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19. La mejor sensación

Los días habían pasado rápidamente, sentía que todo estaba pasando rápido desde que Jazmín y yo estábamos más cerca. Las chicas no sabían nada pero lo sospechaban al igual que Daniel. En la escuela todo era lo mismo pero Derek no volvió a meterse con Jazmín lo cual me dejó más tranquilo.

Era sábado, la noche estaba fresca y silenciosa. Detuve el auto al llegar a su casa, me sorprendió no verla esperando afuera. Decidí enviarle un mensaje para que supiera que estaba aquí, quizás no había terminado de arreglarse.

"Estoy fuera de tu casa. ¿Estás lista?"

A los pocos minutos respondió.

"Lo sé, lo sé. Sí, estoy esperando que bajes del auto para presentarte mis padres"

—Oh, mierda—susurré hundiéndome en el asiento como si pudiera ser invisible de esa forma.

"¿Es una broma, cierto? No creo que a tus padres les agrade conocerme"

Mis manos comenzaron a tornarse frías y mi corazón latía fuertemente. No había esperado esto, no había esperado que esa noticia pudiera colocarme así. Revisé mi celular teniendo nuevo mensaje.

"No es una broma. Les agradarás mucho, vamos no seas tímido. Estaré contigo. ¿Sí?"

—Está bien—respiré hondo armándome de valor. Bajé del auto acercándome a la puerta blanca, escondí mis manos en los bolsillos de mi chaqueta, al estar cerca, no hubo necesidad de que tocara el timbre. Jazmín apareció sonriendo un poco—Aquí estoy—susurré nervioso. Tomó mi brazo haciéndome entrar, no me fijé mucho en los detalles de la casa. Sólo sé que me llevó a la sala de paredes blancas y con muchos cuadros colgados de ellas. Una pareja muy conocida para mí estaban de pie esperándonos.

—Mamá, papá. Él es Darío Miller, estudia conmigo—presentó Jazmín. Su madre sonrió un poco mirándome.

—Placer conocerte, Darío.

—Igualmente, señora Young.

El padre de Jazmín se acercó extendiendo su mano, nerviosamente la tomé intentando demostrar seguridad. Recordé la foto que tenía Jazmín en su Facebook con sus padres. Su madre y ella tenían más parecido.

—Así que eres el gran Darío. Jazmín me habla mucho de ti—sonrió divertido.

—Espero que sean cosas buenas, nunca lastimaría a...

—Tranquilo, son cosas muy buenas—intervino su madre.

—Bueno—las mejillas de Jazmín iban a explotar—Te presentaría a mi hermano pero está en su habitación jugando así que será otro día—explicó sonriendo un poco—Los padres de Darío me invitaron a cenar, su madre cocinará algo exquisito y...

—No llegues tarde, Jazz—ordenó su padre. Me pareció gracioso su apodo.

—Claro. Vamos.

—Gusto conocerlos—sonreí un poco para luego salir de allí. En cuanto Jazmín cerró la puerta de la casa sentí que mis pulmones volvían a tener oxígeno, mis manos volvieron a su temperatura normal. Me apresuré en subir al auto—¡¿Por qué no dijiste que iba a conocer a tus padres?!—coloqué el cinturón de seguridad encendiendo el vehículo comenzando a conducir.

—No lo había pensado. Se me ocurrió cuando llegaste—se encogió de hombros acomodando su cabello—No fue tan malo.

Giré mi rostro mirándola incrédulo. Ella sonrió un poco y se inclinó para dar un corto beso a mis labios, volví mi vista al frente intentando controlar lo que quedaba de nervios. Era extraño que las calles estuvieran livianas en el tráfico, en cuanto llegamos a casa, fui el primero en bajar del auto. Pude ver que Jazmín acomodaba muy seguido su cabello.

—¿Estás nerviosa?—cerré la puerta en cuanto terminó de bajar. Llevaba unos pantalones negros que marcaba sus piernas, una blusa blanca y su chaqueta de color café que iban perfectamente con sus botas del mismo color.

—No es eso, mi cabello es un desastre—dejó caer los brazos dándose por vencida.

—Claro que no, date la vuelta—dije. Realicé un peinado sencillo y práctico, uní algunos mechones de su cabello dejando el resto suelto, al separarme ella sonrió divertida.

—Es extraño que un chico sepa de esto—señaló.

—Tengo una hermana, ¿Lo recuerdas?—me encogí de hombros—Cuando era más chico solía hacerle peinados raros si mi madre no tenía tiempo.

—Buena forma de ayudar—sonrió dulcemente inclinándose de puntitas besándome dulcemente por algunos minutos. Nos separamos dirigiéndonos a la puerta, al entrar ella tomó mi mano, la llevé a la cocina donde estaban mis padres.

—Mamá, papá—llamé su atención. Ambos detuvieron lo que hacían, mi madre limpió sus manos del pañuelo de la cocina sonriendo encantada de conocerla al fin.

—¡Me alegra verte de nuevo, Jazmín!—mi padre se acercó abrazándola.

—Digo lo mismo, señor Miller—sonrió divertida en cuanto la soltó.

—¿Qué tal el cupcake del otro día?

—Exquisito, siempre le digo a Darío cuanto me gustó—siguió sin soltar mi mano.

—¿Eres la chica de la que tanto nos habla Darío?—se acercó mi madre sonriendo dulcemente.

—Espero que no los haya aburrido hablando sobre mí—bromeó haciendo reír a mis padres. Me sorprendió la naturalidad que tenía para llevarse bien con las personas. En ese momento mi hermana llegó al encuentro.

—Oh, Jazmín, ella es mi hermana menor, Delia—presenté.

—¿Tú eres la novia de mi hermano?—sonrió divertida y con picardía. Deseé enviarla a su cuarto ahora mismo pero mis padres como siempre rieron, Jazmín hizo lo mismo sin siquiera molestarse.

—Aún no lo sé—se encogió de hombros.

—¿Quieres algo de beber?—ofreció mi padre—La cena estará lista en unos segundos.

—Espero que te guste lo que preparé—dijo mi madre algo nerviosa bajando su mirada a cada minuto. No entendía que estaba observando, caí en cuenta de que nuestras manos juntas llamaba su atención—Hice algo de papas con salsa de queso y espagueti con pedazos de jamón y tomate.

—Suena delicioso—Jazmín se acercó a una de las sillas del mesón. Me acerqué a la tabla de madera donde estaban algunos pedazos de jamón.

—A Jazmín le encanta el espaguetis—dije mientras tomaba un tenedor pinchando algunos pedazos de jamón.

—Mi esposa es muy creativa a la hora de cocinar—me acerqué a Jazmín en cuanto mi padre le dejó un vaso con limonada—Tuve suerte al casarme con ella.

—Muy gracioso, querido—mi madre negó con la cabeza sonriendo divertida.

—Toma—le di el tenedor con algunos pedazos de jamón y sus ojos parecieron brillar. Bebió algo de limonada y luego comenzó a comer los pedazos poco a poco. Busqué con la mirada a Delia pero no la encontré, supuse que se había ido a su habitación. Era mejor que tenerla aquí.

—¿Qué tal los deberes de la escuela, Jazmín?—preguntó mi madre curiosa mientras se ocupaba de que nada resultara quemado.

—Muy bien—sonrió un poco.

—Jazmín es la mejor de nuestro salón—comenté—Tiene muy buenas notas en todas las materias.

—No seas exagerado—sus mejillas se tornaron rosadas. Me senté a su lado sonriendo un poco.

—¿Enserio?—mi padre se mostró sorprendido—¿Tienes pensado lo que estudiarás en la universidad?—miré a Jazmín que había terminado con el tenedor. Bebió un sorbo de limonada respondiendo después.

—Tengo muchas pero la principal es Psicología.

—Me parece buena elección—la apoyé.

—Me gusta mucho y me gustaría atender a niños especiales en esa área.

—Jazmín tiene un hermano especial, es autista y tiene la misma edad que Delia—miré a mis padres que ambos asintieron entendiendo.

—¿Es muy duro aprender a convivir con ellos?

—Muy duro—contestó a mi madre—Pero gracias a sus controles médicos, sus terapias y lo demás, ha mejorado mucho. Es como le dije a Darío, su mente es como la de un niño de 7 años.

—Vaya—se sorprendió mi padre—¿Algún otro pariente en tu familia presenta algo parecido?

—Creo que no. Mi hermano es el primero en mi familia, las razones de ser así se desconocen aún—se encogió de hombros.

—¿Todos lo tratan bien?

—Totalmente, mi madre lo quiere mucho, a veces agradezco tener un hermano así—sonrió un poco mirando el vaso en sus manos—Es bueno aprender cosas nuevas.

—Aprecio tu forma de pensar, Jazmín—dijo mi madre.

—Gracias.

—¿Qué más te gusta?

—Jazmín está en teatro—intervine.

—No estoy en teatro, sólo ayudo a mis amigas con algunas coreografías—corrigió mirándome y luego a mis padres—No es teatro siquiera, sólo estamos practicando debido al concurso que habrá al final del mes.

—¿De qué trata el concurso?—pregunté interesado en eso. Recién me enteraba.

—Son varios grupos de estudiantes en los cuales demuestran su talento bailando, cantando, tocando algún instrumento, etc.

—¿Participarás Jazmín?

—No, claro que no, Señor Miller—sonrió apenada—Tengo miedo escénico y estar allí frente a todos sería lo peor.

—Puedes prácticar para hacerlo desaparecer—aconsejó mi madre.

—¿Te gustaría estar allí con tus amigas?

—Sí.

—Deberías arriesgarte entonces, ¿A qué le tienes miedo exactamente?

Miré a Jazmín mientras pensaba a donde iba mi padre con las preguntas. Él siempre era el psicólogo de la familia.

—A equivocarme frente a todos o no ser lo suficientemente buena en eso—apoyó sus brazos sobre el mesón mirándolo.

—¿Conoces a alguien que en toda su vida nunca haya tenido un error?—Jazmín negó con la cabeza—¿Por qué crees eso?

—Porque todos cometemos errores.

—Deberías participar, ¿Te gusta sólo el baile?

—Y el canto—añadió.

—Tienes dos opciones para escoger—la animó.

—Sería una buena idea, Jazmín—asentí sonriendo ante eso.

—Lo intentaré, no prometo nada.


—¿Cómo enamoraste a mi hermano?—preguntó Delia mientras se servía un poco más de jugo. Me parecía extraño que estuviera tan callada.

—Pues...

—Delia, no la incomodes—reprochó mi madre.

—Pero quiero saber. Darío vive pensando en ti.

Bajé la vista a mi plato de espaguetis, podía sentir mi rostro como un tomate.

—Delia—esta vez escuché a mi padre.

—Tranquilo, no sucede nada—miré a Jazmín de reojo que sonreía divertida—No sé como lo enamoré, ¿Enserio crees que lo hice?—Delia asintió queriendo saber más—¿Eres muy curiosa, no?

—Exageradamente curiosa—hablé reprochándole con la mirada pero ella sólo sacó su lengua burlándose.

—Y tú muy gruñón—intervino mi madre sonriendo.

—Sí, es cierto.

—¿Vas a apoyarla?—me sentí ofendido ante Jazmín. Ella rió asintiendo.

—¿Tienes otros hermanos, Jazmín?

—No, sólo uno—me miró algo curiosa—Tus padres me preguntaron lo que quería estudiar en un futuro pero tú no me has dicho.

—Aún no lo he pensado.

—Y deberías hacerlo, éste es tu último año, jovencito—asentí ante lo que decía mi padre. Jazmín limpió sus labios con la servilleta.

—Creo que te queda mejor ciertas cosas de empresa o administración.

—No lo creo—lo dudé.


Giré el pomo de la puerta y dejé que entrara primero. Observó la habitación en silencio, miré las paredes grises de mi habitación, algunos cuadros de las paredes, la alfombra blanca, el escritorio con mi laptop y algunos libros al lado, aquella ventana que daba vista a la calle del vecindario, el bolso de la escuela que descansaba a los pies de la cama, mi armario que estaba cerrado, algunos zapatos desordenados por la habitación, la puerta que daba al baño y por último estaba mi cómoda cama. Jazmín se sentó en ella mirando aún el lugar.

—Así que...esta es tu habitación.

—Sí—me acerqué a su lado sentándome igual.

—Esperaba algo más desordenado—miró los libros del escritorio.

—Intento ser ordenado pero algunas veces lo olvido—expliqué sonriendo de lado. Ella asintió mirando los cuadros de las paredes—Lamento las preguntas inoportunas de mi hermana...

—No te preocupes por eso, a su edad yo era igual—finalmente me miró—Es muy curiosa e inteligente.

—Más de lo que crees—suspiré mirando las paredes de mi habitación—¿Enserio quieres estudiar psicología? Nunca me lo esperé.

—Lo sé. Me gusta mucho—recostó su cabeza en mi hombro—¿Aún no sabes que escoger?

—No—dejé caer el peso de mi cabeza sobre la de ella. Se sentía bien estar así—¿Le has dicho algo a tus padres sobre...ese día en el parque?

—No, ¿Por qué?

—Sólo lo pensé.

—¿Le has dicho algo a los tuyos?

—No.

Hubo otro rato de silencio sin movernos de nuestra posición.

—¿Qué somos, Darío?

—¿Sobre qué?

—Sabes sobre qué—se alejó mirándome. Acaricié su mejilla mirando sus ojos.

—Prefiero no decir nada, así las cosas duran más.

Sonrió un poco con algo de tristeza lo cual me preocupó. Seguí acariciando su mejilla sin apartar mi vista de sus ojos.

—Tienes una familia muy unida, no sabes cuanto quisiera que mis padres fueran así—susurró conteniendo las lágrimas. La rodeé con mis brazos abrazándola fuertemente, apoyé mi mejilla en su cabeza sin decir nada. Odiaba estos momentos en que el autoestima de Jazmín bajaba hasta el suelo.

—Entonces...—cambié el tema sin soltarla—¿Participarás en el concurso?

—¿Enserio quieres que participe?—subió su rostro mirándome divertida y nerviosa.

—Sólo si tú lo quieres—aparté un mechón de su cabello que caía cerca de sus ojos.

—Seré la peor participante—escondió su rostro de nuevo. Comencé a hacerle cosquillas escuchándola reír mientras intentaba alejarse pero mis brazos lo impidieron—¡Basta! ¡Basta!

Reí divertido siguiendo el juego. Por su esfuerzo de soltarse, cayó sentada en el suelo, las risas fueron más fuertes aún.

—¿Estás bien?—la ayudé a levantarse pero esta vez al tomar mi mano, jaló de mí haciéndome caer al suelo. Rió a carcajadas mientras colocaba su mano en su estomágo intentando dejar de reír—Que tramposa eres—la tomé intentando hacerle más cosquillas pero al dejar de reír. Jazmín estaba con la mitad de su cuerpo sobre mis piernas—¿Enserio estás bien? Estás completamente roja.

—Sí, estoy bien—sonrió mirándome teniendo leves risas—Cada vez que estoy contigo suelo estar así.

—Sólo yo te hago reír así—dije orgullosamente. Negando con la cabeza jaló mi camisa atrayéndome hacia ella comenzando un beso apasionado y profundo, sentí una de sus manos acariciar mi pecho, lentamente la acomodé mejor dejándola sentada sobre mí, sus manos pasaron a mi cabello jugando con él, inicié un viaje por su espalda agradeciendo que hubiera dejado su chaqueta abajo, detuve mis caricias en cuanto la sentí mordiendo mi labio.

—¿Qué?—sonrió divertida respirando costosamente, sus ojos parecían tener miles de estrellas de tanto que brillaban—¿Nunca te han mordido?—dijo pícara rozando mis labios—Sólo yo te muerdo así—repitió casi lo mismo que había dicho. Sonreí volviendo a lo de antes, inicié un pequeño camino de besos por su cuello lo cual hizo que se estremeciera jalando de mi cabello un poco.

Subí su blusa sintiendo su piel tibia bajo mis dedos. Jazmín introdujo sus manos debajo de mi camisa, sentir sus manos temblorosas sobre mi cuerpo creó una corriente eléctrica en mí. Volví a sus labios ocupándome de ellos, estaba cerca de quitar su blusa pero fuimos interrumpidos en cuanto la puerta se abrió.

—Oh por Dios.

Jazmín se alejó rápidamente, miré molesto a Delia mientras sentía aquella adrenalina todavía en mí.

—¿Cuántas veces te he dicho que toques antes de entrar?

—Lo siento, pero mamá me envió a buscarte, dice que deberías llevar a Jazmín a casa, está haciéndose tarde—sonrió divertida mirándonos.

—Está bien. Ya bajo—antes de que se fuera le advertí—Ni una palabra sobre lo que viste—asintió y cerró de nuevo al irse. Miré a Jazmín quien estaba tan agitada como yo—Lo siento...

—Deja de decir eso—se acercó de nuevo besándome—Te disculpas mucho.

Sonreí divertido mirándola queriendo seguir en donde habíamos quedado pero sabía que Delia era capaz de volver a entrar o quizás mis padres decidieran interrumpir esta vez.

—Iré a arreglarme un poco—se levantó caminando al baño encerrándose en él.

Respiré hondo imaginando lo que hubiera pasado si mi querida hermana no hubiera llegado en el momento.

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