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Anillo.

Se veía cansado, su rostro estaba pálido y en sus ojos se podía notar la falta de horas de sueño; Viktor se mordió las muelas Yuuri debía detenerse y descansar o su salud se vería afectada.

Estaba a punto de pedirle que se marchara pero su intento fue interrumpido por el sonido de las bisagras de la puerta, parpadeó un par de veces antes de enfocar su mirada en ella, era Mari parada en el umbral, la joven le dedicó una sonrisa y entonces se dirigió a su hermano, ella también estaba preocupada y sabía que Yuuri se estaba esforzando demasiado.

-Yuuri -posó su mano sobre el hombro del chico, mientras él se limitó a levantar la vista -. Tienes que descansar -añadió con un tono cálido y maternal.

-No... Yo... Tengo que estar aquí -Se talló el rostro y justo después sus miradas se encontraron.

-Descansar - corrigió el ruso.

-Viktor... -Pronunció el japonés en un hilo de voz.

Un nudo se formó en su garganta, tragó saliva tratando de disolverlo pero fue inútil.

-Tienes que descansar es importante -intentaba usar su tono de coach aunque sabía que no era muy bueno -. Tranquilo, no pasará nada mientras descansas, estaré bien y... Quiero que tú también lo estés.

Añadió antes que  Yuuri intentará protestar y negarse.

Mari supo que esa era la oportunidad para llevárselo.

Conocía a su hermano y sabía que en ese momento cualquier argumento que él pensara sería fácilmente rechazado por Viktor. Yuuri no era débil pero tampoco era una roca.

Viktor lo necesitaba en aquellos momentos pero ella y su familia también necesitaban que él enfrentara aquello lo mejor posible y eso implicaba no dejarlo ir con Viktor.

Estaba de acuerdo con que Yuuri intentara ser fuerte para el ruso pero no podría conseguirlo si se descuidada a sí mismo.

No puedes proteger y cuidar a alguien si no puedes protegerte a ti mismo, eso era lo que ella pensaba y se repetía.

Katsuki terminó perdiendo la batalla contra su hermana y su novio y entonces aceptó.

Sus piernas  estaban débiles como consecuencia de la falta de movimiento y las extensas horas en guardia cuidando a Viktor; así que tuvo que apoyarse de su hermana para poder andar mientras se retiraban.

Una sonrisa surcó por su rostro cuando lo perdió de vista. Aunque sentía alivio con su presencia, era consciente que no tenían que morir ambos.
Nunca pensó que podría sentirse bien al no verlo, inclusive, antes hubiera pensado que aquello sería algo imposible, sin embargo ésta vez así se sentía, en realidad era lo mejor para los dos pues no se sentía bien al verlo destruyendose.

Segundos después a través del  rabillo del ojo pudo ver la silueta de Yurio, también había estado ahí con insistencia.

Lo encaró pidiéndole que se acercara y buscara en el cajón del mueble que estaba a lado de su cama.

Yurio tardó más de lo que Viktor esperaba pero finalmente, el rubio tomó el anillo, tendió la palma de su mano para recibirlo, se sentía pesado.

Se preguntó si aquel peso era la suma de los sentimientos y sensaciones que se habían acumulado en aquellos meses subsecuentes al compromiso o si en realidad era la culpa de dejar a Yuuri y a todos de aquella  forma tan trágica y triste.

Suspiró entristecido.

No tenía la respuesta o tal vez sí, pero, no quería enfrentarla.
Llenó sus pulmones y correspondió a la mirada confusa de Plisetsky con una sonrisa lánguida y bondadosa; y unos ojos que repentinamente hallaron lo que parecía una nueva esperanza.

Lo pensó una vez más y de pronto el anillo era más ligero.

Sí, era eso... Una esperanza.

Lo colocó en la palma de su mano con suma delicadeza, pues se trataba de algo realmente valioso.

-Por favor- hizo una pausa, no tenía que ir rápido, aun le quedaba tiempo -. Yuri, cuídalo -su tacto se alejó de la pequeña pieza de oro -. Lo harás mejor que cualquiera.

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