Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

2| Fiesta de aniversario.


Buenos díiias!

Hoy os traigo capítulo nuevo. Espero que os guste, ya que el primero fue un poco flojo, pero tenía que poneros en situación antes de que se desarrollase la acción :P


Salimos del taxi, frente al hotel en el que se celebraba la fiesta de HT Company, con aquellos vestidos largos, y bien arregladas.

Samy llevaba un vestido negro, que le llegaba por las rodillas, y con un pronunciado escote. Zapatos de tacón de aguja en tono plateado, a conjunto con el bolso y el maquillaje de ojos, con labios en tono nude.

Yo lucía un traje dorado, con un escote de pico, muy bonito, que me llegaba por los tobillos, con una raja en una de las piernas, hasta el muslo, zapatos rojos y bolso del mismo color, tenía el cabello suelto, con las extensiones, que me hacían parecer el pelo mucho más largo, de lo que en realidad lo tenía.

Había un espectáculo de un dragón con fuego en el centro de la pista, simulando el logo de la aplicación. Era una de las mejores aplicaciones que se habían inventado, según el New York Times. A mi parecer, tan sólo era una más de tantas para gente celosa e inconformista, que necesitaba tener controlada a su pareja o a sus hijos todo el tiempo, sin dejarles espacio para nada.

Podía encontrar a esa persona por gps, a través del móvil, pero también activaba la cámara de esa persona si la otra así lo quería, o el micrófono, para asegurarse de que no estuviese engañándola, de que decía la verdad.

La presentación de las nuevas mejoras comenzó después del espectáculo, detrás, en la gran pantalla blanca del fondo, haciendo que varias personas se arremolinasen, y me alejasen un poco de Samy. Pero ella parecía estar ocupada, hablando con Billy, así que ni siquiera me importó.

"Con la nueva aplicación de HT, podrás controlar todos los movimientos de tu pareja, incluso podrás escuchar o ver si realmente te ha dicho la verdad. Pero la innovación que hemos introducido, esta vez, es que además de todo eso, incluso cuando el móvil está apagado, la aplicación sigue funcionando"

- Es como un virus – susurré, sin apenas pretender decirlo en voz alta.

- A mí me parece una aplicación bastante interesante – dijo la voz de un tipo, a mi lado. Ni siquiera le miré, quería seguir mirando hacia la presentación.

- Sólo es una aplicación más que demuestra el mundo insano en el que vivimos – me atreví a responder – Si no confías en esa persona, no deberías estar con ella. Pero ponerle una aplicación para que lo espíe... eso no es sano para ninguno de los dos.

- ¿Qué tipo de aplicación le gustaría, señorita? – quiso saber él. Me giré, despreocupada, fijándome en él, por primera vez. Era guapo... ¡qué digo...! ¿Guapo? ¡Era guapísimo! Tenía el cabello castaño, con un tupé que llevaba peinado hacia atrás, con la barba bien recortada, un traje con camisa y una pajarita roja, del mismo tono que su pañuelo, que sobresalía del bolsillo delantero de su chaqueta.

- Una que no sea inmoral – contesté, justo cuando la presentación terminó, y la gente que estaba a nuestro alrededor irrumpía en aplausos.

- ¿Trabaja aquí? – preguntó, cuando la gente comenzó a disiparse. Asentí, despacio.

- ¿Y usted? – él asintió, ante mi pregunta, justo como lo había hecho yo - ¿en el departamento financiero? – negó.

- ¿y usted? – repitió mi pregunta, sin tan siquiera responder a la mía.

- En el departamento de atención al cliente – contesté, sin más.

- Una agente – se percató él. Asentí, en señal de que era justo eso – entonces ... no tiene ni idea sobre los estudios de mercado y ...

- ¿Qué le hace pensar que no sé sobre ello? – le corté. Me miró, con cara de pocos amigos, metiendo sus manos en los bolsillos, justo cuando Samy llegaba hasta mí.

- ¿Dónde te habías metido? Te he buscado por todas... - se quedó sin habla, al ver tremendo galán que teníamos delante.

- Jonathan – le llamó un tipo, justo detrás, haciendo que todos mirásemos hacia él - ¿qué te ha parecido el discurso? Hemos... - se detuvo al reparar en Samy y en mí. Nos marchamos con rapidez, al sentir que sobrábamos.

- ¿Qué hacías hablando con Jonathan Khol? – preguntó, mientras yo la miraba sin comprender – es el representante de HT Company.

¡Mierda!

¿Por qué había tenido que compartir mis pensamientos con un tipo al que no conocía de nada?

- La he cagado – comencé a hiperventilar, mientras ella me soplaba en el rostro, intentando que no me cayese allí mismo – me he atrevido a decirle que la aplicación era una mierda, Samy – ella abrió mucho los ojos, con sorpresa, sin dar crédito - ¿por qué soy tan estúpida? Ese tipo va a echarme.

Samy intentaba calmarme, junto a la barra, mientras yo me bebía la copa que ella había pedido para ella, y esta sólo se reía.

- Señoritas – saludó un tipo, al llegar a la barra. Levanté la vista, y me atraganté, comenzando a toser, sofocada. Él sólo sonrió, se pidió una copa, y volvió a mirarme – señorita, va a darle un ictus de la impresión – bromeó, entre susurros, mientras sacaba su cartera del bolsillo del pantalón – no me como a nadie.

- Lo que dije antes... - comencé, más que dispuesta a disculparme, mientras Samy se hacía la despreocupada, llamando al camarero para que le sirviese otra copa - ... sobre la aplicación.

- ¿Qué? – quiso saber – ahora que sabes quién soy... ¿vas a cambiar de opinión sobre la aplicación? – estaba porfiándome.

- No – contesté, alargando la mano, más que dispuesta a jugar con fuego, porque me podían los retos, y porque el whisky solo con hielo se me había subido demasiado rápido. Cogí su copa, bebiendo un par de tragos, haciéndole sonreír – sólo quería disculparme por mi brusquedad – añadí, dejando el vaso, medio vacío sobre la barra. Sonrió, divertido. Alargó la mano, enredándola en el vaso, acariciando mis dedos en el proceso. Bebió lo que quedaba de la copa y luego la dejó, sobre la mesa.

- La gente que descarga y acepta usar la aplicación sabe perfectamente a lo que atenerse – señaló, me reí, con sarcasmo – al igual que la gente que compra un osito con una cámara oculta y la pone en el salón, para vigilar a sus niñeras.

- Así que... - comencé, apoyando mis dedos en mis labios, pensativa - ... usaría esa aplicación para vigilar a su novia, ¿no? – se rio ante aquel ataque, para luego hacerle una señal al camarero para que le echase otra copa.

- No tengo novia – contestó, en tono seductor.

- Hablamos de un caso hipotético – me quejé. Sonrió, justo cuando el camarero le servía otra copa y él dejaba el billete sobre la barra

- Si en un caso hipotético fueses mi novia... - comenzó, sonreí, porque sabía perfectamente que era lo que pretendía, conocía perfectamente a los tipos como él - ... está claro que no me darías motivos para hacerlo, ¿verdad?

- Señor Khol – le llamé, altamente divertida - ¿está usted ligando conmigo? – sonrió, para luego dar un sorbo a su copa. Me fijé en ella, alargué la mano, justo cuando la dejó sobre la mesa, y di un sorbo. Él sonrió.

- Jonathan – contestó – Llámame, Jonathan.

- Amy – respondí yo. Era obvio que él quería saber mi nombre.

- Tienes conocimientos sobre el estudio de mercado ¿verdad? – asentí, con una sonrisa tímida, dándome cuenta de que Samy había desaparecido, quizás dejándome un poco de intimidad - ¿por qué no presentaste tu candidatura para el departamento de marketing?

- No es tan fácil entrar en una empresa para trabajar de eso – contesté – más si no tienes experiencia alguna en ese campo.

- Estudiaste sobre eso – admitió. Asentí, para afirmar sus datos – entonces...

- Te lo he dicho, no es tan fácil entrar cuando no tienes experiencia – insistí. Asintió, sin atreverse a decir nada más. Volví a coger su copa, bebiéndomela entera. Sonrió, divertido.

- Te invito a una copa – ni siquiera me dejó responder, levantó la mano y le indicó al camarero que nos sirviese dos más, para luego dejar el billete de veinte euros sobre la barra.

Me bebí la copa, de un solo trago, ante su atenta mirada. Pidió dos más, y volví a hacer lo mismo.

- Eres buena bebedora – se percató. Se equivocaba, sólo era buena en los juegos, pretendiendo ser una ganadora. Me encantaba quedar por encima de los hombres, y aquella no iba a ser la excepción – eh, ¿a dónde vas? – preguntó, justo cuando di un par de pasos hacia delante.

- A bailar, me encanta esta canción – le dije, para luego adentrarme entre la multitud, alejándome más y más de él, hasta que estuve rodeada de gente, comenzando a bailar, mientras él sonreía, divertido, sin quitarme ojo, desde la barra.

No dejó de observarme, durante un buen rato, hasta que la canción terminó y empezó una de Bruno Mars. Odiaba las canciones románticas, así que salí a los jardines, observando la enorme fuente romana que había bajo mis pies, como si fuese un acueducto.

- Ey – me llamó él, justo detrás de mí. Me giré, divertida, observándole allí, quitándose la pajarita, abriendo un par de botones de su camisa, para luego guardar la pajarita en su bolsillo - ¿te has cansado de bailar? – negué con la cabeza.

- Odio las canciones románticas – contesté, dándome la vuelta, caminando por aquel bonito jardín, con él junto a mí – todas las canciones de amor son demasiado obvias, ¿no crees? – me observó, esperando a que dijese algo más – se enamoran, se engañan, lo dejan. Todas tratan de lo mismo.

- ¿De qué te gustan las canciones? – quiso saber.

- Las que hablan sobre uno mismo están bien – añadí. Esa conversación se estaba volviendo demasiado real, demasiado sincera, así que... sin siquiera darme cuenta, me permití a mí misma, lanzar algo descabellado, algo que le diese un poco de salseo – y las de reguetón que hablan sobre perreo – rompió a reír, quizás porque no esperaba algo así de mí – soy demasiado atípica, ¿no?

- Así que... - comenzó, llegando a la cascada, cayendo por el chorro que había arriba, en aquella pared marrón, de piedra - ... ¿reguetón? ¿eh? – me reí, divertida, al ver la cara que había puesto.

- Tienes un acento un poco raro – comencé, al percatarme de ello. Sonrió – no eres de aquí, ¿no? – negó.

- Soy italiano – aseguró, dejándome sorprendida al respecto – pero mi padre es de Teruel, así que me enseñó el idioma, desde pequeño – asentí, en señal de que lo comprendía, sonriendo de forma divertida después - ¿qué? – quiso saber.

- Los italianos tienen fama de cabrones – contesté. Sonrió, sin decir nada – ahora comprendo el porqué de esa aplicación – se detuvo, detrás de mí, algo molesto con mis palabras.

- ¿Lo entiendes? – preguntó, desde atrás, al mismo tiempo que acariciaba mi mano con sus dedos. Miré hacia ese punto, algo sorprendida – No tienes ni idea – susurró en mi oído, haciendo que me faltase el aliento. Me quedé muy quieta, sin atreverme a moverme si quiera – ni siquiera me conoces, Amy – giré la cabeza un poco, justo cuando sentí su respiración acelerada en mi oído – no puedes juzgar a las personas sin conocerlas, ¿no crees?

- Sólo bromeaba – me quejé, porque no había pretendido molestarle así. Me di la vuelta, fijándome en como su mano, se aferraba a la mía – Ey – levantó la cabeza, poco a poco – siento sí...

- No puedes generalizar, no todos los italianos somos unos cabrones – asentí, en señal de que era cierto. Estaba a punto de hablar, cuando él lo hizo – la aplicación la creamos por otra cosa.

- Pensé que eras sólo el representante de la marca – comencé. Sonrió, divertido - ¿eres más que eso?

- Soy uno de los socios de la marca – aseguró, sorprendiéndome. No había esperado algo así – el que tuvo la idea de esta aplicación.

- Guau – lancé, haciéndole sonreír. Me dejé caer en la mesa de piedra que había junto al jardín de flores, haciendo que él hiciese justo lo mismo - ¿qué te inspiró a crear...?

- Mi esposa me engañaba con otro – mi cara era un verdadero poema. No había esperado algo así, jamás – me mataba no tener la certeza de que lo hacía, y me moría de celos cada vez que se iba, tan sólo quería inventar algo que ...

- ¿No se te ocurrió hacerlo más simple? – pregunté, apoyando mi barbilla sobre mis nudillos, más que interesada en saber más, y sobre todo en porfiarle - ¿por qué no le preguntaste por qué lo hacía? – él se cruzó de brazos, y me miró con interés – en vez de poner un investigador o inventar una aplicación para espiarla... ¿no es mucho mejor ir de frente y preguntarle abiertamente? Te habrías ahorrado muchas decepciones, habrías cortado todo eso de raíz, ¿no crees? – él no dijo nada, sólo me observó - ¿te divorciaste? – pregunté, pues no tenía anillo en su dedo, así que sólo podía significar eso. Asintió - ¿Ves? Por eso creo que el amor es una mierda. Lo diste todo por ella, incluso sacaste una aplicación y se la dedicaste, y al final...

- No crees en el amor – lanzó. No era cierto, esa información, pero ni siquiera la negué, en aquel momento, estaba dispuesta a ser una incomprendida, a tomar ese papel.

- La gente se enamora, miente, engaña, hasta que uno de los dos sufre las consecuencias, y luego todo termina. ¿Para qué pasar por todo eso? – Era mi odio hacia mi último ex novio, el que hablaba. No era yo. Por supuesto, yo aún creía en el amor.

- Tus palabras reflejan amargura – contestó él, sonreí, divertida, sin tan siquiera inmutarme - ¿quién te rompió el corazón para que pienses así?

- No hablo sobre mi experiencia – mentí, porque no estaba dispuesta a contarle sobre aquel idiota – Pero lo he visto cientos de veces, incluso mis padres...

- ¿Cómo puedes hablar sobre ello si ni siquiera has estado enamorada nunca? – me reí, divertida, pero él parecía estar hablando en serio – te sorprenderías si te dieses la oportunidad alguna vez, Amy.

- El amor, el cortejo, regalar flores, bailar una balada, los regalos en san Valentín o en el aniversario, ir cogidos de la mano... eso no es para mí – contesté – sólo pensar en ello y ya me dan arcadas.

- No tienes por qué hacer lo que hacen todos los demás – contestó, apoyando ambas manos en la mesa de piedra – puedes vivir el amor a tu manera.

- ¿Quién dice que el amor haga falta para vivir? – me quejé – para follar no hay que amar.


Y hasta aquí el capítulo de hoy.

¿Qué os ha parecido?

Os dejo una foto de Jonathan, que aún no le conocéis.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro