30. ¿Últimos momentos?
—¿Enserio quieres ir solo?—volvió a preguntar mi hermana mientras me observaba dudosa. Entendía su preocupación pero realmente quería estar solo en ese momento.
—Estaré bien, no tardaré mucho—prometí colocándome la chaqueta.
—Es una pena que tenga que pasar esto—dijo mi padre con cierta tristeza—Mejor no pierdas tiempo.
Asentí recogiendo las llaves y mi celular saliendo de la casa subiendo a mi auto. Conduje hacia el aeropuerto sin colocar la radio o algo de música, era lo que acostumbraba hacer pero hoy no era día de estar feliz. En sólo dos semanas sentía que había hecho lo necesario, había estado allí para Jazmín cuando lo necesitaba, ayudé a su madre con los últimos detalles de las cosas, salimos al cine, a comer, a pasear, todo lo que se nos ocurría.
El lunes sería el baile de graduación. Realmente no tenía ganas de ir, prefería quedarme en casa y dormir todo lo que podía.
Casi al llegar, Daniel me envió un mensaje preguntando donde estaba. Al dejar en el auto en el sitio adecuado, me acerqué a la entrada del aeropuerto, pude ver a las amigas de Jazmín, Vanessa y Daniel esperando. Algunas personas entraban y salían por lo cual a cada segundo las puertas se abrían o se cerraban.
—¿Dónde está?—pregunté al llegar hasta ellos.
—Aquí—contestó apareciendo por las puertas. Estaba algo abrigada ese día, el sol no brillaba tan fuerte como ayer—Mi madre está esperando con mi hermano, dentro de poco saldrá nuestro avión.
—Quizás se tengan que quedar, siempre se retrasan esos vuelos—dijo Daniel encogiéndose de hombros. Jazmín lo miró sonriendo un poco negando con la cabeza.
—Debo irme con avión o sin avión—afirmó—No hubiesen venido, es más difícil ahora—paseó su mirada por cada uno deteniéndose en mí.
—En el primer día de clases cometimos el error de ignorarte—comentó Liliana mirándola—Luego conociste a Annie y Stephanie, dudaba un poco sobre ti pero todos tenemos el error de juzgar antes de conocer.
—Y de ahí vienen las buenas amigas—añadió Annie sonriendo un poco—Realmente te extrañaremos, Jazmín—la abrazó fuertemente, ambas eran de la misma estatura—No te olvides de nosotros.
—Claro que no.
—Nuestra querida amiga cantante—bromeó Daniel abrazándola luego. Todos reímos un poco con ese toque de tristeza en el aire. Luego de Stephanie y Vanessa un mensaje llegó a su celular.
—Es mi madre, debemos subir—se despidió de Liliana mirándome luego. Los chicos decidieron dejarnos solos, mejor aún. Me acerqué a ella rodeándola con mis brazos, los suyos hicieron lo mismo—¿Puedes abrazarme más fuerte, Darío?
Sonreí un poco levantándola del suelo a lo cual rió fuertemente ganando las miradas de algunas personas que estaban cerca, luego de unos segundos hice que sus pies tocaran el asfalto, se separó mirándome con esos ojos brillantes y dulces, sus labios rosados tenían una pequeña sonrisa.
—No es extraño verte tan callado—dijo acomodando el cuello de mi chaqueta intentando relajarme pero no funcionó, me limité a solo mirarla—Los primeros días de clase siempre eras ese chico que se sentaba casi al final, hablabas solo lo necesario...
—Creo que habías dicho que era algo engreído...
—Nunca lo dije, no lo recuerdo—sonrió nerviosamente observándome—El punto es que...quizás siempre me gustaste pero no me fijaba en ello.
—Ahora lo haces—aparté algunos mechones de su cuello. Se colocó de puntitas besando mis labios, en ese momento no quise alejarme, quería quedarme allí. Rodeé su cintura acercándola un poco más, me dolió profundamente que se alejara rompiendo el momento. Miré sus ojos y ella colocó su mano en mi mejilla.
—Espero volver pronto, te extrañaré—sonrió de lado alejándose más. Fue entonces que la vi desaparecer por las puertas del aeropuerto.
—Yo te extrañaré mucho más, Jazmín—susurré pero ya era muy tarde.
Estando en mi habitación decidí colocar algo de música en la laptop, revisé el Facebook intentando distraerme un poco pero no ayudó mucho, las chicas publicaban cosas sobre Jazmín, fotos, etc. Suspiré cerrando todo, incliné mi cabeza hacia atrás apoyándome del espaldar de la silla cerrando mis ojos, sólo fue cuestión de segundos para quedar dormido.
Había soñado con Jazmín, estábamos en clase, ella reía fuertemente mientras yo la miraba con dulzura sonriendo al escucharla, todo era normal, en la cafetería todos parecían estar ocupados en sus asuntos. Todo se desvaneció lentamente mientras sentía que alguien me tocaba, poco a poco fui despertando notando que era mi madre.
—Creo que esa silla no es muy cómoda—sonrió divertida sin dejar de acariciar mi cabello.
—Lo sé—parpadeé varias veces aclarando mi vista—¿En qué momento llegaste?
—Hace unos segundos—se alejó un poco apoyándose de mi escritorio cruzándose de brazos. Me incorporé mejor en la silla sintiendo un fuerte dolor en mi espalda—¿Cómo te sientes?
—Adolorido...
—No me refiero a eso, cariño—su mirada fue más...sincera. Me encogí de hombros queriendo restarle importancia—Estabas muy enamorado de ella...
—No quiero hablar de eso, mamá.
—No lo digo porque quiero molestarte—habló al instante—Lo digo porque no quiero verte mal desde hoy, hiciste lo mejor para esa chica, debes sentirte bien.
—¿Debo sentirme bien al dejarla ir?—pregunté incrédulo—Eso es algo tonto que dicen las películas y novelas.
—Darío, algunas veces las cosas pasan por algo—su tono de voz era tranquilo y bajo. Con cierta dulzura—Eres muy joven para saberlo, eres muy joven para sufrir por alguien, sé cuanto significaba para ti.
—Espero visitarla en poco tiempo.
—Sería buena idea—sonrió un poco—No quiero verte triste, hijo.
—Lo intentaré, mamá, no te preocupes—mentí sonriéndole muy poco. Salió de mi habitación dejándome solo de nuevo, supongo que me sentiré así por unas semanas.
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