35. Nada ha cambiado en nosotros
La vida junto a Jazmín parecía ser más sencilla y menos deprimente, me encantaba pasar todo el tiempo escuchando su risa, mirando su sonrisa dulce, sus ojos brillando ante cualquier cosa, sus cejas juntas cuando parecía dudar sobre algo, todo era una dulce distracción para mí. Ella reía cuando me descubría mirándola, solía decirme siempre que no se iría a ningún lado y que no era un fantasma para andar observándola a cada segundo.
Casi recordaba cuando pasaba todos los días en la escuela haciendo lo mismo, mirándola y anotando todas las cosas que me gustaban de ella en mi mente para que nadie más pudiera descubrirlas.
Vanessa y Daniel habían terminado las clases, las vacaciones habían llegado también para las muchachas. Todos ansiaban ver a Jazmín, recordé la cara de los chicos al verla por nuestras conversaciones de videollamada.
—¿Y cuándo vendrán?—quise saber. Aún no sabían sobre mi querida novia.
—Ya tenemos todo arreglado, mañana mismo saldremos a New York—aseguró Vanessa.
—No sabes cuanto deseo pasar un rato contigo, debemos hablar de muchas cosas, quiero olvidarme de los asquerosos deberes de la universidad—añadió Daniel quien tenía unas ojeras algo notables, sonreí divertido negando con la cabeza, fue entonces que Jazmín me hizo una seña por detrás de la laptop indicándome que les dijera.
—¿Has hablado con Jazmín? ¿Sigue el amor entre ustedes?—bromeó mi amiga acercándose a la cámara sentándose al lado de su novio.
—Hemos hablado muy poco.
—¿Pasó algo?—Daniel se mostró curioso—¿Hiciste alguna idiotez?
—No, sólo que ya no usamos el internet para comunicarnos—me encogí de hombros sonriendo. Antes de que Vanessa pudiera preguntar, Jazmín apareció a mi lado abrazando mi espalda.
—No es necesario, ya estoy aquí—sonrió mirándolos—Hola, chicos, finalmente los veo.
—¡Oh Dios mío!—chilló Vanesa haciéndonos reír. El rostro de Daniel no tenía precio, sabía lo que estaba pensando.
—¿Qué demonios haces tú ahí? ¿Cuándo pasó esto? Esperen, tienen que darnos una explicación—exigió entre confuso y contento. Jazmín se acomodó a mi lado en lo que rodeé su cintura con mi brazo, sonrió divertida mirando la pantalla.
—Vale, tranquilo, responderé poco a poco, la primera respuesta: Estoy de vacaciones, la segunda respuesta: Hace algunos meses y de explicación...mmm...—me miró.
—Jazmín está viviendo conmigo, consiguió un trabajo en la ciudad así que ya saben el resto.
—¡¿Y no nos dijiste nada, Darío?!—volvió a chillar Vanessa.
—No es su culpa, fue mía, queríamos darle una sorpresa.
—Pensé que estabas en Oregón estudiando—Daniel siguió sin entender. Jazmín tuvo que explicarle todo de nuevo con más detalles, fue entonces que juró golpearme en cuanto me viera.
—¿Entonces ya no se separarán? ¿Estarán juntos finalmente?—quiso saber Vane.
—Así es. En cuanto vengan mañana al apartamento hablaremos todo lo que quieran, tengo mucho que contarles...
—¡Y nosotros también!—añadió.
—Chicas, recuerden que estamos aquí—intervino Daniel al notar el entusiasmo de ambas.
La segunda habitación que había en el apartamento la usaron ambos, Jazmín pasó varios días hablando con Vanessa mientras que Daniel y yo comentábamos las novedades del basquétbol o las noticias nuevas de nuestras familias. Cuando agosto llegó, el sol comenzó a brillar con más fuerza en la ciudad, era el mes favorito de Jazmín debido a que su cumpleaños era el 18. Las chicas vendrían a celebrarlo, Vanessa junto a Daniel se encargarían de cocinar, mi madre acompañada de mi hermana llevó a Jazmín a un Spa como regalo, todo lo que ella pidiera se lo harían sin poner quejas. Mi padre como siempre debía estar al tanto del pastel.
La madre de Jazmín quiso venir pero no pudo debido a unos problemas en su trabajo, su hermano no era capaz de venir solo. Mi trabajo fue comprar algo de beber para la noche junto a Ysa. Liliana y Annie se encargaron de colocar algunos globos como decoración, cuando Jazmín llegó, todos estábamos listos para recibirla, mi madre apareció primero, luego mi hermana y finalmente la cumpleañera. Todos gritaron un feliz cumpleaños provocando cierto sonrojo y nerviosismo en ella.
—¿Todos ayudaron?—se mostró sorprendida mirando los globos.
—Así es—sonrió mi hermana.
Cada uno comenzó a abrazarla, sólo faltaba mi padre que llegaría luego con el pastel. Cuando llegó hasta a mí nos fundimos en un beso dulce que duró por unos minutos ya que no estábamos solos, luego de esa primera vez cada noche aprovechábamos para descubrir más secretos sobre el otro. Era increíble sentir su cuerpo junto al mío, sentir sus labios susurrar mi nombre cerca de mi oído, sus manos se habían vuelto expertas al explorar mi cuerpo, parecían saber el camino a cada destino.
—¿Sabías sobre esto?—susurró sonriendo—Pensé que sería una simple reunión.
—Es tu cumpleaños, merecías algo más que una simple reunión—besé su frente notando cierto aroma distinto en ella.
—Iré a cambiarme, ya vuelvo.
Todos conversábamos sobre el pasado, el presente y el posible futuro. Mi madre estaba sorprendida de ver a todos esos chicos que en la escuela parecían ser unos niños indecisos sobre sus decisiones pero ahora se habían vuelto en hombres y mujeres que tenían muy en claro lo que querían ser.
Jazmín recibió regalos de parte de todos, incluso de mi hermana Delia, mientras que todos esperábamos por el pastel, el timbre del apartamento se escuchó en la sala, pensando que era mi padre, me levanté acercándome a la puerta, al abrirla me sorprendí, aquel no era mi padre pero si era el padre de Jazmín.
Permanecía igual, su cabello no se notaba tanto, ahora llevaba unos lentes de cristal que le daban un aspecto mayor. Sonrió con cierta timidez al verme.
—Buenas noches, muchacho. Lamento aparecer así sin avisar...
—No se preocupe, señor Young.
Al ser alto eramos casi de la misma estatura, su piel se había vuelto un poco más oscura, tenía unas ojeras muy grandes bajo sus ojos, tenía el aspecto de un hombre cansado y triste. ¿Cómo supo que vivía aquí? ¿Cómo descubrió que su hija estaba conmigo?
—¿Está Jazmín?—preguntó intentando ver—Quisiera felicitar a mi hija en su día...
—Puede pasar si lo desea—ofrecí pero negó con la cabeza.
—Sólo vine a darle su regalo y un abrazo por su cumpleaños.
—¿Sucede algo, Darío?—justamente llegaba la cumpleañera. Me detuve a mirarla notando que su sonrisa se desvanecía, sus ojos perdieron ese brillo que la diferenciaba del resto. Su mano en mi espalda se aferró a mi camisa—¿Qué haces aquí?
—Feliz cumpleaños, Jazz—sonrió dulcemente. Casi sentí pena por el hombre, realmente parecía triste.
—Los dejaré solos.
—No tardaré—prometió mirándome. Salio del apartamento cerrando la puerta, las chicas sabían quien era el hombre pero mi madre no, al explicarle lo sucedido esperó que todo se arreglaran entre ellos dos.
Luego de un rato, Jazmín regresó, estaba más feliz que nunca. Fue a la habitación y la seguí, acomodaba su cabello frente al espejo. Al notar que estaba algo preocupado sonrió mirándome.
—Todo está bien—se giró acercándose a la cama donde descansaba una libreta de espiral que sostenía las páginas. La portada tenía dibujos extraños entre azules y blancos—Mi padre me trajo esto—tomó la libreta mostrándomela al estar frente a mí. Me enseñó lo que tenía escrito en la primera página.
"Un pequeño regalo para mi querida escritora, lectora y soñadora.
Espero que nunca dejes soñar, escribe tus aventuras, tus dudas, tus miedos y tus metas en esta libreta. Tienes muchas páginas para deshaogarte, estoy orgulloso de ti. Lograste más de lo que yo creía. Espero que nunca te arrepientas de lo que hagas porque los errores son los que prometen una buena historia.
Feliz cumpleaños, Evelyn Jazmín.
Con cariño, tu padre".
—¿Estás bien?—la miré al leer la nota.
—Mi madre y él parece que están arreglando las cosas, viajará a Oregón a finales de este mes—sonrió conteniendo las lágrimas—Todo vuelve a estar como antes, Darío.
La abracé sintiéndome bien por ella, eso era lo que quería, quería que todo en su vida fuera perfecto y único. Al limpiar las dos lágrimas en sus mejillas besé sus labios regresando a la sala, el pastel estuvo increíble, entre Liliana y Stephanie llenaron el rostro de Jazmín de crema azul. Todos reímos, cantamos, bailamos...
Fue una noche perfecta.
Los arreglos para la boda de Stephanie habían comenzado, todos los chicos quisieron ayudar, Jazmín se enfocaba más en los colores y la presentación. Una tarde decidimos almorzar en una cafetería, el patio trasero estaba arreglado con flores, un techo de madera que nos protegía del sol, los autos pasaban por la calle, las personas caminaban con sus mascotas, sus hijos, sus parejas o conduciendo alguna bicicleta.
Daniel, Vanessa, Liliana, Stephanie, Annie, Jazmín y yo estábamos sentados en una gran mesa. Claro, Ysa se había integrado al grupo. Era una chica tímida al principio pero había tomado confianza rápidamente. Gracias a Jazmín había conseguido un apartamento cerca de nosotros en otro edificio.
—Propongo un brindis—levantó su copa Liliana. Todos la imitamos.
—Por la boda de Stephanie—dijo Annie.
—Por las grandes vacaciones que estamos teniendo—añadió Vanessa sonriendo.
—Por la hermosa relación entre Jazmín y Darío—propuso Stephanie.
—Por los nuevos amigos que tengo ahora—habló Ysa.
—Por el tiempo que ha pasado y por que estamos aquí sentados como hace cinco años—dije y todos me apoyaron.
—Y porque cada uno de nosotros ha logrado lo que quería en la vida, porque sin importar lo demás estamos aquí disfrutando de nuestros momentos y además de que muchos más están por venir—finalizó Jazmín. Las copas sonaron al chocar entre sí, bebimos riendo agradeciendo por ese agradable momento.
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