Capítulo 64. Alessia
"Nunca dejes que la tristeza de tu pasado y el miedo a tu futuro arruinen la felicidad de tu presente"
El arrepentimiento es uno de esos sentimientos que te dejan huella. No digo que todos los demás no lo hagan ni mucho menos pero, justo ese en específico, te deja con la cabeza pensando en el posible «¿Y si...?».
¿Y si en lugar de haberle pedido un tiempo a Logan, hubiera aceptado que con la ayuda de los demás conseguiré salir de todo este estúpido embrollo? ¿Y si no hubiera sido tan estúpida anoche? ¿Y si no hubiera abierto la boca para decir gilipolleces?
¿Se habría quedado? ¿Me habría ayudado? ¿Me habría levantado del suelo o habría tirado la toalla?
Sacudo la cabeza, posiblemente los remordimientos llegan a ser incluso peores que el arrepentimiento. Aún así, están encadenados, el arrepentimiento va de la mano con los remordimientos. No se lo desearía a nadie, ni siquiera a Stacy que es la persona a la que menos he llegado a soportar.
Por otra parte, entrar al instituto tampoco es algo de mi agrado justo cuando veo a todos los alumnos mirando en mi dirección. De nuevo en el centro de atención, trato de escabullirme para que se enteren de que esto no me agrada. No dudo que sea por cierto pelinegro pecoso. Ojos azules, verdes, negros y castaños, todos concentrados en mí sin percatarse de que yo también sé observar y soy más disimulada que ellos.
Sigo mi camino ignorando a todos, cualquier comentario que podría haber escuchado es nulo para mi cabeza. Solo oigo el sonido de mis pies al tocar el suelo con los otros cien pares de piernas que hacen lo mismo que yo, dándome una mirada cargada de sorpresa cuando paso por su lado. Todo sea dicho.
No encuentro la razón a que mi taquilla esté completamente sola, con un pequeño corrillo sin una sola persona a su alrededor cuando estoy enfrente. Miro a mis costados buscando un signo, un indicio de que haya ocurrido algo.
Nada. Logan tampoco parece que haya venido, ni siquiera lo he visto desde que he puesto un pie en el recinto donde comienza el instituto. Suelto un suspiro, frustrada, al reconocer que es probable, por no decir seguro, que no lo vea hoy, que pueda siquiera disculparme.
Es justo hacerlo cara a cara, ver cada expresión de su rostro cuando confiese. No tengo ganas de expresarme mediante un maldito mensaje que puede ser malinterpretado con que le cambiemos el tono de voz en nuestra mente. Tampoco le llamo, no me lo ha estado cogiendo desde aquella noche y no creo que hoy sea uno de esos días que se atreva a contestarme.
Abro la puerta de la taquilla, casi vacía por las vacaciones vinientes, y cojo los pocos libros que tengo dentro. Hago una nota mental recordando pasarle por lo menos un trapo al casillero antes de devolverlo al instituto, hay como un dedo de polvo. Un asco.
— Eh — murmura una voz, no giro mi cabeza con la sospecha de que no se trata de mí. Hace bastante tiempo que voy sola por los pasillos, por lo menos y por desgracia más emocionalmente que física —. ¿Alessia? — interroga cuando no contesto.
Giro mi cabeza tomándome como aludida. Ya es demasiada coincidencia que se quede a mi lado y que además me llame por mi nombre. Mis ojos distinguen un rostro blanco, sin una gota de maquillaje y con un cabello rubio brillando con la luz del pasillo y con esas mechas azules en las puntas que le quedan como anillo al dedo.
Me muestra la sonrisa más agradecida que he visto nunca, se la devuelvo aún sin entender qué está haciendo a mi lado cuando en ningún momento hemos entablado una o dos frases. Creo que cuando más hablamos fue aquella noche cuando su novio casi se me tira a la yugular y ella intentó calmarle. Solo por eso creo que le debo una.
— Hola — saludo, alzo el brazo cogiendo el libro en mi mano y abriendo la mochila para dejarle entrar —. ¿Qué tal? — cuestiono, me pongo los asquerosos e agobiantes mechones de pelo detrás de la oreja cuando mi cabello decide tirarse al frente y negarme tener una visión periférica.
— Perfecto — responde, asiento sin tener idea de qué decir para aliviar la tensión que se acumula entre nosotras o para al menos saber el motivo por el que está en mi lado. Nunca se ha acercado hasta ahora —. ¿Y tú? — devuelve.
Sonrío entristecida.
— He tenido meses mejores — responde forzando una sonrisa despreocupada que nunca llega. Caigo en la cuenta de todo cuando me callo, ya tiene sentido que ella esté aquí —. ¿Te has enterado, no? — bufo con una sonrisa irónica, imita mi expresión luciendo como cachorrito abandonado.
— Las noticias corren como la pólvora y Logan le contó anoche a Thiago — afirma culpable.
— Tu novio debe estar deseando matarme — aseguro, se le escapa la risa a pesar de que desea ocultarla. Después de la guerra que me estuvo dando para que demostrara mis sentimientos verdaderamente a Logan, Thiago se encontrará con mi muñeco de vudú pinchándome con sus mortales agujas.
— No te creas — confiesa, mira hacia arriba unos segundos como loca enamorada pensando en su amado y vuelve su atención a mí —. En verdad le caes bien, solo que Logan y él han sido amigos desde que eran unos enanos. Son como hermanos.
— Entonces estoy segura de que debo correr y esconderme en el primer sitio que encuentre — bromeo.
Soltamos la carcajada más real que he escuchado y sentido desde hace mucho tiempo. Sana mi alma y la renueva, aunque sea para los pequeños arañazos. La herida más grande aún sigue abierta y supurando pero al menos no está llena de sangre a su alrededor.
— ¿Cómo estás tú? — cuestiona cuando la risa cesa. Me observa con tanta atención que me siento agradecida, había pasado tanto tiempo desde la última vez que obtenía este tipo de atención de alguien que no fuera de mi familia que ya no recordaba cómo se sentía.
Me encojo de hombros.
— No he dormido en toda la noche — declaro, no me importa tener que probar su confianza. Si ha venido hasta aquí por su cuenta para comprobar cómo estoy,ya se ha ganado todos mis respetos.
— Conozco la sensación — afirma sonriendo triste —. Es horrible.
— Espantosa.
— Y asquerosa — concuerda.
— Nunca lo habría podido describir mejor — cabeceo, soltando una risa con la que me acompaña. Esto se siente mejor que bien, es increíble dentro de lo que cabe —. ¿Cómo hiciste que te perdonara? — interrogo comprendiendo que ella ya ha pasado por esto y tendrá más experiencia que yo.
— Fui una maldita acosadora yendo hasta su casa y pidiéndole a su hermana que me llevara hasta donde estaba. Después de eso solo fue cuestión de parecer más psicópata y acorralarlo hasta que me escuchara — contesta, parece la situación más normal del mundo mientras lo cuente y no consigo evitar que la sonrisa divertida se apodere de mis labios.
— Me apuntaré la idea — apremio —. Puede que te la robe — contesto.
— Es toda tuya — ofrece.
Volvemos a reír, la conversación fluye con tanta sincronía que no me lo creo. Por alguna razón, una en concreto, no consigo detener a mis inquietos ojos de desplazarse por el instituto. El corazón se me detiene, la respiración se me queda atravesada entre mis pulmones y los orificios de mi nariz y entreabro la boca con la esperanza de aprender cómo se respira.
Sus ojos pardos se detienen en mí sin realizar ningún movimiento, me somete a una revisión descarada. No impido hacer lo mismo con él reconociendo con mucho esfuerzo el inadvertido delineo rojizo de sus ojos y las potentes venas rojas, casi hinchadas, que me alivian al saber que está igual que yo.
Soy hija de puta, lo reconozco.
Sigue con esas preciosas pecas moviéndose como las estrellas en el firmamento, su piel tersa y suave que tantas veces he tocado y que en la vida me cansaré de hacerlo. Su cabello más desordenado que de costumbre haciéndome dudar de si se ha peinado siquiera o de si ha estado tan nervioso como yo cuando ha venido al instituto y no ha parado de toquetearse el pelo.
Eso por no hablar de la ropa arrugada, de sus zapatos llenos de barro y de sus manos apretadas en dos tensos puños.
Es el primero en romper el contacto visual dejándome con ganas de más, de que me mire, de poder acercarme, de darme una pista o algo para saber si me acerco o es mejor quedarme donde estoy. Sacude la cabeza. Se le frunce el ceño como acto reflejo dándome la respuesta que necesito. Suelta un bufido haciéndome reconocer lo molesto que se encuentra y llevándose las manos a la cabeza tirando de su cabello.
Está enfadado, irritado, triste y molesto. Mis pies están en arenas movedizas imposibles de retirar del suelo. Escucho una voz a lo lejos, demasiado lejana. No comprendo nada de lo que suelta por su boca aunque tampoco consigo mirarla.
Mi atención está totalmente clavada en cómo Logan dirige una última mirada en mi dirección antes de largarse. Carece de sentimientos y retengo en mi interior ese grito frustrado que quiere salir de mi boca por estar en el punto en el que estamos, de nuevo es por mi causa.
Ser una idiota no es suficiente para describirme, ni siquiera es una octava parte de lo que en realidad soy. Debí creer a todos aquellos que tenían la mentalidad de que era una niña mimada, de que he crecido con dinero y que me han consentido cada mínima cosa. Tengo que darles la razón a todos aquellos que pensaban, que incluso siguen pensando, que soy una egoísta, que lo poseo todo, que nunca voy a tener ni una mínima cosa por la que preocuparme.
A fin de cuentas, el karma me está devolviendo todo el mal que he hecho.
— ¡Alessia! — llama mi atención, solo la escucho cuando el tacto de sus manos en mis mejillas me devuelven a la vida. No me había percatado siquiera de que estaba llorando aunque era obvio después de casi doce horas aguantando para no despertar a mis padres con los sollozos y los gemidos.
— Me odia, Elizabeth — susurro.
Pienso que no me ha escuchado, me sorprende cuando sus brazos me rodean y me acercan a ella. Sus manos acarician mi espalda en busca de reconfortarme cuando apoyo mi mejilla en su hombro. Mis lágrimas estarán mojando su camiseta. Con lo bonita que es y la estoy echando a perder.
— No te odia, Ale — murmura, es la primera vez que escucho un apodo salir de su boca y no se siente extraño —. Estoy segura que no está ni una cuarta parte enfadado contigo, solo está irritado. Has estado demasiado tiempo pasando de él, con perdón, es obvio que está frustrado.
— No me va a perdonar — vuelvo con la mía.
Con esas se separa de mí. Me observa y alza la ceja con una pequeña sonrisa escalando en sus labios, retándome.
— ¿Estás bromeando? — pregunta, niego con la cabeza incapaz de abrir la boca para contestar. La sonrisa que suelta no me la veo venir —. Deberías haber visto como te ha mirado hace menos de dos minutos -
— Enfadado — interrumpo, rueda los ojos.
—A veces dudo de tu inteligencia, Ale. Luego veo tus notas y se me pasa — bromea, agrando los ojos sorprendiéndome de que vea mis notas. Ignora mi gesto y prosigue —. Lo que digo es que no está tan enfadado como parece, estar enfadado, incluso furioso, significaría que no te dirija la mirada. Te ha buscado para verte por que ni siquiera le toca su clase en este pasillo — responde obvia.
— ¿Cómo lo sabes? — pregunto frunciendo el ceño.
— Tenemos la misma clase ahora y es en el bloque de enfrente — contesta con una sonrisa —. ¿Ahora entiendes por que te digo que no te odia? — asiento, la felicidad creciendo a niveles impresionantes —. He visto pocas parejas que se quieran tanto como vosotros dos, nada más hay que ver cómo estuvisteis en aquella partida de pool. Recé para que no os quitarais la ropa delante de todos — se cachondea.
Río sin evitarlo, el recuerdo envía millones de sentimientos que vienen hasta mí en fuertes oleadas.
— Los dos os queréis como dos locos, es imposible que se desperdicie eso. Ninguno de los dos podría hacerlo — asegura.
Sigo observándola, con su rostro blanco y sin un maldito grano. Sus ojos me miran con un cariño lo que me hace preguntarme por qué no me he atrevido a entablar una conversación como esta con ella antes. Esbozo una sonrisa inevitable.
— Muchísimas gracias, Elizabeth — confieso con el corazón en la mano.
— Llámame Liz, odio que mi nombre sea tan largo — guiña, vuelvo con mis tareas con ella a mi lado.
El peso en mi pecho disminuye los kilos necesarios para caminar sin tener que parar a tomar aire. Logan sigue en mis pensamientos otorgándoles una esperanza que Liz se ha encargado de hacer brotar. Me obligo a luchar por él, a dejar de ser la misma estúpida que espera a que los demás le salven para poder ser feliz.
Me merezco controlar mi propio barco sin que se convierta en el Titanic.
Debo tener el timón en mis manos para seguir avanzando.
MARATÓN ROTO 2 HASTA EL FINAL DEL LIBRO.
SIENTO NO HABER ESTADO ACTUALIZANDO. No sé si sabréis pero, en Alicante, son las Hogueras. Estamos con las mascletás, la plantá de las hogueras, es un alboroto increíble pero el caso es que no he tenido tiempo ni de respirar.
¡Qué raro en mí! (que se note la ironía). Vais a llegar a pensar que es una excusa, de verdad que lo siento >.<
En fin, espero que os haya gustado el capítulo. Necesitaba un poquito de Liz para terminar este libro. Le tengo mucho cariño a Elizabeth y a Thiago y era imposible que no salieran en la novela. Antes muerta a hacerlos desaparecer de la vida de Logan.
¡Pregunta Random!: ¿Qué os ha parecido?
Para que veais lo que es tener una hoguera en Alicante, aquí está la que tenemos en el ayuntamiento:
XOXO,
NHOA
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