Capítulo 47. Logan
"Al final, no son los años en tu vida lo que cuenta, es la vida en tus años "
- Abraham Lincoln
Me retracto. No sabía en lo que me estaba metiendo cuando sugerí una cena con sus padres para que me conocieran mejor. Tampoco tenía ni idea de qué narices se hace cuando no es una cena, sino un desayuno en donde tengo que conocerles.
¿Quién conoce a los padres de su novia de madrugada? En ese momento yo odio a todo el mundo y me odiaría más si, además, yo he sido el chico que ha traído a su hija a las seis de la mañana tras una noche en la que hemos hecho cosas no puritanas y hemos recogido a mi padre alcohólico de un casino.
Expulso un bufido. Este desayuno tiene todas las papeletas de ser un desastre total. Analizo que todas las articulaciones de mi cuerpo estén en buen estado pues no sé como van a terminar cuando termine de comer. Eso si es que soy capaz de introducir algo en mi organismo y no expulsarlo al segundo.
Un gran bocanada de aire atraviesa mi traquea llegando a mi estómago y de ahí, de vuelta al exterior. Muevo mi mano temblorosa hasta palpar el timbre, con esa textura lisa que justo en este instante me causa tiricia y hundo la pestaña de este emitiendo un ruido en el interior de la casa.
Ya está hecho, me repito mentalmente, ya no hay vuelta atrás.
La puerta se abre más rápido que alguna otra vez, reconozco la melena pelirroja de mi novia en cualquier lugar y al contemplarla no puedo contener por más tiempo el alivio que me invade. Pensar que su madre o su padre se encontrarían al otro lado de la puerta me pone demasiado nervioso como para ser real.
— Logan, de verdad lo siento — comienza antes de que pueda emitir palabra alguna. Me inclino sin que se lo espere dejando un casto y rápido beso sobre sus dulces labios. Lo que menos quiero es arriesgarme a aparentar una imagen que a ellos no les guste.
— No es nada, dulzura — aseguro —. De verdad que prefiero estar aquí y conocer a tus padres — declaro, no es del todo cierto como tampoco es del todo mentira. No quiero estar aquí, pero sí que quiero conocer a sus padres para que se fijen que no soy la misma persona que el progenitor que me ha criado.
— Están en la cocina — avisa, sus ojos se tiñen de preocupación. Inspiro —. Están esperándote — confiesa esbozando una sonrisa ladeada que no contiene ni una pizca de gracia.
Sostiene mi mano dirigiéndome hasta la cocina, comienzo a mentalizarme de lo que tendré que decir. Ya he pensado la universidad a la que diré que iré aunque no sepa si tengo dinero para pagarme una maldita matrícula, también sé en qué carrera cursaré, cuáles son los planes de futuro que tengo con mi novia y lo que pienso hacer durante el resto de mi vida.
Es una lástima que los pensamientos no puedan ser reales cuando lo deseas.
Recorro con cero intenciones de cruzar el pasillo pintado de un color beis pastel lleno de fotos, me gustaría quedarme viéndolas pero quedarme retenido aquí es evitar la realidad y no me han educado para evitar sino para enfrentarme a ellas con dientes y garras. La cocina está bastante más cambiada que la última vez que vine.
Con la mayoría de los armarios abiertos de par en par mostrándome la cantidad de alimentos que existen en esa casa y recordándome que en la mía solo queda medio cartón de leche que pronto terminará en la basura.
Encontrar los rostros de mis suegros envía una descarga de miedo por todo mi cuerpo, trago saliva mientras me sudan las manos. Alessia, a pesar de todo, sigue sosteniéndome como si temiera que me escapara o algo por el estilo. Tal y como está la situación, sería imposible huir.
— Buenos días — susurro, ¿se supone que tengo que llamarles por sus apellidos o por sus nombres? ¿Cómo narices se llaman?
— ¿Cómo estás, Logan? — pregunta su padre acercándose a mí tomando la iniciativa antes que yo y dándome la mano a la espera de que se la choque y después la balanceemos como niños de primaria. Nunca he visto normal ese saludo, aún así, cuando sacudo el brazo imitándole. Distingo cierto matiz de fuerza adherida a su agarre.
Esbozo una sonrisa forzada.
— Perfectamente, señor — hablo decidiendo dejar el apellido o el nombre para otro momento —. ¿Usted? — cuestiono de vuelta.
Hace una mueca.
— Podría estar mejor.
Se aleja dejándome a la mujer más difícil mirándome como si esperara que en algún momento fuera a coger a su hija, raptarla y llevarla hasta el edificio más alto del mundo como el gorila en King Kong. Espero que Alessia no note mis manos sucumbiendo a los espasmos.
— Buenos días, señora — saludo rezando en mi interior por no haberla jodido con las cuatro palabras que he dicho. ¿O han sido tres?
Sacudo la cabeza mentalmente escondiéndome poco a poco ante la mirada desaprobatoria que mi suegra me dirige. Se acerca hasta mí luciendo completamente siniestra y culpándome por estar fastidiándola al ver las ojeras cubrir su rostro blanco y cubierto de una pocas y pequeñas arrugas.
Su cuerpo se inclina dejando dos besos sobre mis mejillas, distingo ese cabello pelirrojo que su hija ha sacado de ella. No se puede dudar de que, por más que sus personalidades sean completamente distintas, sus apariencias son idénticas.
— Buenos días, Logan — contesta ella por primera voz. Su voz suena dulce a pesar de estar utilizando su tono más fuerte de dureza y frialdad. Trago saliva sin saber a donde me decantará todo esto —. ¿Quieres sentarte? — pregunta tratando de mostrar respeto aunque me esté lanzando dagas directas al pecho con la mirada.
— Claro, muchas gracias — acepto dejando un reguero de miedo por cada palabra que sale de mi boca. Ni siquiera puedo sentir el tacto de la mano de mi novia y siento que estoy apretándosela demasiado, aflojo mi agarre sobre ella mientras me dirijo a la pequeña mesa donde su padre ya está sentado observándonos con ojos calculadores y severos.
Aplano los labios aguantando el tiempo necesario para que la primera pregunta sea disparada en mi dirección. Cuando Alessia me llamó supe que no sería fácil pero, pese a todo, quiero demostrarle que por estar con ella puedo ser quien quiera. Si ella me ha comprendido con otro alcohólico que resulta ser su suegro yo puedo superar a unos que no me quieren con su hija.
Es gracioso que el punto en común de los problemas sea mi padre y que la razón de que esta relación les parezca una blasfemia sea esa.
— Así que, Logan — comienza, mis ojos se posan atentos sobre la espalda de la mujer con voz dulcemente fría. Asiento murmurando —, ¿habéis tenido una buena noche?
De haber tenido algo en la boca lo habría escupido con grumos incluidos y eso no impide que, cuando la saliva está pasando por mi garganta, decida cambiar de conducto y provocarme una tos horrenda. Las manos de Alessia dan suaves golpes a mi espalda, me seco las lágrimas retenidas en los bordes de mis ojos observando el rostro de su padre.
El hijo de puta tiene una sonrisa crispándose en sus labios. Baja la cabeza hacia su taza tratando que el cabello le disimule la expresión. Como si no supiera que tiene el pelo corto y no puede huir de mi vista. Cabrón, pienso volviendo mi mirada y atención a su madre.
— Normal, señora — titubeo, echo un vistazo a Alessia. Mi cuerpo quiere matarla cuando ella también sonríe. ¿Acaso es esto una puta cámara oculta o es que yo soy demasiado gilipollas como para comprender de qué van?
Su madre se gira deteniendo cualquier ambiente de diversión. Está claro quien tiene los mandos de la casa y los sabe utilizar bien. Deposita un plato de dulces encima de la mesa sentándose en la mesa delante de su taza, un delicioso olor a café sale de esta provocando que mi estómago ruja. Su madre se da cuenta.
— ¿No coges nada, Logan?
Trago saliva.
— Era para ustedes, señora, no quiero interrumpir — aseguro, trato de disimular mi boca temblante. La señora Murphy niega con la cabeza con un atisbo de simpatía en sus ojos, se escapa antes de que pueda creer que ha sucedido de verdad.
— No es molestia, Logan. Alessia me ha dicho que eres celíaco, los dulces son sin gluten — asegura, alargo la mano sin necesitar que me lo pregunte dos veces. Podría haber contaminado los dulces y no me importaría. Tampoco quiero decirle a nadie que desde anoche a la tarde no he comido nada y mi última ingesta de alimentos ha sido a las siete de la tarde como muy pronto. En casa no había suficiente comida y, sinceramente, el estar en ciertos actos, te da un hambre voraz —. ¿Hace cuánto que no comes, Logan? — interroga con cierta sospecha.
— Eso no te importa, mamá — espeta molesta Alessia, miro en su dirección dándole un apretón a su mano.
Sus ojos me observan interrogantes, asiento con la cabeza haciéndole saber que no importa. Realmente no pasa nada porque ella me pregunte eso, de todas formas, he venido a eso, ¿no? A estar retenido en este lugar hasta que le parezca una buena persona a su parecer. Hasta que le demuestre que no pienso poner a su hija en su contra o algo parecido.
— He estado desde ayer a las siete sin comer, señora — confieso, distingo una pizca de compasión en su mirada pero, como la otra vez, desaparece en menos de lo que tarda un segundo —. No he tenido tiempo de hacer la compra y estoy bajo mínimos — intento bromar. Eso no le causa ninguna gracia.
— ¿Por qué no puede hacerlo tu padre, Logan? — interroga, aquí es cuando comienzo a ver las verdaderas razones de esta comida. Empieza a salir la realidad.
Mi padre, cómo no, es la razón de este desayuno.
— No está en buenas condiciones, simplemente — aseguro. No puedo demostrar que soy un estúpido que con suerte consigo llegar a final de mes. Tampoco que hay días que tengo que coger cincuenta mil cosas de la cafetería del instituto pagada en la matrícula para poder sobrevivir los días que quedan de mes.
— ¿Eso significa que puede estar bebiendo y gastando dinero para no hacer la compra? — masculla, su atención está tan fija en cada movimiento que hago que dejo el bizcocho que había cogido encima de la mesa. El estómago se me cierra a pesar de haber estado casi medio día sin comerme ni una migaja de pan.
— Él está enfermo, señora — le defiendo. Mil veces he dicho esto delante de mi madre, la persona con la que se casó, y no pienso llamar a lo que le sucede a mi progenitor de otra forma delante de la ex novia que ahora es mi suegra.
Suelta una amarga risa, el agarre de Alessia se tensa. Le doy un apretón esperando que se relaje, la necesito tranquila antes de que esto comience a irse de madre. Nunca mejor dicho.
— Una persona que está sobria cando va a coger una botella de cerveza no está enfermo — espeta —. Es su decisión coger esa bebida e ingerirla a tal punto de que tu hijo tenga que recogerte del suelo.
Las palabras duelen, se clavan como estacas en mi cuerpo y me detienen por unos segundos. Puedo escuchar desde aquí el rechineo de dientes de Alessia, ahora mismo ni siquiera puedo asegurarle que no pasa nada. Porque sí que pasa, está lastimándome y no alcanzo a hacer nada porque ella es la madre de mi novia y Alessia significa demasiado para mí.
— Necesita terapia — vuelvo a repetir.
— ¿Y no se le ocurre ir a un psicólogo antes de que su hijo tenga que comportarse como su padre?
— ¡Ya está bien, mamá! — se revela Alessia, la silla se estampa contra el suelo cayendo en una sonido sordo. Agacho la cabeza divisando como su padre apoya las manos sobre la mesa esperando levantarse y calmarlas a todas. La voz cantante de la tranquilidad espera el momento idóneo para hacerse presente —. ¿Tanto te cuesta comprender que estoy saliendo con él? ¿Tanto te importa esa estúpida historia que tienes con su padre como para no poder entender que le quiero?
El silencio reina en la cocina, los ojos de su madre comienzan a ponerse rojos y unas lágrimas se visibilizan en sus pestañas. Aplana los labios deteniendo el tembleque antes de salir disparada escaleras arriba como si tuviera una escopeta en la cabeza. La tensión en el ambiente se podría cortar con un cuchillo, más aún cuando su padre me mira y me dedica una sonrisa que no llega hasta sus ojos caídos.
— Siento la escena, Logan — murmura —. Sinceramente, creo que eres un buen partido para mi hija. Siento haber tenido que llegar hasta este punto — declara antes de salir igual de rápido de la cocina como su mujer.
Una enorme felicidad me embriaga con pensar que al menos su padre está de acuerdo de esto, creía que que me costaría más convencer a su padre de ser un buen partido. Está claro que las madres son las que llevan el mango de la sartén en cuanto a la relación de sus hijos. O puedo que simplemente sea porque su hija está saliendo con el hijo del primer novio de verdad que tuvo en su adolescencia y que, al parecer, le dejó bastante mal emocionalmente.
Me volteo para observar a la persona más hermosa del mundo, ella mira sus manos a punto de encontrar la sangre salir por sus padrastros. Me acerco a ella sintiendo un inmenso amor llenarme hasta los poros. La manera de defenderme, de intentar que me sintiera cómodo y de que su madre no hundiera la estaca más adentro provoca tal cantidad de emociones que no tengo ni idea de cual estoy notando en cada momento.
Mi cuerpo se une al suyo como dos imanes, su cabeza se posa en mi pecho cuando rodeo su menudo cuerpo con mis manos. Parece una muñeca de porcelana en mi manos, a punto de romperse mientras dejo un beso sobre la cima de su cabeza.
— Lo siento mucho, Logan. No debería haberte tratado así.
Me despego de ella.
— ¿Estás de coña? — pregunto alzando una ceja irónico, su ceño se profundiza. Levanto la mano quitando esas pequeñas arrugas que se forman en su entrecejo —. Cualquiera querría lo mejor para su hija, dulzura. No me extraña ni un poco que tu madre se comporte de esa manera.
— Se ha pasado, Logan.
— Solo quiere que elijas bien. Admitámoslo, no soy lo que cualquier madre desearía para su hija. Tu madre intenta protegerte — la defiendo, jamás me creí capaz de hacer esto.
— ¿A costa de tus sentimientos? — pregunta retórica, hago un ademán quitándole importancia —. Eso no es respetable, Logan, menos aún de una persona que está inculcando a cada minuto la educación. Te ha hecho daño y ni siquiera se ha disculpado.
— Tú tampoco lo has hecho, dulzura — objeto lleno de un amor infinito.
— ¿Cómo? — ella de verdad parece confundida. Se aleja de mi pecho, suspiro.
— Mira, dulzura, estoy luchando con las ganas de besarte hasta quedarte sin aire, de llevarte a mi casa y tomarte como si fuera mi última noche contigo — sus ojos se abren sorprendido y temerosos, solo espero que sus padres no estén tras la puerta justo ahora —. Te amo simplemente por haberme pedido ayuda con tus padres, haberme defendido y encima estar aquí dándome tus razones. Eres increíble, amor — me inclino rápido dejando un eso sobre la punta de su nariz, sonríe —. Pero ella es tu madre y cualquiera desearía lo mejor para su familia incluso si eso significa herir a alguien. Todos daríamos la vida e insultaríamos a alguien o le dañaríamos si creemos que está lastimando a alguien que amamos.
Me mira a los ojos por unos segundos, la comprensión invade sus sentidos terminando por soltar un bufido molesta. Sonrío sabiendo que lo he conseguido.
— ¿Por qué eres tan bueno después de todo lo que te ha dicho?
Mi sonrisa se ensancha aún más. Elimino los centímetros que nos separan juntando tanto nuestras bocas que su aliento roza mis labios al entreabrirlos. No he visto nada más bonito desde hace mucho tiempo.
— Por que es la madre de la chica que amo, dulzura, y no puedo permitir que tú seas infeliz por intentar defenderme.
¡NUEVO CAPÍTULOS, CHICXS! ESPERO QUE LES GUSTE...
¿Saben? Ha sido un poco complicado escribir el capítulo de cierto modo, tenía la casa que parecía un manicomio con tantos gritos y además no encontraba la suficiente inspiración para escribir. Ya sabéis, esas veces en las que todo lo que escribes te parece que está mal y vuelves a teclear la misma idea en tu cabeza una y otra vez sin esperar el resultado que quieres.
Pero bueno, espero que me deis vuestra opinión como sois tan amable de hacer. No quiero que me digáis que está precioso por compromiso, tampoco que me deis una perfecta crítica cuando hasta yo sé a veces que hay cosas que puedo mejorar. Quiero que me deis vuestra mejor crítica sin pelos en la lengua.
¡Pregunta Random!: ¿Cómo conocisteis esta novela?
¡Besos y XOXO!
NHOA
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