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10. Déjame conocerte

Conducía en total silencio, Vanessa estaba a mi lado mirando por la ventana, quería que me dijera algo pero realmente quería su silencio. ¿Cómo podía enamorarse de mí?, ¿Por qué ella?, sé que podía preguntarle todo eso que me venía a la mente pero quizás sólo le haga más daño. ¿Cómo no pude darme cuenta antes?

Respiré hondo mirando la luz roja del semáforo. Tenía que decir algo, no podía resistirme más.

—Lo siento.

—Yo también—su voz fue seria y fría, giré mi rostro mirándola unos minutos. No quería hacerle daño, Vanessa era no sólo mi amiga, era como una hermana para mí. Ahí estaba el problema, ella no veía lo mismo que yo.

— ¿Debemos ser diferentes ahora?—pregunté algo temeroso de que su respuesta fuera un "". No quería que la bonita amistad que teníamos desde niños se perdiera por esto, cometí un gran error al ponerla a prueba.

—No lo sé, Darío, sólo llévame a casa—pidió sin siquiera mirarme.

El semáforo cambió a verde, volví a colocar el auto en movimiento reprochándome por mi actitud en el supermercado. Era un gran idiota.


Salí de la ducha comenzando a vestirme, escogí unos zapatos cómodos con un estilo algo clásico, negros, con los cordones blancos, pantalón azul oscuro, camisa de mangas largas algo suelta con rayas negras y blancas, y por último mi chaqueta oscura. Intenté controlar mi cabello despeinado pero no sirvió de nada.

La mayor parte del tiempo así era mi estilo.

Al estar listo salí de mi habitación bajando las escaleras, mis padres estaban en la sala riendo juntos.

— ¿Tienes todo listo?—preguntó mi padre al verme.

—Creo que sí.

—Estás muy guapo, cariño—sonrió mi madre colocándome más nervioso— ¿Seguro que es una salida de amigos?

Rodeé los ojos, la "salida de amigos" estaba volviéndose muy popular en mi vida.

—Mamá...

—Lo sé, lo siento.

—Debo irme, pasaré recogiéndola a su casa—tomé las llaves del auto y saqué mi celular escribiendo un mensaje a Jazmín.

—Espero que todo salga bien—dijo mi madre deseándome buena suerte.

—Eso espero—antes de acercarme a la puerta, me giré en cuanto mi padre me llamó.

—Sólo sé tú mismo—algo confundido asentí lentamente apresurándome a salir. Subí a mi auto conduciendo a casa de Jazmín luego de enviarle el mensaje.

Estaba completamente nervioso, me repetía muchas veces que sólo era una salida de amigos, por lo menos intentaba convencerme de eso pero me resultaba difícil. Suspiré un par de veces para intentar calmarme, la noche parecía muy tranquila, intenté concentrarme en las personas que rondaban por la calle.

Antes de llegar a casa de Jazmín, unas pocas casas antes me sorprendí por lo que vi. Estaba de pie cruzada de brazos, miraba el suelo mientras jugaba con sus pies, su cabello estaba suelto manteniéndose completamente liso lo cual me hizo pensar que se lo había planchado ya que al natural no era así, vestía unos pantalones negros, camisa morada con un corazón negro en el medio, suéter blanco junto a unas zapatillas del mismo color que su camisa. Estaba tan hermosa como siempre, su sencillez era una de las muchas cosas que me encantaban.

Me detuve frente a ella quitando el seguro de las puertas, Jazmín subió sonriendo al verme.

—Pensé que pasaría por...

—Lo sé pero es mejor no preguntar—me interrumpió colocándose el cinturón de seguridad— ¿Podemos irnos?

—Claro—me alejé de las casas dirigiéndome a la ciudad. Me ordené mentalmente a mantener la calma—Por primera vez no llevas nada azul.

—Pensé que sería bueno cambiar de color—se encogió de hombros algo divertida. La miré devolviéndole la sonrisa, su rostro estaba impecable, nunca usaba maquillaje. Era ella misma.

—Y es extraño verte con el cabello liso—señalé.

—Oh, sí—se sonrojó un poco tocando la punta de su cabello. Le daba un aspecto diferente, su rostro se veía más dulce así—No acostumbro hacerlo, tengo muchos problemas con él.

—Supongo que todas las chicas lo tienen.

—Eso creo—le restó importancia a eso pero luego cambió el tema algo curiosa— ¿Cocinaste bien?

—Tenías que mencionarlo—hice una mueca a lo cual ella rió divertida negando con la cabeza, sonreí al escucharla así—Sólo puedo asegurarte de que no encendí la casa.

—Eso es un progreso, ¿No?—aguantó una risita—Por cierto, el postre que tu padre me dio estuvo muy delicioso, se me había olvidado decirte.

—Tranquila, se lo diré cuando regrese.

— ¿No tienes tu celular puesto?—señaló el equipo de música— ¿Puedo colocar algo?

—Lo que quieras—concedí el permiso.

A los pocos minutos comenzó a sonar una canción, se me hacía muy conocida y sabía porque.

—Creo que mi hermana ha escuchado esa canción—dije no muy seguro.

— ¿Enserio?, es una de mis favoritas.

—Debe ser buena entonces—le subí volumen queriendo escuchar lo que decía. No logré entender mucho ya que al conducir me concentraba en el camino y los autos pero debo admitir que el coro era pegadizo. Jazmín murmuraba algunas partes, sonreía divertido al escucharla— ¿Por qué te gusta?

—No lo sé, simplemente me gusta—se encogió de hombros mirándome.

—Tiene buen ritmo.

—Creo que se refiere a que la vida siempre tiene un aspecto repetitivo, es decir, siempre te pasará eso aunque intentes evitarlo y de todas formas saldrás herido—tomó su celular escribiendo algo.

—Vaya—me sorprendí ante su análisis—¿Eres buena con las palabras, no Jazmín?

—Cualquiera puede decir eso, Darío—contestó llevándome la contraria. Al terminar de escribir, dejó su celular a un lado mirando al frente. Quería preguntarle sobre el tema de sus padres pero eso sólo la haría entristecer, quedaría como entrometido así que no era buena idea.

Detuve el auto al llegar al centro comercial, Jazmín decidió dejar su celular, hice lo mismo que ella para luego bajar del vehículo caminando a las grandes puertas del lugar. A pesar de ser casi las nueve, había mucha gente, al pisar las escaleras automáticas, me dediqué a mirar las tiendas de ropa que seguían abiertas.

—¿Qué película me recomiendas?

—Bueno...—pensé unos minutos mientras las escaleras subían lentamente llevándonos al segundo piso, el cine quedaba en el último nivel.

—Eliminemos las películas románticas.

—Pero eso es lo que las chicas ven—la miré algo sorprendido por eso.

—Lo sé pero es estúpido ver personas besándose y creyendo en el amor cuando la vida que tenemos es una verdadera mierda—explicó. Sus ojos se fijaron en mí al llegar al segundo piso—Lo siento, no debí decir la última palabra.

Sonreí divertido subiendo al siguiente piso, me había parecido muy gracioso escucharla decir una palabrota. Se veía muy tierna disculpándose por eso.

— ¿Qué género prefieres ver, entonces?

—Algo de comedia para reír un rato—sonrió mirándome. Al estar en el escalón frente a mí, parecía más alta dejándome a mí llegar hasta su hombro.

—Me parece bien—asentí con la cabeza.

Las personas eran muchas, para comprar las entradas fue una eternidad o al menos me lo pareció, Jazmín solía burlarse disimuladamente de las personas que vestían horrible o algunas chicas que iban en grupo y fingían ser alguien importante. Era imposible no reírme con ella, tenía un buen sentido del humor y no se mantenía callada lo cual me agradaba, eso quería decir que le gustaba mi compañía.

No coloqué atención al nombre de la película, sólo sabía que era comedia, tal como quería Jazmín. Compramos algunas palomitas, dos refrescos y algunas golosinas.

— ¿Qué hora es?—preguntó llevando dos palomitas a su boca.

—Las nueve exacto, en quince minutos entramos a la sala—contesté mirando las golosinas. Tomé una bolsa con gomitas de azúcar, según Jazmín, eran muy deliciosas—Nunca las he probado, espero que valgan la pena.

—Claro que sí, mira—me quitó la pequeña bolsa abriéndola—Dame tu mano—extendió su brazo tomando mi mano, sentí algo extraño al sentir nuestras manos juntas, sus manos eran suaves y tibias, eran delicadas—Mi favorita son las moradas, pruébalas—apartó su mano rompiendo la agradable sensación en ese momento.

Tomé dos gomitas moradas tal como había dicho, sentí el extremo sabor dulce de azúcar, en minutos al tragarlas dejaba un sabor a uva que era pasable.

—Tienes razón, saben muy bien—sonreí mirándola—Pero es extraño que no te gusten las azules.

— ¿Por qué todo tiene que ver con el azul ahora?—quiso saber riendo divertida negando con la cabeza provocando un movimiento en su cabello liso que le hizo parecer dulce, nos habíamos sentado en uno de los tantos bancos del lugar, no éramos los únicos que esperaban para entrar a la película.

—No lo sé, tu primera impresión fue con ese color—sonreí dulcemente.

—Gracias por hacérmelo saber—me devolvió la sonrisa sin apartar sus ojos café de mí. Noté que estábamos algo cerca, Jazmín tenía su cabeza inclinada hacia mi dirección, nuestros rostros estaban a pocos centímetros, mi corazón se aceleró un poco y sólo pensé en Vanessa. ¿Así se sintió cuando estuve tan cerca?

A los pocos minutos apartó su rostro volviendo a su posición, guardó la bolsita de gomitas mientras recogía un puñado de palomitas llevándola a su boca uno por uno. Suspiré calmando mi corazón, sólo era una salida de amigos.

"Eso quisiera pensar"

— ¿Y...?—antes de preguntar, me interrumpió sin verme.

—Lamento no haberte presentado a mis padres, no quería que sintieras el ambiente...tenso de mi hogar.

—No te preocupes—le resté importancia comiendo algunas palomitas también—Si lo hubieras hecho probablemente tus padres piensen que soy tu novio.

"Su novio, sería una de las mejores cosas que podría pasar"

Eliminé ese pensamiento de mi cabeza, era demasiado estúpido.

— ¿Crees eso?—me observó.

—Si te llevara a casa y conocieras a mi madre o a mi hermana, ellos pensarían que eres mi novia—me encogí de hombros sin mirarla. No quería que notara mi alegría ante esa posibilidad, estaba algo nervioso y hasta ahora he manejado muy bien esos nervios.

—Pensé que tenías novia o al menos que habías tenido muchas novias—sentí sus ojos aún en mí.

—Claro—bufé incrédulo burlándome de mi mismo— ¿Por qué pensaste eso?

—Todos los chicos son así.

Me sentí dolido por eso, levanté mi rostro mirándola.

—Creí que habías dicho que era diferente a los demás—mi voz fue algo seria y con un leve tono de enojo.

— ¿Alguna vez has juzgado a una persona sin conocerla?—preguntó manteniendo su voz dulce—Eso hice y suelo hacerlo a menudo.

—Vaya—me mostré sorprendido mirando a las personas pasar frente a nosotros—No pensé que fueras así.

— ¿Cómo así?—sentí la curiosidad en su voz.

—Antes de hablar tanto contigo pensé que eras perfecta en muchas formas.

Escuché una risita de su parte, al mirarla pude notar que se había sonrojado. Ella pareció entender mi expresión ya que intentó colocarse seria.

—Lo siento, es que...—volvió a reír un poco más alto— ¿Creíste que era perfecta?, es primera vez que un chico me dice eso y no sé si tomarlo como un coqueteo o...—dejó la frase sin concluir—Eso es un problema de las personas, ¿Sabes?, sé que en la escuela suelo ser muy alegre y suelo reírme por todo, me encanta hacerlo y me encanta reír. Es una forma de olvidar los problemas pero...creo que te he dado una mala impresión, Darío.

— ¿Una mala impresión?—fruncí el ceño confundido totalmente. ¿Cómo podía darme una mala impresión?

—No sería la palabra, sólo creo que...no me conoces muy bien.

"Pues eso intento hacer Jazmín, todos los días lo intento"

—Aunque siendo honesta—hizo una pausa, respiró profundo y su rostro fue algo triste—Creo que nadie me conoce realmente.

Me incliné un poco hacia adelante y miré sus manos juntas, entrelazadas, sus uñas eran cortas y sólo tenían un leve brillo. Recorrí sus brazos con la vista hasta llegar a sus ojos, toqué sus manos juntas apoyando la mía sobre ellas.

—Déjame conocerte, entonces—susurré intentando parecer dulce y no un falso e idiota chico que sólo quiere aprovecharse. Sus ojos café brillaron al fijarse en los míos, sonrió de lado sin decir nada.

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