Capítulo 55. Logan
Los sueños pueden ser perfectos, llegar a parecer reales, ser increíble. Pero, al final del día, tú eres el único que decide si los quieres tenerlos en tu vida o dejarlos como eso. Como simples sueños en tu cabeza.
- Logan Douglas Wilkinson
— ¡Alessia!
Joder. Hostia. La puta madre.
Me llevo las manos a la cabeza gritando su nombre de nuevo, descargando la impotencia con mis chillidos. Los pasos de mi padre se acercan hasta mi puerta y deciden no entrar, hombre listo. Estampo el móvil sobre la cama, lo lanzo y dejo que, en caso de que se rompa, se haga en mil pedazos.
Hijos de la gran puta.
¿Qué cojones ha sido ese puto ruido? ¿Por qué hostias no me coge el puto teléfono?
¡Joder!
— ¿Qué ha pasado? — cuestiona una voz rasposa. La urgencia se nota en su tono de voz y la olvido más rápido que nunca, imaginando que él no se encuentra a mi lado preguntando esa gilipollez. Las lágrimas escuecen en mis ojos y mi cabeza da vueltas. ¿Dónde cojones está Alessia?
Cojo las llaves del coche de encima del escritorio y no le dirijo ni una sola mirada a mi padre mientras salgo de mi habitación. A estas alturas es un milagro que no se haya largado a un casino, casi agradecería que no esté aquí entorpeciéndolo todo.
— ¿Qué ha pasado, Logan? — repite.
— Me largo — respondo, la voz se quiebra a media frase. Me llevo el puño a la boca impidiendo que las palabras salgan por ella. Necesito encontrar a Alessia.
Cierro los ojos unos segundos encontrando un lugar por el que Alessia estaría, por el que al gilipollas e idiota de Rodgers se le ocurriría beber. Mis párpados se pegan obligándome a abrirlos y recordarme que no tengo ni una puta idea de dónde cojones puede estar.
— ¿Qué ha pasado? — interroga por tercera vez. No distingo ningún rastro de alcohol en su tono de voz, algo increíble a estas alteras. Me fijo en sus ojos para nada rojos o dilatados y en su espalda rígida y tensa. Sonrío amargo haciéndome gracia que, por primera vez en los últimos cinco años, se esté preocupando por mí.
— Creo que Alessia ha tenido un accidente, papá — espeto con la rabia apoderándose de mi tono de voz. Su cuerpo se ha puesto delante de la puerta de salida antes de que pudiera siquiera coger el pomo y me está impidiendo salir a buscar a mi novia sin perder un tiempo demasiado que podría ser imprescindible.
Entreabre los labios mostrándome parte de sus dientes y boquea varias veces, parpadea otras cuantas. Me cago en su puta madre para cuando consigue abrir la boca. ¡Joder, necesito buscarla!
— ¿Está bien? — pregunta. Parpadeo.
— ¡Cómo cojones voy a saberlo, papá! ¡Me ha estado llamando con su puto exnovio en el asiento del copiloto y he escuchado un jodido golpe, joder! ¡El puto golpe se ha escuchado al otro lado! ¿Cómo cojones sé si está bien si no me dejas salir por la jodida puerta e ir a buscarla? — despotrico.
El aire se escapa de mis pulmones como el animal indefenso dentro de una corrida de toros en España. La paciencia de mi cuerpo y mi voz tiene un límite y el jodido torero no para de dar estocadas hasta que termino reventado al lado de la puerta, con el a dos centímetros de mí y la espada clavada al fondo en mi alma. La primera lágrima escapa de mis ojos advirtiendo más, avisando de que esto es solo el chispeo de una lluvia torrencial.
— Llama a sus padres — responde, esquiva mi mirada más veces de las que puedo reconocer. No comprendo la razón pero tampoco me paro a pensar en ellos más de dos segundos.
— ¿Qué?
— Llama a sus padres, Logan — contesta de nuevo, sus ojos se clavan en los míos. Visualizo la mirada de determinación en sus pupilas, su cuerpo se relaja y su voz es impotente para cuando coge las llaves del coche de mis manos y me vuelve a hablar —. Dile a sus padres lo que ha pasado. Vamos a ir en coche a ver si podemos ver a donde están — declara.
No me da tiempo a debatir con él, con su poca implicación en mi vida o de discutir que no tiene ni una maldita idea del lugar aproximado en el que pueden estar. Bufo enfadado con la cabeza dando vueltas y las manos temblándome, por no hablar de los labios y de mi voz quebrada. Comienzo a hipar con el sentimiento de impotencia atascado en mi garganta.
Me siento en el asiento del copiloto sin reconocer cuando narices he llegado hasta le auto. Olvido cualquier cosa relacionada con ello y cojo el móvil en mi mano obligándome a teclear el número de la madre de mi novia e intentando por cualquier medio que las lágrimas no sigan cayendo a pesar de estar muerto de miedo ahora mismo.
— ¿Logan? — llama, su voz se muestra extrañada cuando contesta. Es normal cuando el novio de tu hija te llama a la una de la mañana y no se atreve a contestarte. ¿Seré capaz de hablar en algún momento? Dios quiera que sí —. ¿Logan? — vuelve a preguntar.
— Hola, Helen — saludo, me doy golpetazos contra la pared en mi cabeza. Me retracto de cualquier tipo de inteligencia que se supone que tengo, justo en este momento soy un idiota andante que no tiene ni idea de qué cojones está haciendo. O diciendo.
— ¿Qué ha pasado, Logan? — pregunta, la preocupación tiñendo su voz aún sin haberle dicho nada. Quizás se ha dado cuenta por mi voz tambaleante, por mi tono gangoso o por los hipidos que suelto cada dos segundos recordando la congoja y el llanto que se apodera de mí. O, a lo mejor, es ese sexto sentido que tienen las madres para las situaciones de urgencia.
— Creo que Alessia ha tenido un accidente de coche, Helen — respondo, no puedo andarme con rodeos justo ahora —. Había ido a recoger a Thomas Rodgers en una fiesta por que estaba borracho, me ha llamado llorando y he escuchado un golpe, Helen. Creo que es grave.
Cuento un par de cosas más que no estoy seguro de que llegue a entender. Parece que no esté hablando con nadie al otro lado de la línea. Helen se mantiene en un silencio estremecedor. La piel se me pone de gallina y observo al exterior esperando por un milagro del universo poder encontrarla.
¿Dónde cojones iría un idiota alcohólico a beber? Hay mil formas de responder a esa pregunta y todas ellas son igual de válidas como para decantarme por una sola. No puedo dividirme en mil e ir a cada lugar que soy capaz de reconocer a pesar de que eso es lo único que quiero.
— ¿Dónde estás? — pregunta, el primer sollozo escapa de su garganta y tengo que retener el mío en la garganta. Me llevo una mano a la boca impidiendo que salga e ignorando a mi padre quien conduce y me mira cada pocos segundos.
Solo quiero que mire por la puta ventana, joder. Solo quiero que recorra toda la maldita ciudad y la encuentre para poder salvarla. Solo quiero eso, hostia.
— Estoy dando vueltas con el coche — respondo, mi padre ni siquiera aparece en mi cabeza —. Voy a encontrarla, Helen. Solo es cuestión de tiempo — la tranquilizo, un maldito tiempo que no tenemos después de todo. Así no se consigue calmar a la madre de tu novia, estúpido, me retracto.
Esto es un maldito suicidio.
— ¿Sabes dónde puede estar? — su voz se rompe más veces de las que puedo registrar, casi dudo que pueda tener voz para mañana. Si es que mañana resulta que todo ha sido una maldita broma y Alessia está bien. Ojalá solo fuera una broma pesada para después abrazarla sabiendo que está bien y echarle una bronca de los mil demonios por asustarme como la mierda.
— No tengo ni idea, Helen — los modales se van por la borda y todo eso de tratar de «señor y señora» a la familia de mi novia se queda en la carretera. En el lugar por el que estamos avanzando sin encontrar ni una sola pista de donde puede estar.
¿Dónde está el sonido de las ambulancias? ¿Dónde está la gente cotilla que se acerca para ver lo que ha pasado, grabarlo con el móvil y después enseñárselo a las personas que conoce para tener algo que contar al día siguiente? Por una vez quiero ver a esas estúpidas personas, únicamente para saber donde está ella, para saber cómo está y para matar yo mismo, con mis propias manos, al gilipollas de Thomas Rodgers.
— Ve a mi casa, Logan — confiesa, su tono de voz manteniendo el control mientras el mío está desarmado y muerto del pánico. Casi tengo suerte de que no me haya dado un maldito ataque de pánico ya, las manos me tiemblan y me cuesta respirar pero todo es debido a la congoja y las lágrimas que escapan por mis mejillas en caída libre —. Busca por las manzanas de alrededor, si se ha ido a por Thomas puede que no esté muy lejos de casa — avisa.
Asiento y cuelgo deseando que esté en lo cierto pero, después de todo, no puedo seguir escuchando la voz de Helen. No cuando su forma de tratarme es la de una taza de porcelana que se puede quebrar en cualquier momento. Tampoco puedo soportar su voz cuando su manera de hablar conmigo es tan parecida al modo en el que su hija me dice que me ama, con esa dulzura que me rebana la piel y me rompe los huesos uno por uno.
Ahora lo único que me está rompiendo, inconscientemente, es el corazón y duele mucho más que que te rompan los huesos.
— ¿Sabes dónde está la casa de Helen Murphy? — interrogo, no necesito que hable, con un asentimiento y sus ojos puestos de nuevo en la carretera mi padre conduce hasta allí. No pregunto por qué lo sabe, tampoco pregunto por qué me está ayudando ahora. Me cuesta poco comprender que su ayuda no es mala y que necesito por cualquier método saber cómo está Alessia.
Recorremos las calles con un horrible silencio que me provoca dolores de cabeza, las lágrimas siguen cayendo y la cantidad de hipidos aumentan a casi dos por segundo. No me deja respirar y el color en mi rostro se evapora de mi cuerpo, lo reconozco por la manera angustiada de mi padre al mirarme y el vistazo al espejo retrovisor tras la ventana por si acaso la ambulancia hace acto de presencia por la parte de atrás del coche.
Nada sucede durante las tres manzanas que recorremos y casi creo que estoy en una puta pesadilla de la que aún no me he despertado. No es lógico que mi padre no se mantenga sobrio a la una de la mañana, no es lógico que Alessia tenga un accidente de coche y no es normal que esté saliendo en coche con mi padre sobrio para recoger a mi novia la cual tengo la certeza de que ha tenido un puto accidente.
¿Dónde están las ambulancias, joder?
No pasan ni dos segundos más cuando el teléfono suena en mi regazo, descuelgo deseando con todas mis fuerzas que sea Alessia, que me diga que se ha despistado en la carretera y que ha sido solo un susto. Que no ha sido nada para que así yo pueda echarle la bronca, matarla mentalmente y besarla hasta que no tenga aire en su organismo.
Pero los sueños no siempre se cumplen, ¿no?
— ¿Logan? — pregunta Helen cuando descuelgo el teléfono.
— ¿La habéis encontrado? — interrogo, espero que el tono que está utilizando y el sollozo que escapa de su garganta no signifique nada. Espero que no signifique nada el latido aumentado de mi corazón a niveles insospechables, el temblor casi como espasmos en mis manos, mis labios y mi voz.
Deseo que todo sea una puta pesadilla.
— Está de camino al hospital — responde, la congoja tiñendo ambas voces; la mía y la suya —. Está grave, Logan.
Despego el teléfono de mi oreja cerrando mis ojos en el proceso. Las lágrimas caen como cuando bebes y el agua recorre tu garganta libremente, las gotas saladas se calan mis mejillas mientras el primer sollozo acompañado de un grito escapa de mis labios. No me importa el hecho de que mi padre esté en el asiento de conductor, frenando el coche y acercándose para apoyarme.
No me importa una mierda.
El cerebro me deja de funcionar para los demás y se centra en una sola cosa. En la persona más importante de mi vida, en la novia más apasionante del mundo.
En la única chica que he amado alguna vez con toda mi alma.
La única que ahora está sufriendo un puto accidente.
¡¡MUAJAJAJAJA!! *A VECES ESCOGES LAS DECISIONES EN TU VIDA Y A VECES LAS DECISIONES TE ESCOGEN A TI*
Espero que os haya gustado aunque no sé el concepto de gustar ahora mismo. Lo dejaremos en que, para que os guste el capítulo, tenéis que haber sentido un mínimo de congoja, de tristeza o de ganas de llorar.
¡Pregunta Random!: ¿Lo habéis sentido?
Si lo habéis hecho he cumplido mi misión al escribir porque yo ahora mismo tengo una piedra en la garganta y eso que sé lo que va a pasar en los próximos capítulos, aunque no sé qué es peor.
Bueno, os dejo aquí que una pizza me está llamando desde la cocina...
¡Besos y XOXO!
NHOA
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