Capítulo 23. Logan
"No te preguntes qué es lo que el mundo necesita. Pregúntate qué es lo que te hace sentir vivo, y hazlo. Porque lo que el mundo necesitas es gente que se sienta realmente viva."
— Howard Thurman
— Un café con leche para la dulce dama — sonrío entregándole la taza. El aroma hace rugir mis entrañas, la mujer me ayuda sosteniendo el vaso ella misma para que no se derrame ni una gota, sus ojos chocan con los míos al terminar. Aplano los labios.
— Muchas gracias, cariño — susurra, asiento con la cabeza y me volteo sobre mis talones para volver a la barra. Luca me mira sentando en su silla con el brazo apoyado en la pequeña barra y su cabeza sobre su mano convertida en un puño. Ha parado por el cansancio y no digo nada, todavía me sorprende que un hombre como él pueda soportar tantas horas de pie. Bastante hace él solo por la mañana sirviendo en todas las mesas.
— ¿Por qué no le pides salir a esa chica? — pregunta, ruedo los ojos deseando soltar un bufido que no pase inadvertido para él. Me muevo por detrás de la barra para poner en marcha la cafetera y hacer otro pedido.
— Te he dicho que ni siquiera tengo su número, Luca — murmuro, desde que he llegado no ha parado de hacer la misma pregunta, una y otra vez. No entiende que Alessia, lo último que va a hacer, es salir conmigo. Soy un estúpido y salir con ella sería tan complicado como que un alienígena aterrizara en la tierra y quisiera ser nuestro amigo.
— ¿Te crees que nací ayer, Logan? — pregunta, alza su ceja y una carcajada escapa del fondo de mi garganta. Puede ser todo lo mayor que yo quiera pero, el tener una cafetería en el que cada vez vienen más adolescentes hormonales, le hace modernizarse a tal punto de casi pensar que estoy hablando con uno de mis amigos del instituto que con un hombre mayor con canas y el rostro con algunas arrugas bien camufladas.
— En realidad ya hace casi un siglo que estás en este mundo — bromeo, me gano una mirada envenenada de su parte. Aplano mis labios cuando el sonido del timbre para poner la cafetera a trabajar resuena en mis oídos. Me giro obviando la expresión del que se supone que es mi jefe pero que es tratado como un amigo más, un compañero sabio con el que tener una conversación interesante y adulta.
— No me obligues a actuar como debo, chico — me sigue, retengo la carcajada que muere en el interior de mi boca, asiento a pesar de que no me ve —. Pero, ahora en serio, Logan. Deberías llamar a esa chica, la pelirroja, estás interesada en ella y se nota — murmura. Suelto un suspiro y agarro la taza que retiro de la cafetera, la pongo encima de la encimera con la intención de completar el pedido que me han encomanado.
— Sabes que no puedo, Luca, no voy a meterla en mi mundo — susurro, ahora tomando de verdad su propuesta y es que, tener una novia o, por lo menos, tomarse el capricho de tener algo con alguien, para mí, es un milagro caído del cielo. No se me permite tener novia ahora, ni siquiera un lío de una noche soy capaz de conseguir por estar pendiente de las cuentas y de mi padre, de que ese dinero que gano no caiga en sus manos y no se lo gaste.
— ¿Por qué no puedes, chico? ¿Por esa escoria que tienes como padre o por el hecho de que crees que tu responsabilidad es cuidar de él? — Interroga comenzando a enfadarse, pongo la taza en el platito blanco y coloco una bolsa pequeña de azúcar y otra de canela junto con una cuchara. Trato de no prestar demasiada atención a lo que él dice porque, como lo haga, terminaré con la congoja subiendo por las paredes de mi garganta y la decepción adueñando mi cuerpo.
— Sí, Luca, por él mismo no puedo hacerlo. Tengo que cuidar todos los días de él incluso cuando estoy trabajando contigo y encima, ¿quieres que me meta en una relación? — pregunto retórico cuando me volteo para enfrentarle. Le retengo antes de que su boca pronuncie algo —. No puedo permitirme hacer daño a alguien porque voy a anteponer las necesidades de mi padre a las de cualquier otra persona. ¿Qué haré? ¿Me largaré en medio de una cita porque a mi padre casi le da un coma etílico o le digo que él es un maldito alcohólico que no puede valerse por sí mismo? ¿Quién sabe, a lo mejor Alessia no sale corriendo cuando se lo diga? — me mosqueo, la esquina derecha de su boca se alza en una sonrisa ladeada que pronto desaparece. Esquiva mi mirada y espero unos segundo a librarme del enojo para poder componer una sonrisa para el cliente.
— ¿Se llama Alessia? — pregunta, frunzo el ceño y me maldigo lentamente por haber soltado su nombre al hablar. Asiento con la cabeza y sostengo la taza de café entre mis manos, paso por su lado esperando que la conversación se quede estancada en ese mismo instante y que no vuelva a abrir la boca para decirme que salga con ella.
Todavía no puedo olvidarme de la otra noche, de cuando fui a su casa por que tenía tanto miedo por mi padre que no tenía ni idea de a quien acudir. Había conducido sin un rumbo fijo y aparecí delante de su casa antes de que pudiera darme cuenta. Tampoco sé cómo es que, de repente, mi cabeza dio en el clavo para encontrar su casa porque no tenía ni una pizca de recuerdos de haber estado allí alguna vez.
No sé de qué manera había terminado dormido, más bien adormilado pero reconociendo cada movimiento que sucedía a mi alrededor. Me quedé verdaderamente dormido cuando las caricias de cierta chica comenzaron a propagarse por mi rostro y yo solo podía volar de nuevo hasta mi infancia cuando mi madre apartaba el cabello de mi frente y me deseaba buenas noches.
Por eso, cuando Alessia me despertó unos minutos más tarde, o eso parecía, la sonrisa en mi rostro parecía imposible de hacer desaparecer. Aunque eso era una mentira enorme, porque mi padre, bueno, el gerente de un casino, llamó segundos después para informarme de un hombre que decía ser mi progenitor tirado sobren una de las máquinas del lugar.
Odiaba cuando eso sucedía. Pero más odiaba tener que llevar a mi padre a cuestas hasta casa donde, a la mañana siguiente, me decía que no teníamos nada de dinero y que tenía que conseguir más para hacer la compra.
Sacudo la cabeza cobrando la propina de la mujer anterior y poniéndola en el bolsillo de mi delantal. Vuelvo con la mirada fija en el nuevo pedido, los clientes no paran de entrar y eso sería un alivio aunque volviera a casa con los pies agarrotados y sin ánimos de hacer la cena. Si la semana seguía con la misma clientela, este fin de semana podría comprar un buen manjar para cenar. Eso si John no termina antes con el dinero.
Alzo la cabeza, un músculo palpita en mi mandíbula cuando mis ojos visualizan a Luca, con un móvil en sus manos que reconozco perfectamente. Me adelanto a ir a por él porque soy capaz de imaginarme lo que está haciendo con él. Sus ojos chocan con los míos y se apresura a pulsar con más rapidez las teclas, para ser un viejales escribe más rápido que un rayo.
— ¿Qué demonios estás haciendo, Luca? — maldigo, le quito el móvil de las manos. Su sonrisa se incrementa a pesar de que trata de disimularla. Se encoge de hombros levantándose de la silla y aproximándose a mi lado. Posa una mano sobre mi antebrazo al tiempo que yo busco la manera de descubrir qué es lo que ha hecho con mi móvil.
— Es hora de que hagas tu vida, chico — alza una mano mirándome serio cuando intento cantarle las cuarenta. Me detiene antes de soltar una palabra como he hecho yo segundos antes de soltar mi discurso. Ahora le toca a él —. No quiero que vuelvas a nombrar a John dentro de estas cuatro paredes porque soy capaz de llamar a la policía para que le lleven a un centro de rehabilitación y a ti a una casa de acogida, o con tu madre — niego con la cabeza agachando la mirada para contemplar el suelo que es más interesante que su conversación. El suelo no me rompe en pedazos cuando abre la boca.
Suelta un suspiro retirando su mano, dejo de sentir su contacto y una ola de frío entra en mis músculos hasta llegar a los huesos. La saliva tarda en recorrer mi garganta, noto un tapón que me impide realizar nada, no consigo siquiera hablar por más que trato de forzar a mi voz. Mi lengua pesa en el interior de mi boca teniendo la sensación de que le han puesto una piedra encima para impedirme pronunciar palabra.
Finalmente, Luca coge aire y vuelve con su discurso.
— Tú no eres el padre de nadie, no tienes responsabilidad de nadie aunque creas lo contrario. Solo tienes dieciocho años, ni siquiera eres un adulto por ley y mucho menos un niñero de una persona de cuarenta años — asegura, no es cierto. Mi padre es responsabilidad mía, es mi deber cuidar de él teniendo una enfermedad como la que tiene —. Es demasiado triste ver como un chico como tú desperdicia su vida cuidando de alguien que debería cuidar de ti y no al contrario. No me pienso quedar de brazos cruzados, si es lo que crees, y que dejes pasar a una chica que es la única que ha conseguido hacerte correr detrás de ella — sonrío, su manera de tratar de que me divierta un poco con la conversación es absurda pero el simple hecho de escuchar el nombre de cierta dulce pelirroja despierta el cosquilleo de mis labios y mi vientre.
— Simplemente es imposible, Luca — alzo la mirada, una sonrisa irónica crece en mis labios. Distingo en su mirada un rastro de compasión, aprieto la mandíbula y mis músculos se tensan, los envuelvo en dos puños sin intenciones de hacer nada más que despejar la furia que se incrementa en mi interior —. Ella en ningún momento podría salir con alguien que es mil veces inferior que ella, soy un deshecho del mundo — murmuro, un gruñido sale del fondo de su garganta y retira su mirada de la mía con brusquedad —. Con esto que seguro que le has enviado solo conseguirás dejarme en ridículo porque Alessia es la chica más hermosa que he conocido y que se fije en mí sería como que el jorobado de Notre Dame consiguiera a la Esmeralda de sus sueños — concluyo, nos quedamos en silencio, con todas las palabras dichas y a la vez ninguna.
— Como vuelvas a decir una cosa más como esa — comenta, a sus ojos le invade la ira cuando responde —, te despido. Eres el chico más honrado y amable que he conocido nunca y no soy tan ciego como para ver que esa chica piensa exactamente lo mismo que yo. Así que, cuando ella conteste y te diga que quiere salir contigo a ese cine, te darás cuenta de que todo lo que dices de ti mismo es una maldita basura — espeta, sale de mi campo de visión cuando se voltea y sale por la puerta de la cafetería, la de los clientes.
Trago saliva nervioso porque nunca le he visto con un tono tan gélido como ese porque tampoco hemos tenido en ningún momento una conversación tan sería e intensa como esa. Nuestras charlas solían quedarse con que, algún día, Luca aparecería en mi casa y llevaría a rastras a John hasta un psiquiatra porque, según él, mi padre estaba loco.
Miro con las expectativas por los suelos el móvil entre mis manos, tecleo la contraseña y me percato de que la pantalla de él está en el mismo lugar en el que lo ha dejado Luca cuando le he pillado. Ha enviado el mensaje como me ha dicho y, ahora mismo, mi corazón galopa igual de rápido que lo hace un caballo al darme cuenta de que Alessia está leyendo el texto porque las palomitas azules aparecen al lado de él.
Presiono sobre el mensaje tratando de eliminarlo y de que no lo vea pero han pasado más de siete minutos y ya no se puede borrar. Leo de nuevo las palabras que Luca le ha enviado, ni siquiera soy capaz de creer que ese hombre supiera la contraseña de mi móvil.
Yo: ¿Tienes algún plan para mañana? He visto una película en la cartelera del cine y me muero por verla.
Aplano mis labios al ver, junto a su foto y su nombre que teclea para enviarme otro mensaje. La desesperación se incrementa en mi pecho y, tras unos segundos que se me hacen eternos, me decido a apagar el móvil y a ponerme con las comandas. No aceptará, estará buscando la manera en la que rechazar la salida y es lo más lógico del mundo.
Me sobresalto cuando el móvil vibra, después de poner en marcha la cafetera, con un mensaje suyo. La pantalla se enciende y me debato entre verlo o pasar de él. Leerlo supondría decepcionarme y seguir con la atracción por ella para que se incremente hasta tal punto de no soportarlo más. Pero me es imposible negar que la conseguiré de cualquier forma, al menos seré portador de su amistad aunque para ello deba ver como todos los chicos, o uno en especial, comparte todo lo que a mí me gustaría brindarle.
Cojo el móvil con las manos temblorosas, tardo en encontrar el botón de encendido por el nerviosismo y me obligo a calmarme porque parezco una víctima de un ataque epiléptico que no sabe controlar sus sentimientos, con esta chica es imposible y, cuando enciendo el móvil, lo confirmo.
Dulzura: ¿Me estás invitando a una cita?
Sonrío incapaz de dejar escapar el sentimiento de cariño que me invade y una opresión diferente a las que he sentido alguna vez crece en mi pecho y me provoca tantas emociones que no me paro a pensar lo que escribo, porque mis dedos actúan como si tuvieran vida propia.
Yo: ¿Quieres que lo sea?
Lo lee al instante, al parecer, ninguno de los dos nos separamos de la pantalla. Las ganas de tenerla conmigo, de sostener su mano y entrelazar nuestro dedos. Mis músculos pican ante el sentimiento y la sonrisa se incrementa en mi rostro. Como siga así seré la perfecta copia de «Jeff the Killer».
Dulzura: ¿Tú quieres?
Me muerdo el labio inferior sopesando mis ideas. Pienso en lo que me ha dicho Luca, que, a pesar de desear que no sea así, tiene razón. Mi alma abre paso a la valentía con su intensa oportunidad para que acepte esa propuesta que ella me está dando. Sacudo la cabeza decidiendo al fin que, por una vez, haré lo que yo quiera y no lo que crea conveniente.
Yo: Sí, dulzura, quiero salir contigo en una cita.
Puede que sea el error más grande de mi vida, es probable que me arrepienta horas antes de quedar con ella porque soy así y nadie puede remediarlo pero, en el transcurso de tiempo que ella tarda en contestar, reconozco que en la vida había tenido una sensación como esta.
Dulzura: Entonces lo será, te espero a las seis. ;)
Un sentimiento que me haga sentir como si, la única posibilidad de que un alienígena impactara sobre la tierra, hubiera sucedido. Una posibilidad de poder abrirme camino de la felicidad y de que esa dulce pelirroja que tan rota parece, puede ser capaz de romperse conmigo.
No puedo decir mucho porque, la verdad, me había olvidado de actualizar y me acabo de acordar.
¡Pregunta Random!: ¿Qué pasará en el siguiente cap?
Quien adivine le dedico el siguiente capítulo ;)
Besos y XOXO
N H O A
Good night
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