"Lo realmente importante es luchar para vivir la vida, para sufrirla y para gozarla, perder con dignidad y atreverse de nuevo. La vida es maravillosa si no se le tiene miedo"
— Charlie Chaplin
Me despierto con sus besos recorriendo mis hombros, sus uñas acariciando tímidamente mi espalda y los escalofríos enviando órdenes para inundar mi cuerpo entero. Sonrío girándome e intentando abrir los ojos para poder contemplar a la que me resulta la chica más increíble del universo.
— ¿Aún quieres otra ronda, dulzura? — pregunto divertido, mi voz suena ronca. Carraspeo disipando el ronroneo que quiere salir de mi boca cuando toca mis labios brevemente.
— De momento, solo quiero besarte — responde, trato de que no note el vuelco que da mi corazón con sus palabras. Abro lo ojos consiguiendo observar ese rostro dulce y tierno, alzo la mano delineando la curva de su nariz subiendo hasta sus cejas y levantando la barbilla para alcanzar sus labios.
— Eres perfecta — susurro volviendo a juntar nuestras bocas, la llevo hasta mi terreno. Su espalda choca con el colchón y sus manos se mueven por mis hombros como si estuviera tratando de sujetarse a algo. Agilizamos el beso, con mis manos subiendo y bajando por todo su cuerpo, deteniéndose en su cintura y un poco más abajo.
Vuelco mi cuerpo sobre el suyo cuando un móvil suena nos despierta de la hermosa y caliente burbuja, vuelvo a levantarme dejando que el móvil suene. Alessia deja escapar un bufido que me hace sonreír, sus labios siguen igual de rojos que cuando me quedé dormido con ella entre mis brazos. Retiro un mechón de su cabello en llamas para observar ese fuego que desprende, trago saliva cuando la excitación en sus ojos me atormenta.
— Ahora mismo vuelvo — murmuro, deposito un casto beso sobre sus labios levantándome rápido de la cama. Agradezco al cielo el haberme puesto algo encima de mi cuerpo desnudo, más aún en ciertas partes, pues me estaría muriendo de frío en este instante por la fría brisa que entra por la ventana. Al menos los pantalones cortos ayudan.
Busco a tientas el móvil, tratando de no caer por la poca luz que se filtra hasta dar con la habitación. Una luz parpadea orientándome, echo un vistazo al exterior comprobando que aún es de noche. ¿Qué malditas horas son estas de llamar?
Sacudo la cabeza dando con mi teléfono y llevándome a la oreja cuando descuelgo. Trato de que no se me note el malhumor por haberme interrumpido de una increíble sesión con la dulce pelirroja que resulta ser mi novia.
— ¿Sí? — interrogo.
— ¿Es usted Logan Wilkinson? — cuestiona al instante otra voz, trago saliva agudizando mi oído en busca de posibles sonidos a parte del mío y el de la pelirroja. Cierro los ojos sabiendo a qué viene todo esto.
¿Cómo narices se me ha podido olvidar?
— Sí, soy yo — respondo tras exhalar un suspiro.
— Perdone que le molestemos a estas horas de la noche, señor — cierro los ojos con más fuerza —. Su padre está en nuestro salón de juegos y ha bebido demasiado. Él insiste en que le llamemos a usted para que pueda venir a por él — explica, asiento con la cabeza como si pudiera verme. Me doy un golpe mental en la cabeza descubriendo que no estoy hablando con él por videollamada ni nada por el estilo.
— Claro, me vestiré e iré a por él — aseguro, escucho un suspiro aliviado de la otra línea. Solo quieren quitárselo de encima, pienso —. ¿Podría decirme la dirección? — interrogo. Trato de encontrar un papel y un bolígrafo pues parece ser que, cuando más apresurado me encuentro, mejor me salen las cosas.
Es un milagro cuando encima del escritorio se encuentra todo lo que necesito y lo apunto con minuciosa atención a lo que el señor me indica. Ignoro por unos segundos la atenta y confusa mirada que la pelirroja me dedica al verme escribir en el papel. El solo pensar que se lo voy a tener que contar todo me aterra como nadie sabe.
— Muchas gracias — miento, esto no debería merecerse un agradecimiento —. Estaré allí lo antes posible — declaro, cuelgo el móvil sin querer escuchar la cordial despedida de aquel hombre. Me llevo las manos a la cara restregando mis manos para tratar de dispersar las lágrimas que se acumulan en mis pestañas.
¿Por qué, por un día, no se puede ser feliz? Quería levantarme con los besos de mi novia por todo mi cuerpo, seguir a una maravillosa ronda y poder confesarle lo que siento por ella como si mañana se fuera a acabar el mundo. ¿Tan difícil es para el universo hacerme caso de una maldita vez? Yo creo que no pido tanto.
— ¿Logan? — pregunta, echo un vistazo al increíble cuerpo de mi novia envuelto en sábanas, mis sábanas, mientras se apoya sobre sus rodillas flexionadas. Me acerco a ella besándola y deseando que pueda durar más tiempo del que debería.
— Tengo que irme, dulzura — hablo en voz baja, la miro queriendo estar con ella y no tener que ir a por un estúpido progenitor alcohólico que no se preocupa por su vida ni por lo que su inmadurez causa a los de su entorno —. Puedo... — carraspeo, la mirada decepcionada de su parte no ayuda —. Puedo dejarte en tu casa si quieres — respondo.
Trato de que no se me note en el tono de voz mis pocas ganas de que se vaya. Se suponía que por la mañana iba a estar con ella, nos esconderíamos sin hacer ruido de mi asqueroso padre, haríamos unas cuantas rondas más de lo que debía quedarse saciado entre nosotros y sería el mejor día de mi vida.
Sin embargo, el mundo parece querer ponerme las cosas difíciles cada vez que algo en mi vida va bien.
Permanecemos en silencio, no sé si he parecido demasiado frío cuando no tenía intención de hacerlo. Contemplo las delicadas manos de mi novia rasgando la tela con sus uñas, unas uñas que anoche recorrieron mi espalda con tanto ímpetu, recaigo mi mirada sobre sus labios, que me llenaron los oídos y el alma de un amor tan intenso que parecía irreal. Mi vista se levanta hasta posicionarse en su hermoso rostro ahora decaído. No quiero que piense que estoy dejándola de lado porque lo último que quiero ahora es irme.
Un mechón de pelo vuelve a caer por su rostro, descubro que ahora su cabello está tan anaranjado que llegaría a asustarme de no ser porque es lo más bonito que he visto nunca. Alzo la mano buscando retirárselo para poder ver esos ojos que complementan tan bien con su rostro.
— ¿No estará pasando por esa cabecita tuya que quiero que te vayas, no? — cuestiono, me mira con tanto miedo en mis palabras que me alcanza a atemorizar. Aplano los labios reteniendo una sonrisa que quiere escapar, su boca se entreabre luciendo tan deliciosa que debo retirar mi atención de ella —. En realidad, de no ser por esa llamada de mi estúpido padre ahora mismo estaríamos teniendo una tercera ronda mientras te decía lo hermosa que eres, dulzura — susurro.
Sus labios se crispan en una sonrisa complicada de no imitar. Esos ojos, que me observan como si el cielo se fuera a abrir especialmente para ella, me hacen sentir emociones que jamás creí sentir algún día por alguien. El amor era tabú para mí hasta que ella apareció y doy gracias a cualquier persona o ser que la haya puesto en mi camino y me haya permitido amarla como lo hago.
— Quiero ir contigo — comenta.
Aparto la mirada dejando caer mi mano sobre su regazo, aplano los labios. No creo que sepa lo que esas palabras causan en mi organismo, en mi cabeza que se niega a que nadie se entere de lo que sucede con mi padre. Que ella diga esas cosas no ayuda en lo absoluto pues me insta a dejarle entrar y no quiero que esté involucrada en otra vida de alcohólicos anónimos.
— ¿Para qué querrías venir conmigo a recoger a mi padre? — cuestiono tratando de bromear —. ¿No se supone que las novias nunca quieren hablar con los padres de su novio? — interrogo jocoso, estoy seguro de que ella no se cree ni una palabra de lo que le estoy diciendo. Yo tampoco lo haría, miento fatal cuando quiero. E, interiormente, quiero que ella conozca esa faceta de mí, aunque me de un terror horrible.
— En realidad, eso solo funciona con vosotros. Estáis tan enfrascados en vuestra soltería que, conocer a los padres de una novia, os parece el fin del mundo — responde, agradezco la forma que tiene de dispersar la tensión que hay en el ambiente y de que, por más que habrán preguntas revoloteando por su linda cabeza, ninguna escapa de sus labios.
Amo la manera en la que me hace callar la boca con sus argumentos. A pesar de que eso me deje en evidencia.
Suelto un suspiro.
— De acuerdo — acepto, tengo ganas de imitar su expresión cuando sonríe —. Vístete — mando con falsa diversión —. Vas a conocer a la increíble persona que me tuvo — se nota la notable ironía en cada palabra que suelto.
No dice nada más, apresura sus movimientos hasta que está vestida y con un precioso moño mal hecho en la cima de su cabeza. Me sonríe de boca cerrada nada más terminar, con esa boca tan apetitosa que me entran ganas de besar hasta que sea una hora prudente. Nos encaminamos hasta la dirección que me ha dicho el señor y espero a que esta noche defina todo.
Mi padre es una de las personas que más amo, a pesar de todo. Es la persona que me crió y me quiso desde que nací. Los inconvenientes que le siguieron son su culpa y, el hecho de que me incumba a mí, también. Pero jamás seré capaz de renegar a él y, el que Alessia vaya a conocerlo en su peor estado tanto físico como mental, podría matarme o devolverme a la vida en un segundo.
No consigo hablar en todo el camino, en la larga media hora en la que ella se dedica a contemplar por la ventana y echar un vistazo en mi dirección de vez en cuando y yo me agarro al volante y al cambio de marchas como si me fuera la vida en ello. No consigo describir todos los sentimientos que me envuelven cuando su mano sostiene la mía en la mitad del camino, dándome ánimos.
Dándome cariño y amor.
La miro unos segundo viendo su desinteresada mirada en el horrendo paisaje a través del cristal del coche. Mis labios se crispan en una sonrisa que esta vez sí llega a mis ojos y que me ayuda a enfrentar lo que se viene con mayor fuerza. Eso se mantiene hasta que llegamos al estúpido casino y mi valentía se desinfla cual globo pinchado por una chincheta.
Salgo del coche esperando que comprenda lo que quiero decir, la puerta del casino es más imponente de lo que me había imaginado y, cuando entro al interior, las ganas de vomitar se incrementan. Agradezco infinitas veces al sentir los dedos de mi novia entrelazándose con los míos, echo un vistazo hasta una sorprendentemente relajada Alessia.
— ¿Preparada?
Sonríe. Me da un apretón en la mano.
— Eso debería decírtelo yo, dulzura — se cachondea, me muero por besarla y darle las gracias como si no hubiera un mañana.
Asiento tomando la iniciativa, uno de los guardias se acerca. Solo con decir mi nombre y mi apellido, el guardia me indica que le siga. Trago saliva al reconocer que ya saben a lo que vengo y que mi padre ha tenido que hacer una de las suyas para que, con solo decir el apellido, sepan a quien estoy buscando. El agarre de mi mano se hace más fuerte conforme nos acercamos y un cuerpo conocido se presenta ante mis ojos.
No puedo ver a Alessia en estos momentos, no cuando mi padre está borracho en el suelo con una sonrisa estúpida en la cara. Parece un déjà vu de una persona más mayor pero con el mismo problema que Rodgers.
— El señor Wilkinson ha dado unos cuantos problemas los últimos minutos — comenta, cierro los ojos esperando que no sea enserio —. Hemos tenido que prohibirle la entrada de nuevo.
Murmuro una disculpa viendo como el señor musculado de cabello rubio desaparece de nuestra vista. Mi padre echa un vistazo con sus pupilas dilatadas hacia mí, alza una botella que tenía en su mano y su sonrisa se ensancha. Una mueca de asco se dibuja en mi rostro mientras sigo evitando la presencia de mi novia.
— Has venido, hijo — susurra con una voz cantarina y gangosa que, por desgracia, se me hace demasiado familiar. Me acerco hasta él dejando atrás a la pelirroja, por más que no quiero que me ayude con esto, su cuerpo me pisa los talones mostrándome un apoyo que me hace amarla aún más. Si eso es siquiera posible.
— Sí, papá — respondo, le sigo el rollo a pesar de que solo quiero asestarle un golpe a ver si así se da cuenta de lo que hace con su vida y lo que provoca en la mía —. He venido.
Lo alzo del suelo sorprendiéndome de que pese tan poco. Por fin me atrevo a mirar a mi dulce pelirroja, sus ojos me miran enternecidos con un amor que me cierra la garganta y me impide respirar. Asiente en mi dirección y miro al frente comenzando a caminar hasta nuestro coche estacionado en la puerta del casino.
Llegar hasta allí es más fácil que nunca. Sin embargo, el peso en mi pecho dificulta mis intenciones de llevarlo al coche. Es tan sumamente inmaduro y estúpido que un hombre adulto como él, que tenía la vida casi resuelta, con un buen trabajo que amaba y una familia que le quería como ninguna otra, ahora esté entrando a rastras, borracho, en el coche de su hijo.
Le sigo después de dejarle y sigo temiendo ver el rostro de mi novia que cierra la puerta del copiloto segundos más tarde de entrar yo. No media palabra y agradezco que no me inste a hablar porque no estoy seguro de conseguir aguantar decir una frase con sentido completo. Un suspiro escapa de mis labios tras unos segundos y mis miedos se convierten en una pregunta que carece de emoción.
— ¿No te asusta que yo pueda estar un día como él?
Noto el rostro de Alessia girándose en mi dirección, confundida.
— ¿Cómo quién? — pregunta. Suelto un bufido exasperándome.
— Como mi padre, dulzura. ¿No te asusta que algún día yo pueda estar como mi padre? — pregunto, porque es lo que más me aterra desde que esto sucede.
— ¿Por qué deberías estar como él en un futuro, Logan? No tiene sentido — responde, se acerca hasta mí cogiendo mi barbilla e instándome a mirarla. Sus ojos se muestran tan confundidos y con un miedo que me llena de un decepcionante coraje.
— He nacido con esto como ejemplo paterno, Alessia. ¿Cómo no puedes asustarte de que algún día tengas que dejarme porque soy un alcohólico ludópata capullo que no sabe controlarse? — pregunto. Es tan grande el terror de terminar como mi padre que no consigo expresarme como debería —. Compartimos la misma sangre e incluso mi madre tuvo que largarse por el idiota de mi padre. ¿Cómo sé que yo no terminaré igual? Terminaré debajo de un puente rezando por un poco de alcohol — espeto.
Las lágrimas se acumulan en mis pestañas y una piedra se instala en mi garganta negándome el habla. Cierro los ojos necesitando unos segundos. No me espero que lo siguiente que sienta sean los labios de mi novia sobre los míos haciendo desparecer todo.
— ¿Cómo puedes pensar algo así, siquiera?
— Mi madre cruzó el océano por eso, dulzura — responde —. Tú terminarás haciéndolo también. No soy bueno haciendo las cosas bien y, viniendo de mi padre, es lógico terminar como él.
— Pero tú no eres como tu padre y yo no soy como tu madre, Logan — responde, se inclina apoyando mi frente sobre la suya —. La persona que amo le tiene tanto asco a un bebida alcohólica que no sería capaz de tomar tanto hasta desmayarse. Sé la persona que estoy amando y jamás serías como tu padre.
Junto nuestros labios con tanta fuerza que temo hacerle sangre pero no retengo los sentimientos que se apoderan de mí cuando las palabras salen de su boca. Amarla parece algo tan fácil de decir ahora mismo que me asusta, trato de enseñarle que siento lo mismo con ella y tampoco se me olvida confesárselo cuando nuestras bocas se separan en busca de aire.
— También te amo, dulzura. Te amo tanto que duele.
Su sonrisa me hace amarla aún más. Es imposible no hacerlo.
Ahora soy yo el que le da las gracias. Las gracias por amarme, por ayudarme, por ser la persona que necesito para respirar.
No tengo ni idea de cómo he podido estar tanto tiempo sin ella.
I LOVE YOU ALL
Espero que os haya gustado el capítulo, he muerto de amor escribiéndolo yo misma. Pero... lamentándolo mucho, no tengo tiempo para expresaros lo que siento porque tengo que irme así que...
¡Pregunta Random!: ¿Cómo llevan la historia? Quiero decir... ¿cómo se siente al leer la historia?
¡Besos y XOXO!
¡Hasta el domingo!
PD: Sorry por la tardanza...
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