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Capítulo 14. Alessia

ensimismarse; [verbo] Entregarse alguien a sus propios pensamientos, aislándose del mundo que lo rodea.

— ¿Estás mejor, dulzura? — Doy un salto en mi lugar cuando escucho su voz a escasos centímetros de mi oído. Resuena su risa en el aire al girarme y encontrarme sus ojos verdes, más brillantes que de costumbre y medio cerrados por la sonrisa y provocando una en mi rostro.

— Estúpido — reprendo dando un suave golpe en su hombro —. Me has asustado — lamento, se apoya contra las taquillas que hay en su espalda, sus músculos se tensan por debajo de la camiseta y sus oscuros ojos me hacen perderme en él, las pecas en sus mejillas vuelven a reagruparse y tomar un lugar específico en su piel, en el sitio perfecto.

Sacudo mi cabeza volviendo a mis tareas, noto su respiración como si la tuviera al lado, otra vez en mi nuca, y crea escalofríos que estremecen cada poro de mi piel. Las terminaciones nerviosas de mi cuerpo reaccionan ante él cuando el carraspeo de su voz se hace presente. Se le nota nervioso sin una razón en específico.

— Eeh — titubea, dirijo una mirada de refilón hacia él. Se rasca el cuero cabelludo mirando al suelo y aplanando los labios cada pocos segundos —. ¿Has hablado con tus padres? — pregunta.

Detengo mis movimientos de golpe recordando la escena de ayer, cierro los ojos con fuerza reconociendo que puede que no haya sido una buena idea, después de todo, confesarle cómo me sentía. Estaba enfadada con él, y mi ira acarreó una pelea con mis padres que acabó demasiado mal para como me habría gustado. Ni siquiera me acuerdo de qué fue lo que nos molestó tanto a mis padres y a mí, solo que me fui de casa y no volví hasta que los dos estuvieron en la cama con las luces de toda la casa apagadas.

Esta mañana me he ido antes de que ellos siquiera hubieran abierto los ojos. No quería problemas matutinos ni venir al instituto con el pie izquierdo. Mis problemas, como siempre, no deben importarle a nadie.

— No hay nada que hacer con ellos, Logan — asevero, cierro la puerta de la taquilla tras organizarlos por orden en los que los necesitaré. Alzo la barbilla topándome con la mirada decepcionada de Logan que pronto la camufla por una de compasión. No quiero compasión, necesito un cambio que deje de transmitir ese sentimiento tan triste hacia mí.

— Podrías intentar decirles cómo te sientes — opta, ruedo los ojos con una sonrisa que él se toma a malas cuando cruza sus brazos y dirige una mirada envenenada en mi camino —. ¿Te parece divertido? — Cuestiona resentido, niego con la cabeza adoptando su postura e inclinando mi cuerpo sobre los casilleros, recuesto todo mi peso sobre mi hombro izquierdo e incluso me acerco a su rostro de tal manera que nuestras narices están a centímetros de rozarse. A pesar de la proximidad, es agradable estar de esta forma con él, tan tranquila y como si siempre estuviéramos así.

— No es divertido, Logan — concuerdo —. Pero ya lo he intentado más veces de las que puedes contar con los dedos de las manos y los pies. Hacen oídos sordos, no me escuchan. Prácticamente salen corriendo de mi lado cuando abro la boca — declaro, suelto una risa amarga aliviando la tensión que se crea en el ambiente. Es como si algo hubiera cambiado, ambos tenemos algo diferente relacionado en cuanto a la forma de tratarnos se refiere.

Antes era como flirtear a todas horas aunque no fuera nada serio, divertirse y escaparse de la realidad unos segundos que me venían como un paraíso ante tanta oscuridad. Ahora, uno de los chicos más calientes de Coldwater, ha venido hasta mi taquilla para preguntarme acerca de mi descontrol la tarde pasada.

Es extraño y, para mi desgracia emocional, demasiado dulce. ¿Por qué no puede comportarse como un estúpido? ¿Por qué no puede ser un cretino que me odie y no tenga que evitar coger cariño hacia él?

— Tus padres son asquerosos — suelta, tiro una carcajada al aire controlando mis sacudidas. El rostro de Logan se descompone al escucharme, como si decir las palabras que ha comentado hubieran sido un error. Vuelve a armarse alzando las esquinas de su boca en un intento de dejarlo de lado, inclino mi cabeza encogiendo mis hombros cuando la risa cesa.

— Son mis padres, supongo — reconozco —. Aún me quedan dos años de aguantarlos antes de poder largarme a una universidad lejos de aquí — me lamento con dramatismo. Tuerce el rostro conservando la curva de su boca. Retiro mi vista de ese lugar antes de que comience a recorrer la curva de su mandíbula y a mirar como una posesa las venas que resaltan en su cuello.

— ¿Te quieres ir? — Cuestiona jocoso, bajo la mirada al percatarme de que se ha fijado en la intensidad de mi inspección. Siento la sangre correr hasta mis mejillas como si estuviera participando en una maratón y mis pómulos fueran la meta. A pesar de conservar la vergüenza, recojo la valentía que me hace falta y alzo la mirada para que sus ojos verdes, ahora más brillantes de lo normal, me hagan descolocarme y entreabrir mi boca con las palabras a punto de salir.

— Yo... — comienzo, balbuceo de una manera que no le pasa desapercibido. Me recompongo cuando su diversión se incrementa y me hace perder los estribos y la dignidad. Suspiro —. Me gustaría estudiar en Yale — admito, no paso inadvertida la sorpresa en sus facciones, con los ojos ligeramente más abiertos de los normal y sus labios entreabiertos.

— ¿Connecticut? — Traga saliva — Eso está en la otra punta del país — piensa en voz alta, se pierde en sus pensamientos con su mirada perdiendo el brillo alegre que mantenía y comienza a juguetear con los dedos de sus manos. Los libros de repente pesan más de lo normal y la tensión sube sin una razón aparente.

— Buena orientación — bromeo, vuelve a sus cabales al girar su rostro para encontrar mis ojos. Tuerce una sonrisa y se despega del casillero, mira por encima de mi hombro y una expresión atormentada cruza sus ojos, sus cejas se juntan hasta que no sé donde comienza una y termina la otra.

— Por favor, no — se lamenta, giro mi rostro encontrándome con la cabellera de la pelinegra que se acerca a nosotros con paso rápido. Me encuentro con los ojos del moreno de nuevo sonriendo divertida ante sus facciones torturadas por la presencia de cierta chica.

— Te cae peor que a mí — acierto, observa como si estuviera de broma, alza sus manos de manera teatral representando una escena de lamento que le viene como un guante. Río deleitándome de la obra mientras la morena aún no llega.

— ¿Estás de coña? — Interroga retórico —. Esa chica es una maldita loca — dramatiza, alzo una ceja, la cual da paso a otra afirmación de su parte que me hace estallar en carcajadas poco contenidas — y una acosadora de las que ya no hay — acaba.

Conserva su sonrisa mientras me divierto de sus acciones, metiendo sus dedos a la boca y haciendo el gesto de vomitar. No sé cuanto tiempo transcurre pero, cuando me quiero dar cuenta, Stacy ha llegado hasta nosotros y la distracción que teníamos el uno con el otro, desaparece.

— Hola, Logan — saluda la morena que no ha escuchado absolutamente nada de lo que hablábamos. No me quiero imaginar la batalla que se habría formado en caso de que ella se hubiera enterado de lo que contábamos a sus espaldas. Admito que no está bien, pero Logan tiene un don para hacer reír con ese tono ronco y aterciopelado que pone.

— Nos vemos luego, dulzura — ignora completamente a Stacy. No me atrevo a mirar a la chica que seguro que tendrá una expresión enfadada, aún así, Logan tiene la suficiente valentía como para acercarse hasta mí apartando a la morena sutilmente. La calidez de sus labios impactan contra mi mejilla y el calor sube de nuevo haciendo otra carrera, como si desearan sentir los labios de ese chico moreno sobre mi piel. Cada terminación nerviosa de mi organismo reacciona ante el gesto y me deja paralizada en mi lugar.

Él no me gusta. Repito en mi mente una y otra vez. ¿Por qué me comporto de este modo? De acuerdo, el chico es un adonis pero antes no me había afectado tanto como lo está haciendo ahora. E, incluso, cuando se marcha con una sonrisa prepotente en su rostro, no me permito moverme de mi lugar para observarle. Mis labios siguen entreabiertos y se me ha olvidado la presencia de la castaña hasta que abre la boca.

— Maleducado — espeta, volteo mi rostro ausente hacia ella. Mantiene los brazos cruzados en posición defensiva y con los ojos clavados en la espalda del pecoso que se acaba de largar. Sacudo mi cabeza acordándome de que ahora tengo que volver a mi mundo real, aquel en el que tengo que escuchar todas las meteduras de pata y los caprichos injustificados de Stacy Till.

Agarro todo el aire que puedo en mis pulmones y lo suelto lentamente con la intención de ocupar mi mente con otra cosa que no sea ella. A las siete de la mañana lo que menos quiero es asentir a cada estupidez que ella cuenta. ¿Cuál será el pintalabios que me recomendará para que mi rostro no esté tan apagado? ¿Qué chico es el que habrá quedado con ella ahora?

— Creo que deberías alejarte de Wilkinson, Ali — masculla, estoy a punto de asentir sin hacer caso cuando recapacito. Me giro sobre mis talones teniendo que dar un paso atrás cuando ella casi se tropieza conmigo, me contempla con una mirada plana, como si lo que acaba de soltar fuera lo más normal del mundo.

— ¿Perdón? — Aprieto los libros a mi pecho buscando una distracción para no abrir la boca más de lo debido. Inspira y exhala, Alessia, que los nervios no pueda contigo.

— Antes era agradable — admite —, ahora se está convirtiendo en un estúpido que no tiene educación. ¿Cómo es que nunca saluda cuando me acerco? Antes no tenía problema en venir a saludarme — bufa, me entran arcadas con solo pensar en Logan y Stacy juntos, y no debería. Mi boca se tuerce en un gesto de asco del que ella no se percata y lo agradezco, porque era demasiado evidente.

— Conmigo es amable — justifico, Stacy suelta una risa que no comprendo. Entrecierro mis ojos y aprieto el agarre de mi libros con las manos. Aplano mis labios tratando de encontrar una salida al desprecio que comienza a crecer en mi interior.

— Hasta que te eche un polvo y repita lo mismo que conmigo — murmura, los límites de mi paciencia se terminan y no puedo controlar la ira que traza un camino a través de mi garganta y que quema en mi boca.

— Conozco a Logan, Stacy. Y te conozco a ti, no me hagas elegir entre uno y otro porque terminarás perdiendo — contesto molesta, por la manera en la que sus ojos se abren más de lo normal y como sus labios se fruncen hasta que creo que se pueden romper, deduzco que se enfada. Pero no me es posible evitar que la oleada de superación y complicidad se extienda por mi piel haciéndome sentir increíble y libre, todo en una misma frase.

— ¿Qué pasa, amor? — Tommy aparece cargado de su usual tranquilidad y clava su mirada en la mía, la busca hasta que no es capaz de encontrarla y decide tratar otras formas de conseguirlo. Mi atención solo está en ella, conociéndola, su próximo movimiento será exagerar las cosas y, todo sea de paso, lastimar a Tommy con sus especulaciones poco verídicas.

— Tu novia — masculla —. Al parecer, prefiere perder una amistad a tener un rollo de una noche — confiesa. Ahí está, el hecho que exagera la más mínima acción que una persona realiza. Se larga dejándome con las ganas de darle un golpe o de soltarle a la cara todo lo que llevo queriendo confesar desde hace siglos.

— ¿Alessia? — Pregunta, me atrevo al fin a observarlo y hacerlo me rompe en dos. Su mirada herida atraviesa mi corazón como una aguja adentrándose en una camiseta al hacer una costura. Agacho la mirada soltando un largo suspiro, los libros pesan toneladas.

— Olvídalo todo, Tommy — aconsejo —. Stacy es una maldita loca — repito a como Logan ha dicho antes de que se fuera. Entro a la clase alejándome lo más posible de la pelinegra que no trata ni de echar un vistazo a mi dirección ni de mirar si me encuentro bien.

Dejo el material encima de la mesa con un golpe y, al instante, agarro mi cabeza con las manos apretándolas a ambos costados reteniendo el grito de frustración que quiere escapar del interior más oscuro que habita en mi vientre y que se extiende como un virus por todo mi organismo.

Pero, para mi desgracia más enorme, el maestro viene antes de poder escaparme a un baño o algún lugar más tranquilo que este. Ahora, incluso un contenedor valdría para patalear toda la basura, tanto física como emocional, que me llevo por delante cada día, a cada hora, y que tengo que soportar como la dama que me educaron a ser.

¿Por qué todo tiene que ser tan difícil?

¡FELIZ, INCREÍBLE, MARAVILLOSO, ALUCINANTE, ENCANTADOR, DELICIOSO Y SABROSO AÑO NUEVO!

Empieza el tiempo para poder hacer cosas nuevas y dejar todo lo malo atrás así que, disfrutad este día como si fuera el último (técnicamente así es ;) )

MUCHÍSSIMOS BESOS PARA TODXS!!

XOXO

N H O A

PD: ¿Qué desearían con toda su alma que sucediera en 2018?

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