3 | Un montón de sandeces.
Un nuevo capítulo :P
Espero que os guste :)
Samy me buscaba por la pista, sin dar conmigo, percatándose de que Billy estaba ligando con una chica muy mona. Eso la puso furiosa, y no era para menos, quizás por eso contestó de la forma en la que lo hizo al teléfono.
- ¿Qué? – contestó de mala gana, asustando al otro por teléfono.
- ¿Samy? – la llamó, una voz de hombre que reconoció en seguida, relajando sus facciones - ¿Eres tú?
- Dustin – reconoció ella - ¿qué ocurre?
- Estoy llamando a Amy a su teléfono, pero no lo coge – se quejaba.
- ¿Es algo urgente?
- Jane se ha escapado, sólo quiero saber si se ha puesto en contacto con ella, o ...
- ¿Cómo va a ponerse en contacto si ni quiera la conoce? – se quejaba mi amiga – Ella no sabe nada, estamos en una fiesta del trabajo, Dustin.
- Entonces no le digas nada, no quiero preocuparla – contestó él – te avisaré cuando la encontremos.
Samy salió de la fiesta, y me buscó con la mirada, encontrándome al final del jardín, entre risas, con Jonathan. Aquello creó en ella una sensación que nunca antes había tenido hacia mí, era envidia, odio, porque yo podía conseguir a cualquier chico que me propusiese y ella nunca podría lograr eso, no con su actitud.
- Dicen que la gente que no ama tiene el corazón frío – bromeó, me reí de aquello, durante un buen rato.
- Entonces yo debo de ser un témpano – admití, el que rio en aquel momento fue él.
- Amy – me llamó Samy, llegando hasta mí, haciendo que ambos girásemos la cabeza para observarla – te estaba buscando – la miré, sin comprender, pues ella no solía molestarme cuando estaba tonteando con algún chico, aunque no sé si podía llamársele así a lo que hacía con el señor Khol, tan sólo estaba actuando guay frente a él, porfiándole a tope – Dustin ha llamado. Jane se ha escapado.
- ¡Mierda! – maldije, haciendo el amago de irme con ella, cayendo entonces en aquel tipo – lo siento muchísimo, pero tengo que irme – él asintió, y entonces nos fuimos.
Cogimos un taxi frente al hotel, mientras ella me hablaba sobre mi hermana.
- Es casi tan rebelde como tú – se quejaba mi amiga, por el camino – tu a su edad también solías escaparte de casa y venir a pasar las semanas en la mía – sonreí, porque tenía razón – entonces tu padre volvió de las misiones, lesionado, y tu madre pareció calmarse.
- Mi madre no se calmó nunca – me quejé, pensando un momento en el pasado – ella siempre estuvo loca.
- ¿Nunca has intentando comprender por qué actúa de esa forma tan enfermiza? – quiso saber. Negué con la cabeza, cambiando de tema, de forma radical, porque odiaba hablar sobre la mierda de mi familia.
- He mentido como una cruel bellaca – le dije, sonriendo de esa forma malvada que ella ya conocía – y él se lo ha tragado todo.
- ¿Qué le has dicho al pobre? – preguntó, sorprendida, mientras yo rompía a reír – ¡cuéntamelo!
- Le dije que no creo en el amor, y le di miles de razones para no creer en él – contesté, ella negó con la cabeza.
- Eres lo peor – volví a reír – tú si crees en el amor – asentí.
- Ha sido súper divertido verle la cara – volví a reírme, porque ya sabía que ella me echaría la bronca en breve, pero no lo hizo.
- Algún día te enamorarás y dejarás de jugar con los chicos – me dijo, volví a reírme.
- Eso nunca pasará, porque yo soy más lista que ellos – contesté – Le dije que me gustaba el reguetón.
- Tu odias el reguetón – contestó, volví a reír.
- Tenías que haber visto la cara que puso – no podía dejar de troncharme, era muy divertido.
- Eres malvada.
- Malvada no, traviesa – bromeé. Ella se rio conmigo durante un buen rato, y luego nos centramos en mi hermana pequeña, al llegar a casa - ¿dónde está? – pregunté hacia Dustin, que hacía llamadas en la puerta de su casa, sin tan siquiera responder a mis preguntas.
- Al parecer se ha asustado – comenzaba doña Carmen, poniendo su mano en mi hombro, dándome apoyo – en cuanto le han dicho la posibilidad de volver a casa con tu madre.
- Ya está – comenzó Dustin, tras colgar el teléfono – está en comisaría, los del centro de menores van a por ella ahora – respiré, aliviada – he conseguido adelantar la vista, ya tengo todos los papeles para lo de la adopción, para que te den su tutela, como me dijiste que ...
- Sí – le detuve – quiero su tutela.
- Un momento – me detuvo mi amiga, agarrándome del brazo, alejándome de él, para hablarme en privado – ser tutor de una niña pequeña es algo serio, no es algo que puedas bromear con ello o tomar tan a la ligera, Amy.
- Ella me necesita, Samy – le dije – tú no sabes lo duro que debió ser para ella vivir en aquella casa.
- Ya no sólo deberás cuidar de ti misma, también de ella, y deberás pagar las facturas, la comida, y mantener el trabajo.
- ¿Qué te hace pensar que van a despedirme de este?
- Que he durado más de tres meses – contesté, sin ningún tipo de pudor.
- Bueno, ya que estás aquí... - comenzó Dustin - ¿por qué no entras y hablamos sobre el tema? Necesito que firmes una autorización y te leas la documentación – me aseguró.
- Dustin – me quejé – vengo de una fiesta, he bebido, ¿crees que es el mejor momento para hablar de esto?
- Está bien, hablaremos mañana, pero mañana sin falta eh – asentí, y me despedí de doña Carmen, para subir a mi casa, junto a Samy.
- Tengo una pregunta – comenzó, justo cuando ambas nos sentamos sobre el sofá. Cogí el mando de la tele, dispuesta a poner algo - ¿qué querías conseguir del señor Khol? – la miré, sin comprender – Normalmente, actúas así cuando estás buscando algo...
- Sólo quería verle la cara de estúpido, cuando dijese esas tonterías – contesté. Ella me miró con desaprobación, y yo me encogí de hombros – ya sabes como soy, cuándo estoy con los chicos, y empiezo a mentir, ni siquiera sé cómo pararlo, las palabras salen solas por mi boca, y ni siquiera tengo control sobre ello.
- ¿Querías tirártelo? – insistió. Rompí a reír, porque no era para nada lo que pretendía – él parecía interesado.
- Después de lo Jared no quiero volver a saber nada más de chicos, al menos por un tiempo – contesté. Ella asintió, y no dijo nada. Sabía que de alguna forma se sentía culpable, pues él era su hermano.
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