27. El tiempo vuela
Todos habíamos decidido ayudar con las cosas de Jazmín, su madre había comenzado a empacar cada rincón de la casa, los exámenes finales habían comenzado hace dos semanas. El concurso sería dentro de poco, el tiempo pasaba demasiado rápido, a cada minuto sentía que Jazmín se alejaba más. No creía poder soportar no verla, no escuchar su risa escándolosa pero tierna, no ver sus ojos marrones que reflejaban tanta inocencia, dulzura, calidez...siempre intentaba solucionar todo con una sonrisa y lo lograba.
Todos la querían pero yo la amaba.
Si en el primer día que la conocí me hubiesen dicho que terminaría en una relación con ella, puedo jurar que hubiese reído fuertemente. Las personas a veces no eran lo que aparentaban ser, todo lo que Jazmín trasmitía era dulzura, era una chica frágil que confiaba en todos pero no era así. Ella sabía perfectamente en quien confiar y en quien no, descifraba las miradas, los gestos, los estados de ánimos, era muy inteligente. Quizás eso fue lo que me enamoró más de ella.
Nunca fue lo que creí que era.
Intentaba dejar sus problemas en casa, intentaba ser amable con todos y si no podía serlo entonces simplemente se quedaba callada. Conocía perfectamente esos días incómodos.
Hace casi un mes que estuvimos en la casa del bosque ese fin de semana junto a los demás, esa pequeña discusión siempre estaría presente, nunca estaría de acuerdo con que se fuera, intentaba pensar lo que Daniel había dicho. Por primera vez él tenía razón.
—¿Estás bien?—Vanessa había dejado una caja sobre la otra.
—Sí, ¿Por qué?—terminé de cerrar la mía.
—Pareces algo distraído—recogió su cabello en un moño—Todo estará bien.
—Lo sé—sonreí un poco. Ella devolvió el gesto alejándose de nuevo.
Regresé a la sala donde estaban Liliana y Stephanie encargándose de algunos adornos delicados. Decidí ayudarlas queriendo mantener mi mente distraída un rato.
La relación entre los padres de Jazmín empeoraba cada vez, según lo poco que me contaba, su madre intentaba no hablar de él frente a su hermano, su padre siempre preguntaba por su madre pero sólo para hablar mal de ella. Muchas veces veía como Jazmín regresaba los lunes llorando a la escuela, esos días simplemente me mantengo a su lado, los demás intentan distraerla con cosas simples, gracias a su buen humor siempre era sencillo hacerla reír.
—¿Puedes llevarla al lado de las escaleras, Darío?—pidió Stephanie—Está algo pesada.
—No hay problema.
La sostuve con cuidado al recordar que los adornos que había dentro se rompían con facilidad. Incluso Liliana me lo recordó varias veces, al dejarla donde me habían indicado revisé mi celular teniendo un nuevo mensaje.
"¿Quieres ayudarme un poco? : ) "
Sonreí divertido regresando a los escalones, supuse que estaba en su habitación. Me parecía que era exactamente igual a ella, la identificaba mucho. Las paredes eran azules, ese mismo tono que tiene el cielo en un día despejado, su cama era de sábanas blancas con detalles azules, en la parte superior donde estaban sus almohadas blancas como el algodón, se encontraban distintas mariposas del mismo color esparcidas por la pared, como si todas volaran. Eso me hizo recordar a nuestra primera conversación el día que acepté su solicitud en el Facebook.
Frente a la cama se encontraba su escritorio muy bien ordenado, al lado de éste había una biblioteca algo pequeña pero muy llena de libros. Jazmín era una amante de la lectura por completo, algunas fotografías permanecían en el espejo de la peinadora que había al lado de la ventana. Su armario se mantenía abierto permitiéndome ver el montón de ropa que tenía, sus zapatos estaban muy bien organizados. Me acerqué a la cama mirando a la gata negra y de ojos verdes acostada en ella, era Lucía, había otra más pequeña que tenía su cabeza recostada en el estómago de la mayor, esta era blanca y con algunas manchas en su rostro, difícilmente recordé su nombre, Candy.
—Tranquilo, no te harán nada—Jazmín apareció con su cabello recogido en una trenza. Guardó algunas cosas en la caja que había cerca de las gatas.
—¿Crees que se adapten a Oregón?
—Quizás sí—se encogió de hombros acercándose a su escritorio. Buscó algo en la laptop colocando un poco de música—¿Puedes ayudarme con los libros?—caminó a biblioteca que tenía.
—¿Los has leído todos?—comencé a tomar algunos. Habían de todo tipo, románticos, suspenso, misterio, acción, drama, ficción, etc.
—Así es—sonrió divertida llevando los libros que le había dado guardándolos en otra caja—Siéntete orgulloso de tener una novia que ama las historias, no se ve todos los días—se acercó a mí sin borrar su sonrisa.
—Siempre he estado orgulloso de ti, nunca lo he dejado de estar—escogí otro par de libros haciendo lo mismo. Ella regresó a la caja guardándolos.
—Suenas como uno de esos padres que felicitan a sus hijos cuando hacen algo bien—bromeó. Sonreí un poco siguiendo con mi trabajo, al terminar de guardarlos todo, la ayudé a dejar la caja fuera de la habitación.
—¿Falta algo más?—miré alrededor regresando a su lado.
—Todo está listo por ahora, terminaré lo que falta mañana—dijo apartando la vista de su laptop. Se acercó a mí tomando mi mano—¿Recuerdas cuando bailamos en la fiesta de Derek?
—¿En la que estuvo celoso de mí? Claro—fui sarcástico. Ella rió un poco acariciando mi mano, la canción sonaba creando un ambiente muy cálido—Estoy esperando algo.
—¿A qué te refieres?—subió su mirada conectando con la mía.
—Estoy esperando a que me invites a bailar—ella tardó en recordar esa noche. Sonrió sonrojándose—Es tu turno ahora.
—El chico debe invitar a la chica, son las reglas—susurró dulcemente rodeando mi cuello con sus brazos, comencé a sentir sus manos jugando con mi cabello—Pero...
—Las reglas se hicieron para romperse—la interrumpí colocando mis manos en su cintura.
—Eso mismo iba a decir.
—Es una coincidencia...
—Azulada—me interrumpió sonriendo más—¿Acepta bailar conmigo, señor Miller?
—Con mucho gusto, señorita Young.
Comenzamos a movernos al lento ritmo de la música, ella ocultó su rostro en mi pecho sin soltarme, apoyé mi mejilla en su cabeza abrazándola más. Simplemente perfecto. Ambos suspiramos al mismo tiempo, un suspiro de tristeza.
—Voy a extrañarte, Darío—susurró.
—Prometo ir a visitarte.
—Eso no será suficiente—volvió a suspirar. Pude ver nuestro reflejo en el espejo, Jazmín tenía sus ojos cerrados disfrutando de nuestro pequeño baile.
—Estaremos en contacto, lo prometo—acaricié su espalda sin dejar de movernos—No te librarás fácilmente de mí—bromeé un poco y pude ver una pequeña sonrisa en su rostro.
—Espero que no.
—Ya verás que no—finalicé la conversación sin alejarme.
—¿Irás mañana a la escuela?
—Claro—contestó con sus brazos apoyados en la ventana del auto—Gracias por ayudarnos hoy. Mi madre lo apreciará mucho.
Miré a Liliana despedirse de la señora Young. El hermano de Jazmín observaba desde la puerta, era algo distante pero un poco amable. Daniel se acercaba junto a Vanessa.
—Darío—regresé mi atención a ella. Sin verlo venir, besó mis labios apasionadamente con su mano en mi cuello, no duró mucho ya que no estábamos solos. Al alejarse acarició mi mejilla dejándome algo atontado, ella se mostró divertida alargando la distancia. Las chicas se despidieron al igual que los demás, Daniel y Vanessa se fueron conmigo. Camino a casa me mantuve en silencio sin tener ganas de hablar.
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