-5%-
5%: Harry.
Por esta misma puerta fue que vi a Bethany entrar por primera vez, pensé mientras pasaba por el portón. Llevaba un vestido azul cielo de tirantes, y me gustó por verse diferente a las demás. No iba escotada y el vestido era lo suficiente largo para no mostrar nada que no fuera decente, ondeándole con el viento. Y a la vez no parecía ocultar nada, parecía un libro abierto. Su cabello castaño también ondeaba tras de ella, y al darse cuenta, rápidamente tomó sus rizos y los trenzó de la manera más simple. Se notaba que lo único que le importaba era su propia comodidad; no lo que otras personas pensaran. En cambio, las otras chicas iban con pantalones pegados o faldas y vestidos, pero cortos a diferencia del suyo, además de blusas escotadas.
Ella, irónicamente, me llamó la atención porque parecía el tipo de chica que no quería llamar la atención.
Buscaba algo con la mirada, y aunque la miré todo el rato hasta que la perdí de vista, no vi que lo encontrara nunca. Y nunca lo supe. Hasta después.
Ese día fue el primero de clases de mi segundo año de preparatoria. Y después me enteré de que ella entraba para primero. Así supe la razón de por qué no la había visto antes, era nueva. Por días sólo pensaba en ella, poco después noté que estaba cambiando.
Fue por culpa de Calvin Serrano.
Al parecer a éste le gustaban como ella; inocentes. Era el típico cliché del chico malo con alguien como ella. Sólo que ahí estaba yo, viéndola ser influenciada. Pero en este caso, ella no fue quien lo cambió y le dio calidez a su corazón gélido, y bla bla bla. No. Él la cambió a ella. Y eso no estaba bien.
Tiempo después, la vi entrar con jeans pegados y una blusa negra de tirantes, escotada, por no mencionar el cabello suelto acomodado al frente. Y pude ver su incomodidad. Al menos, no iba maquillada.
Y desde entonces, hace tiempo que ella y Calvin están juntos, ahora son la pareja popular de la que todos hablan. Beth se pasea con él y su hermana Ila. Beth, de primero; Ila de segundo; y Calvin de tercer grado.
Creo que desde entonces Bethany me gusta.
Calvin, el chico con tatuajes en un brazo, el chico de cabello alborotado y bíceps impresionantes —ugh—, el chico rebelde, aquél que presumía su motocicleta, el chico por el que incluso se divulgan rumores de que la que podría ser mi chica ya no es virgen, el chico que no la hace feliz. Al que yo odiaba.
¿Podría ser mi chica? ¿Qué estoy pensando? ¿Y podría hacerla yo feliz?...
Bueno, ¿y si ella es feliz? No quisiera quitarle su felicidad, es lo único que me importa. Nunca me ha gustado alguien de la forma que me gusta ella. En primer año nunca nadie me gustó. Fue hasta este año que no pude, ni hasta ahora, quitar los ojos de ella. Es en este año que es mi turno de estar en el lugar de mi mejor amigo Kyler.
El año pasado él y yo nos hicimos amigos, y se nos unió Natalie, pero aunque hubo un tiempo en que sí, éramos nosotros tres los mejores amigos, ellos dos no tardaron en hacerse novios. Sin embargo, antes de las vacaciones terminaron, y nunca vi a Ky más triste. Tampoco supe por qué fue, pero mi sospecha siempre ha sido que ella le cortó a él; en realidad no sé la razón.
Pues bien, ahora yo era el que estaba flechado de alguien, y esta vez era Ky el que me molestaba por ello, cuando el año pasado yo era el que lo molestaba a él. El caso era la pregunta obvia: ¿yo también terminaría con Bethany como Ky terminó con Nat? Eso espero, y en ese caso no quiero que nuestra relación termine.
—Eh, Harry, despierta —me indicó Ky dándome un zape en la cabeza.
—¡Eh, duele! —me quejé y le di un golpe en el hombro, por el que él también se quejó.
—¿Estabas pensando en B todo este tiempo?
Hice un gesto con la mano en el aire como si pudiera ahuyentar la conversación lejos.
Nos calmamos antes de que el señor Domínguez nos reprendiera y me aburrí como ostra.
¿Cómo puedes saber que una ostra se aburre?... En fin, le pedí al profesor permiso para ir al baño y salí cuando me lo dio.
Pensé en cosas triviales todo el camino. Casi siempre la primera clase del día era o la más aburrida o la más productiva, de alguna manera. Vaya, mi cerebro piensa en algo que no son libros.
Sí, es mi secreto, no le digan a nadie.
Iba pensando en ello y más, ya de regreso, dando la vuelta por una esquina para adentrarme en el amplio y largo pasillo de los de tercer año cuando la vi.
Iba de frente a mí, pero miraba a un salón a su derecha. Claro, ya me imaginaba la situación. Por los libros de la biblioteca que vi que llevaba, podría verla de voluntaria para ir cuando su maestra o maestro preguntara, para así pasarse a ver a su novio, y ahora iba de regreso cuando ya habría pasado con su actitud rebelde a besarlo frente a todos y ya luego retirarse a buscar para lo que venía. La vi mandar un beso por la ventana y luego girarse a las escaleras a su izquierda, a donde yo también iba. Pareciera que la siguiera. Tal vez porque inconscientemente siempre lo hacía.
Iba temblando a cada escalón que subía. Yo solía contarlos. Eran siete, luego un giro, otros siete; el área de segundo, otros siete, giro, siete; área de primeros grados. Y sólo eran catorce escalones que tenía que subir yo, ella por su parte otros catorce. Esa vez, conté los escalones que ella subía, en lugar de yo mismo, y al octavo, después de girar por el rectángulo, su pie falló y se tropezó al tiempo que todos los libros se caían de sus manos.
En ese momento solté el aire que no me di cuenta que sostenía, dándome cuenta al mismo tiempo que mi cerebro mandaba tensión a todo mi cuerpo ya que no sabía si ponerse nervioso porque quizá esta coincidencia no significara nada, o porque quizá sucediera algo, y cuando aquello sucedió, me destensé porque la opción más rápida y la mejor tuvo lugar. Así que, aunque temblaba más fuerte, reuní valor y la ayudé a levantarse, enviando sensaciones que nunca experimenté, desde la mano con la que toqué su codo, a todo mi cuerpo.
—¿Estás bien? —pregunté, y ni siquiera escuché mi voz porque los latidos de mi corazón se escuchaban como tambores en mis sienes.
Ella asintió e hice una mueca en mi mente por la desdicha de no haber escuchado su voz. Pero cualquier otra manera de hacerla hablar me parecía burda, y esa fue mi única oportunidad. Nunca había escuchado su voz tan cerca, ni dirigida a mí, sólo a lo lejos e indiferente de mis oídos atentos. Para mí, que me dijera un simple "si" sería como el beso de amor verdadero anhelado de una niñita soñando ser princesa.
Me agaché a recoger sus libros y ella los tomó con cuidado cuando me incorporé, me vio a los ojos por un segundo y luego dirigió su mirada a más abajo en las escaleras. Supe que le daba miedo que Calvin viera esta pequeña escena, y por mi parte temí un poco sus celos, pero nada había pasado. Sólo para mí, más yo estaba consciente de que para cualquier otra persona esto no significaba nada. Lo hubiera hecho por cualquier otra chica.
Entonces me sonrió casi sin darse cuenta y siguió su camino. Yo tardé un segundo que pareció infinito recuperándome y recordándome de respirar, imitándola. No me había hablado, pero al menos había sonreído, aunque ella fuera inconsciente de ello.
Cada escalón parecía un salto de conejo gigante para llegar a la luna, y cuando ella se dio la vuelta para dirigirse a su salón habiendo dejado atrás el escalón catorce, fue igual de difícil dejar de verla a ella y la manera en que caminaba. También recuerdo que los pasos que daba aquél primer día eran cuidadosos, lentos y delicados, pero ahora caminaba provocativamente moviendo las caderas en todo momento. No me agradaba ese cambio, pero debo admitir que si me afectaban sus movimientos. Así que antes de pensar en algo más semejante, giré mi cabeza y seguí mi camino.
5%: Bethany.
Hace un año no habría pensado que terminaría aquí... no literalmente, aquí sentada en clase de lengua. Sino en esta situación amorosa, si así podía llamársele.
—La diferencia entre la lengua y el lenguaje es sencilla, presten atención —iba diciendo la maestra.
Y por maestra me refiero a una mujer de edad avanzada que daba la clase con los ojos cerrados. Los de un año arriba decían que era su "tic" para acordarse de las cosas.
Yo suponía que recordaba muy pocas cosas (o nada) porque siempre mantenía los párpados abajo. Sin embargo, era una de las mejores de toda la preparatoria. Acomodé mi cabello detrás de la oreja y traté de centrarme en la pizarra. Entonces otra boba sonrisa se escapó de mis labios, ¿cómo podría concentrarme con un novio como Calvin? El simple hecho de evocar el aroma de su colonia me hacía olvidar de que estaba en la escuela...
—... Bethany —insistió la maestra—. ¿Cuál es la diferencia entre la lengua y el lenguaje?
Sacudí la cabeza y pedí perdón por mi falta de interés mientras sentía todas las miradas encima de mí. Antes me incomodaba de una forma espantosa ser la atención de las personas... pero desde que había empezado a conocer a Calvin, eso había cambiado. Bueno o malo, no lo sé.
Cuando la maestra volvió a su explicación, no pude evitar perderme en mis antiguos pensamientos. Solté un suspiro a la vez que jugueteaba con el lápiz frente a mí; la primera vez que lo vi llegar en su motocicleta me pareció interesante. Y creo que yo a él... Una cosa llevó a otra y terminamos juntos. Llegué a esta escuela buscando alguien que me hiciera sentir especial, y Calvin lo logró casi al instante, todos los detalles que tenía conmigo no me hicieron dudar cuando él me pidió que fuéramos más allá de una sesión de besos. Siendo sincera, no me arrepentía de esos momentos íntimos.
—¡Bethany! —Exclamó la profesora con los ojos bien abiertos, cosa que me hizo saber que esta vez iba en serio—. Retírese de mi clase.
—Pero no estaba haciendo nada...
—Precisamente por eso. Y quiero que vaya a buscar unos libros a la biblioteca, después tráigalos, ¿escuchó?
Me puse de pie y asentí con la mirada en el suelo.
Poco después me encontraba de camino a la biblioteca con una lista de dichos libros en mano. Fue cuando recordé que el salón de Calvin me quedaba cerca de mi destino... Luego de darle vueltas, decidí hacer una pequeña parada en su salón, nada más para saludar.
No tardé ni dos minutos en dar con el salón de mi novio, y una vez ahí, asomé la cabeza por la pequeña ventana vertical de la puerta, posteriormente di dos toques al ver que el profesor de Orientación Vocacional daba su clase.
—Pase —se limitó a decir desde su escritorio sin detenerse a mirarme.
De modo que entré con cuidado como si fuera otra alumna más de su clase. Todos los presentes me miraron dirigirme hasta el fondo del salón, más específicamente al lugar de Calvin.
—¿Qué haces aquí? —susurró él.
—Visitándote.
Me puse de rodillas junto a su pupitre y le di un breve beso, o por lo menos yo sentí que fue rápido, tan solo un toque.
Él me sonrió e intentó besarme nuevamente, pero esta vez tuve que ponerme de pie, pues tenía el tiempo contado para entregar los libros; por lo que me despedí de él con la mano y salí del salón de la misma forma que había entrado.
No me fue difícil dar con los tres libros pedidos, cosa que agradecí porque ya iba algo retrasada. Al pasar de regreso por el salón de Calvin, soplé un beso en su dirección y alcancé a ver qué mordió su labio con una sonrisa pícara.
Continúe por el pasillo y giré a una escalera a mi lado derecho; seguí subiendo y subiendo hasta que, casi al llegar al fin de las escaleras, mi pie resbaló en la orilla del escalón y los libros salieron volando cuando mi cuerpo entero cayó; solté un quejido al sentir el dolor en mis manos y rodillas. Entonces por el rabillo del ojo vi que una figura se aproximaba a mí, y para mi suerte, me ayudó a ponerme de pie.
—¿Estás bien? —preguntó un chico de cabello negro y nariz respingada al cual ya había visto antes rodando por los pasillos. Si no mal recordaba, jamás habíamos cruzado palabra.
No pude más que asentir y quedarme inmóvil cuando se agachó a recoger mis libros para después entregármelos. Repartí mi mirada en él y las escaleras, pendiente por si alguien venía y nos encontraba aquí... no quería que se corrieran rumores hasta los oídos de Calvin.
Me despedí con una rápida sonrisa y retomé mi camino sin añadir nada más; casi podía sentir la mirada del chico seguirme los pasos, pero preferí no voltear.
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(Zoey Deutch como Bethany en multimedia.)
Nota de CarliGGSheeran:
¡Hola! Soy la escritora de Harry x) Espero que les haya gustado, no sólo lo mío sino también lo del punto de vista de Bethany, que escribirá @Andsig4 , ¡mi escritora favorita! ¿Pueden creerlo? Porque yo no.
Nunca ni siquiera soñé en que me respondiera el mensaje y lo hizo. Cuando la iniciativa de iniciar un grupo de Whatsapp se hizo, entré, y verdaderamente que inicié una amistad, como tal, con mi escritora favorita. Bueno, pues resulta que como es mexicana y yo también, y las dos tenemos la misma edad, es perfecto. Y es que yo siempre escuché que para colaborar adecuadamente tienes que ponerte a hablar y charlar debidamente con la persona, sobre algo que no sea el libro, para además estrechar una amistad y así no hacer incómoda la relación de socios, por así decirlo, y trabajar bien. Así que, ¡eso ya estaba hecho! Y como somos del mismo país, es más fácil, así igual con la edad. Lo que quiero decir es, ¡que es perfecto! ¡Y nunca me lo imaginé! Así que estoy muy feliz.
Y bueno, sí, además esta historia me emociona mucho,así que cuando me propuso Andy colaborar, yo saqué esta idea de mi "cuaderno de ideas", y como ya la tenía pensada así; con dos narraciones, de los dos personajes... Eso era perfecto para colaborar, con ella haciendo un personaje y yo otro, así que sí, ahora la idea no es mía, sino de ambas, y Bethany no es mía, sino de ella, y Harry mío (mío eh, mío, aunque después se enamoren de él, mijas'. Broma). Pero no, los dos son de ambas, obviamente.
Y todo eso, me hace feliz. Ya sé que tal vez no le interesen a ustedes, lectores, pero espero que sí, pero yo verdad te agradezco a ti, Andy, por esta oportunidad, y a ti, lector, por estar aquí. Ambas esperamos que te quedes.
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