Capítulo 38. Alessia
buena; [adj.] Que tiene bondad, desde el punto de vista moral.
¿Por qué siempre te entran ganas de ir al baño en una situación comprometedora? Sacudo al cabeza enfadada conmigo misma por interrumpir la presentación de una persona en clase para pedir permiso para ir al baño. Con lo nerviosa que me pongo yo en esos casos, me quiero dar un golpe contra la pared por ser tan oportunista.
Claro está, mi vejiga no comprende lo que significa no interrumpirlas presentaciones orales de otra persona porque ahora mismo está que estalla. En el peor sentido de la palabra porque, de verdad, me va a explotar la barriga como dé un paso más. Si sigo así terminaré por colgarme de las paredes y simular una inconsciencia.
Doy la vuelta a la esquina, solo quiero capturar esa maravillosa puerta que se alza ante mis ojos y me permite llegar al cielo que tanto deseo. Casi con los pies arrastrándose por el suelo como un zombi y completamente cruzadas, tanto que ni siquiera sé como es que estoy caminando, entro al precioso baño del instituto.
Estoy a punto de soltar un gritito de satisfacción al comenzar a abrir la puerta, sin embargo, se queda retenido en mi garganta cuando un sollozo sale a la luz. Miro a ambos lados del baño sabiendo que no es mío ese sonido, echo un vistazo detrás de mí buscando la persona que parece estar llorando. No está en el pasillo así que el único lugar que queda es el interior de uno de los cubículos.
Me quedo callada suponiendo que no me ha escuchado entrar y, segundos después, de nuevo ese gemido de tristeza vuelve a inundar mis oídos. Entorno los ojos y frunzo el ceño creyendo reconocer la dueña de esa voz.
No puede ser que la chica que está llorando es quien yo creo que es...
— ¿Stacy? — la llamo, el llanto se detiene como un golpe en seco, seguramente percatándose de que no es la única que está entre clases en el cubículo de un baño —. ¿Eres tú? — vuelvo a interrogar al no recibir respuesta. Ahora no puede simplemente hacer como si me estuviera volviendo loca, no es justo.
— ¿Alessia? — cuestiona ella tras un largo silencio, trago saliva lentamente volviendo a dirigir mis pasos hasta los cubículos que hay colocados en fila delante de mi. Busco el único que debe estar cerrado mientras la saliva se queda atascada en mi garganta y me impide respirar.
¿A qué había venido yo al baño? Si se me han cortado las ganas de ir en cuanto he entrado...
Agudizo el oído fijándome en su respiración rápida y a trompicones, me da la respuesta al completo cuando sorbe por la nariz y me percato del lugar en el que está. Llamo dos veces a la puerta del baño, acerco la oreja a la lámina de madera tratando de notar lo que está pasando con ella.
No tengo ni idea de qué es lo que estoy haciendo, normalmente, en una situación normal, como las de antes, habría salido corriendo con tal de quitármela de encima. Stacy no era una de esas personas que tenías que venerar como si la vida te fuera en ello pero nunca, y cuando digo nunca es en ningún momento en el que haya podido estar presente, la he visto llorar. Ni tan solo escucharla o ver que tenía la intención de sumirse en las lágrimas.
A pesar de que me las ha hecho pasar putas, con todo el significado de la frase, sigue siendo esa chica que me presentaron antes de entrar al instituto y que, con la que a pesar de los años, siempre se guardaba tras esa capa de superioridad y egocentrismo fingido. Era una chica a la que no la verías nunca con un detalle fuera de lugar.
He conocido a sus padres, he hablado con ellos, y son como los míos. Con esas miradas calculadoras que matarían si fuera necesario, esas posturas rectas que parecen que hayan puesto un palo en sus espaldas y no pudieran moverse más de lo estrictamente requerido para la situación.
Aplano los labios, a fin de cuentas, ni yo, ni ella, ni tampoco Tommy quien también está metido en este embrollo sin salida merecemos este círculo de dinero y superioridad. Sacudo al cabeza mostrándome atenta por una vez antes las respiraciones entrecortadas de Stacy, insegura de que me mande a tomar viento y siga con su sesión depresiva.
— ¿Puedo pasar? — pregunto, con el estómago encogido y unas tremendas ganas de saber qué es lo que le pasa.
— Estoy horrible, Al — chilla como niña pequeña, a pesar de estar llorando, sigue buscando ese equilibro en el que su maquillaje esté perfecto —. No quiero salir de aquí hasta que terminen las clases — sentencia.
Aprieto la mandíbula, entorno los ojos en dirección a la puerta intentando derribarla con la mirada. En un arrebato de osadía, cojo la puerta y la abro de un rápido movimiento. Si algo odio de estas puertas es que no tienen pomo y que la manivela para sujetar la puerta es una mierda. Solo en casos como este es que me alegro de que eso suceda.
— Entonces entraré yo — comento fingiendo encontrarme despreocupada.
Un chillido escapa de su garganta ante la impresión y es demasiado tarde para aguantar la puerta para no entrar cuando ya estoy dentro. Abro la boca con la intención de decir alguna frase confortable pero me quedo sin palabras.
De verdad que está llorando.
— ¡Te he dicho que no entres, Alessia! — reprende poniéndose las manos sobre los ojos para evitar que mire su rostro. Parece increíble como, a pesar de las lágrimas y la rojez del borde de sus ojos, sigue estando preciosa. No hay nada en este mundo que me guste más que ver a una persona en su momento más débil, es cuando mejor se puede saber sobre alguien-
— ¿Qué ha pasado, Stacy? — susurro preocupada a pesar de todo, no es como si, de un día a otro, vaya a ser una perra sin educación. Sacudo la cabeza.
Debería estar disfrutando de verla llorar ahora mismo, por todo lo que ha hecho tanto a mi como a los demás. Soy una ingenua con demasiada empatía. Debería compartirla con el mundo para que todos sean mejores personas.
Me acuclillo para estar a su altura, aunque ella se encuentra un poco más alta que yo por sentarse en la tapa del inodoro. Alzo la mano para retirar los mechones de pelo que se quedan pegados en su rostro lleno de lágrimas.
— No... — titubea hipando por el llanto. Vuelve a pasarse las palmas de las manos por las mejillas tratando de quitar el rastro de lágrimas —. No hace falta que me ayudes, Al. No quiero ser un incordio. Ve a clases — sonríe —. Tus padres se enfadarán como vean que no has ido.
Hago una mueca, no miente ni una pizca.
— Está en mi decisión irme o no, Stacy — recuerdo —. No me iré hasta que me cuentes qué es lo que demonios te pasa y, si tardas en contarme, entonces la culpa de que mis padres me echen la bronca será tuya — apremio —. No querrás que me castiguen, ¿verdad, Stacy? — hago un puchero.
Una risilla escapa de los labios de Stacy, vuelve a repetir el mismo proceso de enjugar sus lágrimas. Un golpe de emoción me embriaga al escucharla divertirse a pesar de estar al borde de una catarata.
— Logan te ha cambiado, eh — bromea, hago un movimiento ladeado de cabeza asintiendo como puedo. En una situación como esta, jamás se me habría ocurrido negar la razón a Stacy —. Está haciendo un buen trabajo contigo a pesar de todo — anuncia, un brillo de añoranza crece en sus ojos y tan rápido desaparece que me pregunto si de verdad lo he visto.
— Digamos que Logan me está enseñando a ver la vida de otra manera — murmuro, echo un vistazo a Stacy que ladea la cabeza levemente y me sonríe plenamente —. Pero con eso no harás que me olvide de ti — espeto, su sonrisa se disipa y la mirada de dolor regresa de nuevo. Quizás si que debería largarme —. ¿Qué te pasa?
Agacha la cabeza sorbiendo por la nariz, me muevo incómoda ante el silencio. Solo quiero que me cuente lo que le sucede, no tengo ganas de convertirme en un ser sin corazón capaz de no sentir absolutamente nada por una chica que, en algún momento de su desgraciada vida, fue su amiga.
— Mis padres se van a divorciar — suelta de golpe, aguanto la respiración esperando a que siga. En este momento, incluso el inspirar y exhalar me impide escuchar cualquier cosa que dice —. Estar en casa es un infierno, Al. No paro de escuchar sus gritos, las miradas irritadas que me lanzan cada mañana y el como parece que nada está a la altura de su orgullo — clava sus ojos en los míos y el dolor en ellos provoca la angustia en la boca de mi garganta —. Es mi culpa, Alessia, todo es mi culpa — llora.
No tengo ni idea de qué es lo que se puede hacer en estas situaciones. Levanto los brazos invitándola a entrar en ellos y le rodeo los hombros. Stacy no tarda ni un instante en responder y devolverme el abrazo. Solloza colocando su cabeza en la curva entre mi cuello y mis hombros.
— ¿Cómo va a ser tu culpa, Stacy? Eso es imposible — murmuro, la estrecho entre mis brazos dejando que se descargue.
— Solo les sé causar problemas, Al. No sirvo para ser una buena hija — hipa, la alejo de mi cuerpo deseando ver su cara. Le retiro los mechones de la cara que tiene pegados.
— ¿Por qué piensas eso? No puedes denigrarte de esa manera, Stacy — intervengo en sus pensamientos —. Solo te haces daño a ti misma — aseguro.
— Mi madre ha intentado suicidarse — me interrumpe antes de seguir mis frases motivadoras. Abro los ojos lo más grande que puedo. Boqueo como pez fuera del agua.
— Dios mío — murmuro sin voz, miro cada parte del rostro de Stacy quien vuelve a romper a llantos y sollozos. Las ganas de derramar lágrimas me embriagan a mi también pero me obligo a retirarlas de mi organismo. Ahora mismo lo que ella menos necesita es ver a una persona llorar también, la mataré emocionalmente si lo hago.
— Ella no soporta que mi padre no la quiera, Alessia. Es capaz hasta de fingir un suicidio para que él se quede en casa — los llantos y las lágrimas no paran de salir y ella no para de enjugarlas. ¿Qué se supone que debo decir ahora? — ¿Cómo voy a estar en esa casa sin volverme loca, Alessia? No puedo más, de verdad que necesito largarme de aquí.
Vuelvo a rodearla, a sentir como mi corazón se resquebraja ante esas palabras. El alma se me va al suelo porque nunca ha demostrado como se siente realmente. Acabo de sentir como si lo que me está diciendo ahora y la manera de tratar a la gente, es a causa de todo esto. Un camión acaba de arrasarme con las confesiones de ahora.
Porque, ¿quién narices sabe de esto? Ni siquiera yo, que he sido la más cercana a ella, lo sabía. ¿Qué condenada persona la ha ayudado en algún momento?
Trato de calmarla a pesar de que eso sea lo peor que puedo hacer ahora. Es bueno que descargue todo lo que siente ahora porque estoy segura de que no lo volverá a hacer hasta que no consiga aguantarlo más. Como está haciendo ahora.
— ¿Por qué no me has dicho nada nunca, estúpida? — cuestiono con la congoja en la boca de la garganta. Cierro los ojos sin reconocer qué he hecho para que no sea capaz de contarme, la habría escuchado a pesar de odiar su forma de tratar a la gente que le rodea.
— Soy una capulla, Alessia — habla angustiada —. No puedo entender siquiera como es que estás aquí después de todo lo que te he hecho — susurra —. Lo siento de veras, Al.
No contesto porque tampoco hacen falta palabras para que me comprenda, contestarle habría significado volver otra vez a la congoja y no quiero que siga así. Simplemente, mientras ella está abriéndose a mi de esta manera, siento que algo cambia, que las barreras que la obligaban a ser como es se derriban un poquito, como por arte de magia.
O por desgracias de la vida, mejor dicho.
SOUNDTRACK ~ Crazy ~ Lost Frequencies
¡NUEVO CAPÍTULO PARA VOSOTRXS!
Sinceramente, la semana pasada no recibí muchas preguntas para hacerles a los personajes y, si sigue así y no sube el número de preguntas, seguramente espere a que pase un poco más de tiempo con la novela para hacer la ronda de preguntas. Tampoco me urge (queda más de 30 capítulos para terminar, sooo...)
De todas formas, porfaplis, llenadme la casilla de comentarios con preguntas para los personajes, porfa, porfa, porfa...
¡Pregunta Random!: ¿Os acordáis de Nora Thompson? ;)
¡Besos y XOXO!
NHOA
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro