Capítulo 56. Alessia
Disfruta de la persona que tienes al lado. Un día puede estar, como el siguiente desaparecer.
- Alessia Murphy
— Tus padres están comenzando a preocuparse por ti, ¿sabes?
Su voz se escucha distorsionada, no me muevo del lugar en el que estoy ni hago algo para realizarlo. El sueño desea atraparme de nuevo en esa niebla de tranquilidad y paz, no recuerdo absolutamente nada y no tengo ni idea de donde estoy pero se está divino y no quiero dejarlo atrás.
— Piensan que vas tardar como una semana en despertarte o algo por el estilo. Estoy intentando no creerles, dulzura, pero es demasiado complicado por cómo te veo.
¿Logan? Intento fruncir el ceño pero no lo consigo, una fuerza externa me lo impide, no soy capaz de mover ninguna parte de mi cuerpo y comienzo a asustarme. Mi cerebro empieza a funcionar registrando la voz de mi novio pecoso, trato de recordar alguna cosa de lo que ha sucedido para encontrar el motivo por el que no consigo ni mover un dedo.
— Llevas aquí solo medio día, no te lo niego, pero podrías despertar o abrir los ojos, por favor.
¿Medio día? ¿Abrir los ojos? ¿Despertar? ¿Qué narices está sucediendo ahí fuera?
Siento un movimiento a mi alrededor, una sombra tras mis párpados cerrados y, a continuación, el tacto de su mano rozando la mía. Entrelaza sus dedos con los míos dándoles un apretón que no logro responder de vuelta. ¿Por qué no puedo moverme?
— Te echo de menos, dulzura, y solo he estado, ¿qué? ¿Doce horas sin ti? Son demasiadas para siquiera creérmelo — ríe amargo.
Los músculos de mi cuerpo comienzan a hacer presión en mí, pruebo a no olvidarme de su voz, a no volver a entrar en esa espiral de satisfacción y comenzar a sentir lo que es verdaderamente real. El dolor de mis articulaciones inicia un recorrido por todo mi cuerpo y me sobresalta. El amago de una mueca con mis labios se queda en solo eso, no realizo ningún movimiento por más que quiera.
— Quiero que estés conmigo. Todos están esperándote para saber cómo estás y solo me quedan unos cuantos minutos antes de que tenga que marcharme. Tus padres también quieren verte y solo quedan unas pocas horas para que el horario de visita termine. La enfermera no ha parado de repetírnoslo, he estado a punto de golpearla — escucho el rastro de una sonrisa en su tono.
Me imagino sus dientes blancos mostrándose bajo esos finos y tiernos labios, sus pecas adornando todo su rostro como preciosas constelaciones que se alinean para mí cuando sonríe. Su cabello negro debe estar destartalado en todas direcciones como si se acabara de levantar...
Su cabello negro.
Su maldito cabello negro.
Tommy.
El aire comienza a escaparse de mis pulmones conforme los recuerdos asaltan a mi mente uno detrás de otro. Una estúpida película, unas asquerosas diapositivas que secuencian la escena más horrible que he presenciado en mi vida. Yo hablando con Logan. Yo cerrando los ojos mientras conducía. Tommy llamándome a gritos. Un coche estampándose con el mío. El cuerpo de Tommy anteponiéndose al mío. El cristal estallando en mil pedazos mientras nuestros cuerpos se impulsaban al exterior.
Todo. Una. Horrible. Película.
La inmensa intención de abrir los ojos se incrementa, necesito saber que Tommy está bien. Tengo que saber que no le ha sucedido nada por mi maldita culpa. Mi cabeza ordena a todo mi cuerpo a levantarse, grito interiormente en busca de la salida a esa vorágine de ensueño, de incertidumbre y terror que se está convirtiendo en una cárcel de la que soy esclava.
Encuentro una luz del exterior en la celda y no dudo en salir por ella. Empiezo por mover mis labios boqueando como un pez e intentando comprobar que puedo moverlos, puedo sentirlos. El silencio de Logan es ensordecedor e intento recordar que sigue ahí, que no me estoy enfocando solo en el movimiento de los músculos de mi cuerpo.
Para cuando agudizo mi oído, vuelvo a escuchar su voz. Parece que no me he perdido nada de lo que ha dicho por que no ha seguido la conversación mientras trataba por todos los medios posibles de moverme. Trato de enviar a mi mano las señales para moverla, para darle un apretón como él me lo ha dado antes.
— ¿Sabes? El entrenador me ha vuelto a recordar lo de la beca de deporte. No la voy a aceptar, quiero conseguir una plaza en tu universidad, la de Connecticut, ¿no? He estado hablando con el entrenador y con mi madre y les ha parecido bien a los dos pero si no estás conmigo no voy a poder siquiera entrar en la universidad. Sigues queriendo ser asistente social, ¿verdad? Si no despiertas, no podrás ayudar a todas esas personas, dulzura. El mundo te necesita.
Tengo ganas de llorar como una condenada cuando termina. Se le rompe la voz a mitad de la frase y carraspea intentando disimularlo, como si creyera que soy tonta y que, a pesar de tener los ojos cerrados y de estar buscando los medios para moverme, no me diera cuenta de que lo está pasando mal. Lo está pasando mal por mi culpa. Como con el estúpido accidente.
— Te necesito, Alessia.
No acaba de pronunciar mi nombre cuando un ataque de fuerza se extiende a través de mi cuerpo y me llena de valor para enviar las órdenes por mi clavícula, por mi brazos hasta llegar a mis dedos. Hago uso de una fuerza descomunal para mover uno de mis dedos y acariciar unos centímetros del dorso de su mano.
El sonido de su cuerpo moviéndose en algún lugar me alivia, tarda unos segundos en conseguir hablar con algo más que no sean hipidos o respiraciones aceleradas.
— ¿Dulzura? — interroga —. ¿Estás despierta? — vuelve a preguntar con la emoción apoderándose de su tono.
Me encantaría decir que sí y que he estado escuchándolo todo el tiempo, o al menos gran parte de su conversación pero lo único que llego a hacer es apretar su mano en un indicio de que no son imaginaciones suyas.
— Oh Dios mío — exclama, se levanta de lo que supongo que es la silla y escucho unos pequeños pasos acercarse a mí. Sus labios se ponen sobre mi frente dejando un casto beso, reconozco que ha estado llorando a causa de la humedad de su boca. Bueno, y por los hipidos que no paran de salir de su garganta —. Sigue así, dulzura. Ya casi lo tienes. Voy a llamar al médico — susurra.
De no ser por que no puedo hablar, le diría que no le llamara, no quiero estar rodeada de médicos mirando cómo estoy cuando solo quiero llorar por la incertidumbre de no tener ni una asquerosa idea de cómo está Tommy. Me ha salvado la vida aún cuando no debería haberlo hecho, tengo que saber como está.
Lo siguiente que trato de mover son los párpados, lucho contra la oscuridad que me acorrala y busco la salida, la entrada de esa luz cegadora que hay en el exterior por cuenta de las horas que he estado inconsciente. ¿Doce horas ha dicho? Eso parece un mundo sin saber cómo está Tommy.
Lo consigo. Mis ojos se abren con la visión de una mirada clavada sobre mí, esos iris color pardo se entierran sobre los míos. Sonreiría en caso de poder moverme pero la luz abrasadora me obliga a cerrar los ojos de nuevo. Un gruñido escapa de mi garganta sorprendiéndome de lo rápido que estoy consiguiendo moverme.
En realidad, ha parecido que transcurría una eternidad desde que he movido el dedo.
— Dulzura, estoy aquí, ¿de acuerdo? Mírame, por favor — murmura.
Obedezco a sus palabras reconociendo que, si quiero saber el estado de todos — sobretodo de Tommy — necesito abrir los ojos. Por Logan, por Tommy y por mis padres. Lo vuelvo a intentar tomándome mi tiempo a pesar de escuchar los pasos acelerados de los médicos acercándose hasta lo que supongo que es mi habitación de hospital.
Me niego a que lo primero que vea sean unos médicos estúpidos.
Con todas las fuerzas que consigo reunir, voy levantando los párpados y despegándolos de la ficción a la que he estado sucumbiendo durante doce horas. Vuelvo a encontrarme con esa mirada parda y me da un vuelco el corazón al adaptarme a la luz de la habitación y ver su rostro sonriente en mi dirección.
Inspiro con tranquilidad, alzo mi brazo libre y frunzo el ceño cuando mis manos tocan una mascarilla de la que no reconozco su existencia. Comienzo a agobiarme cuando noto el tubo que le sigue y que me ayuda a respirar. La mano libre de Logan se coloca sobre la mía y me obliga a mirarle a los ojos, esos ojitos que se encuentran delineados por un tono rojizo.
— Hola, Alessia — habla una voz, no me da tiempo a abrir la boca para saludar a Logan, le dirijo una mirada cargada de arrepentimiento antes de fijar mis ojos en la persona con bata verde que camina hasta mí con una sonrisa —. Veo que has despertado, ¿eh?
No, doctor, es simplemente un espejismo de sus ojos, pienso con mi voz cargada de ironía en mi cabeza
— ¿Cómo te encuentras? — pregunta, sus pasos no se acercan más cuando llega a su destino delante de mí. Logan se aparta unos centímetros permitiendo que el doctor se acerque, trato de mirarlo para que no se aleje de mí pero no lo consigo, el hombre de sonrisa de anuncio de dentífricos opaca mi campo de visión.
Estoy perfecta, doctor Dentífrico, en menos de unos minutos estaré danzando y saltando de alegría por estar viva.
— Es... — mil agujas se clavan en mi garganta impidiéndome hablar. Tampoco me funciona demasiado que una estúpida mascarilla me está tapando la boca.
El señor me sonríe, no deberá tener más de treinta años a pesar de la cantidad de arrugas que comienzan a cubrir su rostro. Se apiada de mí acercando sus manos a mi rostro y retirándome la mascarilla de la boca, la muevo junto con mis mejillas siendo consciente de la movilidad de mi cuerpo.
— ¿Quieres un poco de agua? Tienes que estar muerta de sed — asiento, la ternura con la que este hombre me trata me irrita. No por que sea amable, sino por que parece que sea una muñeca de porcelana a punto de romperse y eso me da más miedo aún. El cariño va ligado al dolor, al menos en este tipo de casos.
El doctor deja pasar a Logan, con un vaso de agua en sus manos. Me ayuda a incorporarme con una delicadeza incomparable. Le sonrío triste aceptando el vaso que me ofrece y que me posa sobre los labios cuando contempla que me tiemblan las manos. El pánico se acentúa en mi cabeza, en mi corazón y en mi alma más de lo que debería ser posible.
— Vamos a hacerte un pequeño examen, ¿vale? Puedes no hablar aún si te cuesta, es normal estando inconsciente tanto tiempo tras un accidente de ese tamaño — responde, la sonrisa no flaquea nunca y comienza a ponerme de los nervios.
He estado inconsciente, con una persona a mi lado que ha sufrido más que yo, ¿y se preocupa por si no hablo ahora? Está claro que no me voy a mantener callada por mucho tiempo, por no decir nada.
— ¿Cómo está Tommy? — ordeno a las palabras a salir a pesar de entrecortarme y necesitar varias pausas para soltar la pregunta. Mis ojos han estado clavados en Logan todo el tiempo y cuando aplana los labios y aparta la mirada hasta dirigirla hasta el doctor, vuelvo a recordar cada escena del accidente.
Esto no está bien.
— ¿Puede dejarnos solos un momento, por favor? — pregunta Logan. El doctor duda.
— Pero...
— Solo van a ser unos minutos, podría ir diciéndoles a sus padres que ha despertado y que la ha visto bien — avisa, el cuerpo del doctor está rígido mientras Logan sigue —. Le podrá hacer el examen en unos minutos, no morirá — trata de suavizar con una sonrisa que el doctor le devuelve —. Tengo que contarle todo — explica.
Parece entender la invitación a salir cuando finalmente el doctor suelta un suspiro largo y asiente. Me mira para después volver la vista a Logan.
— Cinco minutos — responde —. Ni uno menos — espeta comenzando a salir.
— Tardaré menos — asegura Logan no muy convencido. Lo reconozco por la manera de aplanar los labios antes de contestar, el mismo gesto que utiliza para tranquilizarse en caso de que algo horrible suceda. Lo hizo cuando llevamos a Tommy a casa después de verle borracho en el bar, lo hizo cuando fuimos a recoger a su padre del casino y lo está haciendo ahora cuando Tommy y yo hemos tenido un accidente por mi culpa.
— ¿Cómo está, Logan? — la pregunta escapa de mis labios otra vez, cada vez con el miedo subiendo por mi garganta y amenazando con salir y vomitar todo lo que tengo en el estómago. Si es que tengo algo después de doce horas sin probar bocado.
No me mira en ningún momento mientras se acerca hasta la cama, sus ojos se mantienen fijos en el emocionante suelo de mármol cubierto seguramente por tres dedos de polvo. Un hospital no es un buen lugar para ponerse a contemplar rincones, menos aún el maldito suelo.
Quiero que me digas cómo está, joder.
Las lágrimas amenazan con salir impresionándome el tiempo que estoy soportando sin explotar en un torbellino de gotas saladas. Logan consigue levantar la cabeza y cruzar su mirada con la mía. Casi deseo que no lo hubiera hecho en cuanto contemplo esa mirada de tristeza, de arrepentimiento y de dolor clavada a fuego en sus pupilas. El primer sollozo sale de mi boca reconociendo lo que eso significa, las ojeras bajo sus ojos no son solo a causa de que yo haya estado inconsciente más de medio día.
— ¿Cómo está? — gimoteo, el dolor en el pecho se incrementa y no encuentro la manera de respirar.
Sus manos bajan hasta las mías y las sostiene entre las suyas, quiero despegarme de él al igual que quiero estar completamente ligada a él. Quiero salir de la habitación del estúpido hospital y ver a Tommy sonriendo y diciendo que debo estar loca por cerrar los ojos mientras conducía y también no quiero salir con el pánico de no encontrar su presencia a cincuenta kilómetros a la redonda.
— Él no... — respira, esa negación lo dice todo pero sigo esperando esperando que diga algo diferente. Un «Él no sería capaz de dejarte sola» o un «Él no conseguiría nunca perderte de vista» o a lo mejor solo quiero que esa negación sea el comienzo de una palabra bonita. De un «notó que un coche venía y os salvó a los dos, él está bien».
Pero, a diferencia de lo que mi corazón quiere escuchar, las palabras que salen por la boca de Logan teñidas de un terrible dolor son las que provocan el impacto del terremoto en mi interior, el impacto de ese conocido meteorito que destruyó a los dinosaurios y que ahora ha aterrizado sobre mi cuerpo extinguiendo cualquier sentimiento de felicidad.
— Él no está, Alessia — susurra —. No lo ha conseguido — se decanta.
Ninguna frase es buena cuando tienes que contarle la muerte de un ser querido a una persona pero, con las suyas, el dolor de la negada pérdida es insoportable. No por la manera de decirlo sino por el rostro de Tommy mostrándose delante de mí mientras lo decía, sonriéndome y recordándomelo todo.
Cada maldita cosa que he hecho para que él terminara muerto.
Por mi culpa.
— No — susurro, las lágrimas salen por mis ojos como agua al beber. El tercer, cuarto o quinto sollozo sale de las profundidades más oscuras de mi garganta. Retiro mis manos de las suyas llevándomelas al pecho tratando de detener el horrible dolor que se extiende por mi alma. No consigo relacionar nada más que no tenga que ver con el dolor, con el pánico, con la muerte o con el rostro de mi mejor amigo cubierto de sangre.
Por mi culpa.
Todo por mi culpa.
¿POR QUÉEEEEEEEEE? TOMMY NOOOOOOOOOOO (llorandooooooooo)
Espero que os haya gustado el capítulo y, por mal que llegue a sonar, que os haya podido sacar alguna que otra lagrimilla :'(. El próximo capítulo será el martes, por si las dudas y no creo que os agrade más que este, o quizás sí, quién sabe.
Hoy no tengo mucho más que decir así que muchas gracias por los votos y comentarios del capítulo anterior, sois lo más.
¡Pregunta Random!: Si tuviérais que cambiar algo de la historia, ¿qué sería?
¡Pregunta Random 2!: ¿Qué harías que sucediera en los próximos capítulos en caso de ser vosotrxs lxs escritorxs de esta novela?
PD: Lxs que sean de España, ¿algunx habéis visto Eurovision?
¡Besos y XOXO!
NHOA
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