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Capítulo 33. Logan

epifanía; [sust.] Un momento de sorpresiva revelación.

Me acerco a paso ligero, sin sentir el peso de mi mochila en mi espalda, hasta el lugar donde una increíble y linda pelirroja me espera con la mayor de las sonrisa. Los bordes de sus ojos se delinean por una fina casi imperceptible línea rojiza.

Como ese tío la haya hecho llorar ya puede ir buscando un buen refugio en el que esconderse. No podrá librarse de mi ni aunque en su casa hayan mil guardaespaldas.

Visualizo por el rabillo de mi ojo la figura del pelinegro salir del coche, no me he querido percatar ni por un segundo de su presencia y espero que pueda seguir de esa manera. Sus ojos captan los míos y en ellos puedo ver la misma rojez en los bordes de sus canicas que en las de Alessia.

Así que ha sido una despedida triste, me imagino.

Con una sola mirada comprendo cada mínima explicación que quiere darme. Sus ojos furibundos me indican que no le gusto, de que, como le haga la más pequeña cosa a Alessia, sufriré las consecuencias.Hay tantos sentimientos en esos ojos oscuros, la que más se denota es la pérdida, ese vacío que te genera no tener el placer de volver a estar junto a una persona. Todo ello junto el cabreo, la furia, el amor y la tristeza que provoca la situación.

Su expresión suavizada le hace ver más calmado pero no del todo, a falta de que haga algo para que él pueda abalanzarse sobre mí. No miento, a veces me vendría bien un puñetazo en la cara pero hoy no es el caso y Tommy tampoco está dispuesto a que eso suceda. Me dedica una inclinación de cabeza como saludo y cierra la puerta del coche con seguro antes de largarse.

Retiro mi mirada de la suya para centrarme en una persona realmente bella. Alessia mira en mi dirección y parece analizar cada rastro de mi cuerpo. De no ser porque estoy haciendo exactamente lo mismo con ella diría que es una acosadora.

Mi acosadora.

Esboza una sonrisa que me descompone y, en menos de dos segundos, estoy delante de ella.

— ¿Es demasiado cruel que esté feliz de no veros besándoos? — susurro, alzo su barbilla esperando a que sus labios se junten con los míos. Las expectativas cumplen al cien por cien la realidad porque sus labios saben a cerezas y no quiero separarme de ella.

Se sujeta a mi cuello y tengo que resistir el impulso de pegarla a mí hasta que nuestros cuerpos se mimeticen. Un gruñido escapa desde el fondo de mi garganta y me hace temblar. Quiero más de ella. Arrastro su labio inferior entre mis dientes volviéndome loco la manera en la que deja escapar un suspiro.

— ¿Te he dicho ya que te he echado de menos? — cuestiono al liberarla, se carcajea haciendo vibrar su cuerpo y una sonrisa se crispa en mis labios. Sus ojos al fin se abren permitiendo que vea ese infierno personal en el que estoy encadenado.

Orgullosamente encadenado.

— Solo unas diez veces — sonríe.

Niego con la cabeza depositando un beso en su frente. Puedo sentir sus labios en mi pecho cuando se posa sobre él. Envuelvo mis brazos a su alrededor de su menudo y delicado cuerpo reconociendo que después de esa conversación, le hará falta un abrazo. Aunque me caiga fatal ese sujeto, es el único que ha cuidado de mi chica cuando yo no estaba y solo por eso estoy en deuda con él.

— Se lo ha tomado bastante bien — menciona, apoya su barbilla en mi pecho de tal manera que tengo que agachar la cabeza para poder admirar a la belleza personificada. Sus labios tiemblan cuando vuelve a hablar —. Pensaba que dejaríamos de hablarnos o cualquier cosa, sé que le he hecho daño y pensé que me odiaría.

— Pero... — espero a que continúe.

— Me ha dicho que sea feliz — interviene.

Mi corazón martillea en mi pecho y se apacigua al instante. Creer simplemente que Tommy haría llorar a Alessia me parte el alma y me hace querer darle porrazos hasta en el carnet de identidad pero, una vez más, el pelinegro ha sabido demostrar más bondad de la que debería.

Yo habría muerto en caso de haber sido Tommy.

— Su corazón sanará, dulzura — aseguro, levanto su barbilla porque como siga así terminaré teniendo una tortícolis. A pesar de que ella es alta, eso no quita que tenga que agacharme cada vez que quiero reclamar un beso suyo —. No tener lo que quieres, es difícil.

Se queda callada unos segundos, mi mirada divaga por algún lugar en su rostro pero en realidad no me fijo en nada. Es difícil desear que algo suceda y que dure tiempo y que después te lo arrebaten de las manos. He deseado toda mi vida que lo que teníamos antes de que mi padre se metiera en el mundo de las apuestas, regresara y ya me he hecho a la idea de que no volverá nunca.

Sin embargo, en su momento sentí una horrible presión que, a día de hoy, sigo notando con la misma intensidad.

— ¿Tú estás bien? — pregunta, agacho la cabeza —. El último mensaje que me mandaste no era exactamente la definición de la felicidad.

Sonrío, la necesitaba más que nunca. Las opiniones de mis padres son muy importantes para mí incluso cuando mi padre se pasa la mitad del día ebrio y la otra mitad durmiendo para que su cogorza desaparezca.

Retiro un mechón de cabello rubio a la luz del sol y lo coloco detrás de su oreja. Me agacho lo suficiente para que nuestros labios se rocen y de nuevo un suspiro cargado de expectación sale de sus labios como una fina brisa. Mis labios se curvan sin poder evitarlo porque esta chica me hace sentir de una manera que con nadie lo había sentido.

— Simplemente te echaba de menos — murmuro.

Dejo un corto beso en sus labios, después otro en su nariz antes de separarme. Sus ojos me analizan esperando que diga algo más, se debate entre decirme lo que piensa o guardarlo para dentro. Finalmente, se calla y agacha su cabeza.

— ¿Sabes que puedes confiar en mi, verdad? — interroga volviendo a mirarme, trago saliva huyendo de esos intensos y profundos ojos. No dice nada más aún sabiendo que algo me sucede.

— No tardarás mucho en saberlo, dulzura. Solo necesitas pasar unos días conmigo para que la inevitable verdad venga — confieso —. ¿O es que acaso crees que a mi me gusta irme de una cita con una increíble chica solo porque me place hacerlo? — cuestiona retórico.

Las esquinas de sus labios se crispan en una sonrisa, asiente no del todo convencida. Simplemente no quiero que crea que de tal palo va tal astilla, quiero que primero conozca más de mi antes de que pueda tomar la decisión.

Estoy seguro de que me estoy montando una paranoia, Alessia también ha soportado los prejuicios que se han hecho sobre ella y su dinero. Ella ha vivido toda su vida en ese mundo y se la ha tratado de forma diferente solo porque sus padres son unos desagradecidos adictos al dinero.

Los adultos siempre son adictos a algo, ya sea malo o algo aún peor que eso.

Pero, aún reconociendo que tengo razón y que ella no tardará demasiado en descubrirlo, no soporto ver esa mirada de decepción en su rostro. Quiero que se sienta cómoda conmigo, de que puede confiar en mi a pesar de que no sepa que todo lo que estoy haciendo con mi vida últimamente, es gracias a ella.

Mi felicidad está subiendo unos peldaños enormes solo porque ella está conmigo, a mi lado y necesito que sepa que todo es por ella.

Por mi dulzura de ojos infernales.

— ¿Qué te parece si después del instituto te vienes al Doll's? Luca ha cogido un catarro y me ha pedido que vaya a trabajar unas cuantas horas más — explico —. Te haré el té más bueno que hayas probado nunca.

Consigo que su humor cambie y me doy unas palmadas en la espalda a mí mismo. Esboza una sonrisa con la que tengo que sostenerme a algo para no caerme de culo y romperme algo. Solo Dios sabe que esta chica me matará con una simple sonrisa.

— No creo. Me trajeron hace poco un té, en México, que estaba para chuparse los dedos — comenta, coloca una mirada desafiante en su rostro. Sus manos escalan hasta subir a mi cuello donde entrelaza sus dedos buscando un sujeción en caso de caerse, como si fuera su salvavidas.

¿Es normal que me encante que ella haga eso?

— Pero yo tengo una cosa que ese estúpido té de México no puede darte — declaro con un matiz de superioridad, forma una sonrisa que se expande y llega hasta sus ojos. No tengo que agachar demasiado la mirada para contemplarla porque no está escondida en mi pecho ni nada por el estilo, puedo admirarla de cualquier manera que no se escapará de mis brazos y no me provocará una tortícolis.

— ¿Ah, sí? ¿Qué es lo que puedes darme que no me haya dado ya el té del mejor lugar del mundo?

Mis labios se posan sobre los suyos sin que tenga la posibilidad de poder terminar. Moldeo su boca a mi antojo marcando un ritmo lento y delicado que casi me hace jadear. No retengo la necesidad de meter las manos debajo de su camiseta y sentir su piel suave en la yema de mis dedos provoca una onda de escalofríos que sube y baja por mi cuerpo como una montaña rusa.

Delineo su labio inferior con mi lengua para que me deje pasar y parece que arde el mundo cuando nuestras bocas se unen al completo. La simple sensación que sus labios consiguen es indescriptible, menos aún cuando ella me permite guiarla y dejar que la ansíe como quiera.

De poco sirve para calmar los latidos de mi corazón desbocado que sus manos se hundan en las hebras de mi cabello y lo peinen como ella desea. Mi respiración se va acabando y debo separarme unos segundos para coger aire antes de volver a hundirme en ella.

— ¿Estás segura de que te dan esto cuando pides el té, dulzura? — pregunto cuando el aire es imposible que se quede por más tiempo en mi cuerpo. Casi prefiero ponerme morado y morir con sus labios sobre los míos pero, para mi desgracia, esa opción no está dentro del funcionamiento de mis vías respiratorias. Ni de mis pulmones.

Tengo que patentarlo para que algún día se haga real.

Me haré rico.

— Creo que comenzaré ir al Doll's más a menudo para tomar té — susurra ella, una risa escapa desde mi pecho y me hace vibrar. Una sonrisa se posa en sus labios mientras me observa, esos ojos que contienen tanto cariño en su interior me hacen sentir como el único chico sobre la faz de la tierra.

Dejo un beso en su nariz recibiendo una sonrisa más amplia de su parte. No es consciente de que cada vez que hace eso me provoca unas enormes ganas de comérmela a besos y no permitir que vaya a las clases.

Sería una increíble manera de perder las lecciones de un profesor cascarrabias porque no me importaría pasar toda la mañana escuchándola reír, siendo el único destinatario de sus besos y de esas miradas cargadas de cariño y sinceridad.

Es algo que hace tiempo que no veía y que, por una vez, necesitaba únicamente por mi bien común. No lo hago por el bien de mi padre ni nada que se le parezca. Quería que alguien echara un vistazo en mi dirección y con solo mirarme pudiera adivinar todo lo que ella está comenzando a significar para mí.

Alessia, la dulzura más tierna que he conocido, me hace creer que soy el chico más afortunado del mundo.

¿Sinceramente? Hoy ha sido uno de los días más completitos que he tenido y no en el muy buen sentido. El caso es que he estado a poco tiempo de olvidarme de subir capítulo.

¡Espero que os guste!

¿Logan es demasiado cruel por creer eso?

¡Pregunta Random!: ¿Qué os gustan más, las frases o las definiciones al inicio del capítulo?

¡Besos y XOXO!


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