11-La distancia.
Mi hermana y Eduardo me recogieron en el aeropuerto y me llevaron a casa. Yo no tenía ganas de hablar pero Dúnia se moría de ganas de que le contara cómo había ido la escapada, así que opté por explicárselo para que me dejara en paz.
Le dije los sitios donde habíamos estado y casi todo lo que habíamos hecho.
Me guardé algunos detalles porque no quería compartirlos con nadie, ni siquiera con ella.
Pero al final se dio cuenta que necesitaba asimilarlo todo y que no quería hablar.
Me dejaron en casa y se fueron los dos, con la promesa de que les llamaría al día siguiente para saber cómo estaba.
Yo me sentía por un lado contenta, porque Marc era una persona increíble, pero por otro lado estaba triste porque no podíamos estar juntos.
Deshice el equipaje y lo volví a rehacer para el día siguiente, lunes, ir a trabajar de nuevo.
No tenía ganas de comer nada, me bebí un refresco y me acosté.
Llamé a Marc para escuchar su voz, al oírlo las lágrimas brotaban de mis ojos, le pregunté cómo estaba y me dijo que me echaba de menos desde el momento en que había entrado en el avión.
Esas palabras noo ayudaban mucho a mi estado de ánimo, pero oir su voz me hacía sentirlo cerca de nuevo. Estuvimos hablando sobre la posibilidad de volver a vernos pronto, pero siendo realistas pasaría mínimo quince días hasta poder reencontrarnos. Sólo de pensarlo me parecía una eternidad.
Tras despedirnos como seis veces colgamos el teléfono para intentar dormir.
Pero las emociones a flor de piel no me dejaban, como no era muy tarde, llamé a Daniel para quedar el día siguiente. Aunque ya tenía claro la hora a la que habíamos quedado, sólo lo llamaba para desconectar y poder dormir.
Enseguida notó por mi voz que no estaba bien.
—¿Quieres que nos veamos para hablar de ello?
—No, sólo quiero saber cómo quedamos el viernes.
—Estoy seguro de que te acuerdas de que era mañana a las nueve en las oficinas. Lo que yo creo que te pasa es que no llevas demasiado bien la vuelta a casa.
—Puede que sea eso, bueno, para ser sincera es eso.
Pero no quiero que me sermonees con un ya te lo dije. Necesitaba hablar con alguien para dejar de pensar en este fin de semana.
—Si quieres que pase a buscarte para salir un rato dímelo y vamos a tomar algo, aún no es tarde.
—No. Creo que ya estoy mejor y quiero dormir.
—Muy bien, Aisha, nos vemos mañana.
—colgó el teléfono.
Por un nomento dejé de pensar en Marc para pensar en Daniel.
Era una buena persona, no todos se ofrecen a ser pañuelo de lágrimas por persona ajena.
Era un poco desastre para vestirse, lo que en un principio hizo que me fijase en él. Parecía serio e intransigente cuando nos vimos la primera vez en el metro y le empujé para que me dejase sitio.
Pensando en eso...
Me vino a la mente otra situación en la que coincidimos y de la que hasta ese momento no había sido consciente. En el restaurante, el día de la entrevista de trabajo, él era la persona que cuando me vió se levantó y se marchó.
Sin quererlo me tuve que reir. Lo cierto era que el día que nos conocimos fue un poco desafortunado.
Y así, pensando en su cara de amargado cuando me reconoció en el restaurante, con una sonrisa en los labios, por fin me quedé dormida.
A las siete en punto sonó la alarma del móvil para levantarme. Me duché, vestí y desayuné en tiempo récord.
A las ocho ya estaba lista para salir hacia las oficinas. En ese momento sonó el timbre de la puerta. Al abrir me encontré con una sorpresa en la puerta, que me dejó totalmente confundida.
Abrí la puerta y allí estaba Joel.
Por un segundo quise cerrarle la puerta en las narices, pero pensé que de todas maneras tenía que salir de casa, así que si quería hablar conmigo tendría que acompañarme al trabajo.
—Hola, Aisha, perdona si te molesto tan pronto, Eduardo me dijo ayer que salías temprano a un viaje de trabajo. Si quieres puedo volver cuando regreses.
—No hace falta, yo ya salía de casa, acompáñame y dime lo que quieras por el camino, después decidiré si quiero o no volver a hablar contigo.
—Sé que lo que hice estuvo mal, me asusté.
—Vaya, pobrecito...
—Por favor escúchame antes de juzgarme.
—Te marchaste sin decir nada, no dejastes ni una mísera nota, ¿crees que me importan tus razones? Quizás ese mismo día o el siguiente hubiera escuchado tus motivos, pero ahora es un poco tarde, además estoy empezando una relación con otra persona.
—Intento decirte que lo que pasó entre nosotros me asustó, no esperaba que mis sentimientos fuesen tan intensos, y, antes de seguir contigo, debía terminar con una relación que se había enquistado y que no iba a ningún lado.
Pero ya veo que he llegado tarde y los sentimientos de esa noche fueron más intensos para mí de lo que lo fueron para ti.
—Me enfadé mucho, Joel, porque era la primera vez que salía después de que me dejara mi ex, creí que había algo entre los dos, algo bonito, pero desperté y ya no estabas. Me sentí utilizada...
—Perdona, Aisha, pero la que quiso que entrara en tu casa fuiste tú, en todo caso el utilizado fuí yo.
—Pobrecito...
—Vamos, Aisha, deja que te lo explique, quise avisarte de que me iba pero con las prisas no dejé la nota en tu mesa.
La tenía en la mano, y en ella te explicaba el problema con un familiar mío. Te lo juro. Quería dejar la nota en el mesa pero me despisté.
—¿y el teléfono no sabes usarlo?
Miró al suelo avergonzado antes de contestarme que había perdido el móvil y por tanto todos sus contactos.
No sabía si debia creerle o no. Pero lo que sí sabia es que mi relación con él ya era agua pasada.
Joel era divertido, guapo y me atraía mucho, pero con Marc era diferente.
Me acompañó hasta las oficinas de la empresa y allí esperamos a que me recogiese Daniel. Mientras venía trató de que le perdonara y me preguntó por la persona con la que salía ahora.
No le di ninguna explicación, no quería decirle nada. A pesar de que sus acciones tuvieran lógica y estuvieran justificadas yo no quería perdonarle por hacerme sentir tan poca cosa cuando me dejó.
Daniel llegó puntual y me despedí de Joel con un adiós frío e impersonal.
Lo vi encajar el golpe y me despidió con la mano, desde la distancia.
Subí al coche de Daniel y éste me miró sorprendido por un momento, pero no dijo nada y se puso en marcha.
—¡Vamos al aeropuerto! No te voy a preguntar nada aquí en el coche pero en el avión espero que me cuentes algo...
—En el avión — Le dije, y guardé silencio en todo el trayecto hacia el aeropuerto.
Daniel me miraba de reojo, parecía estar intentando comprender lo que pasaba por mi mente, yo lo veía pero mi cabeza era un torbellino de pensamientos y mi corazón un embrollo de sentimientos.
Ver a Joel aquella mañana, justo cuando acababa de volver de Mallorca, con los sentimientos a flor de piel, era dificil de asimilar.
Los dos me atraían, eso era innegable, pero Joel tenía todas las de perder por ser capaz de irse sin dar una explicación. Marc era, sin embargo, una persona dulce y atractiva. Te hacía sentirte especial, y lo único que empañaba la relación era la distancia entre nosotros.
¿Seríamos capaces de superarla?
Eso se vería con el tiempo. No sería fácil, eso lo tenía claro, pero lo intentaríamos con toda nuestra ilusión.
Antes de que me diera cuenta ya volvía a estar en el aeropuerto, dispuesta a viajar a Sevilla para inspeccionar 3 hoteles en 6 días.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro