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Capítulo 37. Logan

etéreo; [adj.] Extremadamente delicado y ligero, algo fuera de este mundo.

Camino por los pasillos del instituto tratando de buscar una melena pelirroja que se hondee al viento y que me haga parecer que es una princesa dispuesta a rescatarme del vacío. Sigo anteponiendo un pie a otro dirigiéndome a la cafetería del instituto.

Si simplemente fuera Luca la persona que está tras la barra...

Mis ojos se detienen en ambas partes de mis alrededores, nada por un lado y nada por el otro. Retengo en mis labios el suspiro que quiere escapar. Debo comenzar a no perder la cabeza cada vez que esa tierna pelirroja de labios dulces no aparece.

Con una interna emoción latiendo en la boca de mi estómago, reconduzco mis pasos hasta la cafetería y, cuando el aroma a café y la paz me inunda, me dedico a encontrar a la chica adictiva de mi pérdida de cabeza.

O de cordura, más bien.

Formo una sonrisa ladeada que desea convertirse en más cuando dicho cabello que parece el fuego delante de mí, aparece en mi campo de visión. Salteo a las personas de la cola importándome más bien poco lo que digan.

Por suerte, Alessia parece estar tan metida en esa cabecita suya que no se percata de los insultos que los preciosos niñatos de cursos más bajos me dedican. Sonrío cuando rodeo su cintura con mis brazos y la acerco a mí.

Pretendo no darme cuenta de ese pequeño grito que escapa de su garganta y que hace que mi corazón lata desbocado. Tampoco hago como que me percato de la hermosa sonrisa que sus labios forman que me altera el organismo.

— Hola, dulzura — susurro en su oído, la cola avanza y nosotros con ella, perdidos por el mundo pero atentos a cuando tengamos que pedir.

Su cabeza se gira unos centímetros que aprovecho para dejar un beso sobre sus labios, sonrío cuando me lo devuelve con la misma intensidad que yo, sosteniendo mi cuello para que no me separe de ella. Como si fuese decisión mía separarme de ella.

— Enserio necesito que estés en las clases — declaro apoyando mi frente sobre la suya con una sonrisa y deleitándome de escuchar esa carcajada que escapa de su boca y entremezcla nuestras respiraciones descompasadas.

— Tú solo quieres una distracción — responde divertida, clavo mi mirada en la suya encogiéndome de hombros. Sigo acariciando la piel expuesta debajo de su camiseta siendo esa la mayor tentación del mundo.

— ¿Quién ha dicho que tú eres una distracción? — pregunto sonriendo, ladea la cabeza imitando mi expresión. Vuelvo a besarla sin detenerme el tiempo que desearía —. Querer que mi chica esté en clase no significa que seas una distracción — aseguro.

Noto el momento en el que su mirada se convierte una oleada de confusos sentimientos. Sus pupilas caen unas milésimas para mirar al suelo antes de volver a fijarlas en mí. Frunzo el ceño activando todas las alarmas y comenzando a formular preguntas en mi mente que no tardarán en salir a la luz.

Las reclamaciones de las personas de atrás, los renacuajos que no tienen ni una pizca de paciencia, me sacan de cada escenario que mi paranoica imaginación crea. Alessia comprende antes que yo y se dirige a la barra para pedir lo que quiere, soy un caminante mientras repito su acción y me retiro a una esquina con ella para que me preparen lo que sea que he pedido.

Apartarnos unos metros de todo el barullo crea en mí un alivio poco frecuente. Espero a que Alessia esté apoyada en la pared contigua para ponerme en frente de ella. Sus ojos esquivan los míos un par de veces, sacudo la cabeza irritado porque de nuevo tenga que estar sufriendo.

¿Cuándo narices van a darse cuenta todos de que, cuantas más cosas tenga que cargar en su espalda, más me rompen el alma a mí? ¿Cuándo se percatarán de que cada mínima acción puede ser la destrucción final de su persona?

— ¿Ha pasado algo? — pregunto tratando de estar lo más calmado posible. Retiro un mechón de pelo que caía por su rostro y lo coloco tras su oreja. Me quedo sin palabras cuando las canicas anaranjadas en su rostro brillan amenazando con llorar.

— No... — titubea, traga saliva agachando la cabeza e intentando que no note entre tanto ruido cómo sorbe por la nariz. Vuelve a levantarla haciendo más evidente lo que pensaba —. No pasa nada — responde con voz baja.

Voy a replicar cuando un vaso junto con un dulce se pone delante de nosotros. Maldigo a la persona que no puede ser más oportuna y, a pesar de querer mandarla a tomar viento, le agradecemos y tomamos nuestras cosas.

Alessia sale como un rayo de todo el gentío y mi alma toca el suelo al verla escapar con tanta necesidad de esta situación. Sostengo con fuerza el plato en mis manos deseando que no tenga que enfadarme con nadie. La vena en mi cuello palpita aceptando mi propuesta.

Camino tras ella agarrando la taza del famoso té que siempre toma y clavando mi vista en la suya. Voy a pretender que no estoy viendo cómo sus ojos están comenzando a delinearse por un suave tono rojizo y la llevaré hasta alguna mesa vacía.

— Sígueme — hablo, no espero su respuesta cuando comienzo a caminar hasta una mesa que me es fácil encontrar. Hace menos de cinco minutos que ha tocado el timbre del primer descanso y ya no me sorprende que esto esté a punto de convertirse en una jungla.

Para cuando yo he dejado su taza y mi plato en la mesa vacía y me he sentado, Alessia aparece con la espalda encorvada y los dedos haciendo una lucha de pulgares. Trato de no mostrarme demasiado ansioso por saber lo que le pasa pero la curiosidad, al final, acaba matando al gato.

— ¿Me dirás qué te pasa, dulzura? — pregunto, con el corazón en un puño y buscando su mirada por debajo de esas espesas pestañas oscuras.

Un ligero rubor aparece en sus mejillas, sorbe por segunda vez por la nariz y un timbre suena en mi organismo advirtiéndome de que, si antes no estaba del todo seguro de que le pasara algo, ahora sí que lo estoy de verdad.

— No es na...

— Hay algo, Alessia. No soy estúpido — intervengo, no dejo que termine las palabras porque su estúpida modestia me está poniendo de los nervios. Tiene que aprender a que quiero saber hasta la más mínima cosa de lo que le ha pasado en el día, aunque eso suponga saber la cantidad de veces que se ha agachado para recoger un bolígrafo del suelo.

Levanto una mano en el aire acercándola a su rostro y retirando esos malditos mechones de pelo que me impiden ver ese rostro lleno de una piel tersa y suave. Clava de vez en cuando su atención en mi, como si mis ojos fueran fuego y no pudiera estar más de dos segundos observándolos.

Mi mirada viaja hasta sus labios, los aplana y los mordisquea. Si no fuera porque terminaré quedándome calvo por este estrés, ese simple gesto al succionar su labio inferior, me habría mandado al infierno de cabeza.

— He estado hablando con Tommy — confiesa de una vez, suelto un suspiro. Rodgers es un tema difícil de tratar, nunca se sabe por qué bando te puede salir esta vez.

— ¿Qué ha pasado con Rodgers? — cuestiono con desdén. Ya no sé si las noticias serán buenas o si su estado de ánimo depende de esa conversación. Lo único que sé es que, en caso de que haya sido Tommy, mi relación con él, si es que existía alguna, acaba de empeorar.

Se supone que no es tan difícil hacer feliz a una chica que quieres, ¿no? ¿Por qué parece tan complicado a ojos de los demás? Simplemente tienes que fijarte en ella, en cada gesto. En como un mueca se forma en sus labios con repudio cuando está molesta, en los ademanes con las manos cada vez que explica algo o en la hermosa sonrisa que la comisura de sus labios esbozan cuando te mira a los ojos y parece que seas el único chico sobre la faz de la tierra a quien le importas.

— Quiere un tiempo — responde, habla a trompicones, esperando cada reacción de mi parte. La miro a los ojos tratando de descifrar sus sentimientos. La acerco a mí buscando su cuerpo cuando las lágrimas comienzan a amenazar con salir —. Dice que no puede seguir conmigo, que si me quiere olvidar tiene que tener una especie de periodo de abstinencia sin mí.

— Es normal, dulzura — declaro, sigo con mis caricias en su espalda como símbolo de tranquilidad. Necesito que se calme por un momento, no puede simplemente romperme el corazón cada vez que algo pasa —. No tiene que ser fácil estar enamorada de una persona y no estar con ella — aseguro.

La alejo de mi unos centímetros, algunas lágrimas escapan del borde de sus ojos. Las enjugo con las yemas de los dedos crispando mis labios en una sonrisa ladeada para ella. El poco maquillaje que siempre se pone, está comenzando a esparcirse por todo lados.

— Yo me moriría si te viera con Tommy y no pudieras ser mía.

La tristeza en sus ojos se disipa unos centímetros, la borrasca oscura que la atormenta está encontrando ese halo de luz que tanto ansío ver en ella.

— Rodgers no es un mal chico, dulzura. Por más que lo odio por haberte probado antes que yo, él volverá a ir contigo — aseguro —. Nadie es capaz de estar más de dos semanas sin ti — respondo. Apoyo mi frente sobre la suya sin dejar de mirarla en ningún momento —. Soy yo quien está en la misma situación que Rodgers y me suicido.

Profiere una carcajada al exterior, beso sus labios castamente tratando de no abalanzarme sobre ella por tener una risa tan dulce. ¿Alguna vez alguien se acostumbra a todo esto?

— Gracias — susurra. Sonrío, nuestras frentes se mantienen apoyadas y busco el momento exacto en el que sus labios no dejen de tentarme.

Se me hace imposible.

Alzo la vista.

— Siempre que necesites hablar, dulzura, aunque sea la mayor tontería del mundo, estaré a tu lado — contesto —. No quiero que te guardes nada para ti sola.

Y es el momento perfecto porque cuando sus labios se juntan con los míos, su sabor a cerezas me hace olvidar todo. Trato de que con ese beso, esa lucha por succionar la boca del otro, se convierta en mi manera de hacerle entender que por más que tenga que insistir, la estaré escuchando.

Busco hacerle sentir que soy su hombro en el que llorar, por que Alessia sería la primera persona a la que acudiría en caso de que algo me pasase. Quiero que ella tenga la misma sensación porque moriría si supiera que no confía en mi. No cuando ella me tiene entre sus manos y con un simple golpe me puede matar.

Sostengo su rostro entre mis manos, acunando su rostro y deleitándome del exquisito sabor que inunda mi boca cuando su lengua se cuela en ella. Ahogo el jadeo que escapa de las profundidades de mi garganta con sus labios. No hay nada que más me guste que sentir su piel en las yemas de mis dedos y su boca en la mía.

— ¿Sabéis que hay un motel a dos metros de aquí, verdad? — cuestiona una voz. Separamos nuestros labios como un rayo, hago una mueca cuando los dientes de la pelirroja se clavan con demasiado fuerza en mi labio y provoca un leve dolor agudo. Me volteo con mirada envenenada al pelinegro que interrumpe una sesión de besos demasiado placentera.

— ¿Y tú no sabes que hay más mesas aparte de esta en la que os podéis sentar, no? — devuelvo, saludo con una sonrisa ladeada y un movimiento de cabeza a Elizabeth ignorando por completo la expresión dolida de Thiago.

— Yo solo quería ver a un amigo al que echaba de menos — repone, coge el almuerzo de nuevo en su mano fingiendo salir de la mesa para largarse —. Pero si no quieres que esté aquí, ya me largo — dramatiza.

Busco la mano de Alessia encogiéndome de hombros al mismo tiempo y sonriendo en su dirección.

— Adelante — le respondo, entrelazo mis dedos con los de mi chica fingiendo no notar los espasmos que recorren mis venas con esa simple sensación —. Al menos así nos dejarás solos — bromeo.

Rueda los ojos con una sonrisa en sus labios y vuelve a sentarse. Deja su almuerzo encima de la mesa y suelta un suspiro que a cualquiera le parecería de verdad.

— No hace falta que me ataques para mostrarme cuanto me necesitas — asegura —. Sabes que siempre estaré a tu lado — puntualiza.

Las risas inundan la mesa, miro unos instantes a Alessia y rodeo sus hombros con el brazo más cercano a ella. Nos sumimos en conversaciones totalmente diferentes a la última y, poco tiempo después, Dylan aparece más contento que nunca.

Sonrío, echo un vistazo a mi costado. El rostro de la dulce chica se voltea para verme, dejo un pequeño beso sobre sus labios con la sonrisa ensanchándose.

— Me gusta estar aquí — murmura. Acaricio el dorso de su mano que está encadena a la mía.

— A mí me encanta que estés conmigo.

SOUNDTRACK: Wild love ~ James Bay

¡NUEVO CAPÍTULO PARA CELEBRAR EL ¿MARTES?! 

Creo que con dejarlo en nuevo capítulo habría bastado pero bue...

¡Les vengo con una "SORPRESA"!

Lo pongo entre comillas porque básicamente lo sabíais desde hace tiempo pero aún no me había atrevido a hacerlo... Como sabéis, entre exámenes y demás, escribir casi parece un milagro caído del cielo.

El caso es que...

¡¡¡PREGUNTAS A LOS PERSONAJES!!! Podéis dejarlos aquí abajo...

1.- Logan...

2.- Alessia...

3.- Tommy (alias, Rodgers)...

4.- John (alias, padre de Logan)...

5.- Padres de Alessia (podéis hacerlo tanto junto como por separado, no hace falta que las preguntas vayan para los dos)...

6.- Luca...

7.- Otros personajes a los que queráis preguntar (Stacy,etc, etc)...

8.- La maravillosa autora que está escribiendo esta novela...

¡Besos y XOXO!

PD: Alguna que otra persona acertó con respecto a cuanto tardaría la novela en acabarse...

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