Capítulo 21 - Como una princesa de cuento.
La retomo a mi aire, iré subiendo capítulos poco a poco, porque tengo muchas otras historias en curso, cuando vaya terminando otras, iré actualizando esta.
Cuando desperté aquella mañana estaba sobre el sofá, completamente sola, sus ropas no estaban y él menos, aunque tenía un mensaje en el móvil.
Jonathan:
Cuando despiertes no te enfades si me he ido sin avisar. Dormías como una marmota, mis ropas estaban secas, estaba amaneciendo, y no quería que tu hermana te hiciese preguntas incómodas si me descubría ahí.
Nos vemos más tarde, en mi casa.
Acabo de acordarme, había quedado con unos amigos en organizar algo en casa.
¿Nos vemos en la cena?
Yo:
Si estás ocupado podemos posponerlo, así puedo pasar el día con mi hermana pequeña.
Jonathan:
Elige un día de la semana que viene, tienes que planear nuestra tercera cita.
Yo:
¿El sábado?
Jonathan:
El sábado no puedo, me iré a Milán. Mi madre me la ha liado por estar allí ayer, y no haberla avisado.
Yo:
En el fondo eres un mal hijo.
Jonathan:
Soy el mejor hijo del mundo, la tengo demasiado mimada, ese es el problema.
Yo:
Tú eliges el día y yo la cita.
Jonathan:
Trato hecho.
Pasamos un rato de lo más agradable en el centro, mi hermana y yo hablando sobre nosotras, anécdotas, lo que nos gustaba hacer, preferencias personales, hasta acabar hablando de novios.
- Y ... ¿cuánto tiempo llevas con este chico? – pregunté.
- Un mes – aseguró, sorprendiéndome, pues era poco tiempo para que el tipo en cuestión estuviese insistiendo en que se acostasen ya – es poco tiempo ¿verdad?
- No te acuestes con él – aconsejé – si no puede esperarte y no te respeta, es que no te merece.
- ¿Cuánto tiempo te llevaste tú con el chico con el que perdiste tu virginidad?
- Casi un año – aseguré, y no era cierto, pues antes de ser novios éramos amigos, en realidad, sólo habíamos estado de novios 2 meses, antes de que me obligase a acostarme con él – y ni siquiera entonces estaba preparada – insistí.
- Yo no voy a hacerlo con él aún – afirmó, segura de sí misma – aún no estoy preparada – asentí – Bueno, pero hablemos de ti. Ese amigo tuyo de ayer... te gusta, ¿no? – me mordí el labio, sin saber qué responder – he visto como le miras.
- Sí, me gusta – admití – y creo que yo también le gusto a él.
- Sí – aceptó – también le gustas. Así que ... ¿por qué no sois novios ya? – rompí a reír, no pude evitarlo.
- Vamos a esperar un poco – le dije – necesito conocerle un poco más antes de que seamos novios.
- Pues date prisa en conocerle – añadió Jane – es guapo, atento y con pasta, si no te das prisa, te lo van a quitar – rompí a reír, de nuevo. No sabía cómo podían ocurrírsele esas cosas – ¿por qué no le llamas? A ver qué está haciendo, sólo para asegurarnos que aún sigue interesado.
- No, si un tío tiene que ser para ti, vendrá por si solo – contesté – insistir y mostrar demasiado interés sólo hace que él pierda el interés – ella me observó, asombrada – a veces hay que hacerse la difícil para hacerse valorar.
Mi teléfono comenzó a sonar, haciéndome salir de mis pensamientos, era Dustin. Lo descolgué, después de hacerle una señal a mi hermana.
- Dime – pero la persona que hablaba al otro lado no era mi amigo, si no Samy.
- ¿Dónde estás? ¿Por qué me has bloqueado? Hablemos. Lo que pasó ayer...
- No quiero hablar de esa mierda – le corté – las cosas me van demasiado bien como para amargarlas con tu hermano.
- Leyó mi diario – aseguró, lo comprendí entonces – hace tiempo que debería de haberlo quemado, dejar de escribir en él y ...
- Sé que lo necesitas para mejorar, por eso no te he dicho nada sobre el diario, pero ... debiste haberlo guardado mejor. No quiero que Jared sepa nada de mi vida.
- ¿Dónde estás? Se escucha mucho ruido de fondo.
- Estoy en un bar, tomándome algo con Jane. Hay partido, por eso hay tanto jaleo.
- Mándame ubicación y me uno, yo también quiero tarde de chicas – rompí a reír, colgué el teléfono, la desbloqueé, le mandé la ubicación y le escribí un mensaje.
Yo:
No tardes :*
Mi teléfono comenzó a sonar, casi veinte minutos después, justo cuando Jane había ido al baño, y lo descolgué sin mirar de quién se trataba si quiera.
- ¿Dónde estás? ¿estás fuera? – Pregunté.
- ¿Fuera de dónde? – preguntó una voz masculina. Miré hacia la pantalla entonces, era Jonathan. ¡Maldita sea! – Así que... quedando con otros mientras yo no estoy, ¿eh? – me mordí el labio, divertida.
- ¿Cómo va tu comida con amigos? – cambié de tema, de forma radical.
- No va mal – aseguró – aunque ahora se han puesto aquí, a mirar el fútbol, y han dejado de prestarme atención – rompí a reír, porque la forma en la que lo dijo era demasiado graciosa – si estuvieses aquí sería distinto...
- No pinto nada en una comida con tus amigos – me quejé.
- Lo pintas todo, ya les he hablado de ti – declaró, dejándome sorprendida – la chica que se hace de rogar, que no quiere hacerlo oficial hasta después de la décima cita – volví a reír – la chica con mil historias que contar, la chica a la que me he atrevido a llevar a Italia a comer, sólo porque quería sorprenderla, la chica que quiero besar a todas horas, la chica que ...
- Teo veo muy pillado – le corté, haciéndole reír, al otro lado.
- Es sólo lo que quiero que pienses – jugó, sonreí, negando con la cabeza, porque sabía que era más que eso – en realidad, paso de ti.
- Eh tío, te estás perdiendo el partido – escuchamos a sus espaldas – deja ya el móvil y ven aquí.
- ¿Quién es? – quise saber.
- Es el pesado de Gorka – aseguró. Me quedé pensando en algo, ya había escuchado ese nombre con anterioridad.
- ¿Tu socio? – pregunté, al recordarlo.
- Y uno de mis mejores amigos.
- ¿Y qué le has dicho de mí? – quise saber, se rio durante un rabo, mordiéndose el labio inferior después.
- Quedemos luego tú y yo – pidió, de forma sensual – sólo un rato, te aviso cuando termine con estos trastos y ...
- Te he oído – dijo Gorka por detrás, volviendo a hacerle reír.
- Estaré con Samy y Jane – le contesté.
- Quedemos luego y te cuento lo que les dije de ti – jugó.
- ¿Y esa sonrisita? – comenzó Samy, llegando hasta mí - ¿a qué viene? – colgué el teléfono, y me mordí el labio, nerviosa - ¿era el señor Khol? ¿Qué tal la segunda cita?
- Me llevó a almorzar a Milán, en su avión privado – contesté, con una sonrisa tonta en el rostro, haciendo que ella me observase, con ojos como platos – después de una mañana maravillosa en su yate, y ...
- Esa cita le da mil vueltas a la primera – bromeó, rompí a reír - ¿qué vais a hacer en la tercera?
- No tengo ni idea – me quejé – y lo peor es que tengo que organizarla yo.
- ¿Te das cuenta de que estás saliendo a citas con uno de los tíos más famosos en el mundo empresarial del país? – me percaté de ello entonces, tenía razón.
- Me hace sentir como si fuese una princesa de cuento – me atreví a decirle – con él siento que todo es posible, incluso volar a otro país a almorzar, sólo porque te apetezca – ella rompió a reír, entendiendo mi punto de verlo.
- ¿ya es oficial? – negué con la cabeza.
- Tendremos diez citas antes de hacerlo oficial – bromeé, ella rompió a reír, de nuevo, justo cuando Jane volvía, y le daba un beso y un abrazo a su hermana postiza.
- Ahora sí que estamos completas. Somos Amy, Jane y Samy, las trillizas – mi hermana Jane rio durante un rato, y luego salimos a dar una vuelta por la ciudad, las tres cogidas de la mano, sin dejar de hacer bromas, de reír y de hacer fotos.
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