Déjame decirte...

Este sentimiento por el Comandante de la Legión del Reconocimiento, comenzó el día en que empecé a ser perseguido por la policial militar cuando vivía en aquella ciudad subterránea.
El día en que Erwin Smith fue a reclutarme para formar parte de su Escuadrón. Sin embargo, sabiendo que no tenemos un mañana para vivir, no me he atrevido a decir nada sobre estos sentimientos que tengo por él, no quiero causarle más preocupaciones de las que ya tenemos en la Legión.
Y aunque realmente deseo hacer saber a Erwin de estos sentimientos, mi cobardía y mi consideración por él son mucho mas fuertes. Si algún día mi corazón deja de latir, creo que preferiría que fuera por que he sido devorado por un titán que por su rechazo.
Hace un tiempo oí sin querer una conversación entre él y Hanji, en la que Erwin le contaba que había estado enamorado de una mujer a la que renuncio por salvar a la humanidad, y que ella se quedó con su amigo que pertenece a la Policía Militar y con quien tuvo tres hijos. No puedo imaginar el dolor que debió sentir al enterarse de aquello, y como en ese momento no sabia nada de eso, no pude consolarlo. Aunque ¿Cómo podría hacerlo sin parecer demasiado obvio?
Es mi día libre y afuera no para de nevar, Erwin esta en territorio enemigo y me asusta saber que podría llegar Hanji en cualquier momento y darme la noticia que tanto temo. Es la primera vez que no estoy con él una expedición, y se debe únicamente a mi rodilla lastimada tras el último enfrentamiento contra los titanes.
Estaba sintiendo frío al mirar por mi ventana y ver caer la nieve al otro lado. Quisiera ser yo y no una salamandra quien le de calor cuando regresa de las expediciones. Quisiera ser yo, quien seca su cuerpo frío y mojado por la nieve… quiero ser yo quien lo acobije en las frías noches de invierno que estamos teniendo… Quisiera ser yo, todo lo que él necesita…
Las sabanas aun tienen un ligero aroma a Erwin, cuando se durmió aquí el día en que me herí la rodilla y necesitaba del reporte diario. Podía notar el cansancio en su rostro, y le sugerí dormir en aquí en mi cama, y que yo terminaría el reporte del día… como pude me había levantado de mi silla y me senté en la cama junto a él. Quise acariciarlo, quise besarlo, pero no podía. No me atreví a hacer nada, únicamente me quedé observándolo y me dormí sobre las mantas, pero al día siguiente desperté junto a él bajo estas.
Me duele el pecho, y no es por alguna lesión de batalla o entrenamiento, me duele el no poder tener a Erwin junto a mí, me duele no poder dejar salir estas palabras que tengo para él, me duele pensar que nunca va a corresponderme.
Hace mas frío que de costumbre. Y Erwin no ha llegado. Estoy preocupado… pero, por otro lado, que la maldita cuatro ojos no haya venido me alivia de cierto modo, hasta ahora significa que Erwin sigue vivo, aunque quizás muchos de los nuestros ya nos dejaron…
¿Realmente no podré vivir en paz sabiendo que no sabré nada de Erwin cuando este en reconocimiento? ¿Tendré que vivir con esta agonía cada día que él deje la protección de los muros?
Cierro mis ojos y unas imágenes espantosas atacan mi mente. He soportado ver la muerte de tantos de nuestros hombres que imaginar siquiera que Erwin no regresará, hace que mi cuerpo tiemble y mis lágrimas quieran salir.
¿Por qué tengo que sentir todas estas emociones al mismo tiempo? Miedo, tristeza, nerviosismo, rabia… incertidumbre… y dolor…
Es tanto el frío que siento que empieza darme sueño, pero no quiero dormir. No hasta saber que Erwin ha regresado…
El sonido de la puerta abriéndose, hizo que abriera mis ojos y me sentara con brusquedad sobre mi cama, lo que causo que de mi boca saliera un gemido de dolor, debido a que había movido repentinamente mi lastimada rodilla.
Al sentarme en ella, y mirar hacia la puerta, sentí una tranquilidad que no sentía hacía mucho tiempo. Erwin estaba en el umbral de mi puerta, podía notar que su cuerpo temblaba, pues lo hacia con brusquedad, sus labios estaban morados por el frío. Su ropa goteaba y aun tenia algo de nieve sobre su cuerpo.
Al verlo tan débil a causa de las bajas temperaturas, me levanté con algo de esfuerzo y fui hasta él, y tomé su mano para hacerlo entrar a mi habitación y cerré la puerta poniendo el seguro a esta.
Sosteniéndome en uno solo de mis pies, empecé a quitar la chaqueta la que colgué en la silla que tengo junto a mi escritorio. Lo lleve hasta ésta para quitarle las botas y poder quitarle al fin el juego de correas. No tenía el equipo tridimensional con él, lo que me hace pensar que debió dejarlas en su habitación o en su oficina antes de venir aquí.
Finalmente comencé a quitarle la camisa, y mis dedos se deleitaban al sentir el contacto de su piel. Estaba muy fría y temblaba aún.
—Necesitas calor o tus brazos se congelarán— se levantó de la silla.
—¿Y tu no tienes frío? — me pregunto mientras me ayudaba a levantarme al verme que mi rodilla me daba problemas para eso.
Al principio no entendí su pregunta hasta que lo vi señalar mi cuerpo. Solo llevaba una camisa, normalmente tengo la ropa adecuada para dormir, pero por ordenes del medico y obligado por Hanji, termine en mi cama solo con esto…
—No importa…— le respondí — estoy bien, eres tu quien me preocupa…— dije abrazándolo y frotando sus brazos para darle de mi calor. Pude apoyar mi rostro sobre su pecho, pues su altura me facilitaba esa oportunidad, ya que debido a mi baja estatura no podía llegar más arriba.
Su ancha espalda… el latido de su corazón… su respiración temblorosa por el frío…
Al notar que me dejaban llevar por mis deseos, me aparté y fui hasta mi armario por unas toallas, las que puse sobre su hombro y la otra se la di en sus manos para que la colgara a su cadera y pudiera quitarse el pantalón.
Me dio la espalda cuando lo hizo y no pude evitar mirarlo mientras lo hacía… sus fuertes piernas…pisando firmemente sobre la madera del piso de la habitación…
Lo empuje suavemente en dirección a la cama, aprovechando que esta al menos estaba aún tibia.
—Te dije que te abrigaras— dije tratando de mantener mi voz controlada. Y lo arrope una vez que estuvo en ella.
—Estas muy frío…— susurré.
—¿Cómo caliento mi cuerpo? — me pregunto mirándome desde la cama. Y tal como siempre, me crucé de brazos y miré a cualquier parte menos a él. Sin embargo, de pronto me vi siendo jalado por él desde mi brazo, haciendo que cayera en mi cama con algo de brusquedad y golpeando una vez más mi rodilla.
Volví a quejarme dándole un suave golpe en la frente a Erwin.
—Tonto… eso me dolió…— dije cuando al fin pude mirarlo a la cara sintiendo arder mi cara.
—¿Quién lo diría? Siempre pensé que eras como un titán, que no siente dolor—
Se estaba burlando de mí, pero por alguna razón, no me molestaba el hecho de que lo hiciera.
—Para tu mala suerte soy un humano normal— dije — y si hubiese sido un titán, ya me habrías asesinado sin piedad alguna—
—Ellos no tienen piedad con los nuestros, ¿por qué debería yo tener misericordia con ellos? —
—¿Olvidas que a quienes asesinamos también fueron humanos en su momento? — dije y una punzada de dolor fuerte sentí en la rodilla.
—¿Qué sucede? — me dijo y su expresión se volvió de una seria a preocupada.
—Es mi rodilla… aun me duele…— dije sentándome en la cama y tomándola.
También se sentó y su mano se posó sobre la mía.
—Lo siento… mi descuido costó la lesión de mi mejor soldado…—
—¿De qué…? —
—Voy a cuidar de ti hasta que tu rodilla mejore, es por mi culpa que estas así— me dijo.
Su rostro parecía estar aguantando las ganas de echarse a llorar. Mientras lo observaba me preguntaba porque se ponía así, siendo que, si nos enfrentábamos a la muerte cada día, esta lesión realmente no era algo por lo cual ponerse en este estado. Le sonreí cuando entendí sus sentimientos.
—Estas cargando con un peso que no te pertenece— dije y me atreví a acariciar su rostro, sabiendo que existía la posibilidad de que rechazara aquella acción pero reí ante la situación —¿después de todo, a pesar de tu frío actuar ante la muerte de algún miembro del escuadrón, resulta que hay un corazón ahí— esta vez lleve mi mano hasta su pecho, hasta su corazón que latía agitado— todos los que estamos aquí, lo estamos porque de verdad deseamos la libertad, cada vida que ha sido perdida bajo tu cargo, no es tu culpa, y no han sido en vano, ninguna de ellas. Cada uno de ellos dio su vida por la humanidad, no te sientas culpable por algo que no es tu responsabilidad. Y espero que, si yo muero en el campo de batalla, no quiero que sientas remordimiento o culpa, después de la muerte de Isabel y Farlan, juré que te seguiría sin importar que, y no me arrepentiría de mi decisión hasta el día en que mi corazón deje de latir. No hagas que me arrepienta de mi decisión Erwin.
Quité mi mano de su pecho, y me levanté otra vez. Me sentí feliz por que no rechazo el hecho de que lo tocara y me sonreí con tristeza porque sabía que Erwin y yo seguiríamos siendo Comandante y Capitán.
—No sueles ser así, Levi— me decía, amaba tanto que me llamara por mi nombre que me sentía estúpido solo por echo de sentirme así con solo oírlo llamarme —¿Qué es lo que te sucede? —
¿Qué es lo que me sucede? Ah, no es nada, solo que te quiero tanto que cuando no estas cerca de mi me desespero, te quiero tanto que no puedo dejar de pensarte cada día, cada segundo… te quiero tanto que deseo con todo mi corazón el poder besarte.
—¿Levi? — volvió a llamarme, pues aun no respondía a su pregunta.
Me volví a verlo, luego regresé al armario de donde tome mi capa del escuadrón y la puse sobre su cabeza, impidiendo así que me mirara mientras hablaba.
—¿De verdad quieres saberlo? — respondí con otra pregunta.
Rodeé la cama y me detuve frente a la ventana. Mis dedos tocaban el cristal que separaba el frío exterior con la calidez de la habitación. ¿Estaba siendo esta una oportunidad para decirle estas palabras que por tanto tiempo han permanecidos silenciadas por mi cobardía? ¿Debería decirle sabiendo que no tengo oportunidad con él? ¿Podré verlo a los ojos después de mostrarle mis sentimientos?
—Por supuesto— me contestaba permaneciendo bajo la capa — es importante para mi saber lo que mi Capitán siente o piensa—
—Te aseguro que cambiarás tu opinión cuando te lo diga— respondí decidiéndome al fin a hablar y mirando el suelo del cuarto —lo único que te pido, es que no te alejes de mi después de oír mis palabras, Erwin—
Me volví a mirarlo y su mirada estaba fija en mi bajo la capa. Al menos el morado de sus labios ya había desaparecido un poco. Los temblores de su cuerpo también habían disminuido. Ahora quien temblaba, pero por los nervios era yo. El silencio que se formó por un instante en la habitación era sofocante. Apreté mis puños y volví a bajar la mirada. No estaba siendo capaz de sostenerle la mirada.
De pronto noté que algo frío descendía desde mis ojos hasta el suelo, llevé mi mano a mi rostro y descubrí que había empezado a llorar… el miedo no me dejaba hablar y en lugar de eso mis lagrimas escapaban sin piedad.
Ya sin poder callar más tiempo, una vez más levanté mi mirada hacia Erwin.
—Yo…— comencé con la voz quebrada —Yo…— no podía, las palabras no querían salir de mi boca.
—Levi…—
—Te… amo— susurré — te amo Erwin… eso es lo que me pasa— cubrí mi boca y me dejé caer deslizándome por la pared hasta llegar al piso. Tomé mi cabeza entre mis manos y me quedé en posición fetal sin poder parar de temblar.
—Olvida… lo que dije por favor— murmuré — olvida que dije eso…—
¿Realmente así se siente amar a alguien? ¿Así se siente ser sincero con los sentimientos? ¿Así se sufre después? ¿Es normal sentirse arrepentido después de ser honesto? Mis manos estaban empezando a ponerse blancas de lo apretadas que las tenía, y cuando las afloje un poco dolieron.
Empezaba a sentirme realmente mal, me sentía algo acalorado y mareado. Sentí una caricia en mi cabeza y levanté la mirada, Erwin estaba frente a mi y me sonreía con esa amabilidad tan característica de él.
—Por favor… no me mires— le pedía mientras cubría mi rostro entre mis manos —por favor no me mires…—
Pero su mano se colaba por entre mi rostro y mi cuello para obligarme a levantar la mirada hacia él. Su sonrisa rompía mi estabilidad y me hacía sentir peor. Quizás su sonrisa solo era justamente eso, amabilidad o cortesía, pero no quería pensar que estaba sintiendo lástima de mi al saber ahora que era lo que me pasaba.
Pero como siempre, Erwin jamás me decepcionaba, siempre estaba un paso delante de mí.
—¿Por qué nunca me lo habías dicho? ¿Por qué esperaste hasta ahora para decírmelo? — por un segundo creí que mi corazón se detenía al oír esas preguntas — ¿Qué te impedía decirme esas palabras, Levi? —
Ahí estaba otra vez, llamándome por mi nombre, apoyé mi cabeza en la pared mientras mis lagrimas caían acompañadas por los temblores de cuerpo al sentir su mano sobre mi rostro. Tomé su mano y la besé arriesgándome a todo. Sin embargo, Erwin no apartó su mano de mí.
—No me rechazas— murmuré — no me rechazas— repetí.
—¿Por qué lo haría? — me dijo. Tenia que reconocer que todo estaba siendo demasiado raro, pues esperada que me gritara, o que me golpeara o abandonara la habitación sin decir nada, sin embargo, estaba siendo tan amable… tan gentil.
—Creo… que deberías regresar a tu cuarto…— le sugerí — no deberían verte salir de mi cuarto… lo mal interpretarían…—
—Que me vean salir de tu cuarto no es lo que me preocupa, mas bien, quiero saber si me dejas corresponder a tus sentimientos, Levi, te he observado por mucho tiempo, desde que fui a buscarte a la ciudad subterránea, mi interés por ti inicio desde el momento en que oí por primera vez tu nombre. Con el paso del tiempo esos sentimientos fueron creciendo dentro de mí, y llegó el día en que no pude más y debí admitir que negar lo que siento por ti era estúpido. ¿Realmente tus sentimientos por mí son sinceros, Levi? —
Esta vez lo miré tratando de buscar un atisbo de burla en sus palabras, pero no lo encontré. Erwin como siempre estaba siendo sincero, honesto.
—No podría mentir con algo así, no tendría el valor para jugar con algo como esto… no me atrevería a jugar con tus sentimientos de ninguna manera…te quiero Erwin, te amo— el dolor de mi rodilla regresaba, pero estaba ignorándolo, me importaba más la reacción de Erwin y aunque había odio una respuesta a mi confesión, me costaba trabajo poder creerlas. Si sé que no me miente, ¿por qué me cuesta creerle?
—Levi… te amo también, ¿me dejarías amarte hasta el día en que la vida me sea arrancada? —
—¿Puedo responderte a mi manera? — respondí con otra pregunta, y Erwin me sonrió.
Me arrodille frente a él y jalando la toalla de su cuello lo obligue a que se inclinara un poco, pues Erwin era bastante más alto que yo… mi boca al fin besaba la suya. Era como estar en el cielo, por un momento todos mis pensamientos desaparecieron solo para guardar este momento. El momento en que al fin Erwin Smith me besaba.
Era un beso tierno, un beso lleno de amor y cariño, y sus manos sostenían mi ardiente rostro y quitaba mis lágrimas de este.
—Dejame amarte…Erwin Smith— dije y por primera vez en mucho tiempo reí honestamente —te amo Erwin… te amo…— repetía una y otra vez mientras acompañaba mis palabras con un beso.
Me separé de él cuando el dolor ya se volvió casi inaguantable, y Erwin al notarlo me levanto en sus brazos y me llevó hasta la cama, donde nos metimos para abrigar nuestros fríos cuerpos y empezar así quizás, una vida juntos hasta el momento en que, como dijo mi amado Erwin, la vida nos sea arrebata.
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