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Capítulo 28. Alessia

"Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos pequeños y fuegos de todos los colores."

Eduardo Galeano.

Primera regla, camina con la cabeza bien alta, no dejes que una estúpida cita arruine tu mañana. Segunda regla, ves hacia el casillero, coge las cosas que necesites, no mantengas contacto visual con una persona que conozcas por más de cinco segundos. Tercera regla; cierra tu boca, hablar solo complica las cosas y te hace provocar sonidos extraños que nadie debe oír.

Repito las palabras en mi mente, las recuerdo y las memorizo con la intención de que las pueda conservar durante todo el día. Me acuerdo de cada lágrima que derramé al llegar a casa, en silencio, para que mi padre no entrara y me dirigiera esa mirada de «te lo dije» que tanto aborrezco.

Un paso, después otro. Sostengo los libros cerca de mi pecho cruzando cada pasillo aguantando al respiración. Solo la suelto cuando me volteo, abro los ojos, y allí no está ese chico lleno de pecas que hace que mi corazón revolotee incluso cuando es lo que menos quiero.

La saliva tarda en pasar por mi garganta, se queda atascada retándome a soltar el sollozo que lucha por salir. Aún no me he recuperado y me odio a mí misma por tener una autoestima tan baja que ni siquiera yo soy capaz de aguantar. A veces, la mayoría de las veces, siento que no podré conmigo misma, que una día terminaré por ponerle un punto y final, una línea vertical sangrienta, a esta vida perfecta que para nada es como la pintan.

No soy una maldita buena hija.

No soy una maldita buena novia.

Y, por descontado, no soy una maldita buena enamorada.

Soy una escoria, no hace falta que nadie me lo repita ni veinte ni mil veces. Lo sé. Cualquiera que quisiera fijarse en mí por un momento en lugar de pensar en su propio bienestar sabría que, lo que menos soy, es una chica perfecta con una vida perfecta.

Me equivoco, me levanto, me limpio las rodillas ensangrentadas y las hago sanar. Pero nunca mantengo la cabeza alta para ver qué me depara el futuro. Me quedo mirando mis pies descalzos que luchan por no salir las timados en el proceso pero no me enfrento a mi día a día para poder ser una mejor persona.

Enserio creí que podría hacerlo, que me convertiría en la chica a la que todos amaran y quisieran. A la adulta que puede tomar sus propias decisiones, pegarse el batacazo y poder seguir el camino. Pensaba que, por una vez, estaría bien pensar en mí misma, dejarme llevar por lo que siento y por lo que quiero ser y no por lo que mis padres, la presión social a la que me someto cada día, me obliguen a convertirme.

Quiero ser esa chica de la que poder sentirme orgullosa.

Un suspiro escapa por mi garganta, bajo la mirada dejando que mechones de cabello, ahora tirando más a rubio que a pelirrojo, caigan a cada lado de mi rostro.Rompo la primera regla que me he impuesto. Aplano los labios buscando una distracción mientras me dirijo a mi clase sin haber pasado antes a saludar a mi novio, Tommy, el primer chico por el que deseé sentir algo.

Como dije, una maldita horrible mala novia.

Cruzo de nuevo una esquina sin pensar en nada que no sea yo misma, no en el buen sentido de la frase. A veces incluso tengo miedo de lo que mi mente me puede llegar a transmitir. El dolor y el vacío cada vez que miro al frente y veo a una persona con una sonrisa que llega a sus ojos. Saber que nunca tendré eso, lastima, te resquebraja y te deshecha como si al mundo no le importaras.

Debo comprender de una vez que las únicas vidas que resultan ser agradables están en los libros, en las películas y en las personas con una tremenda suerte que espero que no desperdicien.

Sigo caminando, creo que me he pasado el aula al que debía ir. Con Tommy.

O con Logan.

Dios, debo dejar de pensar en él. Mi propósito de no pensar en él por hoy tiene que cumplirse. Aunque ya haya tenido un pensamiento sobre él. Simplemente, imaginarme esas estrellitas formando una galaxia en la que solo quiero perderme. Y la manera de sostener mi rostro, de venerar mis labios con una hambruna con la que parece que no haya comido en años y mi boca fuera un bufet libre.

¡Joder!

Se suponía que esto no era lo que tenía que hacer.

Un grito escapa de mi garganta, se queda sofocado en mi boca por la sorpresa que me embriaga. Una mano agarra mi brazo, me tira hacia un lugar que no sé cuál es y, cuando la luz del exterior se estampa en mis ojos y me preparo para gritar, la otra mano que no me sostiene tapa mi boca.

— Relájate, dulzura. Solo soy yo — susurra en mi oído.

La rabia se cala en mis huesos, me retuerzo bajo sus brazos en un intento por librarme. No tardo mucho en esperar a que el afloje su agarre y me permita enfrentarlo.

Segunda regla tirada a la basura.

— ¡Ni se te ocurra volver a hacer eso otra vez, Wilkinson! — grito —. ¡Que ni siquiera se te pasa por tu estúpida cabeza volver a hacerlo!

Y... la tercera regla acompaña a la segunda.

Una sonrisa quiere tirar de sus labios, se crispan con el intento de hacerlo pero nunca llega. Me habría gustado ver esa sonrisa, habría suavizado la rabia que no quiero sentir. Ahora solo no quiero sentir nada por él, al menos, no todavía, no cuando mi mundo se desmorona y ni siquiera sé cómo lidiar conmigo misma.

— ¿Me habrías hablado de no haberlo hecho? — pregunta.

Me quedo cllada porque él ya sabe la respuesta. No le envié un mensaje de vuelta cuando, al despertarme con los ojos rojos, me encontré casi veinte notificaciones de su parte. Tampoco me quedé a esperar a que la pareja feliz saliera cuando Logan me escribió que lo hiciera. Necesitaba estar sola. Él seguro que lo sabría, debía saberlo.

— No me respondiste los mensajes — suelta, siento su mirada en mi cabeza, perforando mi alma a pesar de que todavía no he alzado la vista.

— No te quedaste conmigo en esa... — trato de buscar la palabra correcta, lo que menos fue esa quedada es una cita. Las citas de verdad no son así —... cosa.

Levanto la mirada, encontrarme con ese rostro atormentado de nuevo, con esos ojos con los que se muestra como un cachorro abandonado. No puedo seguir enfadada cuando me mira de esa forma, no puedo aguantar el llanto cuando él está así, como si le hubiera roto el corazón y no pudiera recomponerlo.

Es él quien no quiere que recoja las piezas de su alma dañada por quién-sabe-qué.

— Yo... yo lo siento, dulzura — tartamudea, el impacto llega a oleadas a mi cuerpo, como un incentivo para que toda la rabia que siento se desate en mi interior y consiga arrasar en el exterior. No me preocupo por mis manos cerradas en puños, clavando las uñas en las palmas con el proceso. Tampoco me importa si las palabras vuelven a dañar a una personas.

Ya me arrepentiré después.

Ya me encargaré de arreglarlo después.

Ya me preocuparé de ser una niña perfecta más tarde.

— ¿Lo sientes? ¿Simplemente, «lo sientes»? — pregunto.

No despega la mirada de la mía y solo logra que la furia suba de niveles, unos centímetros. Después otros más, casi puedo ver rojo del enfado que recorre mis venas. Solo quiero dejar de sentir, notar la ira inundando mi cuerpo y dejándome ser yo misma por una vez. Quiero por una vez ser la que se desahogue, que los demás sientan el dolor que yo siento cada vez que algo sale mal.

— No entiendo qué es lo que pasa, no comprendo el hecho de que un día estás bien conmigo, otro te enfadas y al siguiente tratas de escaparte a hacer asuntos más importantes — hablo de carrerilla, no pienso en lo que digo, solo lo suelto y espero para que el dolor en su mirada me llegue a mí. Siempre llega —. Quería esa cita, Logan. Quería que, por una vez, pudiera ser capaz de ser feliz, de divertirme y disfrutar de la vida por un segundo. Te escogí a ti para hacerlo, te elegí por delante de cualquier otra persona porque pensaba que me ayudarías. Veía en ti lo mismo que yo veo en mí misma cuando me veo en el espejo.

Trago saliva, esto es mucho más difícil de lo que me lo imaginé. El propósito de no pensar en él se fue al garete incluso antes de proponérmelo. Siempre estaría pensando en él, se está convirtiendo en una droga, necesito de él, me ayuda a combatir las cosas, puedo llorar sobre su hombro.

Pero él no me permite que le deje llorar sobre el mío.

— Podemos intentarlo de nuevo — me interrumpe antes de que vuelva a hablar. Da un paso en lo que yo retrocedo, da otro y hago exactamente lo mismo. No le quiero cerca, no quiero que el revoloteo en mi estómago vaya a más. Sus hombros se caen y encorva su espalda, luce derrotado pero no llega a saber ni una pizca como mi interior se encuentra. Roto y en pedazos que se encargarán de tirar a la basura como destrozos.

— ¿Cómo sé que no volverás a irte? ¿Cómo sé que no me dejarás tirada en cualquier sitio y llamarás a un amigo tuyo para que venga a recogerme como si fuera una maldita carga? — pregunto, su mandíbula se tensa, ambos estamos demasiado furiosos con nosotros mismos como para soportarlo. Levanta una mano para pasársela por la cabeza tratando de alguna forma sacar todo lo que lleva dentro. No puedo soportar nada más —. ¿Cómo sé que no soy una maldita carga, joder? — estallo gritando.

No me importa el hecho de que las personas estarán fuera y pueden escuchar cada palabra que decimos. No me importa, Logan es el único con el poder suficiente de llevarme a un mundo en el que solo enfocarme en él. Aunque sea por rabia, por amor, por alegría o por tristeza. Siempre encuentra la manera de llevarme con él a ese paraíso de emociones contradictorias pero reales.

— ¡Maldita sea, Alessia!

Se acerca a zancadas a mí, el grito escapa de su garganta sin aguantarlo más. Un chillido se ahoga en mi boca cuando él alza sus manos y acuna mi rostro entre sus manos. Levanta mi cabeza como si asegurara que, durante todo lo que diga, me fijara en él.

Como si fuera posible no enfocarse únicamente en Logan Wilkinson.

— ¿Puedes comprender, por una vez, que no hay nada que más quiera que estar a tu lado? — pregunta, el corazón comienza a latir desbocado, lo siento en la boca. Aún no sé si esa sensación me gusta, me hace sentir fuera de mí misma —. No he dormido en toda la noche pensando en ti, dulzura. Veía tus ojos, tu boca, tu cabello en llamas. No sabes lo cantidad de cosas que se me han pasado por la cabeza para que me perdonases, joder — confiesa, trago saliva sintiendo como las lágrimas desean salir y librar un camino hasta mi barbilla.

— Pero tú te fuiste — recuerdo.

— Y me odio por haberlo hecho, dulzura. No seré capaz de olvidarme de ello pero no podré compensarte si no confías en mí. Necesito que creas que no volveré a hacerte eso, maldita esa — cierra los ojos, suena tan derrotado que tengo la necesidad de acortar la distancia que nos separa y hacernos sanar a los dos. Son tantas cosas las que han pasado entre nosotros y sin que fuéramos nosotros los protagonistas que seguramente los dos estemos sensibles. Ambos necesitábamos sentir que alguien podía cuidar de nosotros por un momento, solo unos minutos.

Suspiro e inhalo. Su aroma fresco me descontrola de manera que nadie comprendería nunca. Me permito cerrar mis ojos también porque sus manos se sienten muy bien en mi rostro y porque sentir los latidos desbocados de su corazón mientras las mías tocan su pecho es increíble. La mejor maldita sensanción del mundo.

— Me gustas, dulzura. Solo necesito que lo sepas.

Abro los ojos como platos. Sus párpados se encuentran igual de abiertos que los míos, eso no evita que una sonrisa comience a curvar sus labios y me haga perder el control. Necesito besar esa boca, quiero volver a notar el aleteo descontrolado en mi estómago y las pulsaciones pasadas de tono cuando su boca está tan cerca como lo está ahora.

— También me gustas, Logan.

Va a responder, sé que va a hacerlo y que lo que diga será algo que me dejará sin aliento porque sus ojos son capaces de transmitir lo que sus palabras no consiguen.

Pero la puerta se abre y construimos una muralla china entre nosotros. Agacho al cabeza mirando a través de mis pestañas cuando un profesor entra a la clase, se voltea y nos observa a ambos con un ceño fruncido. Siento la sangre llegar a la meta de mis mejillas igual de rápido que en una maratón.

— ¿Qué hacéis vosotros aquí? Las clases ya han empezado — anuncia.

Noto la mano de Logan sostener la mía, entrelaza nuestros dedos en tiempo récord y dejo que tome las riendas de la situación. Se siente, por la manera en la que le da un apretón cariñoso, como su humor ha cambiado y no evito ponerme a saltar de alegría mentalmente al reconocerlo.

Echo un vistazo de refilón hacia él imitando, segundos después, la amplia sonrisa que posee en su pecoso rostro.

— ¿De verdad ha tocado? — pregunta Logan confuso, la broma evidente en su voz mientras me acerca a la puerta. El profesor se aparta previniendo nuestro próximo movimiento —. Deberían mirar ese sonido, casi no se escucha y así es imposible poder ir a clase — se queja.

Río saliendo de la clase porque tampoco me importa que me escuche. Veo la melena morena del profesor moverse de un lado a otro en negación y me es imposible no dejar pasar la burbujeante sensación de la risa saliendo por las paredes de mi garganta.

A esto me refería cuando hablaba del mundo-paraíso de Logan.

SOUNDTRACK: Little do you know - Alex & Sierra

¡¡¡¡AAAAAHH!!!

MUERO DE AMOR.

Espero que les haya gustado el capítulo porque aseguro que los próximos les gustarán más, o eso creo.

La verdad es que estoy con dolor de cabeza y, sinceramente, estoy destemplada. Pero lo adjudico todo a los exámenes y al frío que tengo ahora mismo. Necesito una urgente duca de agua caliente así que chaooo.

¡Pregunta Random!: ¿Personaje favorito: Alessia o Logan?

Mejor Alessia

Mejor Logan

¡Besos y XOXO!

N H O A

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