Deux
"Pongo mis alarmas antes porque sé que siempre llego tarde."
—Fall Out Boy
La alarma volvió a potar, pusiste los ojos en blanco.
—¡¡NO PINCHES MAMES QUE OTRA VEZ ESTA MIERDA!!—levantaste ambos brazos hacia el techo y empezaste a maldecir como camionero de la central de abastos—. ¡¿ACASO PLANEAS QUÉ NO LLEGUE AL PUÑETERO COLEGIO PARA GAYS COMO ADRIEN AGRESTE?!
Los vagones se quedaron parados por séptima vez ese viaje, el metro había estado teniendo problemas y constantemente se detenía para verificar si estaba bien y podía seguir su trayectoria. En todo tu viaje se había parado en cada estación, deteniéndose por lo menos diez minutos; no parecía que fuera a parar. Y según tus cálculos, todavía te faltaban diez estaciones para llegar al colegio.
—Con estas mierdas mejor me hubiera ido caminando, ya estaría ahí—maldijiste, saliendo del vagón y aprovechando para ver la hora en una pantalla situada justo a un lado de las escaleras.
11:45 a.m.
—Nah, chinga tu madre—te encogiste de hombros metiendo ambas manos en los bolsillos de tu pantalón y comenzando a subir—. ¿Para qué voy? Ya ni voy a llegar, con suerte llego a la última hora.
Seguías murmurando cosas en voz baja, caminando sin saber exactamente qué hacías y dónde pisabas. Estabas tan enojada que eso era lo que menos importaba.
... Por lo menos hasta que saliste del metro.
La atormentadora luz matutina te pegó de lleno en la cara por segunda vez en el día, como buen vampiro gruñón que eres te cubriste con las manos y seguiste caminando un trecho más hasta caer en cuenta de que no tenías ni puta idea de en donde chingados te encontrabas parada.
Como eras demasiado estúpida, te viste parada en medio de una parte de la ciudad que todavía no conocías. Te sentiste más estúpida de lo normal un momento y deseaste haberle hecho caso a tu madre desde un principio y por lo menos haberte aprendido un mapa medio acertado de la ciudad antes de empezar a moverte por tu cuenta sin siquiera saber cómo se les decía a los taxis allá.
—Ugh, ¡mátame!—estampaste el pie contra el suelo y pegaste tu mochila un poco más a tu espalda ajustando la correa de tus hombros antes de acelerar el paso.
Pasando de largo grandes carteles coloridos y edificios completamente hechos de cristal seguiste refunfuñando maldiciones en voz baja, supusiste que esa era una parte de la ciudad importante donde se localizaban oficinas centrales o alguna cosa por el estilo, por lo que intentaste pasarlo de largo.
Si tan sólo pudieras encontrar una avenida, podrías tomar un transporte público y dejar que te llevase hacia algún punto que ya habías visitado como los sitios turísticos o la deliciosa panadería Boulangerie Patisserie.
Ah, ¡Boulangerie Patisserie! ¡Cómo amabas ese lugar! Su pan tan fresco y esponjoso, los sabores tan bien combinados, la manera en la que el aroma a calidad de embargaba tan pronto cruzabas la puerta del local.
Si, simplemente amabas ese lugar. Tal vez podrías ir allí y matar tiempo mientras comías y esperabas a que llegara Marinette para pedirle una copia de la tarea. ¿Quién sabe? Tal vez en una de esas sus papás hasta te reconocen y te prestan un cargador para que llames a Aurore y le invites un café o algo, después de todo, era tu mejor amiga.
Así que seguiste caminando, con la mirada atenta y la cabeza dando mil vueltas. Simplemente esperabas que toso estuviera bien al llegar a casa.
—Urm... bonjour?—una voz te sacó de tus pensamientos, inmediatamente te pusiste en posición de pelea, pero al reconocer unos tiernos ojos verdes frente a ti relajaste tus músculos.
—Ah... bonsoir, Adrien—saludaste moviendo la mano al ver a tu compañero de clase (que también resultaba ser un jodidamente sexy modelo que trabajaba para el más grande diseñador de modas en París y que resultaba ser su padre..., casual) mientras que le dedicabas una tierna sonrisa—. ¿Qué haces aquí?
Él te devolvió la sonrisa, señalando a un edificio detrás de ti.
—Tuve una sesión fotográfica que duró casi todo un día, estuve modelando la línea completa de invierno y eso—explicó, sin darle importancia.
—¿Invierno?—frunciste el ceño—. ¡Pero estamos en verano! ¿Qué no ves el puto solazo que está haciendo?
Haciendo movimientos con las manos reforzaste tu argumento, él rió en respuesta.
—Si, bueno.... digamos que me rosticé mucho—una sonrisa se curvó en tus labios—. Pero bueno, esa es la vida de un modelo. Tengo que probarme prendas que no saldrán en las revistas hasta seis meses y quinientos genios del Photoshop después.
—Fotoshuk—repetiste, pronunciando mal a propósito. Aunque él pareció no darse cuenta, y si lo hizo, decidió no prestarle mucha atención.
Un silencio confortable se formó entre ambos, se quedaron viendo al suelo sin saber qué más decir para seguir la conversación. Te caía bien Adrien, era un buen chico y muy gentil, pero en tan sólo los escasos dos meses que llevabas en el Collège Françoise Dupont aún no podías decir que lo conocías a la perfección.
Así que ahí se quedaron un rato más hasta que él elevó la mirada.
—Bueno, ahí está mi coartada... ¿y la tuya?—arqueó la ceja de una manera encantadora.
—Ah... pues... digamos que soy una floja—te encogiste de hombros—. Resulta que hoy no era feriado, y aparte el metro andaba de mamón, mi celular se fue a la chingada, mi ropa huele a mierda y le traigo unas ganas a los pasteles de los padres de Marinette porque tengo una jodida hambre del demonio.
Sus ojos se iluminaron tan pronto mencionaste los pasteles de Marinette, su cara de repente cobró un brillo renacido.
—¿Conoces Boulangerie Patisserie?—empezó a dar pequeños saltitos de forma animada, no pudiste evitar dejar escapar una risa ante su actitud tan aniñada.
—¡Pues claro! Venden las mejores tartas de fresa del mundo.
—Y croissants, y galletitas, y pasteles, y deliciosos chocolates, y corazones de manzana—mientras más hablaba, más ansioso de hincarle el diente a alguno de esos se veía.
Se te hizo agua la boca de tan sólo pensar en la comida.
—¡Lo sé! La manera en la que huelen tan frescos y hechos con tanto cariño, o como saben perfectos acompañados de algún café , ¡inclusive la manera en la que...!
—¿Quieres ir?—te interrumpió, jugando con sus dedos y sonriendo con la fuerza de mil soles—. Dices que tienes hambre, ¿no? Yo te invito, pero acompáñame.
Después de meditarlo unos segundos aceptaste con un ligero movimiento de cabeza, tenías varias razones para haberlo hecho pero las principales eran que: a) no sabías dónde chingaos estabas y no te vendría mal un güey Parisino que se conociera la ciudad y te sacara de ese callejón de ricos, b) tenías hambre y era comida gratis, y c) disfrutabas de la compañía del rubio.
Entonces una idea asaltó tu mente.
—Espera, ¿y la escuela? ¿No se supone que...?
—Hey, tranquila _____—colocó una mano en tu hombro y con una media sonrisa añadió—. Hoy es feriado.
—Pero.... mi madre dijo que...—y jugando con tus bolsillos lograste rozar un delgado papel que no recordabas haber puesto ahí, interrumpiéndote a ti misma lo sacaste y desdoblaste, dudando lo que era.
Y estrellaste tu mano contra tu cara al momento en el que caíste en cuenta de lo estúpida que eras.
Con esa fina caligrafía que conocías tan bien, la hermosa caligrafía de tu madre, claramente se podía leer:
"Compra más pan, hay algunas monedas en el bolsillo."
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Hola, black cats and ladies. UwUr
¿Les gusta? Yoseke si, lo aman~ :v (soy 100tifik)
JAJAJAJAJAJAJA, ESA RAYA ES UNA PENDEJA, AJAJAJAJAJAJA
Sha Nua: ¡Pero si esa rayita es lo que comúnmente te pasa a ti, Lery!
Yo: ¡¡CHINGA TU GFA Y REGRESA AL SÓTANO!!
Pueh'... cuac.
Díganme qué opinaron. ^^ Lo hice con hazmortz~
Besos robóticos congelados:
—Valery
P.S. TENGO SUEÑOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO >:c
P.P.S. El capítulo NO está editado, así que me disculpo por las faltas de ORTOgrafía y esas mamadas que encuentren. :v
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