos que hacíamos y se reía.
El viernes me dijo que le iban a dar el alta el lunes, pero yo tenía que trabajar y no podría ir a buscarlo al hospital.
Me dijo que no me preocupara porque Laura estaba con él. Me moría por verle.
Se lo dije a Daniel quien me propuso una solución.
En el camino a Barcelona acabamos los informes para peesentarlos ese mismo sábado. Llegamos el sábado antes de comer y me llevó directo al aeropuerto, sacó un pasaje de ida y vuelta a un precio bastante ajustado, la ida a las cuatro y la vuelta el domingo a las doce de la noche.
—Dormirás poco, pero podrás pasar un día y una noche con él.
—Lo miré con lágrimas en los ojos y le di las gracias de corazón.
—No hace falta que me lo agradezcas, Aisha, trabajamos juntos y somos amigos además.
—Eres demasiado bueno, Daniel. ¿No tendremos problemas con la jefa?
—No te preocupes por ella, ya me conoce y sabe que no perjudico mi trabajo por nadie.
No podrás ir a buscarlo cuando salga del hospital, pero podrás verlo una vez más.
—Es más de lo que me imaginaba.
No pensaba poder verlo hasta dentro de una semana.
Nos despedimos en el aeropuerto y me prometió que hablaría con mi hermana. Yo la llamaría en cuanto aterrizara en Mallorca, también hablaría con Laura. A Marc le daría una sorpresa inesperada.
A las cinco de la tarde llegaba en taxi al hospital, subí corriendo a la habitación de Marc, abrí la puerta y, al volver a verlo, mi corazón se detuvo. Estaba afeitado, llevaba una camisa blanca y un pantalón beige. Peinado, sentado en el sillón al lado de su cama. Sus ojos verdes se volvieron a mirarme y una gran sonrisa iluminó su cara.
Me acerqué despacio sin poder hablar, casi sin respirar con el corazón desbocado.
Al llegar a su lado le acaricié la mejilla y lo besé con dulzura en los labios. Me arrodillé a su lado y le abracé suavemente para no hacerle daño.
—Te quiero, te necesito y voy a quedarme contigo hasta mañana por la noche.
—Eres la única persona con quien querría estar ahora.
Al cabo de veinte minutos entraba Laura a la habitación y nos abrazamos sonriendo.
Les expliqué a los dos que Daniel había hecho lo imposible para conseguir que estuviese allí.
—Yo vengo de comer algo abajo, ¿Has comido tú, Aisha?
—todavía no, luego me acercaré a picar algo al bar del hospital.
—Aisha, deberías cuidarte más — dijo Marc —,por favor, ves y come algo antes de que te desmayes, te prometo que voy a seguir aquí cuando vuelvas.
Pasar toda la tarde, noche y el día siguiente fué un regalo. No salí del hospital mas que para ducharme y cambiarme el domingo por la mañana.
Marc estaba muy dolorido, debido a las lesiones y la rehabilitación.
Laura aprovechó para salir un poco y yo disfruté teniéndole para mi sola.
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