Mi historia, mis familias
"Un padre es ante todo un hombre con corazón que sabe señalar el horizonte con optimismo y confianza".
No había palabras para describir lo que sentía en ese momento. Las lágrimas hacían su presencia sin poder evitarlo y en su pecho nacía una nueva emoción. Ahí, dónde nadie podía llegar, fue tocado por unas simples palabras escritas. Ahí, dónde existía un vacío, fue llenado de amor al saber que fue querido por sus padres.
¡Lo amaban y mucho!
Siempre se había preguntado qué hubiera pasado si ese ataque no hubiera sucedido. ¿Qué hubiera pasado si sus padres aún estuvieran vivos? Quería saber cómo se sentía ser regañado por alguna travesura o cómo se sentía ser regañado por alguna travesura o cómo se sentía el calor de la familia. Siempre tenía millones de preguntas pero ahora con unas simples palabras, con un "te quiero" todas fueron respondidas. Su vida hubiera sido la mejor del mundo y quizás tendría hermanos de sangre, pero no, las circunstancias del momento lo dejaron huérfano y a su suerte.
Recordó su vida
Desde que tuvo memoria sólo conoció cuatro paredes, un techo y el piso una reja al rededor del patio y muchos niños de su edad jugando. Por alguna razón no se acercaban a él y su lugar favorito era bajo la sombra de un árbol para recostarse.
Recuerdo haber querido integrarse y hacer amistad pero lo rechazaban, no lo querían cerca.
¿No era él igual a ellos, huérfano?
¿Por qué lo rechazaban?
¿Qué hizo mal?
Sólo se puso a llorar y lamentarse se hizo frío y fuerte. Fue creciendo y sólo podía ver cómo los demás eran adoptados y él no.
¿Por qué?
¿Qué tenía de malo él para no querer adoptarlo?
Allí sentado viéndolos a todos sin poder acercarme, veía a los niños jugar, ahora tenía 8 años y él descubrió el porqué era diferente el por qué no lo adoptaban y también descubrió lo que sus padres ahí estaba él, triste por el hecho de saber que su familia lo abandonó, triste por el hecho de que jamás será adoptado por saberse que es mala sangre.
"Si un padre abandona a su hijo frente al orfanatorio eso significa que tú saldrás igual o peor que ellos y serás un parásito en la sociedad. Da gracias de que yo te reciba en mi orfanato"
Eso le había dicho el director del orfanato al reclamarle información.
Ahora entendía todo.
Simplemente él fue abandonado.
¿Qué clase de padres abandonan a su hijo?
¿Y qué haría él para vivir?
Ya no quería vivir ni llorar. Se cansó de llorar hace mucho y tan sólo tenía 5 años cuando descubrió que llorar no resolverá nada. Ahora, con 8 años no lo intentaría ni con la más dura tortura, no lloraría.
Se volvió rígido. No aceptaba un no por respuesta y ahora con tan sólo 10 años era el más odiado por el orfanato.
No le importaba nada ni el qué dirán de él. Tan sólo quería que lo echaran y morir en la calle.
¿De qué servía vivir si no se tiene a alguien por quién dar su vida?
Él no tenía amigos ni padres que lo quisieran.
¿Qué hacía él en el mundo?
El director trató de hacerle entender de qué se encargaría de él y que no lo dejaría sólo pero él no quería escuchar.
A los 12 años se ganó el apodo "demonio marcado" porque simplemente era un pequeño demonio que no sería dominado.
A esa edad él no sabía lo que era sonreír y en la escuela, a pesar de estudiar y por alguna razón maldita razón entender todo, no lograba hacer amistades. Incluso ahí lo rechazaban.
Sus profesores trataban de hacerle cambiar de actitud pero no lo lograban y un día un maldito día, unos pandilleros lo interceptaron mientras al orfanatorio. Lo llevaron a un callejón sin salida y ahí fue golpeado brutalmente.
¿Ahora qué hizo mal?
No recordó haber tratado con pandilleros en su vida y mucho menos lo recordaba a ellos, lo dejaron casi inconsciente y sólo le dijeron "Un regalo de Douma"
¿Por qué el director del orfanato los mando a golpearme?
Nunca supo la respuesta y las horas pasaron. Al día siguiente, cuando pudo abrir los ojos, se encontró con paredes blancas y con un olor a medicina.
Veía borroso y unos pasos de él una sombra se movía, estaba de espaldas. Trató de ponerse de pie pero sólo pudo quejarse por el dolor que sentía. La sombra lo notó y se acercó a él.
-Aun estás delicado. Descansa un poco más.
Hizo una pequeña pausa mientras lo examinaba con la mirada.
-¿Tienes hambre?
Su voz se podía oír bastante calmada pero ¿Dónde estaba? Ante la pregunta su estómago respondió por él y recordó que ni siquiera había almorzado porque se le olvidó en el orfanato.
Horas después sus vendas fueron reemplazadas por unas nuevas y cuando su visión mejoró pudo ver qué estaba en un hospital, o eso parecía y en uno muy elegante.
-¿Cuál es tu nombre?
Le preguntó el doctor. Su cabello era amarillo brillante con mechones rojos y ojos anaranjados que se enrojecen cerca de las pupilas, parecía alguien intimidante y a la vez puede ser alguien sabio.
-Cuando le diga mi nombre me echará de aquí.
Aseguré con tristeza en su voz, vio que el doctor su ceño se frunció.
-¿Dónde estoy y quién me trajo?
El hombre frente a él lo miró confundido. No entendió muy bien las palabras del niño. ¿Echarlo por saber su nombre? no lo creía.
-Estás en mi casa.
Respondió con normalidad.
-Tengo un pequeño consultorio aquí junto a mi esposa y mis hijos cuidamos personas como tú.
Lo señaló.
-Mi hijo menor de 6 años salía de la escuela, cuando estaba afuera esperando a su madre vio cómo te arrastraban hacia un callejón. Me llamó al oír los golpes y las risas de los chicos. Cuando ellos salieron, él fue a ver qué había pasado contigo. Te vio inconsciente y muy golpeado. Yo estaba cerca y fui a buscarlo. Usualmente sucede este tipo de cosas y yo los llevo al hospital más cercano, pero al verte me recordaste a alguien.
Giyuu escuchó atento al hombre frente a él. No lo creía ¿Un niño lo ayudo?
¡Un niño menor que él!
La puerta se abrió mostrando a una mujer y un niño. El niño era igual a su padre pero con una expresión más tranquila, y la otra persona era una mujer mayor, mayor para Giyuu.
Te presento a mi esposa Ruka y a mi hijo Senjuro, él te salvó del callejón.
Dijo mientras apuntaba a su hijo. El niño se acercó a él y le entregó sus cosas.
-Le quité el polvo a lo que pude y también la limpié. ¿Te sientes mejor?
Sonrió.
Giyuu no cambiaba su expresión seria pero verlo sonreír fue algo nuevo. Jamás se había acercado a él y mucho menos con una sonrisa, jamás alguien había sido tan amable con él.
Tomó sus cosas y trató de sonreírle como pudo, no estaba acostumbrado a recibir esa clase de atención.
-Gracias.
Le dijo a al niño. Miró al hombre y se sentó a la orilla de la camilla.
-Mi nombre es Giyuu.
Guardó silencio esperando su reacción.
Nada extraño.
-Tomioka Giyuu.
Dijo serio esperando que lo botaran. Estaba sintiendo envidia por el niño porque él tenía una buena familia y él no, no quería cogerle cariño a ninguno de ellos y lo mejor para él era alejarse pero el doctor lo miraba sorprendido. No parecía repudiarlo y al ver a su esposa vio la misma cara de sorpresa que la del hombre. ¿Qué les pasaba?
-Shinjuro ¿Él es?
Trató de formular la pregunta pero no podía. No cabía de la sorpresa. Pensaba que los Tomioka habían muerto en aquel atentado terrorista.
-Así parece.
Respondió con total sorpresa. Por eso se le hacía conocido. Era un Tomioka y no cualquier Tomioka ¡Era Giyuu Tomioka! Hijo único del ex-millonario más joven en Japón. ¡Está vivo!
-¿Qué les pasa?
No le gustaba la forma como era Mirado por los adultos.
-¿Por qué aún no me votan de su casa?
Estaba dudoso. Mayormente lo botaban al saber su nombre y no llegaba a decir su apellido. Según los registros del orfanato, ese era su nombre completo pero nunca le dieron mucha información sobre su vida antes del orfanato.
-Eres un Tomioka. Eso pasa.
Respondió Shinjuro.
-Mi nombre es Shinjuro Rengoku. Soy doctor en muchas ramas, incluyendo pediatría. ¿Dónde vives Giyuu?
Se acercó a él. Giyuu estaba sorprendido. Nunca esperó eso.
-En un orfanato.
Respondía a secas y mirándolo con dudas. ¿Qué tenía que ver su apellido con su comportamiento? Shinjuro miró a su mujer y está sonrió al leerle la intención.
-¿Cuántos años tienes Giyuu?
Dijo la mujer y se acercó junto a su hijo.
-Tengo 12 y medio.
¿A qué se debía el interrogatorio? No lo sabía pero ellos mostraban una sonrisa que hizo considerar si quería o no ser sacado de su casa. Algo le decía que ellos no eran como los demás.
-¿Giyuu-san se puede quedar? Por lo menos hasta que se sienta bien. No creo que pueda caminar mucho.
Dijo sonriendo pero no lo hacía como sus padres. Él sonreía por el echo de saber que sus padres se alegraban al saber que su invitado tenía el apellido Tomioka. Él sabía que ese apellido era importante para su padre que por mucho tiempo estuvo investigando si hubo sobrevivientes ahora se alegraba al saber que fue él quien lo encontró a un Tomioka y tan sólo a un mes y medio de haberse mudado a la ciudad.
Por otro lado Giyuu estaba bastante sorprendido al ver a los padres asentir ante la propuesta del niño frente a él. ¿Le permitían quedarse hasta sanar sus heridas? Estaba confundido y sorprendido. ¿Lo querían cerca? ¿A él?
-"Esto debe ser una pesadilla"
Pensó.
Le llamaba pesadilla a estas escenas donde él era aceptando y al despertar descubría que era una mentira de su mente. Nunca le han gustado esos sueños y ahora se preguntaba dónde y en qué momento se quedó dormido.
Se pellizco para comprobarlo y le dolió. Sí que le dolió. Shinjuro y su esposa lo miraron con interés mientras él suavizaba la herida. Rieron.
-¿Qué les causa gracia?
Preguntó frunciendo el ceño. ¿Ahora se reían de él? Quizás fue una broma lo de quedarse.
-¿Por qué te lastimas?
Dijo Ruka y le tomó de la mano.
-Descansa. Hablaremos con el dueño del orfanato para avisarles que te quedarás en el consultorio de mi esposo. Más tarde Senjuro te traerá tu ropa seca.
Le acarició el cabello de forma tan maternal que el chico se sonrojó. ¿Por qué lo trataban así? Suspiró.
-"Sólo es una ilusión... aún debo estar inconsciente en el callejón o muriendo"
Pensó mientras se recostaba en la camilla y cerraba los ojos. Se negaba a creer que lo querían. Se negaba a creer que podía ser tratado con cariño se negaba a creer que esas sonrisas amables eran dirigidas a él.
¿Por qué?
Simple... él nunca recibió nada de eso.
¿Por qué recibirlo ahora?
Los días pasaron y sus heridas curaron. Descubrió que no era un sueño y que su vida fue una mentira.
¡Él no pertenecía al orfanato!
Gracia a Shinjuro descubrió que el director del orfanato lo quería para robarle una fortuna que tenía debido a su apellido y que sus padres nunca lo abandonaron.
¡No fue abandonado!
Sus padres murieron en un atentado terrorista horas después de él haber nacido y tenía una marca que lo probaban: su mejilla.
Estaba rasgada en su lado izquierdo que asemeja a corrientes de agua y esa era una prueba del daño que causó ese atentado.
¡Él fue de los pocos que sobrevivieron!
Shinjuro lo adoptó pero le dejó el apellido Tomioka y le explicó el por qué pero nunca le dijo de dónde conoce ese apellido.
Le decía cosas sobre su padre y la familia Tomioka que nadie más conocía y lo único que recibía como respuesta a su inquietud es: "Sólo investigué a fondo".
Nunca le dió el nombre de sus padres, decía que no lo sabía o que no aparecían en registros, raro. Pero eso no le importó. Ahora tenía una familia, un padre, una madre y dos hermanos, si dos hermanos pues el hijo mayor de Shinjuro es de la misma edad que él y va en la misma escuela que yo. Cuando los presentó el sonrió y se apresuró a abrazarme mientras me dice gritando una bienvenida a la familia muy energético. El Conocía ese apellido y por un tiempo también ayudó a su padre a buscar sobrevivientes y ahora estaba muy feliz.
Se presentó como Kyojuro y él junto a los demás, le dieron a Giyuu más de lo que él hubiese imaginado una familia. Aunque no eran legítimo pero eso no le importaba ¡Tenía una familia!
Sus sentimientos no retornaron. Su actitud frío y serio aún seguía en él y no dejaba que le pasará algo malo a su hermano Senjuro.
Lo protegía mucho y cada día agradecía el haberle salvado la vida. Pero sus sentimientos no fluían, no sonreía mucho y su ceño casi estaba fruncido. Sólo con su familia se relajaba pero a los demás él era un diablo sin emociones.
Y así pasaron los años.
Gracias a Shinjuro y a sus conocimientos se graduó a los 15 años y a edad ya asistía a la universidad. Ahí todo el cambió porque se enamoró, sí el "demonio marcado" se había enamorado de una chica que no le dió importancia a los comentarios de los demás y se acercó a él. A pesar de que él no tenía sentimientos ella se acercó y sin poderlo evitar se enamoraron.
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Se removió del sofá inquietó al recordar a Ume.
Era cierto él y ella eran muy jóvenes y aún así se enamoraron y se casaron meses después.
Ya no quería recordar más.
Pero su mente no le daba importancia a lo que él quería, Ume fue una mujer espléndida y llena de energía.
Le encantaba usar peluca de diferentes colores pero a él le encantaba el pelo largo y blanco que ella poseía.
Por alguna razón ella no podía cambiar la actitud de él. Lo intentó y falló. Giyuu tenía una coraza llena de orgullo que ella que ella no podía atravesar.
Tuvieron un hijo que fue concebido dos meses atrás después de haberse casado y lo llamaron Zaichi.
Al nacer su hijo tuvo miedo.
Él no sabía lo que es ser padre y como no se crió con un padre no sabía cómo actuar.
Shinjuro fue su tutor pero lo crió.
Él ya estaba criado cuando Shinjuro lo adoptó y ciertamente no pudo cambiar la actitud que había conseguido con la vida que le tocó y ahora él era padre.
¿Cómo criar a un hijo?
Esa era su pregunta al tenerlo en brazos pero quería criarlo, quería tenerlo.
Y así los años pasaron. Su hijo fue creciendo viendo a su padre trabajar y trabajar.
Ume vivía bajo la sombra de Giyuu y cuando Zaichi cumplió los cinco años de edad él su propio hijo... él...
-Nooo.
Gritó para alejar esos recuerdos tan dolorosos. Sus lágrimas aún seguían su curso a ahora más que antes.
Recordar cómo falló como padre y esposo no era bueno y mucho menos ahora que tenía que tomar una decisión coherente frente a la situación.
-No quiero volver a fallar, no quiero.
Dijo en susurró.
Era cierto que no quería fallar, pero también es cierto que tenía miedo a volver a intentarlo. ¡Su orgullo estaba hecho añicos maldición! Y quiera o no, tenía que hacer algo para evitar que su mujer haga una tontería por culpa de él.
Horas después se permitió dormir. Tenía que descansar y recuperar fuerzas pero aún en sueños él no descansaría.
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Caminaba por una calle oscura, conocía muy bien el entorno y paró en seco frente a una puerta.
Sabía lo que había tras la puerta pero no quería abrirla. Ya había tenido ese sueño antes y frente a él estaba la único vía que podía tomar.
Ya no podía retroceder porque el camino había desaparecido pero quería avanzar. Sabía muy bien que tras la puerta estaba la misma escena que vio el día que regresó y vio aterrorizado a su familia sin vida, pero esta se abrió sola y él pasmado, no daba crédito a lo que veía.
-No es una pesadilla.
Susurró al ver la escena.
Frente a él estaba el hombre y la mujer que había visto en fotos y en los brazos de la mujer estaba él de bebé.
Parecía que estaban en el hospital donde él había nacido porque la mujer estaba acostada en la camilla con una bata blanca y el hombre le sostenía la mano mientras le acariciaba el pelo azabache con la otra.
¿Acaso era un recuerdo olvidado?
¿Cómo es posible?
Al parecer ellos no lo veían pues no sé daban cuenta de su presencia. Se acercó a ellos y los escuchó hablar.
-¿Cómo crees que sea Dai?
Su voz hacía eco en el lugar. Era como un recuerdo olvidado de su memoria porque las voces se oían lejos estando tan cerca.
-No lo sé pero tú y yo lo criaremos para que sea un hombre de palabra. No retrocederá y respetará a los demás. Será tranquilo.
Giyuu sonrió. Él no retrocedía pero entristeció. Vio como la mujer fruncía el ceño.
-¡No quiero que se vea afeminado!
Se sonrojó por lo dicho.
-No quiero que las mujeres le digan afeminado me gustaría que pelee sus propias batallas, que sea calmado y si lo insultan que no se deje llevar por nadie.
Dijo orgullosa al ver al bebé sonreír.
-No importa que físicamente se parezca a tí Dai por dentro lleva mi sangre, sangre de mi familia. Que no se te olvide cariño.
Dai sonrió y beso a Giyuu en la frente.
-¿Ya terminaste de escribir?
-Sí.
-No deberías escribir cursilerías Dai y mucho menos para dársela al momento de nosotros ser abuelos.
Le regañó.
-Sentí la necesidad de expresar lo que sentí en palabras aunque todos los días de nuestras vidas le demostraremos lo mucho que lo amamos.
Tomó la mano de su hijo y este apretó el dedo índice de Dai.
-¡Será muy fuerte!
Exclamó.
Hima sólo sonreía ante el entusiasmo de su esposo y el pequeño Giyuu poco a poco fue cerrando sus ojos y dejándose llevar por la sensación de cansancio.
-Te amamos Giyuu... siempre te amaremos.
Escuchó en un susurro mientras la escena desaparecía. Ahora él se veía flotando en la nada y rodeado de una inmensa oscuridad.
-Papá.
Un eco se presentó y una nueva escena aparecía, pero no se formaba.
-Déjanos nacer papá, sálvanos sálvanos sálvanos.
El eco cada vez se hacía menos audible y poco a poco fue perdiendo el equilibrio... calló al abismo al no tener soporte.
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Despertó agitado y se removió de la cama.
Encendió las luces.
Aún estaba oscuro y al mirar su reloj se fue al baño a prepararse. Ya eran las 5:00 AM. Al terminar de ducharse encontró la carta de su padre en la mesita de noche leyó la última parte.
Hijos mío, espero que éste mundo te dé lo mejor y que tú se lo des a él, cuida de tu familia porque es lo mejor que le puede pasar a un hombre. Ser amado y ver su amor materializado en un hijo, sangre de tu sangre.
Ya era la hora de actuar y volverlo a intentar. Salvaría a su familia la salvaría a cómo dé lugar.
Kanae lo había cambiado. Lo hizo expresivo y como consecuencia se volvió un ser apasionado. Gracias a ella él sonreía un poco y se mostraba más emotivo ya no era el de antes. No era el mismo y lo demostraría. Con ese pensamiento se vistió y salió de ahí.
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Miércoles en la mañana.
El doctor Muzan esta impresionado ante las palabras de su paciente. La veía derramar lágrimas aún bajo la anestesia y suspiró.
-Espero que tengas razón Shinjuro.
Le quitó la máscara y la guió a través de unas puerta. Se suponía que la práctica se haría ahí mismo pero él recibió instrucciones.
Más tarde, Muzan estaba sentado frente a la puerta principal de su consultorio esperando.
Le había dado a Kanae una dosis de anestesia suficiente para dormirla por más de 5 horas y ya habían pasado 30 minutos de eso. Miró su reloj y frunció el ceño.
-Al parecer decidió no venir.
Se puso a de pie y en ese instante la puerta se abrió estrepitosamente y vio a un azabache con el ceño fruncido buscando algo o... a alguien.
-¿Dónde está mi mujer?
Dijo al momento de acercarse al doctor. Muzan reconoció haberlo visto antes pero no le dio mucha importancia.
-¿Quieres tranquilizarse? Yo no secuestro mujeres.
Dijo y le señaló un asiento pero este se negó a sentarse.
-Kanae Kochou. ¿Dónde está?
-Ah Kanae Kochou, con que usted es la razón.
Se puso la mano en mentón mientras analizaba el reciente hecho.
-¿Usted es el padre?
-Sí.
-Pues ha llegado tarde señor.
Vio como Giyuu ponía cara de terror al escucharlo y ahí sí se sentó. No lo podía creer a pesar de todo él había fallado.
Llegó tarde... tarde.
-No puede estar pasando.
Musitó por lo bajo pero el doctor lo escuchó y sonrió.
-Sígame.
Empezó a caminar pero Giyuu no lo escuchaba.
-Es cierto que ha llegado tarde pues, yo lo esperaba desde hace más de 20 minutos pero aún es temprano para sacar a su mujer y a sus hijos de aquí.
Dijo dándole la espalda y cruzó la puerta.
Al escucharlo hablar, Giyuu quedó impresionado. Aún estaba a tiempo... ¡Estaba a tiempo!
Corrió tras el doctor y al abrir la puerta lo vio al lado de Kanae, ella dormía.
Se acercó despacio muy despacio. Su corazón latía fuerte y respiraba agitadamente. Vio su vientre estaba casi descubierto y se notaba el pequeño abultamiento.
Conocía perfectamente el cuerpo de su mujer y admiró la diferencia. Ya su vientre no era plano, sino que se notaba que vidas estaban creciendo en el.
A paso lento, se acercó y tomó la mano, estaba fría debido al aire acondicionado del lugar y con la otra mano tocó su vientre.
-Kanae.
Musitó bajito y con miedo.
El doctor se quedó mirándolo por un momento. Se veía muy triste, preocupado y casi fuera de sí. ¿Qué había pasado con él? no quería averiguar.
-Ella está anestesiada. Si gusta puede llevársela. No despertará hasta después de 4 horas.
Le aseguró y Giyuu asintió sin dejar de ver a Kanae.
Con la mirada le agradeció al doctor. La tomó en brazos y salió con ella del lugar.
Horas después él estaba en su habitación caminando de lado a lado nerviosamente.
¿Qué le diría?
¿Cómo reaccionaría?
¿Cómo le pediría perdón?... trataba de buscar la respuesta pero la encontraba.
Desde el momento en que salió de ese lugar el corazón se le oprimió.
Tan sólo pensar que estuvo a punto de perderlos a los tres se sentía... un momento, a los tres. ¡Tres! No sólo iba a perder a Kanae, sino que también a sus dos hijos... ¡Tres!
-¡Oh Dios!
Exclamó.
Recordó cómo se sintió cuando el doctor le dijo que había llegado tarde.
En ese momento no supo describir lo que sintió porque el corazón le había dejado de latir. Su mundo se había venido abajo al ver que no pudo ser tan rápido como él hubiese querido pero ahora, al saber que su familia estaba con él su corazón estaba oprimido.
Seguiría oprimido, no sabía cómo hablarle y cómo hacer que ella le perdonará.
¡Jode! No sabía cómo hablar con su mujer.
Cuando él la había puesto sobre la cama que tantas veces habían compartido la admiró.
Observó su rostro y reparó en el camino de lágrimas que recorrían desde sus ojos hasta su cuello.
Ella había llorado mucho y todo fue por su culpa de él mismo. La había hecho llorar y se preguntó desde cuando ella ha estado cargando ese peso.
Que pregunta.
Sabía muy bien desde cuándo... sabía que había sido después de aquella pequeña charla nunca debió reaccionar así. Paró su caminar por un momento y la volvió a mirar. Se acercó y le acarició la mejilla dulcemente y con cuidado de no despertarla.
-Perdóname Kanae.
Se acercó con miedo y rozó sus labios.
-Te amo, los amo a los tres.
Acariciaba su vientre mientras decía esas palabras. Detalló su rostro y vio una lágrima caer de sus ojos cerrados.
-"Aún está sufriendo Kanae ¿Qué he hecho?"
Quitó el rastro de lágrimas con sus labios en una forma de aliviarla y al mismo tiempo estaba pidiendo perdón. Enserio se arrepentía.
Detalló cuidadosamente a su mujer, aun así ella estaba hermosa. Su pelo negro esparcido por toda la almohada y su cuerpo recostado en la cama no la tocaba desde hace mucho tiempo.
La extrañaba. Quería tenerla entre sus brazos, estrecharla, susurrarle palabras apasionadas llenas de promesas y hacerla suya una y otra vez, quería escucharla gritar su nombre y sentirla temblar mientras la tomaba. Quería hacerle el amor como nunca antes pero sobre todo eso... quería que lo perdonará.
Preocupado volvió a ponerse nervioso y a reanudar su camino por toda la habitación. Reconoció que conseguir su perdón sería muy difícil. Abatido se puso de frente a la pared y empezó a dar cabezazos. Se sentía un tremendo imbécil.
-¿Giyuu?
Escuchó su nombre y volteó para ver los ojos de Kanae que lo miraban fijamente con clara confusión. Ella había despertado y él no estaba listo, no lo estaba.
Una palabra... sólo basta una palabra para tratar de describir lo que tus ojos me transmiten... Amor. Eso es lo que veo y lo que te transmito, porque yo, amor mío, te amo.
Fin del capítulo 4 (parte 5).
Esta semana estaré ocupado pero trate de subir el último capítulo para ustedes.
Ya saben créditos a Rose-Uzumaki
Nos vemos.
Bye bye.
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