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Capítulo 54. Alessia

No es el futuro lo que te aterroriza sino el hecho de revivir el pasado que has luchado por dejar atrás.

El bolígrafo en mi mano sale disparado golpeando la mesa en el trayecto. ¡Maldita literatura universal, malditos escritores y maldita historia! ¿Para qué narices necesito saber la vida de cada maldito autor que ha escrito una obra de la que nadie sabe? ¿Acaso voy a ligar con alguien sabiendo que un tío ha escrito una obra que ha estado medianamente bien?

¡Madre del amor hermoso! ¡Si ni siquiera voy a saber cómo se llaman esas malditas personas cuando entre a la universidad!

Me llevo las manos a la cabeza inspirando y tratando de tranquilizarme, a fin de cuentas, es solo un maldito examen y cuando termine de estudiar, podré tumbarme en la cama y dormir hasta que parezca que esté hibernando. Esa es una buena idea.

El libro abierto bajo mi barbilla es tan poco apetecible que tengo que obligarme a clavar mis ojos en las páginas llenas de letras que lo inunda. Doy gracias a que no soy disléxica ni nada por el estilo, si no, me encontrarían muerta por la mañana y sin claros indicios de haber sido una causa de muerte normal. Ahora incluso la muerte parece más apetitosa que este libro.

Agrando los ojos tras el vuelco de mi corazón cuando el móvil en la cama a mi lado suena, pongo una mano sobre mi pecho calmando los latidos. No hay nadie en casa, el silencio es descomunal y en este instante compruebo que hasta el más mínimo ruido me mata. Más aún si la música del tono de teléfono es estridente.

Me levanto de la silla maldiciendo a la persona que me haya puesto ese tono, casi seguro que Logan no tenía una cosa mejor que hacer que ponerme una canción de algún grupo de rock para que me matara mientras estudiaba tranquila. Sonrío, la idea es tentadora. Al menos, ha conseguido que me despeje del estudio.

Sostengo el móvil en mi mano tras encontrarlo deseando que sea Logan la persona que me llama tras la línea. Mi boca se seca y frunzo el ceño reconociendo la foto de la pantalla, ese rostro moreno y ese cabello casi negro con esa hermosa sonrisa sonriendo para mí.

— ¿Tommy?

No escucho nada al otro lado, la interferencia, como si un pañuelo estuviera limpiando el micrófono, me perfora el oído. Despego el aparato de mi oreja con el corazón en la garganta. Tommy no me ha llamado ni una sola vez desde que hablamos, con suerte me saluda por los pasillos, pero nada más que un asentimiento de cabeza haciéndome saber que está ahí, incluso cuando yo no lo sé.

— ¿Tommy? — llamo más fuerte.

— ¡Alessia! — grita su voz, el alma se me cae a los pies reconociendo su tono gangoso y ronco como cuando te levantas por la mañana, la manera en la que arrastra las palabras. La lengua le pesa toneladas —. He estado llamándote desde hace una hora, amor. ¿Qué estabas haciendo? — carraspea —. ¿Estabas follando con Wilkinson, no? ¿Está él ahí? — sigue preguntando.

No creo que reconozca el dolor que supone lo que suelta por la boca. Son piedras y puñales que se clavan en mi cuerpo, un corro de personas que suponen distintas y horribles emociones y que se encargan de apedrearme como si no hubiera un mañana, como si fuera inmune al dolor de esas palabras.

—No, no está conmigo, Tommy — respondo con el nudo inquebrantable en mi garganta —. ¿Dónde estás?

— Mucho mejor que no estés con él, te quiero solo para mí, amor — masculla, agarro el móvil con fuerza buscando la calma, la tranquilidad que Tommy me está arrebatando en menos de unos cuantos segundos.

— ¿Dónde estás, Tommy? — repito.

Conociéndolo, o al menos creyéndolo, se encontrará en cualquier lugar a unos minutos de aquí en casa de alguien con quien solo ha cruzado palabras varias veces en su vida, cogerá el coche y se largará a su casa y Dios sabe si llegará a ella. No puedo permitir que se largue solo. No con la borrachera que lleva y sabiendo que puede tener un accidente.

¡Joder!

— No hace falta que vengas a por mí, amor. Lo tengo todo controlado — ríe cual maníaco tal y como lo haría el Joker tras hacer una de sus travesuras. Aprieto mi móvil en la mano sabiendo mejor que nadie que está más ebrio que nunca. Casi tengo ganas de rezar hasta morir para que no le pase nada.

— Dime dónde estás, Tommy — aprieto los dientes. La paciencia, ya de por sí casi agotada, se escapa de mi sistema.

— Tranquila, amor. El chico de ayer, creo que se llama Matthew — hipa, reconozco al tipo del que habla —, me invitó a su casa ayer. Solo me he tomado unas copas nada más, estoy bien.

— Ya — espeto, comienzo a recoger las llaves de casa en mi escritorio agradeciendo no haberme cambiado de ropa nada más entrar en casa —. Espérame ahí, Tommy. Voy para allá, ni se te ocurra moverte ni colgarme el teléfono — mascullo, bajo las escaleras corriendo deseando estar en una película donde la protagonista consigue llegar al momento importante en un segundo o quizás preferiría ser el correcaminos y volar, figuradamente hablando, en lugar de correr.

— Te amo mucho, Alessia — susurra una vez que estoy dentro del coche, trago saliva sin conseguir contestar a ello. Tampoco tengo las suficientes ganas para hacerlo, mi atención se encuentra en otro lugar. Pongo el manos libres del teléfono y lo tiro al asiento del copiloto.

Otra piedra se instala en mi garganta incapaz de dejarme ni aunque sea tomar una respiración para calmarme de la congoja. Duele mucho.

— No me cuelgues, Tommy, por favor — murmuro, las lágrimas que he mantenido en las pestañas o que prácticamente he olvidado mientras trataba de ayudarle trazan su camino por mis mejillas, estallando cual bomba de relojería. El primer sollozo se rompe en mi garganta mientras me obligo a mirar a la carretera y cruzar la última manzana que me queda antes de llegar a casa del tal Matthew.

Aparco en doble fila sin importarme en lo más mínimo que alguien no pueda salir. Levanto la cabeza mirando a mi alrededor intentando encontrar al chico de pelo negro que tiene que estar tirado en la acera o en el jardín de la casa de Matthew por que no me ha hablado en ningún momento desde que he arrancado el auto para salir.

Por favor, que no se haya ido.

— ¿Tommy? — chillo, las personas a mi alrededor, más ebrias que sobrias, se percatan de mi presencia y me sonríen cuales bobos. Mis ojos recaen sobre su figura, tambaleándose de un lado a otro y agarrándose a la pared de la casa de Matthew. Mis pies se mueven más rápidos que nunca en su dirección llegando a él en tiempo récord y pasando uno de sus brazos por alrededor de mi cuello sujetando su peso.

Me ordeno una vez más tener la valentía y la fuerza para soportar hasta llevarlo al coche recordando la vez en la que Logan iba a mi lado y su padre era la persona a la que llevábamos. Su rostro se gira en mi dirección luciendo roto, quebrado y todos los sinónimos devastadores que me atraviesan el corazón cuando sus ojos se fijan en mí. A pesar de todo, sonríe y eso me deja aún en una situación peor de la que no consigo escapar.

Soy presa en una cárcel y él es mi cómplice de atraco.

— ¿Amor? Te dije que no hace falta que vinieras, estoy bien — pronuncia, o al menos lo intenta. Algunas palabras las consigo entender a la perfección, otras necesito un mundo para no derrumbarme sobre el césped y llorar hasta disecarme.

— Estás borracho, Tommy, no te puedes sostener por tu propio peso siquiera, así que no me digas que está ni malditamente bien — espeto. La rabia crece en mi interior suplantando la tristeza, es la única manera de no romperme en mil pedazos y no llevar a Tommy a la ruina conmigo cogida de su mano.

No vuelve a hablar, cosa que agradezco una barbaridad y me permite llevarle hasta el coche. Por una vez desde que lo conozco de este modo, sus pies le obedecen y me ayudan en mi camino. Tomo respiraciones profundas odiando a las personas que me sonríen borrachas y no se atreven a echar ni una puta mano.

Malditos todos, hijos de puta.

Abro la puerta del coche necesitando mi tiempo tras ello para levantar a Tommy unos centímetros del suelo y alzarlo hasta la puerta del copiloto. Retiro todo el aire de mis pulmones cuando lo consigo. Sus ojos siguen en un punto fijo en el suelo del coche, trato de no acariciar su rostro y decirle que todo está bien porque, en verdad, todo está como el puto culo.

No hay nada bueno en esta mierda.

Cierro la puerta del copiloto caminando hasta la mía. Me siento en mi sillón apoyando mi cabeza en el respaldo, me enjugo las lágrimas de mis ojos y cojo el móvil del bolsillo trasero de mi pantalón. Tecleo el número de Logan dejando el móvil con el manos libre al lado de la palanca de cambios donde se supone que deben estar los vasos de té que siempre tomo.

Arranco dejando que el teléfono suene y esperando que responda. Es tarde y juraría que hoy tenía turno de tarde en la cafetería, no quiero saber a qué hora ha terminado pero rezo por que pueda contestar. Le necesito demasiado.

— ¿Dulzura?

Sonrío tras las lágrimas.

— Hola, Logan — susurro, el dolor tiñe mi tono de voz y él lo nota. Tarda unos segundos en contestar y carraspea antes de pronunciar cualquier palabra.

— ¿Qué ha pasado? — interroga. No despego los ojos de la carretera a pesar de que deseo cerrar mis párpados e imaginar su rostro, besarle y olvidarme de todo para enfrentarme con más fuerza a los sentimientos que me destrozan por dentro.

— Tommy me ha llamado — le explico, con la simple mención de su nombre, Tommy levanta la cabeza y achina los ojos tratando de enfocarme. Dudo mucho que ahora consiga entender algo de lo que digo, no está en las condiciones necesarias para siquiera formar palabras. Casi me pongo a llorar de emoción cuando ha reconocido dónde estaba.

Me centro en la respiración de Logan deseando que esté a mi lado, para que entrelace mis dedos con los suyos y me diga que todo va a estar bien porque, aunque sepa que nada está correcto con esto, sus palabras cavan un foso hasta mi cabeza y me hacen creerle e iluminar el camino. Solo quiero estar con él, quererle, amarle y el mundo parece querer que el dolor, la furia y la tristeza sean los únicos sentimientos importantes en nuestra vida.

— Está borracho y he tenido que ir a recogerle a casa de Matthew, le estoy llevando a casa — declaro, las luces del coche iluminan el camino pero cada vez me es más difícil ver a través de las lágrimas. Distingo luces enormes, circulares, que se empañan con el regreso de esas malditas e incordiantes lágrimas —. Estoy cansada, Logan, no quiero seguir más con esto — susurro.

— Escúchame, dulzura — habla, se levanta de su trance o a eso se asemeja. Puedo distinguir una sonrisa en su tono de voz, una sonrisa, de seguro triste, que me duele más de lo que me ayuda —. Eres la chica más hermosa del universo, ¿me oyes? Eres la novia más valiente y preciosa que he visto nunca y vas a llevar a Tommy hasta su casa, le vas a dejar allí y vas a conducir hasta mi casa donde te daré una taza de té de esas que tanto te gustan. Llamaré a tus padres y les diré que te quedas en mi casa, ¿de acuerdo? — objeta.

— Tú no tienes té en casa — le recuerdo. Vuelvo a notar el rastro de una sonrisa en su voz. La ternura me embriaga pues es lo único que me ha llamado la atención a fin de cuentas.

— ¿Quién te ha dicho que no he comprado? — susurra.

Cierro los ojos, el volante en mis manos se mantiene quieto y me permito relajarme por lo menos unos segundos. La carretera es recta y no hay coches en tres kilómetros a la redonda. Suelto un suspiro.

— Gra...

— ¡Alessia! — grita Tommy.

Abro los ojos de golpe moviendo el volante como un acto reflejo cuando reconozco los faros de luz se estrellan en mi visión. Piso el freno escuchando el pitido del coche enfrente de mí, trato de esquivarlo, de detenerlo pero es demasiado tarde.

Cierro los ojos viendo una silueta, el único cuerpo que hay a mi lado, oponerse a la luz cegadora de unos faros, aquel coche. Me impulso hacia delante llevando a Tommy conmigo. El parabrisas se rompe en mil pedazos, una última llamarada de un foco inunda mi campo de visión antes de que todo comience a fundirse de un agonizante negro y el dolor no exista.

Antes de recordar la voz de Logan dándome ánimos, el rostro de Tommy sonriéndome con la cogorza que llevaba encima y mis lágrimas cubriendo mi rostro con una enorme capa de tristeza imposible de arreglar.

Me duermo olvidando todo. Me duermo olvidando a todos.

¡POR UNA VEZ QUERÍA SER MALA! Aunque con todas las obras se es un poquito malvada.

¡Lo siento! Pero aún así, espero que os haya gustado ;)

¡Pregunta Random!: ¿Os lo esperabais? ¿Qué creéis que va a pasar ahora?

Disculpad por le capítulo tan tarde, hoy he estado ajetrada, este fin de semana he estado liada en todos los sentidos. Creo que he pisado mi casa solo para ir al baño y para comer, por lo demás, he estado fuera :D

Espero de veras que os agrade y no olvidéis decidme lo que queráis, ya sean buenas o no tan buenas críticas. Vuestra opinión es importante y ayuda a mejorar.

¡Besos y XOXO!

NHOA

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