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14. Segundas oportunidades

Llegué a casa dejando el auto en el garaje, podía guardarlo allí mientras el auto de mi padre no estaba. Mi celular sonó y lo tomé para ver quién era, rodeé los ojos al mirar el nombre de Daniel.

"¿Lo ves? Ya te escribí ahora debes responderme, ¿Por qué te demoraste con Jazmín?"

Recogí mi bolso bajando del auto, cerré de un portazo contestando el mensaje rápidamente.

"Estás escribiéndome porque eres un interesado, Daniel. No te diré nada, no puedo"

Al estar dentro de mi casa, dejé el bolso en el sofá y las llaves en una de las mesas pequeñas que había. Fui a la cocina queriendo buscar algo para comer ya que en el camino había recuperado el apetito.

—Qué bueno que llegas—dijo Delia quien se encontraba con mi laptop en el mesón y algunos cuadernos alrededor—Antes de que preguntes que hago debo decirte que usaré tu laptop por esta semana.

— ¿Por qué?—abrí el refrigerador evaluando lo que veía.

—Mi computador tiene un virus y cuando intenté encenderla la pantalla se colocó azul. No puedo hacer nada en ella—explicó despreocupada.

—Pero es mi laptop, no puedes usarla, Delia, yo...

—Si tienes problemas habla con mamá—me interrumpió ignorándome. Me acerqué tomando mi laptop, me observó molesta—Ella me dio el permiso, necesito terminar mi tarea, Darío.

—No es primera vez que tu computador tiene un virus, la navidad pasada papá te regaló una laptop y la arruinaste por el mismo problema—le recordé enarcando una de mis cejas— ¿Cómo pretendes que te deje tocar mi laptop cuando es lo que más uso en mi vida?

—No le pasará nada—rodeó los ojos—Estás exagerando.

—Te llevaré a casa de una de tus amigas, no tocarás mi laptop—abrí uno de los estantes tomando un pequeño paquete de galletas de chocolate—No importa lo que haya dicho mamá, no vas a dañar algo que uso todos los días, Delia—me giré mirándola.

—Eres idiota—dijo entre dientes recogiendo sus cosas.

— ¿Qué dijiste?—me acerqué con la laptop cerrada en mi mano.

—Que eres un idiota, hermanito—sonrió ampliamente tomando su lápiz—Llamaré a una de mis amigas ya que eres un idiota—antes de que desapareciera de la cocina, la tomé del brazo.

— ¿Desde cuándo dices esas palabras?—quise saber algo serio. Sé que no era algo grave pero no me gustaba escucharla decirlo, mis padres no solían hablar así frente a ella.

—Todos lo dicen.

—No, tú no puedes decirlas, Delia.

— ¿Por qué no?, te aseguro que tú lo dices.

—Pero yo soy mayor que tú, soy tu hermano mayor y puedo hacerlo pero tú eres pequeña—señalé completamente serio.

— ¡No soy pequeña!

—Delia no me grites, llama a una de tus amigas para llevarte y deja de decir idiota—ordené algo sorprendido de que estuviera furiosa.

—Lo seguiré diciendo, no estoy asesinando a nadie para que sea malo—se alejó rápidamente y la seguí hasta las escaleras.

— ¿Por qué estás enojada?—no obtuve respuesta—Delia ven aquí ahora.

— ¡No me das órdenes!—gritó subiendo los escalones.

—No son órdenes, estoy intentando corregirte—subí rápidamente intentando alcanzarla. Antes de que pudiera hacerlo, cerró fuertemente la puerta de su habitación en toda mi cara, suspiré cerrando mis ojos. Luego hablaría con ella.

Fui a mi habitación dejando la laptop en mi cama, me dejé caer en ella entrando a mi Facebook. Revisé el chat mirando el nombre de Vanessa, le envié un pequeño mensaje saludándola y como era costumbre, no obtuve respuesta. Tomé mi celular ignorando los mensajes de Daniel, anoté el número y esperé a que contestara.

Muy graciosa, ¿Diga?

— ¿Quién habla?—pregunté confuso ante la voz femenina y chillona, no era ella. Se escuchaban otras risas en la línea.

¿Con quién desea hablar?

Las risas siguieron presentes.

— ¿Con Vanessa?—usé un tono obvio— ¿Se encuentra cerca?, ¿Quién habla?

Oh, eres el chico ese, ¿Cómo te llamas? ¿Darío, no?

—Necesito hablar con Vanessa—insistí.

Está bien, espera unos minutos.

Miré la ventana de mi habitación mientras esperaba, podía escuchar algunas voces lejanas en la línea pero no entendía que decían. La voz pesada y algo triste de Vanessa me tomó por sorpresa.

¿Qué sucedió, Darío? Disculpa que no haya atendido, estoy algo ocupada.

—Entiendo—dije dudoso sabiendo que mentía. La conocía muy bien.

¿Qué necesitas? Realmente estoy ocupada.

Escuché otras risas más que poco a poco se fueron desvaneciendo. Seguramente se alejaba del ruido.

—Sólo quería saber cómo estabas—intenté parecer despreocupado pero no podía—Has estado ignorando mis mensajes y me sorprendió que respondieras a mi llamada. Además de que estás conectada en Facebook y no me has respondido...

Sí, lo siento. No estoy usando mi cuenta, tengo algunas amigas de la escuela en mi casa y ya sabes...Estoy bien. Gracias por preguntar.

Suspiré al notar que ignoró lo que había dicho.

— ¿Podemos hablar?

Estamos hablando.

—No de esta forma, Vanessa.

No hay nada de qué hablar. Todo está bien, no es necesario preguntar más. Debo irme...

— ¡Espera!—se me había ocurrido algo. Espero que valga la pena.

¿Qué?

—Me preguntaba si...—ladeé la cabeza algo dudoso— ¿Qué harás esta noche?

¿Para qué necesitas saber?

—Ya que no hemos hablado mucho y quería...verte me preguntaba si aceptabas venir a una fiesta conmigo—fui directo. Escuché un leve suspiro de su parte, su voz pareció algo divertida y seria a la misma vez.

¿Desde cuándo me invitas a fiestas? ¿No tienes a nadie que te acompañe?

—No es eso, van algunos amigos de la escuela y se me ocurrió invitarte—me encogí de hombros— ¿Tus padres te dejarían?

Cuando les diga que voy contigo me dejarán. ¿A qué hora me necesitas?

—Debo salir de aquí a las ocho—una pequeña preocupación había comenzado en mí al recordar que debía buscar a Jazmín.

Está bien, iré a tu casa cuando esté lista.

No me dio tiempo de decirle sobre Jazmín ya que había colgado dejándome con el celular en mi oreja.


— ¿A dónde vas, jovencito?

Me detuve en la puerta al escuchar a mi padre, me giré mirándolo.

—Iré a una fiesta, no llegaré tarde.

— ¿Una fiesta?—se sorprendió un poco. Era muy extraño que fuera a una— ¿De quién?

—Es de un chico de la escuela, nos invitó a todos, será en su casa—mantuve la calma jugando con las llaves en mi mano— ¿Debo pedir permiso?

—Sería lo más adecuado, sigues siendo menor de edad—se cruzó de brazos sonriendo un poco.

—Debí decirte antes, lo sé, pero ya lo sabes. Debo irme o...

— ¿Qué sucedió con Delia esta tarde?

Respiré hondo rodeando los ojos, sabía que se lo contaría. Había olvidado el tema por un rato y ahora que quería hablarme sobre eso sólo me sentía más ansioso por irme. Los demás estaban esperándome y Vanessa no tardaría en llegar. Esperaba que viniera.

— ¿Qué te dijo?

—Quiero escuchar lo que debes decirme y así compararé lo que ella me dijo con lo que me estás diciendo ahora, ¿Qué sucedió?—volvió a preguntar.

—Me dijo idiota—respondí luego de unos minutos, él esperó a que continuara—Se enojó porque no le di permiso para usar mi laptop, no quiero que le coloque un virus sin darse cuenta...

—Tengo entendido que tu madre le dio permiso, Darío.

—Sí pero es MI laptop y YO decido que hacer y que no—intenté defenderme.

—Sé que tu hermana no es muy cuidadosa pero debes ser paciente con ella, ¿Entiendes lo que digo?—habló calmadamente mientras sus ojos verdosos en mí—Delia necesitará tu laptop esta semana o puede que algunos días, su computador está en reparación y...

—No es primera vez que lo hace—me crucé de brazos algo enojado como niño pequeño. No era justo.

Mi padre respiró hondo y se acercó.

— ¿Quién es el mayor aquí?

—Eso no es el asun...

— ¿Quién es el mayor aquí, Darío?—me interrumpió alzando la voz.

—Yo—rodeé los ojos.

— ¿Quién debe actuar de forma madura aquí?

—Yo de nuevo.

— ¿Y quién debe ser un ejemplo más para Delia?

—Tú y mamá—bromeé un poco pero no pareció gustarle la broma. Suspiré pesadamente—Yo, lo sé.

— ¿Podrías no discutir más con tu hermana y dejarla usar tu laptop unos días?, eres su hermano mayor, debes compartir con ella...

—Pero ella...

— ¿Cuántos años tienes, Darío?—volvió a las preguntas interrumpiéndome. Odiaba cuando hacía eso ya que me sentía como un niño pequeño al cual reprochaban por todo.

—Diecisiete.

— ¿Y cuántos tiene Delia?

—Trece.

— ¿Dejarás de discutir?

Antes de responder, el timbre sonó y sin perder tiempo abrí la puerta mirando a Vanessa. Sonrió costosamente, al ver a mi padre movió su mano.

—Buenas noches, señor Miller.

—Buenas noches, Vanessa. ¿Qué tal todo?—sonrió amablemente.

—Muy bien, gracias—me miró esperando que dijera algo.

— ¿Lista para irnos?

—Totalmente. ¿Vamos?

— ¿Vas a la fiesta también?—intervino mi padre algo curioso.

—Sí, Darío me invitó y como no tengo nada que hacer quise salir un rato—explicó Vane sonriendo un poco pero evitando verme.

—Y vamos tarde así que nos vamos—tomé su mano saliendo de la casa. Pude escuchar a mi padre diciendo que tuviera cuidado, en cuanto la puerta se cerró, me apresuré en llegar al auto. Al estar dentro y en silencio junto a Vanessa decidí colocarle cara al asunto—No podemos tratarnos así.

—Vamos tarde, enciende el auto—dijo sin verme.

—Vanessa, no puedes ignorarme.

Pude verla rodear sus ojos, su cabello liso estaba recogido en una coleta alta, llevaba un vestido suelto en la falda completamente blanco, chaqueta marrón, botas hasta los tobillos completamente negras y mordía su labio constantemente.

Al acercarme lento y haciendo lo mismo del supermercado me detuve ante su advertencia.

—Haces eso de nuevo y juro por Dios que saldré del auto diciéndole a mis padres que intentas abusar de mí.

— ¿Por qué me odias?, no tengo culpa—quise saber. Giró su rostro mirándome molesta.

—No te odio sólo me molesta que respires.

—Pensé que te molestaba el hecho de que saldría con Jazmín y el hecho de que ella me atraía—ataqué al instante logrando dejarla callada—Vanessa, lamento enserio hablar de ella todo el tiempo y lamento no corresponderte.

— ¿Cómo sabes que...?

—Es lógico.

—Eres un idiota muy inteligente—acusó entrecerrando sus ojos.

—Lo sé, es segunda vez que me dicen idiota—recordé a mi hermana y la pequeña discusión—Quiero seguir con nuestra amistad, sé que es mucho pedir pero...

—Vine para ir a una fiesta, conduce antes de que me arrepienta—me interrumpió apartando su vista de mí—Acepto tus disculpas y todo lo demás, yo también lo siento.

— ¿Eres mi amiga especial de nuevo?

—Lo que digas.

Sonreí haciéndole cosquillas, a los minutos comenzó a reír pidiendo que condujera. Sintiéndome mejor por eso encendí el auto dirigiéndome a casa de Daniel. Unos minutos antes de llegar bajé el volumen de la radio.

— ¿Te he contado de mi amigo Daniel, cierto?

—Creo que un poco, sólo que es tu amigo—respondió buscando algo interesante en la radio— ¿Por qué?

—Te lo presentaré—me detuve frente a su casa y Vanessa sin percatarse, saltó algo asustada por la aparición repentina de mi amigo.

— ¡Hey!, ¿Sabes qué hora es?—reclamó subiendo al auto—Estuve esperando desde hace rato y tú tardas... ¿Quién es ella?

—Daniel ella es mi amiga Vanessa, somos amigos desde niños—presenté mirándolos—Vanessa, él es Daniel.

—Un gusto—sonrió un poco mirándolo unos segundos y luego apartó la vista.

—Digo lo mismo.

Me pareció extraño que se mantuviera en silencio luego de eso, pasé recogiendo a Jazmín y pensé que Vanessa se enojaría pero no fue así. Al presentarlas fue casi lo mismo que con Daniel quien se mantenía callado. Jazmín me contaba más detalles sobre lo que sería la fiesta y Vanessa intervenía cuando era necesario.

Llegamos a una lujosa pero sencilla casa, se escuchaba la fuerte música, algunos invitados estaban afuera charlando o jugando entre ellos, Jazmín nos guió buscando a las chicas que en pocos segundos las encontramos.

—Iré a buscar algo de tomar...

—Yo te acompaño—se ofreció Vanessa. Daniel asintió y desapareció con ella. En todos lados habían jóvenes bailando, bebiendo, riendo, hablando, besándose apasionadamente y disfrutando de la música.

Las chicas intentaron hacer que bailara pero me negué, Jazmín les rogó que me dejaran tranquilo. Estuvimos hablando un rato y luego se alejaron para bailar. Una nueva música comenzó a sonar en el lugar y las chicas parecían conocer la letra.

La miraba sólo a ella, a pesar de la multitud que había, Jazmín se distinguía de las demás. Llevaba unas converse negras, pantalones blue jeans, una camisa de tirantes azul y una chaqueta negra mientras su cabello estaba recogido en una coleta. Pensé en Vanessa y nuestra reconciliación de amistad. Si Jazmín no correspondiera mis sentimientos... ¿Debía ir con Vanessa?, ¿Ella me aceptaría?

Intenté buscar con la mirada a Daniel o a ella pero no lo logré, bebí de mi vaso buscando de nuevo. Localicé a Vanessa en una esquina bebiendo mientras miraba a las personas bailar. ¿Dónde estaría metido mi amigo? Regresé mi atención a donde estaba en un principio.

Sonreí divertido mirando a Jazmín cantando a todo pulmón junto a los demás. Era gracioso verla así, su risa se alargaba con cada minuto y parecía disfrutar del momento junto a sus amigas, negué con la cabeza ante esa imagen, al beber un trago de mi vaso, Daniel llegó a mi lado.

— ¿Qué es tan divertido?—quiso saber curioso.

—Nada—mentí mirando a la chica que saltaba junto a Liliana disfrutando de la música— ¿No has conseguido a nadie interesante?

—Creo que sí—lo miré sorprendido—Y no dejo de pensar en ella pero no creo que sea buena idea acercarme más.

— ¿Quién es?—golpeé su brazo.

—Aquella chica de ahí—señaló con la mirada. Giré mi rostro a donde indicaba y mi sorpresa no pudo ser más. Volví a mirarlo algo serio.

— ¿Es enserio?

—Muy enserio.

—Acabas de conocerla, Daniel—me preocupé un poco.

—Es muy hermosa y atractiva, ¿Crees que pueda acercarme?

— ¿Para hacerle daño como a Victoria?—saqué el detalle y me miró algo serio—Vanessa es como mi hermana, no quiero que le hagas daño.

—Te aseguro que no pasará, ¿Me das permiso?—usó el tono sarcástico al final.

—No debes preguntármelo, intenta con ella pero ten cuidado—advertí por última vez. Sonrió divertido acercándose a mi amiga, sentí un nudo en la garganta al pensar en Daniel enamorado de Vanessa. ¿Podía ser posible?

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