Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Trois

"¿Ya te hartaste de sentirte triste? ¿Y de que las personas te digan que no te preocupes?"
—Set It Off

Tan pronto la puerta se abrió el olor matutino a pan fresco y galletas los impregnó de golpe a ambos.

Viste a Adrien sonreír de boca abierta cuando la charola de panes pasó frente a ustedes, sus manos estaban curvadas en pequeños puños sueltos que no hacían más que ayudar a resaltar esa expresión infantil de felicidad que pintaba su rostro.

Sonreíste por inercia, verlo feliz te hacía feliz. Y no era porque te llamara la atención o algo parecido —aunque no hubiera sido difícil saltar a esa conclusión porque, admitámoslo, está buenísimo— era simplemente por el hecho de que eras feliz viendo la felicidad de los demás.

—Oh, bonjour!—saludó una mujer pelinegra en cuanto notó su presencia en su panadería (cosa que no fue tan difícil porque la campanita sonó tan pronto entraron, ahre). Comenzó a acercarse con una sonrisa marcada en el rostro—. Oh, hola Adrien. ¡Hola, corazón!

—Salut, mademoiselle—saludó Adrien de una forma muy cortés, tú sólo respondiste con una sonrisa y un gesto de mano.

—¿Qué se les ofrece, jovencitos? ¿Vienen por pan para llevar, quisieran comer algo aquí... o es por Marinette?—diciendo lo último cambió su sonrisa por una pícara, tanto Adrien como tú curvaron ligeramente las cejas.

—Ah, no. ¿Está aquí?—el rubio sonrió, pero rápidamente cambió de tema—. Es que invité a ____ a comer aquí conmigo para pasar un rato, ¿está eso bien?

Sabine dejó caer levemente su sonrisa. Oh, su pobre hija... 

Y fueron sólo unos milisegundos, por lo que se repuso rápidamente, asintiendo les señaló que podían pasar a una de las mesas recién instaladas en un lugar cercano a la barra de postres y murmuró que pronto tomaría su orden antes de desaparecer en la cocina.

Siguiendo su orden, se sentaron a la mesa y Adrien empezó una pequeña plática mientras esperaban a la panadera.

—Entonces... ¿cuántas veces habías venido aquí antes?—preguntó, sonriendo.

—Ah, pues vengo casi a diario. Mi mamá y yo amamos este pan—respondiste de igual manera, aunque luego desviaste la mirada hacia tu estómago. No eras precisamente flaca pero tampoco eras gorda. 

Estabas en algo así como el limbo de los kilos.

«Pues por algo no bajo de peso, chingá...» Pensaste, una pequeña mueca formándose en la comisura de tu labios.

—¿Y tú vienes seguido?—levantaste la mirada sonriendo, él negó.

—Ser modelo no me deja comer demasiado, de hecho. Así que sólo vengo una vez cada dos o tres meses, si tengo suerte—soltó un leve suspiro y se encogió de hombros, como si no tuviera importancia.

No pudiste evitar pero sentirte mal, jamás te habías percatado de ello. Ser modelo traía consigo estrictas dietas y horarios ajustados, ¿y si Adrien no comía lo suficiente? ¿Y si era por eso que siempre que tenía algo a la mano para devorar sin rencor se lo comía de un bocado, y tomaba más si podía? ¿Era por eso que miraba mal a los chicos que podían comer y comer libremente, aunque lo encubriera con esas sonrisas?

No eras estúpida, o bueno... sí. Pero no en ese sentido. Desde tu llegada te habías percatado de todos los movimientos de tus compañeros, te había servido para entablar pláticas amenas con ellos y hacerte de amigos, aunque también para percibir algunos cambios en los estados de ánimo y para ayudarlos —de una manera demasiado encubierta, pero igual contaba— a estar mejor.

Sabías que cada vez que Chloé empezaba a repiquetear sus dedos contra su pierna es que se sentía atrapada, cuando Marinette balbuceaba era porque estaba mucho más que nerviosa, cuando Alix comenzaba a jugar con su lápiz en vez de poner atención era porque extrañaba a alguien, cuando KIm rodaba los ojos múltiples veces en una conversación en la que tenía absolutamente ninguna razón para hacerlo era porque probablemente no había dormido bien esa noche, cuando Max comenzaba a rascarse el cuello era porque quería llorar.

Y no los culpabas, inclusive tú tenías también tus tics nerviosos y tus gestos reveladores. Si no los tuvieras, ¿entonces de dónde habría salido tu insistencia por hablar sola? Pasaste tanto tiempo buscando un amigo que te viste forzada a crearte uno, aunque fuera nada más que un vacío en el aire y un eco en tu cabeza.

Y conocías los gestos de Adrien, ese leve suspiro que acompañaba una encogida de hombros ocultaba algo mucho más fuerte y oscuro que una simple oración. Ocultaba un secreto, una vida, miles de lágrimas y un sentimiento reprimido.

Empezaste a preguntarte si Adrien y tú eran más parecidos de lo que creías.

—Pero si comes, ¿no?—la pregunta sonó estúpida en tu boca, inclusive te sentiste estúpida después de haberla hecho, así que intentaste componerla como pudiste.

Osea, la cagaste aún más.

—Digo, ¿no eres anorexico o algo así? Porque mi mamá me dijo que...


—No, estoy bien, no te preocupes—una sonrisa pintaba su rostro, pero sus manos se curvaron en puños por debajo de la mesa y su tono sonaba recio.

Habías dado en el clavo.

«Genial, pendeja. ¡Simplemente genial! Has enojar a quién te va a pagar la comida y ofreció llevarte a casa en su pinche limousina último modelo mega fucking cool. Si, simplemente genial...»

¿Ahora cómo arreglabas esta?

—Adrien, yo...

Una bandeja de pan se deslizó suavemente sobre la mesa antes de que pudieras continuar, dos platos fueron colocados en el medio acompañados de tazas calientes de chocolate.

—Bon appetit—Sabine sonrió y te guiñó antes de marcharse de nuevo a la cocina.

—¡Yeih! ¡Comida!—los ojos esmeralda de tu acompañante se iluminaron con la fuerza de mil soles y corrió a atacar la bandeja como si fuera una bestia a su presa.

Reíste por lo bajo y te dispusiste a tomar algo, pero tu mano bailaba frente a todos. ¡Se veían deliciosos! ¿Cómo ibas a decidir entre sólo uno?

—Puedes tomar varios si quieres—respondió el modelo con tres pedazos de croissant en la boca y media galleta, como si leyera tus pensamientos—. Sé que es una decisión difícil.

Te sonrió, aún con la montaña de comida en la boca mientras que tú agradecías con la mirada.

¿Cómo era que podía tratarte tan bien aunque tu hubieras movido tan sensibles engranajes?

Bueno, por lo menos él era un caballero y no un idiota... como tú, por ejemplo.

Si hubieras estado es su posición no le hubieras comprado ni madres a nadie y que se regresaran a pata hasta su pinche hogar, estarías demasiado enojada como para siquiera dirigirles la palabra.

¿Por qué él no, entonces...?

—Mira, puedes empezar por este—tomó un pequeño circulito de masa con unos puntos de jalea en la parte superior y una cubierta glaseada—. No tengo idea de cómo se llama pero está bien bueno.

«Lo que yo pensé cuando te vi...» Reíste por la coincidencia.

—Oh, ¡gracias Adrien!—tomaste el pan de sus manos y le hincaste el diente—. Mhm, fack... esto me va a dar un orgasmo—cerraste los ojos para saborearlo mejor.

—¿Un orgasmo?—el chico tomó un poco de su chocolate—. No aquí, por favor.

Ambos rieron, tú casi atragantándote porque el. puto. pan. seguía. en. tu. boca. cuando decidiste empezar a hacer sonidos de foca epiléptica pariendo. Haciendo malabares con la comida lograste sobrevivir a duras penas.

Mierda, si era cierto que los ángeles de la guarda existían el tuyo estaba intentando suicidarse por lo estúpida que eras.

Pero no, acababa de entrar por la puerta y se sonrojó tan pronto te vio.

El chico tomate cabeza de menstruación se acercó al mostrador, sin perderte de vista, ordenó algunas galletas sin prestar demasiada atención, más concentrado en tus gestos que en el delicioso pan que Tom le estaba vendiendo.

La verdad es que no te había quitado el ojo de encima desde que entraste a la escuela. Si bien tu primera impresión fue algo... urm... okey, demasiado mala a él nunca le importó del todo. Su cuaderno estaba adornado con miles y miles de dibujos tuyos e historietas de ambos.

¡Pero en tu defensa realmente creías que esos panes eran de muestra y no de la cooperativa escolar!

Y probablemente si te habías excedido en la cantidad, porque bueno, doce croissants eran demasiados pero... ¡oh vamos! ¡Estaban ahí y tú no habías desayunado! ¿Qué se suponía que debías hacer? ¿Esperar pacientemente a que alguien más se los comiera? 

No, hijos míos, así no va la teoría de Darwin. Los más fuertes sobreviven y se adaptan, ¡los otros que se chinguen!

No fue hasta que Nathanaël dirigió su mirada a tu acompañante que sintió el corazón caérsele a los pies.

Era Adrien, Adrien Agreste. El super modelo que todas amaban. El chico que se robó el corazón de la bella dama de la cual él había pasado enamorado dos años. El chico que logró arrebatarle a Marinette y hacerle saber bien claro que nunca tendría oportunidad con la pelinegra. Que el físico siempre va antes que las cualidades, y que si no había logrado enamorarla cuando tenía tiempo ahora jamás podría hacerlo.

Era definitivamente demasiado para él que también le arrebataran a otra chica.

—Hey, disculpe señor... ¿cree que pueda comer aquí también antes de llevarme esto?—le dirigió una sonrisa al panadero sin quitarle los ojos de encima a ese rubio probablemente oxigenado.

—Supongo que se puede, ¿quieres ordenar algo o quisieras....?

—Un capuchino y dos croissants, s'il te plaît—musitó y empezó a caminar a tu mesa.

Sin embargo, lo que escuchó lo dejó paralizado a medio camino.

—Mi prima murió de anorexia hace dos meses, ¿sabías?

><><><><><><><><><><><><

Ahre, que shippeo Nathadrien y no quiero hacer una civil war a lo Capitán América aquí pero ya la empecé so... FML.

¿Qué opinan de este capítulo? Ahora, sé que la anorexia es un tema delicado, ¡y no crean ni por un segundo que me burlaré de ella o que la trataré como si no fuera algo importante! Empezaré a basar algunos capítulos en una experiencia que tuve en mi familia donde, efectivamente, mi media hermana era anoréxica y murió de eso.

Les pido atentamente que por favor no hagan burlas con esto, es un tema delicado que todavía me pesa un poco, pero he decidido que como esta historia está teniendo un buen impacto tal vez era tiempo de conciencializar un poco a las personas. Si este tema para ti es incómodo o te molesta me disculpo y te pido de una manera atenta que no comentes ningún tipo de sandes contra la autora (yo), las personas que lo padecen o cualquier público en general. Si deseas continuar con la lectura de este fic de lo agradecería, y si no también. Esta es su desición, y yo no me enfadaré por lo que sea que ustedes elijan.

De antemano, gracias.

Ahora, ¿les gustó el capítulo? UwU

Ese tomatito ha sido tan lastimado :"c Pobrecito... 

Bueno, bueno, aquí ya empieza el salseo. 7w7r

Besos robóticos congelados:

—Valery

P.S. Marinette Dupain-Cheng: superheroína, estudiante, Parisina, entrenadora de dragones~


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro