Aceptación.
Entró a la casa de Viktor, la que el ruso había adquirido con su fama y fortuna en los primeros años. La casa había perdido su esencia, olía a abandono y desuso.
Recorrió el lugar buscando llenarse de recuerdos. Se dirigió a la habitación donde se habían encerrado tantas veces, la cama estaba vacía y muchas de las pertenencias de Viktor habían sido retiradas, no se alarmó, sabía que los Nikiforov las habían retirado.
Pasó la mano sobre la sábana retirando el polvo que se había instalado en ella y se sentó, su reflejo en el espejo de enfrente mostraba el daño que le había causado todo aquello.
Cerró los ojos y por un instante le pareció escuchar su voz pronunciando con amor su nombre, llenó sus pulmones con el aire de la habitación en un intento de encontrar a Viktor en él.
Alguien tocó la puerta principal, y lo sacó de sus cavilaciones.
Bajó de inmediato.
-Buenos días... Disculpe - se inclinó levemente.
-No te preocupes Yuuri... Supe que te encontraría aquí.
Viktor era tan parecido a su madre, ambos daban esa sensación de calma y tranquilidad.
-Yo... - No sabía ni que decir ni había esperado encontrarse con alguno de sus padres ahí.
-Tranquilo. Sabemos que desde siempre has tenido una llave. Pero no estoy aquí para hablarte de lo que ya sabemos. Quería darte personalmente esto - sacó de su bolso un pequeño sobre y se lo entregó.
Yuuri se acomodó los lentes y reconoció la caligrafía. Miró a la mujer en busca de una respuesta.
-Me pidió que se te entregara cuando se cumpliera un año - hubo un silencio, uno que era necesario -. Bien... Es mejor que me retire - lo abrazó, luego antes de irse le dio un beso en la frente.
...
Cerró la puerta detrás de sí, contempló el sobre que atesoraban sus manos. Caminó hacia el sofá y entonces lo abrió.
Mi querido Yuuri.
Ha pasado un año ¿Verdad?.
Estoy seguro que ha sido difícil. Lo es para mi justo ahora que escribo esto.
Hoy fuimos al súper y hemos comprado las orejas de reno, te quedan increíbles y hacen juego con el suéter rojo que te ha dado mi madre. Te ves muy feliz, todos lo están y me da miedo acabar con esa felicidad pero tiene que ser así. He pensado que sería bueno irme muy lejos sin decirte la verdad y que pienses que soy un maldito solo para que me recuerdes cuando el cáncer aun no termina con mis fuerzas. Pero tampoco soy capaz de hacer eso. Se que es una mala idea.
Verte feliz me ayuda mucho. Había querido ganar el oro contigo pero gané mucho más que eso. Tu amor incondicional. Eres lo mejor que me ha pasado y se que estarás conmigo hasta el final.
Tú aun no lo sabes. Y aún no me siento listo para decírtelo. Nunca tuve tanto miedo como ahora, ni siquiera cuando supe el diagnóstico. Sigo buscando la forma y el momento correcto de expresarlo; creo que no existe.
Perdóname por arrastrarte a esto.
Al principio era solo una idea, quería que entrenarte fuera una distracción en medio del tempestuoso camino por el que estaba cruzando, pero al final te convertiste en la luz que yo más necesitaba. Y sin quererlo me incitabas a seguir y no rendirme tan fácilmente. Me atrapaste y fuiste envolviéndome con tu calidez hasta el punto que tengo que admitir que me es imposible querer apartarme. Sin embargo cada día es más complicado disimular que todo está bien. Me estoy cayendo a pedazos pero aún te tengo.
Tú sabes que la segunda parte siempre es complicada pero has demostrado que eres fuerte y resistente. Quiero que sigas siendo feliz.
Hay más posibilidades, Yuu. Sigue adelante. No te rindas.
Я люблю тебя всем сердцем (Te amo con todo mi corazón)
...
Las lágrimas que se habían acumulado en su barbilla dejaron de aferrarse a su piel y cayeron sobre el papel.
-Viktor... Я не могу жить без тебя (No puedo vivir sin tí).
...
-Todo ha sido muy doloroso...
Un ramo de flores descansaba debajo de su nombre.
Las lágrimas comenzaron a asomarse por el brillo de sus ojos al tiempo que el cielo caprichoso se disponía a inundarlo con su lluvia.
Miró al cielo. No importaba que lloviera o que el mismo cielo cayera sobre él.
Pero su cuerpo empezó a recriminarle por el mal trato, su nariz estaba irritada y no tardó en estornudar, sus labios se tornaron morados y sus dientes castañeaban, sentía escalofríos por todo el cuerpo. Se abrazó tratando de suprimir el frío. Fue inútil.
La lluvia dejó de caer sobre él, un peso confortable llegó sobre sus hombros, giró para ver de quien se trataba, era Viktor, su cabello había crecido y le caía sobre los hombros, tenía el ceño fruncido, algo extraño viniendo de él.
-Yuuri... Vamos - Su tono fue gélido y algo molesto. Pero no importaba.
-Viktor... - Sonrió y se puso de pie enganchandose de su brazo, aún lloraba, pero él estaba ahí.
Subieron a un auto, Viktor no dijo nada durante el camino hasta que llegaron a un departamento.
-Debes ducharte y usar ropa seca.
Yuuri asintió y entró al baño para asearse, al salir tomó la ropa que estaba sobre la cama. Y se sentó mirando a la nada.
...
Tocó la puerta y entró.
-Yuuri... -lo observó y sacó una toalla de un mueble y se acercó al japonés.
Escudriñó en aquellos ojos el consentimiento y lo halló.
Sus manos se encargaron de secar los oscuros cabellos.
Lo miró fijamente y tras sopesar la forma en la que se había dirigido a él en el cementerio, colocó una mano sobre su mejilla.
Maldijo para sus adentros. Tenía fiebre.
No dudó en ir a la cocina y ver si tenía algo para ayudarlo. Metió cubos de hielo en un tazón y un paño húmedo, mientras éste se enfriaba se encargó de preparar una infusión.
Regresó a la habitación, le ofreció el Té y agradeció a los dioses que Yuu lo aceptara de buena gana. Luego colocó el paño sobre su frente.
-Gracias -dijo el japonés.
Plisetsky asintió. Se sentó al lado de la cama. Sus ojos estaban cansados, andar en la lluvia también le había afectado.
Tomó del Té y poco a poco su cuerpo fue relajándose.
...
Un ruido en el pasillo le despertó. Katsuki no estaba en la cama. Su corazón se aceleró ¿Se había ido?
Corrió al pasillo donde Yuuri estaba parado frente a la puerta.
-Quédate - Dio un paso más. Él abrió la puerta. El ruso llegó hasta él con un par de zancadas, lo tomó del antebrazo obligándolo a darse la vuelta
-¡Por favor! Dejame cuidarte...
Yuuri lo miró fijamente, aquella persona no era Viktor, no estaba seguro de por qué lo había visto en Yurio, no sabía si la fiebre había sido la causante de aquella confusión o era que en realidad veía tanto de él en el rubio. Bajó la mirada sobre su brazo y vio el anillo que llevaba en su dedo
- Allí has estado todo este tiempo - pensó.
Miró las orbes azules que estaban frente a él. Eran la promesa de un lugar cálido y seguro.
"Quiero que sigas siendo feliz. Hay más posibilidades" recordar sus palabras fue como una especie de epifanía.
El dolor seguiría ahí junto con los recuerdos, pero no tenía que estancarse en ellos. Tenía que seguir adelante con su vida. Y dejar de preocupar a los demás que lo querían y amaban. Era tiempo de permitir que sus heridas sanaran.
Cerró los ojos.
-Cuando me abro él me encuentra.
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Fin
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