36. Dudas sobre el futuro
Desperté encontrándome con la dulce mirada de mi querida novia, sonrió de lado acariciando mi mejilla. No podía llamarla novia, la amaba más que eso, la quería más que eso. Antes de conocerla no tenía en mente enamorarme pero tampoco deseaba no hacerlo, tan sólo no había encontrado la importancia en ello. Hasta el día de hoy no entendía cuan interesante era jugar con los sentimientos de una chica, la mayoría de ellas son frágiles, confían en nosotros abriendo su corazón a sensaciones nuevas.
Eso es lo malo de experimentar por primera vez, el corazón era egoísta, al menos eso me parecía, mientras más errores cometes más quieres intentarlo, el corazón no podía odiar a esa persona que tanto querías, simplemente porque los sentimientos no se van con facilidad, los recuerdos permanecen en la mente, puedes deshacerte de ellos con el tiempo. Puedes bloquearlos y encerrarlos en una caja, puedes asegurarte que no escaparán.
El corazón era otro asunto, con el tiempo no podías borrar los sentimientos, una vez que experimentas la sensación no desaparece, permanece allí recordándote que ya te equivocaste y que si vuelves a hacerlo ese sentimiento crecerá más.
El ser humano era muy complicado, los chicos no entendían aquello. Siempre me había considerado diferente por mi forma de pensar, solía pensar que era bueno ser callado y aceptar las opiniones de los demás, hacía caso a todo porque era gracioso ver que no importaba cuantas cosas escuchara, mis pensamientos seguían siendo los mismos.
Era lo bueno de ser yo. Ahora me preguntaba sobre los pensamientos de Jazmín, quería leer su mente y explorar sus recuerdos.
—Debo verme con Stephanie de nuevo—suspiró pesadamente—Casarse tiene mucho trabajo, pensé que sería más sencillo.
—Mantener una relación tiene mucho trabajo.
—No lo creo, las cosas contigo siempre han sido sencillas—sonrió—¿Irás conmigo a la boda, cierto?
—Por supuesto que sí, ¿Tienes otra oferta mejor que yo?—bromeé provocando un sonrojo en ella. Besó mis labios con dulzura, me tomó desprevenido cuando se colocó sobre mí. Se separó un poco acariciando la comisura de mis labios con la yema de sus dedos.
—No pude ir contigo al baile de graduación, prometo bailar durante toda la fiesta.
Sonreí divertido, había olvidado eso, desde que estaba conmigo todo el pasado se había ido junto a los malos recuerdos. Acaricié sus costillas por debajo de la fina camisa de tirantes.
—¿Qué futuro crees que tendremos, Jazmín?—me atreví a preguntar. La observé con atención sin detener mi caricia. Ella pareció pensarlo un buen rato, seguramente buscaba las palabras adecuadas.
—Uno bueno, estoy segura.
—¿Crees que algún día lleguemos a estar...como...? No lo sé—no supe si decirlo. Sabía su opinión sobre el tema.
—Mi futuro lo veo contigo, a tu lado disfrutando cada momento, ¿No es suficiente?
—¿Y si algo llegara a pasar y las cosas cambiaran?
Sonrió divertida negando con la cabeza.
—Pensé que era la negativa en la relación, nada pasará ahora, Darío. Todo está bien—su voz fue segura, tranquila y dulce—Iremos a la boda de Stephanie, bailaremos y celebraremos por ella, luego de eso seguiremos con nuestras vidas como todos los demás.
Sonreí un poco, no era lo que quería escuchar pero tampoco quería discutir. Me limité a asentir fingiendo estar satisfecho por eso.
Daniel y yo esperábamos a las muchachas, ambas compraban el vestido para la boda pero ninguna de las dos quiso que vieramos el traje ya que según Vanessa, querían sorprendernos. Pensaba que sólo la novia podía hacer aquello pero se trataba de Jazmín también, todo lo normal se acostumbraba a su forma de ser.
—¿Estás bien?—Daniel me miraba con cierta preocupación. Suspiré apoyando las manos en el volante.
—Este asunto de la boda es realmente agotador, Jazmín tiene razón, no pensé que una boda causara tanto cansancio.
—Y no eres el novio que va a casarse—rió encendiendo la radio del auto buscando algo interesante en los canales de música—Algo más te pasa, no creo que sea la boda, ¿Qué sucede?
—Estoy dudando...—miré a unos niños saliendo de la tienda con su madre.
—¿Sobre qué?
—Sobre lo que pasará con Jazmín y conmigo—suspiré de nuevo sintiendo cierta pesadez en el cuerpo. ¿Por qué ahora tenía cierto temor del futuro? ¿No era aquel chico que pensaba positivo en cada momento? Me recordé varias veces que gracias a mí Jazmín confia en las personas, que gracias a mí aprendió a vivir sin temor pero cuando estaba a punto de convencerme cambiaba de parecer, Jazmín aún tenía miedo de algo, algo que intentaba ignorar pero yo deseaba con ansias.
—¿Quieres dejarla?
—No dije que iba a hacerlo—me molesté ante esa pregunta.
—¿Recuerdas mi relación con Victoria? Comencé a dudar, esas dudas me llevaron a romper con ella—dejó la radio en donde sonaba una canción lenta, coloqué el volumen bajo como de ambiente—¿Por qué estás dudando?
—¡No lo sé!—me recosté del asiento deseando tener la respuesta frente a mí.
—¿Has hablado con Jazmín sobre esto?—apoyó su brazo de la ventana mientras mantenía mi vista en un punto lejano. Negué lentamente—¿Enserio no sabes que sucede? Pensé que estabas contento por tenerla contigo, vamos, hermano—dio palmaditas a mi hombro.
—Estoy feliz de tenerla junto a mí, créeme que sí, Daniel—lo miré—Pero...creo que mis dudas son sobre si nuestra relación durará.
—Creo que son muy jóvenes para pensar en ello.
—¿Entonces cuándo pensaré en el tema? ¿Cuándo tenga cuarenta?
—Vale, tranquilo, sabes muy bien que no creo en las relaciones largas—fue honesto—Creo que deberías hablar con ella sobre esas dudas que dices, seguramente sabrá a lo que te refieres.
—Estoy seguro que sí.
La fecha había llegado más rápido de lo que creía, terminaba de arreglarme colocándome el chaleco, me miré al espejo de la habitación sintiéndome como uno de esos empresarios multimillonarios. Sonreí divertido manteniendo el buen humor, la puerta del baño se abrió dejándome ver a una Jazmín muy distina.
Su cabello iba completamente ondulado, su flequillo iba sujeto hacia atrás dejando a la vista sus cejas oscuras, llevaba un vestido color verde oscuro con detalles negros que brillaban, formaban formas y líneas delicadas acompañadas de cierta elegancia, su hombro izquierdo iba descubierto, por debajo de sus pechos tenía una cinta negra ancha, la falda permanecía cerca de sus piernas permitiéndole la comodidad para moverse, noté las zapatillas negras con brillantes, sonreí al ver ese detalle en su aspecto elegante. Sus labios estaban de un color rojo, había marcado sus pestañas de negro haciendo su mirada más intensa.
—¿Estoy bien?—sonrió dando una vuelta esperando mi respuesta.
—Estoy realmente sorprendido—me giré observándola mejor.
—Estás muy guapo en ese traje—se acercó acomodando el cuello del chaleco oscuro—¿Crees que Stephanie estará bien?
—Es un día muy importante para ella, debe estar muy nerviosa, ¿Has hablado con ella?
—La esperaremos en la iglesia, dijo que quiere a sus damas de honor esperándola para la entrada—se encogió de hombros. Stephanie les había dado la libertad de llevar cualquier vestido, no era capaz de obligarlas a usar algo que no les gustara. Se trataba de sus amigas, era obvio.
Todo ocurrió como debía pasar, la novia estuvo perfecta, las damas de honor parecían ángeles detrás de ella en la entrada, los invitados estaban felices de ver a dos seres queridos apunto de unir sus vidas, la ceremonia transcurrió sin ninguna interrupción, la parte de la fiesta fue lo mejor. La decoración fue increíble, tenía mucho blanco, plateado y dorado, las mesas rodeaban la pista de baile permitiéndole a todos ver a los novios o las parejas bailando, un grupo de músicos se encargaba de tocar en vivo cuando debían descansar, los sustituía un DJ colocando música suave y movida.
Jazmín estaba orgullosa del trabajo de todos, sonreía contándome los detalles ocultos de cómo colocó las luces en el lugar exacto para que diera en los novios enamorados, etc. La escuchaba con atención pero necesitaba hablar con ella. El momento perfecto fue cuando una canción suave comenzó a sonar, la llevé a la pista de baile uniéndonos a los demás.
—¿Cuándo fue la última vez que bailamos así?—susurró sonriendo. Sus brazos rodeaban mi cuello mientras que los míos abrazaban su cintura.
—En aquella fiesta que me invitaste, ¿Recuerdas?
—Cierto, pero no fui yo, las chicas lo habían dicho—corrigió mirándome. Hubo un largo minuto de silencio, su vista se desvió a otro lado—Se ven muy bien juntos, ¿No crees?
—Creo que están felices por su día—dije mientras miraba a la pareja de recién casados bailando muy juntos disfrutando la cercanía del otro.
—¿Estás feliz también?—susurró mirándome de nuevo. Antes de responder me interrumpió—Has estado algo distraído estas semanas, ¿Qué ocurre?
Suspiré haciendo que diera una pequeña vuelta para mí, uní nuestras manos apoyando la otra en su cintura, sentí su mano en mi hombro mientras esperaba mi respuesta.
—¿Crees que en un futuro...podamos estar...como...—esta vez terminé la pregunta—ellos?
—¿Cómo Stephanie en su boda?—asentí y ella se tensó un poco—¿Quieres casarte, Darío?
Sentí un nudo en la garganta, sabía que esto no le gustaba pero...mis dudas estaban allí. No quería obligarla a algo que no quisiera.
—¿Te gustaría hacerlo en algún momento?—me fijé en sus ojos. Ahora ella suspiraba dudosa mordiendo su labio—Le había dicho a Daniel que dudaba sobre nosotros, pero veo que era por esto, las cosas que quiero en un futuro...sé que tú no las deseas de igual manera pero...
—Hay parejas que viven felices sin necesidad de casarse—su voz permaneció dulce pero en sus ojos vi cierto temor—El matrimonio de mis padres no fue igual a los tuyos, Darío—me recordó—No quiero que vivamos así.
—¿Por qué debemos ser iguales?—noté que nos habíamos detenidos—Somos diferentes, no cometeremos sus errores...
—Somos muy jóvenes...
—¿Entonces cuanto tiempo esperaremos?—me molesté un poco. Ella suspiró intentando controlar la situación—Quiero casarme contigo, Jazmín, quiero vivir junto a ti el resto de mi vida, quiero formar una familia, quiero que en un futuro cuando llegue a casa luego del trabajo, estés allí con nuestros hijos, quiero ayudarte en lo que temas, quiero estar allí contigo en todo momento...
—También quiero estar allí para ti—acarició mi mejilla.
—¿No confías en mí?
—Claro que sí, siempre lo he hecho—sonrió un poco—Prometo hacerlo pero todo a su tiempo, ¿Sí?—pidió.
Asentí abrazándola volviendo a la lenta danza, rodeó mi cuerpo con sus brazos delgados, besé su frente dejando salir el aire que había contenido. Me sentía más tranquilo y más seguro.
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